Si esto es una casualidad, me tocará creer en el destino

Narra Coral

— Mami, mami, despierta, no seas perezosa ma — lejos, muy lejos en mi cabeza escucho la adorable voz de mi pequeña, mientras mi cuerpo se mueve de adelante hacia atrás consecutivamente y viceversa, rápidamente salgo de mi ensañamiento, dándome cuenta que no es un sueño, es la realidad, la maravillosa realidad que he vivido estos perfectos 4 años.

— Pero si estoy despierta cariño — abro apenas mis ojos, aun no me puedo mover porque mi cuerpo sigue dormido.

— Mamá, no mientas, llevo mucho tiempo intentando despertaste y estabas muy, muy dormida — su voz de bebé es adorable, ella lo es, cada gesto, cada reacción, cada mirada suya es perfecto, inocente y adorable, me pregunto si todos los niños serán asi, porque si la respuesta es sí, me cuestiono como hay gente que no quiere tenerlos, que los dan en adopción o peor, que los maltratan, los ignoran y no le dan el cariño y la atención que se merecen, eso es verdaderamente triste y no creo que haya una respuesta valida.

— Ya, ahora si desperté, ¿ves? — logro levantarme, quedando sentada en la orilla de la cama, frente a mi hermosa niña. — ¿Cómo durmió la princesa mas hermosa de todos los reinos? — tomo sus manitas atrayéndola a mi, hasta tenerla tan cerca que la puedo rodear con mis brazos, eso hago, rodearla tan fuerte hasta sentir su corazón latir junto a mí, esa es mi parte favorita del dia, cuando la tengo asi.

— Muy, muy bien mamita, soñé que vivía en un castillo grande, y habia un príncipe que me quería robar, pero tú no lo dejaste — me cuenta con emoción, haciendo ademanes con sus bracitos para mostrarme lo grande del castillo y los gestos en su bonito rostro expresan su emoción.

— ¿Era un príncipe malo? — le pregunto con intriga, y niega.

— No conmigo, pero me quería llevar y tu te pusiste muy triste, entonces si te pone triste a ti es muy malo, porque a mi no me gusta que nada te ponga triste — sonrío fascinada, dejando un beso en su cabeza y abrazándola más fuerte, quien iba a decir que esta niña me cambiaria tanto la vida, que me haría tanto bien.

— Te amo mi cielo, ¿lo sabes? — asiente con una gran sonrisa con dientes de leche, la sonrisa más perfecta del universo. — ahora es hora de alistarte para el colegio, se hace tarde — dejo un último beso en su frente para levantarnos las dos y correr al baño, donde ella pone en práctica como le enseñé a cepillar sus dientes y yo, hago lo mismo sin dejar de verla a ella con orgullo y cuidado de que lo haga bien, pronto se lava la cara y juntas salimos del baño hasta la habitación donde me encargo de ponerle el uniforme escolar, que consta básicamente de una camisa blanca, y un overol a cuadros azules, blancos y negros, medias blancas a las rodillas y zapatos negros formales, son adorables los que le he comprado a mi pequeña, quien ya lista va por un cepillo para que la peine y eso hago, peinándolo en dos trenzas y un lazo color rosa que se ha vuelto su favorito desde que se lo obsequié en navidad. Me llena el corazón ver como se alegra hasta por la cosa mas pequeña, una prueba clara de que el amor es lo único que puede dar la felicidad.

— ¿Dónde están las muñecas de la casa? — Emilia aparece en la habitación ya lista, con su traje de enfermera color rojo vino y su cabello bien peinado.

— Tía despertaste — Clarie corre hasta ella dejando que su adorable tía la cargue y la llene de besos.

