Sin drogas
Narra Coral
Sábado, primer sábado en mucho tiempo en el cual no me encuentro sola en casa, aunque sinceramente ya no importa si hay o no hay nadie, pues de todos modos mi vida sigue siendo igual, yo sigo detestando a todos igual, ignorando a mis padres como siempre, porque se lo merecen, porque no pueden pretender que con una semana que se encuentren en casa van a resarcir el daño que han hecho en toda una vida, son unos grandísimos estúpidos si asi lo creen. Recuerdo la primera vez que me di cuenta de lo miserable que era mi vida, fue la que mas dolió de todas, era navidad, y tenia 9, habia una actividad en el colegio en la cual en ese entonces me atrevía a participar, obviamente entre las sombras aun cuando me habían ofrecido el protagónico de la obra que estaba actuando, nunca fui de estar en el centro y resaltar, nunca fui de llamar la atención, nunca tuve autoestima, porque tuve una madre que siempre me pedía mas, que las pocas veces que me veía me pedía mas: ponte ese vestido que te he mandado a hacer por un diseñador francés, mejor ponte esta falda, se te verán mas curvas, peina tu cabello asi para que no te veas tan sosa, maquíllate que vas haciéndote una señorita. Para ella nunca nada estaba bien, y lo peor es que mi ideal perfecto era el que ella deseaba, mi mayor meta siempre era que ella me viera y le gustara todo de mi, era tan ridícula que nunca vi que reflejaba sus defectos en mi, amaba mi cabello rubio y cuando me di cuenta que era no era una buena madre, que no me veía como su hija, si no como una muñeca de colección decidí seguir mi propia corriente, y por el terrible resentimiento que comencé a sentir por ella decidí pintar mi cabello de azul, a los 14 para ser exactos.
Aquel dia en la obra ellos nunca llegaron, todos los padres de mis compañeros estaban ahí, mirándolos y yo como una huérfana siendo el tema de conversación de todos, les habia mencionado la obra toda la navidad, y ni porque sabían lo mucho que eso me costaba asistieron, prefirieron una vez mas atender sus supuestos asuntos importantes en vez de acompañar a su única hija en el un momento que los necesitaba, fui tonta. Esa noche al llegar a casa, lloré como una idiota una vez mas, era costumbre en mi, me creía débil, era verdaderamente muy débil y me juré en ese momento no serlo jamás, sola, en mi habitación fría y solitaria me juré ser mi única y fiel compañera siempre, no necesito a mis padres para ser feliz, aun cuando todos se llenan la boca diciendo que la familia es lo mas importante, mi familia no lo es, no tengo familia. Cambié drásticamente en ese entonces, y vinieron los reclamos, por como actuaba, por como me veía, por como ya no era la niña dulce y amorosa que ellos esperaba en la puerta cuando regresaban de alguno de sus viajes, a mis 9 años me volví fría, y tan solo cuando cumplí catorce lo vinieron a notar, porque no me veía, y cuando lo hicieron les dolió, pero eso no impidió que siguieran actuando igual, pero ya a mi no me duele, no lo hace, porque no me importan.
Debo admitir que han sido días difíciles, han estado en casa al pendiente de mi y tener que cruzármelos en las cenas, almuerzos y desayunos no es tarea fácil, me estresa el simple hechos de verles las caras, de verlos pasillar en pijama como si fueran gente normal, de verlos sentados en la sala leyendo el periódico o tomando té, de verlos socializar con los nuevos vecinos con tanta simpatía que parecen gente buena, si tan solo supieran la clase de personas que son seguro no le aceptarían ni el saludo.
Debo admitir que parte de lo que ha hecho mi semana complicada es que ahora, además de mis fastidiosos padres buscando acercarse a mi, tengo a ese chico que me ha hecho conocerme un poco en el corto tiempo que convivimos, persiguiéndome a todos lados, acosándome todas las horas que pasamos en el colegio y me avergüenza admitir que no me molesta, ya nisiquiera el hecho de que todos allí piensen que estamos en una relación me molesta como lo hacia al principio, aun asi he intentado ignorarlo todo lo que puedo, es un verdadero atrevido al meterse en mis asuntos, como el hecho de hablar mal de las únicas personas que me han acompañado en estos años, las únicas personas que me hacen sentir normal, las únicas que me han ayudado en mis momentos difíciles.
