Sonrisas negras.


Ojeras de papel.

Mejillas tan profundas como el vacío que sentía por dentro.

Piel blancuzca, como el mármol de las lápidas

La misma ropa de hace dos días.

Y una sonrisa siniestra con dientes manchados de tabaco.

Ese era mi atuendo para Halloween. Me detuve en medio del pasillo, y apunté mi cámara; dos Tinas Turner me sonrieron de forma amable, y creí mi obligación el tomarlas en cuenta para el periódico escolar (Para el cual había sido contratado como fotógrafo de prueba) Me preguntaron sí podía mostrarles las fotos. Les respondí que no, con apenas voz. Y no me detuve a ver como se ponían pesadas. Sólo seguí mi camino, hasta el final del pasillo.

¿Por qué mostrarle mi arte a dos extrañas? 

Mi arte. Lo único que me quedaba.

— ¡Qué bonita te ves! 

Algunas risillas ahogaron la palabra ves. Una voz tímida le contestó a la rozagante que le había hecho el cumplido, aunque no logré saber quienes eran. Pensé en dar media vuelta, irme a fumar un cigarrillo y decidir sí ducharme o no para el baile de disfraces por la noche. 

—Deberías inscribirte en el concurso de disfraces; seguro ganas.

Más risas. Y mi curiosidad aumentó a tal grado, que sin mucho remedio, di la vuelta al pasillo.

Mis ojos escrutaron a las diez chicas que estaban ahí; sirenas, brujas, vampiresas sensuales. Algunas conejitas preciosas. Y aunque tardé bastante en descifrar quien eras, supe por aquel lunar coqueto y esa peluca rubia, que imitabas a Marilyn Monroe.

Con algo de sobre peso.

Eras el centro de atención. Sonreías sinceramente; a todas esas chicas falsas les estabas mostrando tú mejor lado. El que mostrabas demasiado a menudo y nadie merecía.

Por alguna extraña razón, un nudo se formó en mi garganta.

—No lo sé. No creo que me den permiso de asistir, mi madre es un poco...Estricta.

— ¡Sí quieres pasamos por ti! Y te devolvemos temprano, ¿a que sí chicas?

Todas respondieron con un unísono "¡Sí!" Dudaste. En verdad lo hiciste, aunque ellas se estaban muriendo de risa a expensas tuyas. Estaba seguro de que habrías accedido a sus malvados planes, sí no me hubiese atrevido a dar dos pasos al frente.

Te miré a los ojos. Y te sorprendiste de verme ahí.

Siempre lo hacías.

— ¿Podemos hablar? —Dije con voz tranquila. Las chicas comenzaron a cuchichear. Y no me importó. La reputación que siempre cuidé, fue la de Sierra. 

—Uhm...—Miraste a tu alrededor, dándome a entender que por vez primera te hablaban chicas y yo te quitaba la oportunidad de tener amigas. Yo persistí sin apartar mi vista de tus ojos—. Claro.

Todas se dispersaron no sin murmurarte antes "Piénsalo" o "Avísanos. Te llevamos" Rodé los ojos hasta que la última gatita sexy dio la vuelta entera por el pasillo. 

Me miraste. Tus ojos expresaban muchas cosas, y una sola pregunta.

— ¿Por qué, ah? —dije, cansino. Tenía suficiente con mi vida como para cuidar también de  la tuya—. ¿Por qué eres así? 

— ¿Cómo? —Tus ojos se alargaron, llenos de tristeza.

— ¿Por qué no ves lo malo en nosotros? ¿Te diste cuenta que esas chicas se burlaban de ti? ¿Lo hiciste? 

— ¿Se burlaban? —Podía leer la perplejidad en tu semblante. Y era sincero. Dios.

— ¡Sí! 

— ¿Y por qué? 

—Por como vistes. 

—Es Halloween, todos vienen disfrazados ridiculamente. ¿Por qué habrían de burlarse? 

Durante varios segundos, las palabras se atoraron en mi garganta. ¿Era mi deber hacerte ver el problema? ¿Tenía que ser de nuevo el maldito que te arruinaba la vida? Inflé las mejillas, sin apartar la vista de ti. Debiste haber notado mi conflicto interno, ya qué te acercaste, dando pasos pequeños; el pie te desbordaba por la zapatilla. Parecías un poco incómoda con el atuendo.

—No debes decirme nada. Lo sé —murmuraste con amabilidad. Veías nerviosamente a todos lados—. Pero soy yo. Ésta es mi vida. Y lo único bueno que tengo en esto que me tocó vivir, es libertad. Soy libre de ser la maldita Marilyn Monroe el día de hoy. Hoy que todos son vampiros y tu un vagabundo. 

Sonreí divertido. Aunque no convencido del todo de tu respuesta.

— ¿Vale la pena ser así de libre? ¿No te importan las burlas? ¿Lo que piensen de ti? 

El timbre que anunciaba el cambio de hora sonó. 

—Sí me veo en el espejo y me gusta lo que hay, estaré satisfecha. Libertad es... —te acercaste un poco, sólo un poco para poder ver el brillo de tus ojos revivir—. Saber que viviré conmigo el resto de mi vida, y no con las personas que "temo" defraudar. Duele ser libre. Pero todo lo bueno tiene un precio. 

— ¿Irás al baile? —la pregunta me salió sin pensarlo. Te encoges de hombros.

—No tengo quien me lleve.

—Sí quieres yo puedo llevarte... — "Se un buen tipo" Pensé.

—Vale... —Me miraste incrédula, con una sonrisa suave. Cómo sí no te lo creyeras—. Gracias —añadiste antes de alejarte por el pasillo. Sin mirar atrás. 

Esperaba no ser un tipo exageradamente bueno.



















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