— Sí mi Clarita, sabes que tu tía es muy responsable, no como otras — me mira de reojo burlona, y es que tiene razon, he perdido tres de los trabajos que he conseguido tan solo por no haber llegado a tiempo, y es que no es fácil para mí, pero lo sigo intentando porque necesitamos el dinero, hace tiempo ya el dinero de las joyas que vendí y que creí dudarían para largos años se acabó, criar a una niña no es nada fácil, y Clarie en especial necesita muchos más cuidados, que si medicamentos para el asma, vitaminas para fortalecer sus defensas que son terriblemente bajas, pero que gracias a Dios hemos logrado controlar, y otro sinnúmero de medicamentos que desde que nació la han ayudado a estar bien, ha ser una niña estable, con la vida mas normal que podría tener despues de lo irresponsable que he sido con ella en la panza, eso todavía no me lo perdono y no creo hacerlo nunca.

— Emilia — la fulmino con la mirada de forma chistosa antes de dejar un grande beso en su frente y caminar con las cosas de Clarie hasta salir de la habitación. — ¿si me hiciste el favor que te pedí? — le pregunto a mi amiga mientras voy caminando a la cocina, y prontamente obtengo respuestas.

— Me ofende tu pregunta, ¿Cómo no voy a prepararle el desayuno a mi dulce angelito? — le hace mimos a Clarie quien permanece sobre ella riendo sin parar, esas dos se llevan de maravilla, bueno, mi pequeña se lleva bien con todo el mundo, menos con ese grupo de mocosos de su clase que le hacen apodos para molestarla, a esos niños quisiera golpearlos.

— Bien, buena tía, muy buena tía — digo con gracia revisando lo que le puso en la lonchera, Waffles, frutas, galletitas y leche sabe como complacer a la niña, aunque bueno ¿Cómo no hacerlo? Literalmente es su segundo mamá ha estado aquí para cada momento de la vida de la pequeña, si está enferma ella es su enfermera personal, si lo estoy bien tambien es asi, no paro de pensar que fue un ángel que me cayó del cielo, porque de otro modo no lograría entender tanta bondad de su parte, tanto cariño, tanto aprecio, como si en serio nos creyera parte de su familia, y ahora sé que es asi, pero hace tres años todavía me costaba asimilarlo. — Te adoro Emi, eres un sol, adiós, Clarie y yo tenemos que salir rápido para llegar a tiempo — bajo a Clarie de su agarre despues que se despide de ella y tomo su mano para ambas comenzar a caminar a la salida.

— Adiós, cuídense mucho, espero tengan un dia maravilloso, y suerte con el nuevo empleo Cori, yo tambien te adoro — nos grita desde la puerta de la casa, los vecinos la reconocen por eso, y tengo que admitir que ya yo he adquirido sus mañas, Clarie y yo le hacemos ademanes en forma de despedida y pronto nos perdemos de su vista.

El colegio no queda lejos de la casa, por lo que solemos ir caminando hasta allí, solo son dos esquinas, 5 minutos caminando con prisa, lo que nunca pasa porque mi bebé y yo nos la pasamos hablado de cada cosa, de lo bonito que está el dia, a pesar de que como siempre está nublado, de lo que soñamos anoche, de lo mucho que nos queremos y las ganas intensas que tiene mi pequeña de saber que pasó con su papá y por qué no la busca, esa son mis peores partes de las mañanas porque literalmente siempre reluce eso en nuestras conversaciones. Y sinceramente hasta yo quisiera saber que pasó con su papá, ¿Qué habrá sido de su vida en estos cuatro años? Posiblemente ni se acuerde que existí, y sinceramente aunque yo tambien quise hacerlo un montón de veces me es imposible, tengo la prueba viviente de lo que vivimos los dos, Clarie con cada dia que pasa se parece más a él, física y emocionalmente, además de que se pasa preguntando por él todo el tiempo, mucho mas cuando viene de la escuela, y es que ver a los padres ir por sus hijos y ella sin tener uno le hace cuestionarse, y en serio me mortifica lo mucho que cada dia crece su curiosidad.

— Adiós mi princesa, paso por ti a la salida, te portas bien — me despido poniéndome de cuclillas en frente de ella, quien me abraza y asiente a todo lo que le digo.

— Adiós mami, te amo — me dice con gran sonrisa de emoción en su rostro.