A pesar de todo, de que lo ignoro, y cuando nos cruzamos de cerca trato de hacerlo sentir en serio miserable, él no se ha olvidado de mi, sabe que no tengo manera de conseguir drogas y se encarga de dejar siempre una dosis diaria en mi casillero, y que rara me siento cada que la encuentro allí, ¿Por qué lo hace? Es lo que me pregunto cada dia, nunca lo he tratado bien, y a pesar de que nos hemos besado un par de veces no tenemos ninguna relación, no somos amigos, y ni siquiera conocidos, yo no conozco nada de el, además de que su papá ha tenido negocios con los míos. Espero algún dia conocer la respuesta, pero eso no me quitará el sueño.
Agotada mentalmente por todo lo que pasa por mi cabeza me levanto de la cama y decido salir, desde el jueves no me baño por lo que decido hacerlo antes de salir, lo necesito, tal vez eso logre desestresarme un poquito... y asi fue, al salir me siento más relajada, con ánimos de conducir hasta un lugar bonito, y sacar buenas fotos, eso sin duda me ayudaría a alcanzar un momento de paz, eso que tanto necesito. Camino a mi armario, sacando un vestido con vuelos, color azul bebé con flores de azul mas oscuro, casi me llega a las rodillas y es verdaderamente cómodo, como es solo de tiros le agrego una chaqueta de mezclilla negra casi del mismo largo del vestido, calcetas blancas, botas al tobillo, cepillo mi cabello mojado y pretendo dejar que se seque al aire libre. Tomo el bolso de mi cámara donde esta se encuentra, las llaves de mi coche y me marcho.
— Coral, iba a invitarte al cine hoy, siempre has querido eso — ¿Qué mierda? Apenas salgo de mi habitación me encuentro con mi mamá en el pasillo, y quiero reír por su estúpida proposición.
— Quería — pongo los ojos en blanco caminando hasta salir de ahí, ignorando como me llama, es terriblemente ridícula de solo pensar que iba a aceptar su propuesta, asi como lo fui yo al cada fin de semana pedirle lo mismo, hasta recé para que eso pasara, recé para ir al cine de algún centro comercial al que suele ir la gente normal y ver alguna película ridícula que nos hiciera reír como una familia normal y pasar una tarde feliz, pero nunca se me cumplió ese sueño y ahora ella me lo pide a mí, ¡como cambiaron los papeles!
Conduzco por las calles con más moderación de la que anduve en toda mi vida, decidiéndome si ir por un bosque, o elegir una carretera solitaria, algún campo de arroz, o mejor ir a la playa. Lo pienso mientras admiro el dia, y termino decidiéndome cuando encuentro una carretera solitaria y bonita, junto a un gran mirador, un capo verde en el que solo hay un árbol, uno gigante estratégicamente ubicado, tan solo cuando veo cosas asi le encuentro sentido a la vida. El cielo comienza a tornarse anaranjado por la hora, son las cinco de la tarde y el sol luce maravilloso. Estaciono mi coche junto a la carretera y camino con una sonrisa en mi rostro, una que hace tiempo no fluía, y es que esto es realmente bonito. Con mi cámara en manos comienzo a fotografiar ese árbol, ese sol en todas las posiciones posibles, y como si fuera parte del firmamento, aparece él, el raro Damián que me acosa y que a pensar de que me acaba de pegar tremendo susto, pues no esperaba ver a nadie aquí y ahora, menos a el, me acaba de hacer suspirar, no pensé que la toma podría ser mas hermosa, él es sorprendentemente hermoso, ese cabello tan oscuro y brilloso, esos ojazos que se carga y esas pestañas de envidia, sus cejas tan pobladas y definidas, su nariz tan varonil, sus labios, su cuello, su cuerpo, su voz, su ser, me siento rara con lo que ocurre en mi cerebro, pro estar admirándolo asi como lo hago, pero dentro de todo eso quiero seguir haciéndolo.
— ¿Tu siempre luces asi de guapa? — su oración hace que sonría con mas ganas, pero al quitar la cámara de mi cara para responderle dejo de hacerlo, y gruño.
