¿y si...?

Eventualmente me dejaste hablarte. Aunque preferías que te leyera:

Ambos hablábamos tan suavemente que era imposible un estudio emocional por el tono de las voces. —Olvidé la llave —dijo Jenny. Yo me quedé allí, al pie de los escalones, temeroso de preguntar por cuánto tiempo había estado sentada allí, sabiendo tan sólo que yo le había hecho un daño terrible. —Jenny, lo siento. . . —¡Para! —Ella cortó bruscamente mi apología, y luego dijo muy serenamente—: Amar significa nunca tener que decir "Lo siento"...

—Bellísimo —susurraste; te veías más compuesta, y las ojeras mermaban de tus ojos. Aunque tu piel aún parecía de papel.

— ¿Tú crees? No será lo único bello que escucharás o conocerás, ya verás —le aseguré, cerrando el libro de Segal, y suspirando; te había leído por dos horas pero parecía poco el tiempo junto a ti.

Bajaste la mirada durante varios segundos, pensativa, antes de elevarla con un brillo inusual danzando en ella.

— ¿Cuál es tu mayor sueño? —preguntaste sin pensar, o pensando quizás.

—Qué te recuperes —respondí sin pensar, o pensando quizás—. ¿Y el tuyo?

—Esperaba me dijeras la verdad —dijiste, y cuando iba a decirte que era la verdad, me interrumpiste y seguiste hablando—. Ahora me dará pena decir el mío.

—Dilo.

—Antes de morir, quisiera... Quisiera estar en un concierto de Nirvana. 

—Interesante, chica grunge —la palabra muerte me ponía los pelos de punta, pero intenté disimularlo—. Lo conseguirás. —te incentíve con una sonrisa a medias.

—Quizás...Pero dime el tuyo, de verdad.

—Yo...— ¿cómo explicarle que ser fotógrafo no tenía sentido si ella no aparecía en otra de mis fotos?—. Dije la verdad.

Te sonrojaste. Y por primera vez en meses, vi algo de vida en tu cuerpo maltrecho. 

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