— Yo te amo más mi cielo, que tengas bonito dia — me despido con la mano cuando ella va alejándose, estas son las partes que menos me gustan del dia, cuando me toca alejarme de ella, si fuera por mí la mantendría pegada todo el dia, solo asi me siento completamente bien, solo asi la siento segura.

Dejo de lamentarme el hecho de no poder quedarme todo el dia con mi niña para entonces comenzar a caminar mas apurada hasta encontrar un taxi que me lleve a esa librería donde conseguí empleo, ese que espero en serio poder mantener por mas de un mes, ninguno me tarda mas de dos semanas.

Recuerdo el primer empleo que tuve, no tenia ni la mínima idea de lo terrible que era eso, y en serio que mi yo de 16 nunca habría imaginado tener que pasar por lo que he pasado, tener que hacer las cosas que he hecho para poder mantener a mi hija y darle una vida digna. Era en un periódico, por mis habilidades como fotógrafa pensaba que allí me iría de maravilla, solicitaban a un fotógrafo que tuviera gran disposición de tiempo y que además pudiera teletransportarse porque pretendía que estuviera en todos los lugares que pasaran eventos importantes, era una locura, y no lo soporté ni dos semanas completas, nisiquiera sé como logré sobrevivir mas de una, fue en serio una experiencia terrible, llegaba tarde a casa y además me pagaban una miseria, fue una locura.

Seguía con la idea de que quería algo con relación a la fotografía, era lo único que sabia hacer y esperaba alguien lo valorara tanto como lo hacia yo, en eso era lo único que me consideraba buena verdaderamente, por lo que seguí buscando por el área, entonces conseguí empleo como fotógrafa en una marca muy reconocida aquí en Londres, y fue en serio la peor experiencia que tuve, los invitados no paraban de acosarme y mas de uno se atrevió a tocarme, nisiquiera ponían atención a la colección y las muchas propuestas que recibí por esos viejos asquerosos de llenarme de dinero y lujos no me causó mas que asco, no me gustaba trabajar, pero estaba segura que no quería venderme por dinero, el simple hecho de estar con algún hombre me provocaba arcadas, y tuve que dejar ese empleo para poder conservar mi estabilidad mental, apenas asistí a tres eventos y siempre pasaba lo mismo, fue horrible.

Comenzaba a desilusionarme, pero no podía simplemente tirar la toalla y dejarlo todo, y sinceramente de ser por mi lo habría hecho, pero Emilia estaba conmigo, comportándose como la hermana mayor que nunca tuve, y a veces la sentía como una figura materna, además de mi pequeña a quien si le faltaba el mínimo medicamento empeoraba dramáticamente, debía seguir adelante. Asi lo hice, y me rendí como fotógrafa despues de la terrible experiencia que tuve con una figura publica de la que prácticamente fui esclava, se supone solo debía estar gran parte del dia con ella para tomarle fotos en todas sus actividades, cosa que obviamente no era lo que yo deseaba, no era una simple fotógrafa de Instagram, pero me tuve que aguantar, pagaba bien y al menos nadie se propasaba conmigo allí, pero lo que tenia que hacer era terrible, a veces se olvidaba que solo era su fotógrafa y pretendía que le cocinara y levara los calzones, era en serio terrible y una completa explotadora. Dejé el trabajo despues de haberle gritado lo mucho que me irritaba y lo poco que me agradaba, quedó indignada pero era consiente que yo tampoco le agradaba demasiado, cuando salíamos juntos a las calles yo solía llamar mas la atención que ella misma y eso la fastidiaba.