— ¡Me asustaste! ¿Qué carajos haces aquí? — me cruzo de brazos viéndole con seriedad, mas no con molestia como siempre.
— Es que en serio siempre te ves divina, me sorprende que seas real — ¿Por qué carajos dice eso? ¿lo dirá en serio? Se lo preguntaría si no temiera de que se de cuenta de que soy una insegura, a mi misma me da vergüenza seguir siéndolo, y de hecho hasta mis acercamientos con él no lo era, de repente aunque me de vergüenza admitir he pensado que no hay razon para que ese tipo quiera acercarse a mi cuando tiene a sus pies a casi todas las chicas del colegio, mucho mas guapas y femeninas que yo, por lo que he descartado que sea porque yo le guste, tal vez sí le provoco demasiada pena.
— ¿Me estabas siguiendo? — no sé ni como no lo vi venir, si hasta ha estacionado su coche cerquita de mí.
— Sí, lo hice, estaba en casa de mi amigo, tu vecino, y te espiaba, esperaba que salieras, y cuando lo hiciste te seguí porque necesito hablar contigo — pasa ambas manos por su melena oscura que luce tan suave y me mira como pequeño regañado.
— ¿Qué necesitas hablar conmigo? ¿Qué, no vas a seguir dejandome el pan de cada dia en mi casillero? — trato de parecer relajada, pero la simple idea me aterra, camino hasta su coche y con normalidad me subo sobre el baúl de su precioso coche, ese que amo arruinar porque sé que él sabe que es hermoso y es valioso para él.
— No, no es eso Coral — mi nombre sale ligero de su boca, y parece saborearlo, mientras yo lo miro con suma atención y me hago sorda a lo que dice, solo lo miro, embobada por tremenda vista, hace un dúo perfecto con el sol, con el paisaje, y desde mi posición pretendo capturarlo las veces que sea necesarias para guardar esta imágenes que con palabras no podría describir.
— No te muevas, no te atrevas a moverte, quédate quieto — le piso posicionando mi cámara y tomando la mejor postura le saco la primera foto, cuando nota lo que hago sus labios se posan a mi vista, y creía que no podría ser mejor. — Esplendido — suspiro fascinada, esa palabra es la única que siento que se asemeja a lo que veo, le saco fotos en todas las posiciones, me levanto sobre el coche, me tumbo en el suelo, me pongo a su espalda, a su frente, y el no para de reír haciendo cada una mejor que la otra, se lo disfruta y hasta comienza a posar. — Ya — cuando acabo me deleito viéndolas, lucen espectacular.
— te gusta mucho la fotografía — lo afirma y me sorprende que tan rápido me conozca tanto.
— Es mi otro vicio — le confieso con una sonrisa plantada en mi rostro.
— Sabes... — sonríe como un idiota tocando su entrecejo como todo un galán y desviando su vista, no entiendo por qué de repente me resulta tan atractivo. — Nunca pensé que tendría el honor de ver tu sonrisa, menos en frente de mi y sin drogas — se acerca micho a mi, que me encuentro nuevamente sentada en el baúl de su coche.
— Yo tambien estoy sorprendida, por miles de razones — esto lo murmuro bajito, dejando de verlo cuando casi se me cae la baba, me siento una idiota, asi como esas chicas que tanto detestaba por dejarse embobar por este tipo y los demás como él — solo... me siento bien en este lugar, además de que tu me causas risa. — dejo mi ensimismamiento para entonces burlarme.
— ¿Yo te causo risa, acaso soy un payaso o qué? — finge estar indignado.
— Sí, tú, actúas tan diferente cuando estás con tus amigos que ahora — me rio de él y la curiosidad y las ganas intensas de tocar ese cabello me impulsan a guiar mis manos hasta allí y despeinarlo, es realmente muy suave, podría tocarlo todo el dia sin aburrirme.
— ¿Cómo? Me comporto igual — actúa como un niño adorable.
— No, no te comportas igual, ahora eres diferente, cuando estás con ellos actuas como un machito indomable, egocentrico, narcicista, y mujeriego, en serio me provoca golpearte cada que me toca verte en el colegio — lo admito, y de repente comienzo a sentirme con ganas de golpearlo ahora, pues el miedo a que solo me quiera cerca por presumir con sus amigos que habla con la bruja me llena de rabia, pero se ríe con cierta burla y negación que hace que una vez mas vuelva a sentirme muy rara.
