Bondad


Todos los días durante el almuerzo, tenía una sesión de besos con Sierra en los bañadores del gimnasio.

Ese día lo recuerdo bien, porque mientras hundía mi lengua en la boca de mi novia, un sollozo fantasma me exaltó.

Nos dejamos las bocas de inmediato, y con valentía, Sierra abrió el casillero causante de aquello.

Adentro estaba ella

la rara que olía a comida para gato.

Estaba llorando.

Sierra se enojó tanto, que en vez de preguntarle porque lloraba, tomó un balón de baloncesto de las bancas, y lo lanzó contra la cabeza de ella, gritándole mil obscenidades.

Después se alejó, dejándome solo.

Con una chica rara sangrando por la nariz.

La miré, y ella siguió llorando, ¿qué hacer?

-Vamos a la enfermería -propuse, más rudo de lo que quise.

Pensó que le daría la mano para ayudarla a levantarse, pero me quedé cruzado de brazos.

Exasperado y molesto, tuve que ir a la enfermería.

Genial.




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