Me sentía estresada, cansada, lo único que me mantenía de pie era mi dulce princesa que cada dia se hacia mas grande, mas fuerte, mas alegre, y eso era todo lo que necesitaba para seguir. Entonces salí de mi zona de confort y por recomendación de la vecina de al lado, una señora muy amable que me ha ayudado bastante con sus consejos y sugerencias para cuidar bien de la bebé, fui a trabajar en una casa de familia, donde solo vivía una pareja de ancianos a los que debía ayudar con la limpieza de su casa, solo eso, la misma señora cocinaba para los dos, pero por los achaques de la edad no podía dedicarse a la limpieza del lugar tan grande. Fue el empleo en el que mas duré, y aunque limpiar no era lo mío y mas de una vez la señora me llamó la atención por dejar lugares con polvo y charcos de agua a la mitad del camino, no me echaron, los señores desarrollaron una conexión mas allá del trabajo conmigo y tengo que admitir que yo tambien me encariñé bastante con ellos, por lo que cuando el señor murió me sentí horrible, le habia tomado tanto cariño que pase semanas entristecida por su muerte. Despues de ese acontecimiento una de las hijas que vivía en el extranjero, se llevó a la señora a vivir con ella y yo una vez mas quedé desempleada, un año despues de haber estado con ellos.

Desde entonces volví a estar a la deriva, trabajé de conserje en un banco, volví a hacer limpiezas en casas de familia y pasé largo tiempo de casa en casa, no ha sido fácil, pero lo he logrado, y no me importaría vivir toda mi vida asi, si como resultado podré cuidar de mi bebé y darle todo lo que necesita para estar bien.

Ayer me llamaron de una librería, donde habia mandado un currículo hace mas de dos meses y al fin me respondieron, es uno de los mejores empleos que he conseguido en mucho tiempo, solo tendré que organizar libros y mantener el lugar en orden, no lavarle los calzones a nadie, no limpiar el desorden de nada, solo mantener un hermoso lugar en orden, y por eso me pagaran muy bien.

Apenas llego al lugar me recibe una señora grosera que apenas responde mi saludo entre dientes, y en ese instante supe que esto no sería tan bueno como lo imaginaba.

— Esos libros, los de ahí, organízalos por género, y despues de que estén asi, los organizas por orden alfabético, y apúrate, que estén listos antes de las tres de la tarde, hay mucho mas trabajo — señala la gran pirámide de libros casi tan alta como yo, y tengo que morderme la lengua para no decirle que ni un grupo de cinco podría con tanto trabajo en tan poco tiempo, pero estoy segura que si comienzo a quejarme me va a echar, me ha pasado en mas de una ocasión.

Comienzo con la labor, los libros parecen viejísimos y Tengo que admitir que aunque no soy muy buena para la lectura esos se ven muy interesantes y me provocan leerlos. A las una no he organizado nisiquiera la mitad, me duelen los brazos, y hasta me siento mareada por tantas vueltas, por lo que decido tomar mi hora de almuerzo, que aunque ella no me haya dicho nada es obvio que no me dejaré disecar aquí, aunque bueno, no es como si pretenda ir a comer nada, mas bien debo ir a recoger a mi pequeña quien ya debe estar saliendo de su última clase del dia.

Cuando nos vemos ambas corremos hasta el encuentro como si hace cinco horas no habíamos estado juntas, pero es que en serio el tiempo se siente eterno cuando no estamos cerca. Juntas y de la mano caminamos hasta el taxi que le habia pedido que me esperara y de camino compro unas galletas que me como hasta llegar a la librería.

— Vamos cariño — la sujeto para bajar del taxi cuando nos encontramos en frente a la librería. — tienes que portarte muy bien ¿okey? Recuerda no tocar nada, no hablar demasiado en voz alta, y quedarte sentada donde te indique hasta la hora de irnos ¿okey? Podrás mirar tu libro animado todo el rato — le voy diciendo mientras nos adentramos al lugar silencioso y no muy habitado, apenas hay unos cinco jóvenes usando los libros, algunos toman apuntes y otros no parecen muy concentrados.

— Entendido mami — me dice con mucha seguridad, y apenas entramos la ubico en la mesa mas cercana al lugar donde organizo los libros, desde donde la puedo ver perfectamente, ojalá esa señora nisiquiera note su presencia, traer a mi hija no estaba acordado en los planes, pero ¿Dónde más podría dejarla? Emilia tiene turno todo el dia hasta la tarde, la señora Amalia nuestra vecina es un completo sol, pero confío dejar a mi pequeña con ella, es muy despistada y a cada rato el olor a quemado de su comida nos inunda nuestra casa, no podría confiarle lo mas preciado que tengo nisiquiera pocas horas en una tarde. Y de contratar a una niñera está completamente fuera de mis posibilidades, nisiquiera tengo a mano el dinero para sus medicamentos de este mes, lo cual es la mayor de mis prioridades.

