Menuda noche he tenido
El día amaneció en el piso del piloto con unos pequeños rayos de sol que se colaban entre las cortinas e iluminaban la habitación. Yo estaba acurrucada en brazos de Pecco mientras Turbo descansaba en mi pecho, este era un momento que no quería dejar de vivir nunca. Por culpa de la luz, el canino empezó a despertarse y con ello, buscó despertarnos a mí y a su dueño. Cuando salió de nuestro abrazo, trepó por encima de Pecco hasta llegar a su almohada y buscó su cara para empezar a molestarle y así poder empezar el día. Debido al movimiento me desperté, pero Pecco seguía dormido, este chico dormía como si estuviera muerto. Por mucho que Turbo intentara despertar a su dueño, este seguía sin responder y ya frustrado, empezó a ladrar. Decidí empezar a molestar a Pecco a ver si nos hacía caso. Toqué su cara y pellizqué esas mejillas tan blanditas, pero nada, este ni caso. Me daba vergüenza pero me lancé, dejé besos por toda su cara hasta llegar a sus labios y al no hacer caso, bajé por su cuello siguiendo todos sus lunares. Finalmente, se despertó y mientras yo seguía mi cometido y Turbo le mordía el pelo, él apartó a Turbo acariciando su lomo y conmigo, agarró mi culo tirado de mí hacia él, a modo de abrazo y empezó a besar mi cara como yo había hecho con él.
—Bongiorno bellisimma.
—¿Te hemos despertado? —pregunté de manera sarcástica.
—No, que va, solo quería besarte como tú lo estabas haciendo — me sonrojé por sus palabras y él aprovechó para besarme.
No sé cómo había aguantado tanto sin probar esos labios, de solo unas horas ya se había vuelto mi momento favorito. Me encantaba Pecco y pasar tiempo a su lado, este ambiente que habíamos creado y sé que me iba a costar, pero no me importaba arriesgarme con tal de estar bien a su lado. —Deberíamos ponernos en marcha, yo tengo que entrenar y tú tendrás cosas que hacer.
—Jo, pero yo quiero estar contigo — dije con un tono infantil mientras que abrazaba a su pecho.
—Lo sé preciosa, yo también quiero, pero tenemos obligaciones.
Resignados, nos levantamos de la cama y fuimos a la cocina para desayunar entre piques y cariño. Cuando nos vestimos, bajamos al garaje y Pecco se ofreció a dejarme en casa antes de ir al gimnasio de Ducati, así que avisé a Luccia para que fuera yendo a mi casa para contarle todo todo. Cuando aparcó en la puerta de mi casa, estuvimos varios minutos despidiéndonos, que si no quiero irme, me lo he pasado muy bien, te voy a echar de menos, si lo necesitas llámame... Estaba encantada con este nuevo capítulo de mi vida, tenía ganas de hacerlo todo, de explorar y de disfrutar con Luccia y Pecco a mi lado, también con Nicola obvio está, pero los dos primeros habían sido un apoyo mucho más grande para mí en estos meses.
....
—Tía que ganas, me encanta que seas tan feliz ahora. Encima con Pecco tía. Que casualidad que el perro fuera suyo y que os confesarais lo que sentís. ¿Y lo del cartel de la expo? No supero, sabía que Pecco es especial, es único y tiene un sentido innato para el romanticismo, pero ¿esto? Que guay bebé.
—No sé como he podido tener tanta suerte, de verdad. Sigo sin creerlo — mis ojos empezaron a aguarse. —Tengo tanta — mi voz se quebró, — pero tanta suerte.
—Mi niña... — se levantó del sofá y me abrazó de manera que empecé a llorar en su hombro. —No pienses eso de verdad, que te lo mereces mucho y Pecco es un tío que no sabe el partidazo que se ha llevado. Ojalá la mitad de la plantilla de MotoGP tuviera una novia como tú.
—Parrilla — reí, —Luccia se dice parrilla.
—Bueno eso.
—Además — dudé en como decirlo, — no creo que todavía seamos pareja.
—¿No? ¿Qué me dices?
—No, ayer hablamos y yo tengo muchas dudas, por pasarlo mal, la distancia, la fama de Pecco, no sé si podré gestionar bien eso. Tengo muchas heridas y muchos traumas.
—Pero amor — se acercó a mí y me apretó a ella por los hombros, —no puedes pensar así siempre. La vida es probar y te hemos demostrado que vamos a estar ahí en todo momento para curar tus heridas y ayudarte a poner tiritas a todas ellas, además, como algún fan se ponga chulito, le arranco los pelos así viva en el pueblo más remoto de Asia. Creo que Pecco también movería tierra y mar para defenderte.
—Te quiero tía, eres la mejor.
—Tú más amor, tú más.
....
Había pasado toda la tarde ordenando un poco la casa, en especial mi habitación y ahora solo quería darme una ducha, el calor que hacía aquí era insoportable, y no porque en Turín hiciera calor sin no que este piso guardaba mucho calor y en invierno se agradecía, pero si te metías una paliza limpiando, acabas más cocida que una gamba. Mi ducha fue reflexiva, de pensar, de limpiar, de purificar mi mente y aclarar mis ideas, quería ser feliz, vivir y disfrutar y como no Pecco era esa llave para abrir el candado de mis complejos. Salí de la ducha con el pijama puesto y el pelo sin secar, salpicado a cada paso. Fui a la cocina para coger una manzana como aperitivo antes de hacer la cena y mi móvil empezó a sonar. Tenía como 10 mensajes de una sola persona y esa persona es la que llevaba todo el día rondando mis pensamientos. Le mandé un audio contestando a sus mensajes:
—Hola Pecco guapo, pues bien, llegué a casa y estuve un poco con Luccia y luego he estado limpiando hasta hace nada que acabo de salir de la ducha. ¿Tú qué tal en Ducati? Espero que bien porque eres el mejor y no lo digo por que te tenga confianza sino porque eres un piloto excelente. Si quieres pasa por mi casa que estoy sola y así te invito a dormir, que te lo debo.
Al rato recibí un audio con ese acentazo italiano que me encanta y esa voz ronca de estar cansado:
—Amelia cariño, me alegro que estés bien. Te adoro por todo lo bonito que me dices, me ha ido bien aunque estoy cansadísimo. Voy a tu casa. Deja que llevo a Turbo con mi madre que está cerca de tu casa y voy. Un beso guapa, te quiero.
Le respondí un te quiero y empecé a hacer la cena para los dos, unas patatas con carne como las de mi abuela, que madre mía, que maravilla. Tenía ganas de comer ya pero no, hay que ser educada y esperar a mi acompañante. En cambio, antes de estar tentada a robar algún trozo, empecé a poner la mesa y prepararle un pijama para que se cambiara y estuviera más cómodo. Menuda noche había tenido y menuda iba a tener, pero por él merecía la pena ser valiente.
Por fin otro capítulooo. Antes que nada agradeceros todo el apoyo que estoy recibiendo con la novela, ya pasamos de las 200 lecturas, nunca pensé que una historia de Pecco iba a atener tanto apoyo, ya que no vi ninguna. Gracias a todos los lectores y de verdad os mando un abrazo enorme, os quieroooo
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top