Ganar sin ti no es lo mismo
Este cap tiene parte +18, os aviso antes de que empecéis a leer.
Estábamos en el garaje de Ducati y la carrera iba como la seda. En nada, Pecco pasó de estar en el top 10 a ser la cabeza de la parrilla. Este chaval era un as en la moto y por nada del mundo le iban a quitar su segundo mundial.
—No sé que narices le has dicho pero menos mal que has hablado con él —Rossi se acercó a nosotros para hablar con Carola y Luigi.
—¿Yo? Yo no dije nada —habló la chica—. En todo caso fue Amelia. Pensé que a ella le iba a escuchar mejor y va a ser verdad.
—Solo le animé para que diera lo mejor de sí mismo. Estaba de bajón porque tenía miedo de defraudarnos y de perder el mundial.
—En eso sois iguales —habló Luccia—. Siempre estáis con el miedo a no ser un orgullo para el resto —me abrazó por los hombros—. A ver si aprendéis que estamos muy orgullosos de vosotros y que sois las mejores personas —la abracé y besé su mejilla.
—Una cosa, ¿Pecco estaba muy animado al salir no? —habló Rossi cuando Luigi salió del entorno.
—Razón no te falta. Era como un niño cuando le prometen un premio.
—Bueno... —todos me miraron— Puede que le prometiera acostarnos juntos si ganaba.
Todos me miraron con los ojos muy abiertos, se esperaban de todo menos que le hubiera animado con esa propuesta. Mi cuñada me miraba con una cara de pilla que no había visto nunca, ni ella se hubiera creído que su hermano callera en ese chantaje.
—Oh mio Dio con Pecco e poi è un bravo ragazzo (Madre mía con Pecco y luego va de chico bueno) —todos reímos con el comentario de Rossi.
....
La carrera había acabado y Pecco era el ganador, estuvo muchísimo tiempo en el primer puesto y nadie le bajó. Su cara ante las cámaras era pura alegría y su mirada brillaba como nunca. Me alegraba un montón verle así. Corrimos hacia el podio y en cuanto llegamos nos unió en un abrazo; Carola, Luccia, Enea, Rossi, Luigi, él y yo en un gran abrazo. Ocupábamos casi toda la valla reservada para la marca.
—He ganado en casa amore. En casa. No lo puedo creer.
—Estoy muy orgullosa de ti. Sabía que ibas a conseguirlo —le besé y nuestros amigos vitoreaban de fondo, Pecco quiso profundizar el beso pero estábamos en público así que me aparté.
—Tranquilo fiera, luego en el hotel rematas —saltó su hermana.
—¿Les contaste sobre el trato?
—No tuve remedio. Preguntaron porque ibas tan contento.
El piloto rio y saltó la valla para irse con nosotros al garaje y poder descansar. Las entrevistas habían acabado y deseaba poder dormir un rato antes de cumplir el trato.
....
Ya en el hotel Pecco estaba dormido llevando nada más que una camiseta amplia de manga corta y los bóxers. En esta época del año Italia pasaba por el inicio del verano y aunque podríamos haber vuelto a Turín, nos quedamos todos un par de días en Florencia antes de que Luccia y yo tuviéramos que hacer el último examen del curso.
En estos momentos la habitación estaba un poco fría, daba la sombra en la ventana y el aire acondicionado estaba encendido, por ello, me abracé a Pecco para tener un poco de calor, llevaba ropa muy fina y me estaba quedando helada. Al acercarme a él emitió un gruñido por la diferencia de temperatura pero enseguida me abrazó a él. Por el contacto, mis pezones se pusieron duros y al abrazarme a él, estos se rozaron con su piel causando una corriente que me recorrió de arriba a abajo. Él siguió durmiendo y como no quería molestarle, estuve mirando TikTok hasta que diera signos de vida. De vez en cuando se giraba dándome la espalda pero como me soltaba, se le oía un quejido y volvía a girarse para abrazarme, este chico es un sol. Pasado un rato, empezó a desperezarse y su bostezo hizo que me girara para rozarme contra él.
—Cuanta pasión amore. Me acabo de despertar —madre mía la voz ronca que tenía al despertar, me estaba derritiendo.
—Como sigas hablando me voy a volver loca, así que te callas si no quieres hacer nada —me apoyé en su pecho para levantarme y podemos decir que aposta me rocé con su miembro para que sintiera como estaba yo ahora mismo.
—No no, tú de aquí no te vas.
—Porque tú lo digas piloto.
