Capítulo único

Mi mejor error


-Lo siento, Harry -dijo Hermione-, pero Ronald y yo debemos irnos al vagón de los prefectos.

-Oh, está bien. Buscaré... otro compartimiento. Ustedes vayan.

-¿Sí? ¿Estás seguro de que está bien?

Harry asintió. Ron se encogió de hombros, y le indicó a Hermione que salieran del compartimiento para unirse al resto de los prefectos de sexto año. Ella resopló y salió, no sin darle un pequeño golpe "accidental" con el hombro.

-Nos vemos luego, Harry -dijo ella, tratando de sonar normal, aunque el fastidio era evidente en su voz. Ron cerró la puerta y fue tras ella sin volverse a ver a su amigo.

-Hermione, sobre lo de King's Cross...

-¿De qué hablas? -lo interrumpió sin mirarlo.

-¿No estás enojada?

-¿Yo? Ronald, por favor, soy más madura que eso.

Estaba que echaba humo, y hasta Ron se daba cuenta de ello. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho, y el ceño fruncido.

-Escucha... no es mi culpa que Lavender estuviera tan emocionada de verme.

-No he dicho nada de Lavender. Vamos, llegaremos tarde a la reunión.

Comenzó a caminar con paso decidido hacia la otra punta del vagón, y él no tuvo más remedio que seguirla. Pronto, Draco Malfoy y Pansy Parkinson, prefectos de Slytherin, se unieron.

-Sangre sucia -dijo el rubio en modo de saludo-. ¿Leíste mucho en el verano, pequeña rata de biblioteca?

Hermione ni siquiera pareció enojarse por ello, lo cual molestó a Draco. ¿Qué sentido tenía esforzarse si ella lo ignoraba?

-Draco, vamos -pidió Pansy Parkinson y lo tomó de la mano para alejarlo de los de Gryffindor.

Pero no volvieron a quedar solos, ya que los de Hufflepuff y Ravenclaw también estaban allí.

-Buenos días, Ronald, hace tanto tiempo que no nos vemos -saludó Ernie Macmillan-. ¿Cómo ha estado tu verano?

-Eh, bien. ¿Y el tuyo? -preguntó sin interés.

-Qué bueno que preguntes, amigo. En realidad, he pasado un receso encantador y muy relajante...

Pero Ron ya no escuchaba. Toda su atención estaba centrada en Hermione, quien estaba hablando ahora con Anthony Goldstein, de Ravenclaw. Ron no tenía idea de que hubieran hablado en algún otro momento de sus vidas, pero ahora parecían tener una conversación demasiado divertida.

-...y también "Excavaciones en Egipto", de la editorial...

-Tú eres amigo de Harry Potter, ¿verdad? -interrumpió una chica un año menor-. Del Elegido.

-Sí...

-Genial. Soy Romilda Vane, y tú eres Rupert Weasley, ¿no?

-Ron. Ron Weasley.

-Es lo que dije. ¿Sabes dónde encontrarlo?

-Eh... estaba en un compartimiento con Luna Lovegood.

Romilda frunció el ceño, juntando sus pobladas cejas en una sola e inmensa oruga peluda.

-¿Con Lunática? No lo creo. ¿Con quién más estaba, niño Weasley? ¿Con Longbottom? Por favor -se burló.

-En realidad, sí, está con Neville y Luna.

-No se puede hablar contigo -se enfadó Romilda.

-Sí, querida, tienes razón. No se puede hablar con él -dijo Hermione para sorpresa de ambos. Romilda asintió ofendida y encantada a la vez, y se fue en dirección opuesta a la de los prefectos. Hermione lo miró de reojo una vez antes de volver a hablar con Anthony.

-No sé qué les sucede a las chicas hoy -dijo Ron.

-Habría que medir la presión y la humedad; hay estudios que prueban que eso puede afectar al sistema nervioso femenino.

Siguieron caminando en grupo hasta el último vagón, donde se llevaría a cabo la reunión de prefectos. Ernie no dejó de hablar en todo el camino, y Ron no escuchó una sola palabra de lo que decía. Cuando llegaron al compartimiento, el Delegado y la Delegada de séptimo año les abrieron la puerta y los dejaron pasar. El lugar había sido vaciado, y luego llenado de sillas en forma de semicírculo. Ron se apresuró a entrar para poder conseguir un lugar junto a Hermione, pero Draco Malfoy le trabó el paso y le ganó el puesto.

-¿Qué quieres, hurón? -le preguntó ella en cuanto tomó asiento a su lado-. No me digas que también pretendes molestarme aquí.

-¿Molestarte? -El rubio se llevó una mano al corazón. -Por favor, soy un mago de honor.

Durante toda la reunión, mientras los dos Delegados les informaban sobre un cambio de reglas en Hogwarts, Ron no le sacó los ojos de encima a Hermione. Malfoy estaba demasiado cerca, y muy "comunicativo" para su gusto. Ella, por otro lado, no miró ni una vez al pelirrojo, aunque tampoco prestaba atención al rubio: su interés por el reglamento y su responsabilidad seguían siendo mayores.