Continuo con los libros, agradeciendo cuando acabo al fin de organizarlos por género, despues de haber pasado toda la mañana en eso era justo que al fin acabara, ahora toca organizarlos por orden alfabético y eso se convierte en una terrible odisea para mi, leer titulo por titulo contar de la A a la Z y me concentro tanto en esa labor que no soy consciente cuando Clarie se ha movido de donde la dejé y ha desaparecido de mi vista. Mi corazón comienza a latir a prisa y comienzo a buscarla con desespero por toda la librería, susurrando su nombre en voz baja para no interrumpir a nadie ni mucho menos llamar la atención de mi jefa.

— Mami, mami, mira lo que encontré, una foto de la Cenicienta — viene corriendo hasta mí, con la portada de un cuento de Cenicienta en sus manos, mierda.

— O por Dios niña, ¿Por qué has hecho eso? ¿es tu hija? Esto es una tragedia — de la nada aparece la mujer detrás de las dos y carajo que quiero que la tierra me trague, mi pobre niña mira con confusión a la mujer que arrebata de su mano el pergamino y asiente con la cabeza a lo que le ha preguntado.

— Es mi mami — dice sujetándome de las piernas y tratando de esconderse de la mujer que parece una completa villana, quisiera molestarme con ella por lo que ha hecho, pero ¿Cómo podría? Es solo una niña inconsciente de sus actos.

— ¿Quién le dijo a usted que este lugar es una guardería? Que quede claro que le tocará pagar ese libro, es una primera edición y me importa poco de donde vaya a sacar el dinero, lo paga antes de fin de mes, y está usted despedida, que quede claro — mierda, me contengo de gritarle, y decirle en su cara que es una maldita bruja sin escrúpulos y sin corazón, pero no lo hago, porque mi pequeña verdaderamente metió la pata, y además lo que le quiero gritar a esa viaja amargada es algo que sinceramente no deseo que ella escuche.

Con terrible angustia tomo mis cosas y salgo de allí con mi niña de la mano, quien no para de mirarme en todo el camino con tristes ojos azules.

— Mamita, ¿estás enojada conmigo? — adoro su voz de bebé ¿ya lo dije? Es que es perfecto como aprende a hablar, como a veces se le traban las palabras y como aun se le hace difícil pronunciar algunas vocales. Volteo para verla y me provoca una sonrisa de ternura por como en sus labios se forma un puchero adorable.

— No mi dulce princesa, para nada, ¿Cómo podría estar molesta contigo? — me inclino ante ella para acariciar su rostro perfecto con delicadeza y cariño, nunca imaginé que se podría amar tanto a alguien.

— Es que te echaron por mi culpa — me dice conteniéndose de gritar y con el corazón engrandecido la envuelvo entre mis brazos.

— No importa pequeña tu no tienes la culpa de eso, los culpables son esa gente mala — le explico mientras la consuelo, es la niña mas sensible del universo, llora hasta si alguna persona que ella no conoce lo hace, y aunque me resulta adorable lo empática que es me preocupa muchísimo la mayor parte del tiempo, es débil, es fácil de herir, por eso me he jurado desde siempre evitar que eso pase, cuidarla de todo y de todos.

— Entonces ¿me compras un gelato? — no me ha servido de nada explicarle que no es la forma correcta de llamarlo, pero tengo que admitir que ya me he acostumbrado y me resulta adorable que llame gelato al helado.

— ¿Quieres helado? — asiente una y otra vez con emoción, mientras yo reviso en mi cartera si tengo dinero suficiente para eso, y lo tengo, el asunto es que si lo gasto en el helado no tendremos forma de volver a casa, pero no pretendo negar a mi pequeña lo que quiere. — pues vamos a complacer a la princesa, vayamos por el helado — me levanto emocionada y ella hace lo mismo, sonriendo con todos sus dientes y dando saltitos de alegría que no se comparan con nada, verla feliz y complacerla no se comparan con nada.

