consejos sabios

Decidí poner mi stand en parques, para alcanzar más personas, más fotografías... 

Ese día fotografié a una pareja de ancianos, él tenía ochenta y ella setenta.

Estaban fascinados de ayudar.

Y él me preguntó por ti.

¿Quién eras? No sabía que decirle, después de todo...

Yo tampoco sabía quién eras y que estabas haciendo con mi vida.

Pero le dije que eras una amiga muy querida.

—Es invaluable lo que hace por ella, jovencito, aquí —me murmuraba con voz cansina—. Pero el dinero no compra tiempo. Dígamelo a mí, que estoy viejo —vio a su esposa con infinita ternura—. Sí ella estuviera en la posición de su amiga, no podría separarme ni un instante. Moriría de saber que me perdí sus últimas palabras, o su última caricia...

Me pagaron la foto al doble del costo. 

Pero por alguna razón ya no quería tomar fotos. 

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