Todos fueron atropelladamente hacia la puerta para salir lo más pronto posible de allí, así que tomó un largo rato hasta que se descongestionara el paso. Ron pegó codazos hacia todos lados para no perder de vista la mata de cabello marrón. Cuando todos se fueron metiendo en sus respectivos compartimientos, y tan solo quedaban Hermione, Malfoy y Hannah Abbott, Ron se apresuró para alcanzarla.

-Ahí viene tu comadreja -oyó que le decía Malfoy a la chica. Hermione hizo un ademán de darse vuelta, pero él la frenó, agarrándola del brazo-. Dignidad -le susurró-. Te dejo.

Draco se dio vuelta una última vez para dedicarle una mirada de desprecio a Ron antes de apurar el paso para irse al compartimiento de sus amigos de Slytherin. Ron caminó más ligero, y Hermione se frenó de golpe, sorprendiéndolo y haciéndolo trastabillar.

Le dio una mirada inquisidora.

-Hermione...

-¿Qué? -dijo ella en un tono demasiado alto. Hubo un silencio lleno de tensión-. ¿Qué? -repitió, esta vez más tranquila. Hannah los miró rápidamente y se escabulló en el primer compartimiento que vio, cerrando la puerta tras sí.

-Hermione... -volvió a decir él, incapaz de pensar otra cosa.

-Si solamente vas a balbucear mi nombre... -dijo, y se interrumpió-. Por todos los cielos, estoy perdiendo mi tiempo contigo.

Se dio media vuelta y empezó a dar zancadas hacia delante, alejándose de Ron, quien corrió detrás de ella y la tomó del brazo.

-Espera. Quiero hablar contigo.

-¡Pues hazlo! Pero no te quedes parado ahí como un imbécil.

A pesar de que su voz era firme, sus ojos delataban que estaba a punto de ponerse a llorar. Ron procedió con precaución. Estaba avanzando en un campo minado.

-Hermione -dijo por tercera vez, aunque ahora con más dulzura. Fijó su mirada en aquellos ojos marrones que tanto le gustaban, y que tanta tristeza desprendían-, si en serio te molestó que saludara a Lavender...

La tristeza se transformó en aborrecimiento.

-Arruinaste todo -le espetó la chica-. Pensaba darte otra oportunidad, pero parece que no entiendes. No vales la pena.

-Si no es eso, ¿qué sucede? -insistió.

-No es solo lo de Lavender... ¡me usas como un objeto! Luego de cada beso nuestra relación se enfría... En tu casa lo atribuí a la presencia de tus padres, pensé que te daría vergüenza hacer algo más que besarnos de vez en cuando en tu habitación, pero ahora... ahora veo. Estás jugando conmigo.

Hermione estaba dolida. Las lágrimas que por tanto tiempo había retenido ahora se escapaban, corriendo por sus mejillas. Ron levantó una mano, temiendo que ella la quitara de en medio, pero se sorprendió de que lo dejara proseguir. Con un dedo le secó la lágrima y le acarició la mejilla. El rostro de Hermione se relajó, sus facciones volvieron a ser las que la caracterizaban.

-No... no era mi intención -se sinceró Ron-, no quise hacerte daño. Jamás lo haría.

-¿Entonces cómo te explicas? ¿Por qué me ignoras?

-¡Tú me ignoraste! -El rostro de Hermione se contrajo de nuevo, su ceño se frunció. Ron temió lo peor. -Está bien, está bien, yo lo hice primero.

-Y yo solo te imité para que supieras lo que es. Pero no puedo hacer esto siempre, nos destruye a los dos.

Ron asintió. Aún no le quitaba los ojos de encima. Extendió el brazo y, poniendo una mano en la cintura de Hermione, la atrajo hacia sí. Ella se dejó llevar, aunque miró hacia otro lado. Se había sonrojado. El pelirrojo no puedo evitar una sonrisa al notarlo.

-No quiero nada contigo a menos que sea serio -dijo ella, elevando la voz para sonar cortante, aunque al final le falló por la emoción.

-Lo siento, lo siento, Herms -le susurró al oído, haciendo que a la castaña se le erizaran los pelos-. Tienes razón, no te traté como te lo mereces.

Ella apoyó su cabeza sobre el hombro del chico, y escondió el rostro en su clavícula.

-Ron...

Levantó la vista. Él dejó su mano en su cintura, y la otra la puso detrás de su cabeza, enterrada en la mata de pelo castaño. Sus rostros se acercaron hasta estar a escasos milímetros de distancia. Ella miró aquellos ojos azules que tan loca la volvían, y eliminó la distancia entre ellos. Se besaron, primero tímidamente, como si nunca antes lo hubieran hecho. Ron la abrazó con mayor fuerza, y la besó con más intensidad. Pronto estaban sumidos en su propio mundo, lejos de los problemas, de los celos... Lo único que existía en ese momento era aquel beso lleno de pasión. Las manos de Ron subían y bajaban por la espalda de Hermione, mientras que ella se dejaba llevar y le revolvía el cabello.

-Permiso...