El helado estuvo de maravilla, aunque el resultado de eso fue una camisa blanca completamente sucia, eso no importaba, al llegar a casa me dispuse a lavarle la ropa sucia y a prepara la cena para las tres, Emilia llegó a las siete. Despues de dormir a Clarie le conté todo lo que habia pasado, no quería que la pequeña escuchara lo triste y mortificada que me encuentro por eso. Pronto mi angustia desapareció cuando mi amiga con mucha efusividad em contó de un puesto libre que habia en una cafetería cercana al hospital que trabaja, según me contó es un lugar muy acogedor, y las empleadas son muy amables, además de que habían miles de formas de esconder a una pequeña allí, lo cual era lo mas importante para mi sinceramente.

Me fui a dormir muy emocionada por la noticia, y a la mañana me fui corriendo a dejar mi currículo en el lugar, y al estar allí mis nervios aumentaron mas, quería en serio ese trabajo, las empleadas parecían tan agradables y en serio eso era lo único que necesitaba, rodearme de gente buena que me hiciera ver que el mundo no es tan malo para mi pequeña, sinceramente es lo único que me importa. Por la tarde me llamaron informándome que el puesto era mío, que podría ir mañana mismo y ahora ya es mañana.

Me levanto mas temprano de lo normal, de hecho nunca me habia despertado tan temprano por mi propia cuenta, mi pequeña estará sorprendida, tanto como mi amiga quien aparece a las 6 en mi puerta, aun en bata y soñolienta, prometió despertarme temprano y sorpresa que le he dado cuando vio que le habia ahorrado el trabajo. Despues de cepillar mis dientes y tomar un baño corto me dirijo a la cocina para preparar el desayuno de las tres, hoy me toca a mi, pico unas papas y las pongo a hervir, mientras tomo ese tiempo para alistarme, me dijeron que use pantalones negros, y que allá me daría, el polo correspondiente al local, por lo que solo me visto los jeans, converse blancos y una simple blusilla color rosa, la mitad de mi cabello lo ato en una media cola, y ya lista voy a la cocina para terminar el desayuno, cuando lo acabo preparo la lonchera de Clarie y en la mesa pongo lo que las tres comeremos antes de salir.

Vuelvo a la habitación para despertar a mi pequeña, quien me lo hace abriendo sus ojos grandemente en sorpresa y sonríe antes de tocar mi frente.

— Mami, ¿estás bien? — no puedo evitar reír.

— Sí mi cielo, muy bien, ¿Por qué no lo estaría? — me cruzo de brazos viéndola desde mi altura.

— Despertaste temprano tu sola — se ríe tambien antes de levantarse sobre la cama y cuando está a mi altura me abraza. — buenos días mamita linda — me saluda con todo el cariño del mundo.

— Buenos días mi niña bonita — dejo un beso por toda su cara — es hora de empezar un nuevo dia — le ánimo, alejándome para entonces encender la radio con esas canciones matutinas que ella tanto disfruta, y aunque a mi me parecían horribles y depresivas han comenzado a gustarme, Clarie lo hace todo perfecto.

Entre bailes animados y sonrisas la ayudo a prepararse para el colegio y pronto Emilia se suma, las tres hacemos un karaoke feliz hasta que vamos a desayunar y nos toca a cada una irnos a nuestras respectivas labores. Dejo a Clarie en su colegio y me dirijo a la cafetería, emocionada, nerviosa, con un montón de expectativas que espero sean la realidad.

— Buenos días — saludo a todos con una sonrisa amigable, son tres chicas y un chico, y todos me saludan con mucha educación y simpatía, haciéndome sentir menos nerviosa, al menos ninguno se parece a la señora de la librería, la simple idea de que fueran igual me daba miedo.

— Mucho gusto Coral, soy Gena, seré quien te orientará y te indicará todo lo que harás — tiene una sonrisa contagiosa, parece emocionada por tenerme aquí y me acuerda muchísimo a Emilia, cuando nos conocimos en la clínica de rehabilitación.