— ¿Y cuál es la diferencia ahora? — se cruza de brazos para mirarme con atención esperando mi respuesta.
— Ahora eres diferente, eres agradable, y simpático, muy simpático, a mí me parece que tus amistades no te hacen nada bien — lo ultimo lo digo burlona, fingiendo ser una madre mandona, como la mía que más de una vez me prohibía hablar con los pocos niños que me parecían iguales a mi en el colegio, y cuando me acuerdo de ella dejo de sonreír con gracia.
— Ah, por cierto, hablando de amigos, ya te diste cuenta que los tuyos salieron de la cárcel, tal vez dejes de interesarte por lo que te dejo en tu casillero cada dia — mete sus manos dentro de sus bolsillos despreocupados y despues de haberse entretenido mirando la punta de sus zapatos me mira a mi, buscando mi reacción, la cual no es nada buena, este tipo es un mentiroso.
— No, eso no puede ser, justo el martes visite a Mara y a las otras en la cárcel y me dijeron que pasarían años allí, que le habia dictado una gran sentencia por traficar drogas, Bastián me dijo lo mismo cuando tambien lo visité, ¿por qué mientes? ¿Qué ganas con eso? — me bajo de su coche empujándolo rabiosa por como busca meterse en mi vida y hablar mal de mis amigos, por quien sabe que razon, es un atrevido, no es posible que ellos estén libres, no lo es, en serio ayer cuando al fin me permitieron la visita ellas dijeron con verdadera tristeza y angustia que pasarían largo tiempo allí, en ese oscuro calabozo y ellos dijeron lo mismo, no iban a mentirme, son mis amigos nunca harían una cosa asi.
— ¡Oye! ¿Tú por qué insistes en defenderlos? Yo no te estoy mintiendo, mi amigo Sander tambien es parte de ese grupo, es tambien tu supuesto amigo y me ha hablado el mismo jueves para que los acompañara en el cementerio, dijo que el miércoles habían salido de prisión, y no pretendían dejar su rutina, de hecho me dijo que estarían hoy desde tempranas horas en el mismo lugar de siempre — me mira primero con molestia por haberlo agredido, despues su semblante pasa a uno lastimero y sin poder creerlo decido ir a averiguarlo por mi misma. Camino apresurada por el campo, ignorando como me llama con desespero e intenta seguirme, lo hace hasta que llego a mi coche, me subo en el y emprendo rumbo a ese cementerio que fue nuestro lugar favorito por largo tiempo. Sinceramente no puedo creer nada lo que me ha dicho Damián, ¿Por qué me mentirían? Son mis amigos, ellos no me ocultarían nada, pretendo encontrarlos y cuando lo haga les contaré lo que me acaba de decir ese idiota, asi tal vez dejen de considerarlo su amigo, y dejen de incluirlo en nuestras reuniones.
El cementerio no queda lejos de aquí, puesto a que se encuentra por la zona mas retirada de la ciudad, por lo que en 10 minutos me encuentro estacionando mi coche donde siempre cada que vengo y me adentro sin temor al frondoso lugar, nunca he sido una chica miedosa por lo que estar en este lugar usualmente no me genera mas que ansias por consumir, pero justo ahora estoy rogando en mi mente para que este idiota que se encuentra siguiéndome aun no tenga la razon y mis amigos no me hayan mentido, ¿Por qué lo harían?
Cuando los veo a lo lejos siento ilusiones muertas dentro de mi, me mintieron, realmente lo hicieron y me siento como una completa estúpida cuando Bastián me alcanza a ver y se ríe burlón.
— Pequeñita — solía llamarme asi cuando recién me incluyeron en su grupo, y ahora me provoca rabia que lo esté haciendo, es un descarado, al igual que os demás que apenas me miran desde sus posiciones y parecen fastidiados por eso.
— Me mintieron — esto me duele, y pocas cosas a esta altura de mi vida lo hacen realmente, me duele porque realmente pensé que pertenecía a ellos, me he sentido terriblemente culpable todos estos días por el simple hecho de pensar que yo debía estar en la cárcel con ellos, porque somos un equipo, o mas bien lo éramos porque yo no suelo mezclarme con gente mentirosa.