Se separaron de golpe, jadeando, aunque Ron mantuvo una mano en la cadera de la chica. Ambos voltearon la cabeza, aún enredados y hechos una masa de brazos y piernas, para ver a Dean Thomas pasando rápidamente junto a Ginny Weasley. Estaban tomados de la mano, y se apresuraron a pasar, deseando que Ron no los hubiera visto.

-¿Qué...? -comenzó a decir él con enojo, el cuerpo tenso. Hermione lo hizo callar poniéndole un dedo sobre los labios.

-Relájate -le susurró ella-. Son solamente una pareja, como nosotros...

-No, no, ¡Dean Thomas no tocará un solo cabello de mi hermana!

-Ron, esto es exactamente lo que te decía. -Hermione sonaba cansada. Toda la emoción del momento se había ido tan rápido como había llegado. -Nos besamos, y al segundo es como si nada hubiera pasado. -Se salió de sus brazos bruscamente, y lo miró a los ojos. -¿Qué pasa contigo? ¿No sabes que tengo sentimientos? ¿Crees que no me afecta que nos besemos?

Ron trató de olvidarse de Ginny y Dean, pero lo que le tomó volver a como estaba antes fue demasiado para Hermione.

-Lo que creía -dijo ella, dolida, y terminó de separarse de él. Sin mirarlo una segunda vez, se dio la vuelta y comenzó a dirigirse hacia el fondo del pasillo. Ron quedó congelado en su lugar, tieso como una piedra y sin saber qué hacer. Lo que lo despertó y lo hizo reaccionar fue el ruido de la puerta del vagón cerrándose tras Hermione.

-No, ¡espera!

Atravesó el vagón y entró al siguiente. El pasillo estaba poblado, había una gran conmoción delante del compartimiento donde habían dejado a Harry. Preguntándose si algo malo le había sucedido a su amigo, decidió frenarse a escuchar.

-Sí, sí, es el Elegido -decía uno.

-Dicen que Romilda Vane lo invitó a su compartimiento y la rechazó...

Tonterías. Sacudió la cabeza y siguió abriendo paso, buscando a su chica. La encontró en una esquina, acurrucada al lado de una puerta, con la mirada baja. En esa parte del vagón había muy poca gente, y todos parecían haberse puesto de acuerdo para dejarlos solos. Pronto, el barullo se transformó en un bajo murmullo que apenas lograba oírse. Ahora, por fin, podrían charlar tranquilos.

-No quiero hablar contigo -dijo la castaña sin mirarlo. Tenía la vista clavada en sus manos-. No me obligues a echarte una maldición, Ronald Weasley.

-Hermione, lo siento...

-¡Deja de decir que lo sientes! Siempre sucede lo mismo.

-Lo siento... perdón -dijo, sonriendo de lado. Hermione sabía que su sonrisa había aparecido, y no miró hacia arriba por temor a no poder resistirse. Debía ser fuerte, plantarse firme, y dejar que él hiciera su trabajo. Ella no le facilitaría las cosas-. En realidad me importas, Hermione, pero... jamás te hubiera propuesto una... una relación formal.

A Ron le dieron ganas de golpearse la cara. Solamente estaba empeorando las cosas.

-Hermosas palabras, Ronald. -Metió la mano en su túnica, buscando su varita. Ron se tensó.

-No, espera, déjame terminar -se apresuró a decir-. Mira, no quiero nada formal, porque temo... temo que te arrepientas. Y prefiero que me odies por esto que por no ser suficiente para ti.

El corazón de Hermione se contrajo. Su respiración cambió. Levantó la vista, y lo que tanto temía sucedió: no pudo resistirse a esos ojos azules que la miraban con tanto amor, y con tanto dolor a la vez.

-Ron... -gimió ella. Se levantó lentamente del suelo y se apoyó contra la pared, mirándolo-. Ron...

-No te mereces a alguien como yo, tú debes aspirar a cosas mejores. Hay muchos interesados en ti -admitió él con tristeza-, que son mucho mejores candidatos que yo.

-Pero yo te amo a ti.

Ahora el corazón de Ron era el que actuaba de manera extraña, acelerando las pulsaciones, pintándole las mejillas de rojo...

-Sé que es un gran error, el mayor de mi vida -dijo ella con una leve sonrisa-, pero es mío.

Esta vez, Hermione tomó la iniciativa y lo atrajo hacia ella, hasta que quedó encerrada entre él y la pared. Amagó besarlo, pero se frenó a pocos centímetros de su boca.

-¿En verdad temes tanto intentarlo? -le preguntó. Él la miraba con intensidad, casi temblando. Ella le dedicó una sonrisa.

-Te arrepentirás de estar conmigo -dijo, serio-. Y lo peor es que no lo admitirás.

Hermione paso ambos brazos por detrás del cuello del chico, impulsándose hacia arriba para quedar a la misma altura. Él cerró los ojos, ella también. Se besaron. Este beso fue más tranquilo que el anterior, más dulce y menos desesperado. Se separaron levemente, lo suficiente como para mirarse de nuevo a los ojos. Volvían a estar jadeando, las manos de Ron estaban nuevamente en su cintura, asegurándose de que no escapara.

-Entonces será mi mejor error -sonrió ella.

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