— Mucho Gusto Gena, yo encantada — acepto su agarre, y cuando se acaba los demás se presentan, son un grupo verdaderamente unido, y según me contaron la que dejó el puesto libre ha sido una tipa antipática que nisiquiera trataba bien a los clientes, según ellos no me ven cara de que yo podría ser asi y me rio mentalmente al recordarme a los 16, esta gente me odiaría. Cuando comienzan a llegar clientes Gena es quien me acompaña a los vestidores extendiéndome el polo del uniforme, es azul oscuro, con un logo naranja bordado en el lado derecho, el cuello del mismo tiene los mismos colores del logo y la gorra los tiene combinados.

El trabajo no es nada complicado, usualmente es rotativo, pero por ahora solo me toca quedarme en la barra recibiendo a los clientes con una gran sonrisa que los haga creer que la vida es maravillosa, asi lo describió Sheila y no he parado de reír cuando ella me mostraba como lo hacia, y pronto me tocó mostrarles el resultado de sus clases, me salió bien, y al rato me sale tan natura que hasta yo me sorprendo.

— Buenos días señor, bienvenido a "Dear Day Coffe" ¿Qué podemos servirle? — recibo al señor que se acerca y rápidamente anoto en la libreta su pedido, pasándoselo a Darla y ella se lo hace llegar a Tomas quien es el encargado de organizarlos en la cocina y dárselos a Gena para que junto con Sheila los reparta. Es de los trabajos menos pesados que he tenido en mucho tiempo.

— Oigan chicos, es hora de buscar a mi pequeña al colegio, espero me cubran, y en serio espero que no les estorbe, ya me está gustando mucho aquí, no quiero que me echen — cuando la cosa está más calmada me acerco a las tres viendo con angustia y atención la reacción de cada una, en serio espero que no les moleste.

— No seas tonta cariño, ya me muero por conocer a esa princesa — Gena me mira ofendida.

— Apúrate, ve buscando a esa criatura, me huele a que seremos buenas amigas — Sheila me quita el delantal y la gorra, y la sonrisa en mi cara se ensancha mas y mas ¿esto es cierto? Me cuesta creerlo.

— En serio todavía me cuesta creer que tengas una hija, te ves tan chiquita e inocente que no te veo como mamá — me dice Tomas viéndome con grandes ojos abiertos, me hizo repetírselo mas de cinco veces hace un rato

— Tampoco yo, pero bueno, hoy en dia eso es muy normal — los otros tres miran mal a Darla por su comentario y yo solo puedo reír, es algo muy común que he escuchado en estos años, a la gente decir que la juventud de ahora no espera su tiempo y se apresura a los hechos, si supieran el terrible accidente que fue en su momento.

— No pasa nada, ya me voy, debe estar esperándome — me despido y salgo apurada de allí tomando un taxi hasta el colegio de mi pequeña donde se encuentra con un grupo de otros niños de su clase que vienen a mi saludándome con mucho cariño, como siempre hacen, he descubierto que soy muy buena con ellos, y ellos sienten cierta simpatía conmigo, eso no me lo esperaba. Con Clarie vuelvo a tomar un taxi y de camino a la cafetería me va contando todo lo que hizo en la mañana.

— Y Sasha hizo un desorden con todos los colores de la profe, dijo que quería dibujar un unicornio, porque su papá le iba a regalar uno, yo tambien quiero uno, me encantaría tener un unicornio, ¿tu me comprarías uno mami? — asiento sin dudar a lo que me dice, siempre suelo hacer eso y la mayoría de las veces lo hago hasta inconscientemente, cada cosa que me pide se la doy por mas imposible que me sea conseguirlo.

— Por supuesto mi princesa, si quieres un unicornio tu mami te regalará un unicornio, para que seas muy feliz con él — sujeto su barbilla para que me vea, y con ojos brillantes sonríe dándome un fuerte abrazo.

