Lo primero que hice al llegar a L.A. Fue ir a comprar los boletos para Nirvana.

Te daría tu boleto como regalo de Navidad.

No obstante, cuando vi el precio, supe que la que iría serías tú.

Yo tenía que velar por tu bienestar; darte de comer, un techo, algo de abrigo. Comprarme un boleto habría sido egoísta. Confiabas en mí y no te defraudaría.

Sólo quería verte revivir, verte feliz de cumplir un sueño de muchos más.