— Hasta que apareces Coralcita — me dice Mara con tremendo descaro, despreocupada aun cuando sabe lo que hicieron.
— ¿Hasta que aparezco? ¿Por qué mierdas me mintieron, por que me ocultaron que saldrían libres cuando he ido como una estúpida a visitarlos, a saber como estaban, poque me preocupaban, porque son mis amigos — me siento molesta y como una completa idiota, defraudada por las únicas personas en el mundo que realmente me parecían agradables, y ahora posiblemente me quede sola porque despues de esto dudo sentirme cómoda con ellos.
— Óyeme pequeñita, no te alteres, no nos alces la voz y deja tu melodrama porque no voy a tolerártelo, si no te buscamos es porque no nos interesa tu presencia aquí ¿entiendes? — Fred se levanta molesto posicionándose en frente de mi, tan cerca que trata de intimidarme, pero no lo logra.
— Oye, contrólate ¿sí? Aléjate — Damián me toma del brazo dejandome detrás de él, enfrentando al tipo un poco mas bajo que el como si fuera capaz de pelear por defenderme, y cuan raro se siente esto.
— Hey Dam, explícale a Coralcita que no somos unos niños como ella, que deje de ser tan boba con pensar que realmente somos amigos, que no la buscamos porque su presencia no es indispensable aquí y ya no queremos seguir liados con ella, no queremos líos con la policía si nos descubren con una menor — Sander voltea a Damián viéndolo por pocos segundos antes de mirarme a mi con cierta pena, soy una estúpida, me siento ridícula y terriblemente molesta porque me estén viendo de esta forma una vez mas en la vida, como un estorbo, como alguien que está de más. De repente busco en mu cabeza el momento exacto en el cual nos conocí, era un dia saso como hoy, solo me dieron la droga la probé y me dejé ir, asi como todos lo hicieron, sin decir nada, sin conversar, apenas a veces yo murmuraba alguna cosa y por alguna razon no me sentía tan sola, me gustaba desahogarme en ese estado y supongo mis ideas de que me entendían y me escuchaban eran totalmente falsas, totalmente ridículas.
Sinceramente no sé que decir, me siento humillada.
— Lamentaré perder a mi clienta mas generosa, pero asi es la vida, no podemos arriesgar tanto, por ti — me dice Bastián con cara falsa de pena, para luego mirar su celular y la burla se va de esta, lo que hay ahora es terror y se levanta rápidamente, pronto todos hacen lo mismo. — Ah, toma, para que no digas que soy mala persona — deja en mi mano una bolsa del tamaño de mi mano de cocaína, mientras con su grupo de falsos amigos se levantan y se marchan apurados perdiéndose entre las lapidas.
— malditos imbéciles, esto no se queda asi, me las van a pagar — reacciono cuando ya se han perdido de mi campo de visión, intento seguirlos para gritarles en la cara todo lo que siento, pero Damián me detiene, tomándome fuerte del brazo y voltear a verlo es una misión imposible, me muero de la vergüenza con él, fui tan estúpida, me lo advirtió en más de una ocasión y fui capaz de insultarlo, ignorarlo y humillarlo cada que lo veía y recordaba que estaba hablando mal de ellos, de esos malditos malnacidos que solo se aprovechaban de mi para que les diera dinero.
— Dejalos, no se merecen nada de ti, nisiquiera tu rencor, van a pagar esto tarde o temprano — me toma de los hombros posicionándome en frente de él para que lo mire a la cara, la vergüenza no me deja hacerlo, pero solo sentirlo ahí cerca, apoyándome en un momento como este hace que me tranquilice, tal vez no estoy tan sola.
— los odio, los odio, se burlaron de mi, me usaron, se aprovecharon todo el tiempo de mi inocencia — Lo hicieron, siempre me pedían dinero por lamentables causas que posiblemente nunca insistieron y solían venderme drogas a cantidades verdaderamente exageradas, pero nunca lo vi, cuan idiota he sido.
— Tranquila, tranquila no le des tanta importancia a esa gente detestable, no se merecen ni tu odio, no merecen que ensucies tu corazón por ellos, no merecen nada de ti — ¿me está abrazando? Lo está haciendo y se siente bien, me quedo ahí, recibiéndolo, dejando que acaricie mi cabello con mucha delicadeza y me dejo ir ahí, olvidando la razon por la que me encontraba molesta, olvidándome de todo.