— Me haces muy feliz mami, muy muy feliz — solo eso necesito para yo tambien serlo, ambas sonrientes bajamos del taxi, y pronto entramos a la cafetería donde los cuatro nos esperan expectantes, Sheila y Darla viene corriendo a Clarie quien las mira intimidada escondiéndose detrás de mi.

— Está bien cariño, solo quieren conocerte — le explico y entonces me suelta con mucha confianza y se acerca a las dos.

— Por Dios eres mas hermosa en persona jovencita Clarie — Le dice Gena acercándose tambien.

— Mucho gusto Clarie, yo soy tu tía Sheila, y seré tu amiga para siempre — esa mujer es muy efusiva y me encanta eso para mi pequeña, adoro rodearla de gente alegre.

— ¿Es verdad que ella es tu mamá? — Darla me señala y no puedo evitar echarme a reír.

— Mucho gusto a todas chicas, me llamo Clarie y me gusta el gelato, ¿hay gelato aquí? — todas la miran sorprendidas y hasta yo lo hago antes de echarme a reír.

— Por supuesto, hay mucho helado para la princesa, ven con el tío Tomas, te daré todo el helado que me pidas — entre risas volvemos a nuestro puesto, yo atiendo pedidos, Darla los lleva a la cocina, los cocineros se encargan de prepararlos, Tomas los ordena y Sheila y Gena los reparten, mientras Clarie come con mucho entretenimiento su helado, sentada muy cómoda en una silla tras la barra, a mi lado, haciéndole chistes a las chicas cada que pasan por aquí, mi pequeña a veces tiene síndrome de comediante.

— Buenas tardes, señora, bienvenido a Dear Day Coffe, ¿Qué podemos servirle? — repito una vez más riendo cuando mi pequeña me imita, por eso siempre cuido de decir solo palabras buenas, ella suele memorizar algunas cosas con mucha rapidez. Anoto el pedido de la señora y pronto toco la campanita para que Darla venga a recogerlo, pero no responde, la llamo sin gritar muy alto para no llamar la atención de los clientes, aun asi no responde y me toca meterme a la cocina para buscarla.

— Clarie mi cielo no te muevas de ahí ¿si? Solo tardaré un segundo — le pido antes de abrir la puerta detrás de mi, encontrando a la pelinegra muy entretenida chismeando con los cocineros quienes siguen en su labor.

— Darla, toma, otro pedido — le entrego volviendo rápidamente sin esperar respuestas, y es que desde aquí adentro he escuchado a la voz de mi pequeña balbuceante decir; buenas tardes señor, benbenido, a Day dear Coffe, ¿Qué usted quiere?

— Clarie por Dios, te pedí que no te movieras de ahí — la bajo de la silla en la que se encontraba de pie para poder alcanzar la barra.

— Mamita pero si no estaba haciendo nada malo, estaba ayudándote — me explica con tiernos ademanes que me quitan el pequeño enojo.

— Disculpe los inconvenientes señor ¿Qué podemos servirle? — dejo de ver a mi hija cuando recuerdo que un cliente se encuentra frente a mi, uno que podría demandarme por no concentrarme solamente en el trabajo, y cuando volteo a verlo siento que de repente todo el mundo se detiene a mi alrededor.

— Damián — esto tiene que ser una broma.

— Coral — sus ojos permanecen tan abiertos como los míos, la sorpresa es mutua, y se me hace imposible creer que esto esté pasando en realidad, tener a Damián cara a cara despues de casi 5 años sin verlo es algo totalmente increíble, mucho mas cuando me encuentro tan lejos de donde surgió nuestra pequeña historia. — Esto es una verdadera sorpresa, tu... — deja de verme para prestar atención a Clarie quien vuelve a subirse sobre la silla para estar a la altura de los dos y poder verlo.

— Mami, ¿él es tu amigo? — la bajo rápidamente sintiéndome de repente sin aliento al verlos a los dos tan cerca, mierda que se parecen muchísimo más viéndolos uno al lado del otro.

— A... adiós — con mi pequeña de la mano me alejo rápidamente de ese lugar, si esto es una casualidad, entonces me tocará creer en el destino...

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