Es tan tú
Después de horas mirando tiendas, yo estaba hasta las narices. No encontraba nada que se asemejara a lo que yo tenía en mente y por supuesto que un escote no me iba a poner, no lo veía nada adecuado para la ocasión y aparte no me gustaba llevarlo. Me sentía muy acomplejada con el tamaño de mi pecho, que a decir verdad era muy incómodo porque al ser grande siempre tenía que llevar sujetador y no me gustaba llevar ropa ajustada en esa zona. Era algo que tenía que curar con el tiempo, pero encima el sentirme juzgada en el paddock no es algo que me apeteciera.
—¿Quieres probar en esta tienda? A lo mejor hay algo que te guste.
—Si con que haya algún top o camiseta bonito me hace el apaño, porque ya tengo los pantalones, zapatos y chaqueta elegidos. Pero claro, la cosa es encontrar algo con lo que esté bien.
—Amelia, eres preciosa. Entiendo que tengas complejos pero yo estoy aquí para ti, siempre que lo necesites —me abrazó por los hombros y entramos a la tienda.
Buscamos entre los burros y encontré una camiseta perfecta, es verdad que era muy ajustada pero es que con el look quedaba perfecta y además si hacía frío no iba tener problema ya que llevaba la chaqueta. Me metí en el probador y al salir Luccia estaba flipando. Siempre me había visto con camisetas anchas y lo más ajustado que tenía era el pijama, y tampoco mucho más.
—Tía, estás increíble. Te queda como un puto guante, pega muchísimo contigo. ¿Puedo? —preguntó para sacar su móvil y hacerme una foto.
—Aprovecha —me puse más cerca y posé hasta que me dijo que había sacado unas cuantas.
Con el top nuevo fui a casa para hacer la maleta, mañana por la mañana, Pecco pasaría a buscarme para ir al aeropuerto, así que esta noche la iba a pasar con mi niña. Pasaron las horas y entre risas, estábamos colocando la maleta cuando mi móvil se iluminó.
—Es Pecco —dijo Luccia, viendo la pantalla.
—Contéstale porfa.
—Dice que estás preciosa con el top nuevo —la miré con dudas, ¿cómo sabía él de el top nuevo?—. He subido a historias una foto, si te he etiquetado y todo —me enseñó su feed de Instagram y efectivamente, Pecco había visto y reaccionado a la historia.
Cogí mi móvil de sus manos y le contesté yo misma. Le dije que no mirara mucho esa foto, que era el top que llevaría para la carrera. Me mandó un audio en el que decía que era tarde, Luccia le había pasado la foto y la tenía de fondo de pantalla. Le respondí que no era justo y que me sacaría una mejor foto el domingo con la pista de fondo. Su respuesta fue que era una idea genial, pero que él también quería una foto conmigo y el circuito de fondo mientras me besaba. Este chico me iba a matar del amor. Era obvio que ambos no nos queríamos esconder y que esa foto sería parte de un post que me pondría en el punto de mira de todos los periodistas.
....
Eran ya las diez de la noche y estábamos viendo una peli, la cena había sido relajadita ya que por los nervios yo no tenía el estómago para muchos trotes. Pecco me había llamado para confirmar que a las siete de la mañana pasaría por casa de su madre para dejar a Turbo y luego iría a mi casa, le deseé las buenas noches y colgué. Los nervios me hacían no querer dormir pero mañana quería estar decente. Nada más llegar a Portugal, iríamos al hotel y corriendo a la pista ya que empezaban las pruebas.
....
Llegó el día, estaba que no podía tenerme en pie de los nervios, me hice el desayuno y justo cuando me estaba lavando los dientes, Pecco me escribió que ya estaba abajo. Recogí la maleta y bajé corriendo. Fuera del coche, apoyado en la puerta del copiloto, estaba mi caballero turinés de brillante armadura. El chico más puto guapo del mundo y quien había cambiado mi mundo en cuestión de meses. Me lancé a sus brazos y él riendo, agarró mi cintura y empezó a dar vueltas. Menudo cante dábamos por la calle para ser las 7 de la mañana. Unos cuantos besos después, pusimos rumbo al aeropuerto. Al viajar con un famoso, todo eran ventajas, nos pasaron antes que el resto de pasajeros y teníamos acceso a más cosas de la carta, pero no quería abusar, así que para cinco horas de viaje, no pedí nada. Acababa de desayunar y no tenía hambre.
—Amore, ¿segura que no quieres nada de comer? Mira que luego en el paddock es más difícil porque no hay muchos puestos de comida.
—Estoy bien cariño —me miro insistente—, te lo digo de verdad.
—Tú pide lo que quieras, no hagas esto por vergüenza.
—Estoy bien Pecco.
A mitad del vuelo si que es verdad que tenía algo de hambre, pero no quería parecer grosera, así que me callé. Estaba apoyada en el hombro de Pecco y mientras él me acariciaba el brazo, estaba medio dormida, aunque fui consciente de que Pecco pidió comida para él.
—Amelia cariño, despierta —acarició mi brazo para que me levantara.
—No estaba dormida amore —contesté frotando mis ojos mientras me incorporaba en el asiento.
—Ya, seguro —él rió mientras repartía los platos que había pedido entre los dos.
—¿Qué es esto?
—He pedido comida para los dos.
—Ya te dije que no tenía hambre.
—No hagas esto por favor —me interrumpió—, no te hagas esto. Llevo abrazado a ti dos horas y mientras acariciaba tu abdomen, sentía como tu estómago rugía —acarició mi mejilla y se acercó para besarme—. Vamos a comer y punto, no quiero que mueras de hambre.
Asentí y nos pusimos a comer, empezamos a hablar y él compartía con ilusión lo que había hablado con Ducati para la estrategia de la carrera, esperaba que todo saliera genial y yo también, estaba muy orgullosa de mi novio y estaba más que claro y demostrado que es un gran piloto. Portugal me deparaba un fin de semana movidito pero este hombre me hacía sentir tan bien que me daba igual todo mientras estuviera con él.
Otro capítulo se acaba, creo que ya vamos por el 20 y no puedo parar de agradecer vuestro apoyo en los votos y las lecturas, os adoro. Gracias por estar junto a mí en esta historia y ver como evoluciona la relación de mi pareja favorita. Os quierooooo
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