Unos pasos provenientes de entre las lapidas nos interrumpen, si son ellos prometo lanzarle piedras con dirección a sus cabezas, pero no, no parecen ser ellos, vienen perros ladrando, las voces y las luces de linternas nos alertan.
— Policías — murmura Damián llevando sus manos a su cabeza, con tremenda cara de angustia y asi me siento yo cuando aparecen en frente de nosotros y ya no podemos huir.
— Alto ahí, policía — esto tiene que ser una pesadilla. — Manos en alto — nos ordenan y entonces descubro en mi mano la bolsa que me ha dejado Bastián.
— Mierda — murmuro bajito, siendo consciente del terrible problema en el que nos estoy metiendo a ambos, o mas bien en el que ese malnacido nos metió, porque ahora que lo pienso sabían que la policía venia, no iban a irse tan temprano y apurados de no ser por eso, y que no nos hayan dicho nada deja muy claro que parecen detestarme demasiado, solo quisiera entender ¿Qué carajos les hice?
— ¡Manos en alto! — repiten en todo mas fuerte y los obedezco.
— Estamos metidos en tremendo lio — murmura mi compañero con semblante abatido, tiene miedo, y yo justo ahora lo que tengo es rabia, juro que si me vuelvo a topar con alguno de ellos no tendrán vida para contarlo...
.....................
— Oiga señor, ¿puede dejarnos ir? Esa droga no era nuestra, la dejaron unos tipos ahí — yo detrás de rejas, esto parece una película de fantasía, grito verdaderamente angustiada por el pánico que comienzo a sentir ante tanta humedad y malos olores de la celda, y al pensar que esto se pueda extender por mucho mas tiempo.
— No van a hacerte caso — agradezco que a Damián lo han puesto en la celda de al lado, divididos solo por rejas.
— ¡Tienen que escucharme! Nosotros no estábamos consumiendo — grito rabiosa, golpeando las rejas con ganas terribles de romperlas.
— señorita, todo lo que diga puede ser usado en su contra — me dice un policía y me invaden terribles ganas de golpearlo a él tambien.
— Esto es injusto, este lugar es horrible, siento que... siento que si paso una noche aquí no voy a sobrevivir — me dejo caer en la reja junto a Damián quien me mira con preocupación.
—No vas a pasar la noche aquí, te lo prometo, estarás bien — me hace verle a los ojos y lo que siento cuando lo hago parece verdaderamente mágico, de repente me he olvidado que estoy en la cárcel, entre rejas he dejado de estar aquí y ahora lo que me rodea es ese campo precioso donde lo fotografié una y otra vez.
— Perdón, perdón pro meterte en esto — ronroneo avergonzada dejando de verle para entonces mirar mis dedos con vergüenza.
— Mire, policía, ella dice la verdad, no estaba consumiendo, solo lo hacia yo — llama la atención del policía que nos vigila, y mirarlo con espanto es inevitable.
— ¡No! No Damián, no hagas eso —me levanto de un salto intentando que me vea, que se calle que no se tire la culpa de algo que no hizo por salvarme a mi.
— Sí, no intervengas Coral, todo estará bien, yo solo estaba consumiendo, ella estaba cerca, visitando un familiar y nos encontramos por pura casualidad, cuando nos encontraron le estaba pidiendo que me llevara a casa porque no me sentía bien — miente, miente para defenderme, y yo no puedo ni siquiera reaccionar, tan solo me quedo petrificada viéndolo, nunca nadie habia hecho algo asi por mí, nunca imaginé que alguien seria capaz de arriesgar su libertad y su vida por mi.
— No intente cubrir a la señorita, encontramos mas de un porro ahí —
—Yo no estaba solo, los demás acababan de irse justo cuando ella llegó — El policía se aleja convencido, abriendo las rejas para él.
— ¿¡por qué mierdas hiciste eso Damián!? ¿A dónde se lo lleva? — grito angustiada viendo como lo esposan como si fuera un criminal y se lo llevan a otra sala, No, no, no, son unos malditos desgraciados ineptos que ni siquiera saben hacer su trabajo bien.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top