Se levantó y agarrándome de la cadera nos adentró en el baño. Cerró la puerta cuando él entró y me subió a la encimera del lavabo. Con sus manos en mis muslos y de vez en cuando en mi culo, empezó a besarme. Su lengua dentro de mi boca y yo con sus manos en su pecho y espalda, ambos con ganas de más. Cuando sus besos bajaron a mi cuello sentí que me iba a correr ahí mismo, entre las ganas que le tenía y lo caliente que me había puesto me iba a volver loca. Como lo prometido es deuda, tenía que darle el polvo de su vida. Le aparté y antes de que pudiera quejarse me puse de rodillas, llevándome los calzoncillos conmigo. Ante la sorpresa gimió y yo suspiré al recordar que este chico estaba dotado para todo y no solo para el deporte. Agarré su miembro con una mano y empecé a masturbarle mientras que mantenía mis ojos fijos en su cara. Su expresión de placer y su boca entreabierta por los gemidos que emitía cada rato. Una vez acostumbrados a la situación me lo introduje en la boca. A decir verdad me costó por el tamaño pero el ahogarme un poco y quejarme, hizo que su polla vibrara en mi boca y él gimiera aún más. Mi boca iba adelante y atrás recorriendo cada centímetro de su punta hasta que mi nariz chocaba con su abdomen, él cada vez gemía más y agarró mi pelo en un coleta para que volviera a ahogarme y así lograr que se corriera, estaba al límite.
—Amelia por dios. Si, sigue por favor. Mamma mia, eres la mejor.
Sus gemidos me calentaban a mí y ya tenía mis bragas empapadas, con mis manos libres pude agacharme un poco y desprenderme de ellas para llevar una mano a mi clítoris y empezar a masturbarme; esa perspectiva mató al turinés, quien no tardó nada en correrse en mi boca. Me levanté y el agarró mi mandíbula para abrir mi boca y buscar restos de él.
—No hay nada, te lo has tragado todo —sus ojos se dirigieron a mi cuello, donde había algún resto, y se agachó para lamer esa zona—. Faltaba esto.
—Pecco —cada roce suyo me hacía gemir aún más—, te necesito muchísimo ahora mismo.
Dirigí su mano hacia mi vagina para que introdujera sus dedos, pero como respuesta, el turinés me recargó en la bañera y se agachó enfrentándose con mi humedad cara a cara.
—Si tú me haces una mamada, yo te como el coño, me parece justo —uno, ese lenguaje no le había oído nunca salir de él, yo soy muy mal hablada pero él nunca había dicho cosas así; dos, si me devoraba no iba a aguantar lo suficiente como para que se metiera en mí.
Sin dejarme contestarle, se lanzó a lamerle como si fuera un helado derretido. Su lengua subía, bajaba, giraba y entraba con profundidad en mí. Si bajaba la mirada, él no me correspondía la mirada, estaba muy concentrado en hacerme disfrutar. Mi abdomen estaba contraído, estaba apunto de llegar y para aumentar su contacto cogí un manojo de su pelo y le empujé contra mi coño.
—Si, dios Pecco no pares. Voy a llegar.
Un par de lengüetazos más hicieron que un chorro saliera disparado a su cara y él lo recibió en su boca con gusto, repasó todo mi sexo con la lengua y no dejó más que un pequeño brillo por su saliva, acababa de tocar el cielo con las manos. La primera vez que me hacían un oral y había sido este adonis hecho realidad quien me había descubierto este maravilloso mundo.
—Volvería a comerte entera, a besarte y hacerte gozar todos los días de mi vida —se levantó hasta besar mis labios y cogerme y llevarnos a la cama—. Espera que cojo un condón —me dejó en la cama y se giró hacia las maletas.
—Tengo yo en mi neceser —no me dejó terminar la frase y sacó uno de su maleta.
—Tranquila, vengo preparado.
Se lo puso y se sentó en la cama para que yo me subiera encima y le cabalgara. Al introducirse en mí empezó a jadear porque su tamaño era difícil de adaptar y le estaba apretando. Cuando empezamos a aumentar la velocidad me abracé a su espalda y al quedar mis pechos en su cara empezó a succionar mis pezones. Yo subía y bajaba, él gemía y apretaba mi culo; ambos llegamos a su respectivo tiempo y cerrando nuestro orgasmo con un gran gemido que pronunciaba el nombre del otro. Mi hogar era el cielo y no pensaba irme.
—Me encanta ganar con esta recompensa —nos tumbó en la cama y agarró una manta.
—Gana tu segundo mundial de MotoGP y hablamos —me giré y acaricié su mejilla.
—Créeme que si gano el mundial haré más que follar contigo.
La victoria en casa de Pecco y su recompensaaaaa. Me está encantando esta novela, si os fijáis en el último diálogo Pecco os ha dejado un spoiler de el casi final de la novela. Gracias por el apoyo y todo el cariño a esta novela. Os quierooooooo
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