Le hice caso al hombre viejo, y comencé a quedarme contigo dos horas diarias después de clases.

A mis padres les decía que iba con Sierra.

A Sierra, que iba con Malkin.

Y todos parecían felices y en armonía.

No obstante, yo me sentía como si la vida se hubiera detenido y pasara rápidamente ante mis ojos.

Ese día dejé la silla, y me estuve más de tres horas contigo. Estaba tan cansado, que me acosté junto a ti.

Hundí mi nariz en tu cabello,

cerré mis ojos, y te rodee con mi brazo.

—Sólo dime adiós —pedí, a la única persona que me había visto de verdad por quién era, y no por lo que aparentaba ser.