Quiero todo contigo
Narra Coral
— ¿Qué no entiendes? Que mierda, no entiendes nada, no quiero tu maldita lastima, no finjas que te importa mi vida porque sé que no es asi, a nadie le importo, a nadie le importaría si me mato o me muero de una sobredosis, es mas ¿sabes qué? Olvídalo, no me des nada, pero olvídate de mí, no te atrevas a buscarme nunca más, te odio maldito idiota — es lo ultimo que le digo a ese estúpido saliendo de allí, agitada, temblorosa, muriéndome de frio, de náuseas y un tremendo dolor de cabeza que me ha abordado desde que desperté. Anoche cuando lo sentí marcharse y me dijo que no me daría mas drogas en serio creí que estaba bromeando, ¿Qué carajos le pasaba ahora? Al principio parecía agradarle la idea de que yo lo necesitara para eso, y ahora despues de que me acostumbré a recurrir a él me da la espalda, justo cuando más lo necesitaba, justo cuando comenzaba a adaptarme a su presencia.
La luz comienza a parecerme verdaderamente detestable, y los ruidos en el pasillo tambien, noto que se encuentran mirándome a mi, pero no me importa, ahora no me importa nada, tan solo conseguir algo que me ayude a sentirme bien porque me estoy muriendo. Mis emociones se encuentran demasiado intensificadas, y despues de ver Diarios de Vampiros me siento como uno, escucho todo como si todos se encontraran a mi lado, y la voz de Damián es la que se escucha mas fuerte, pidiéndome que me detenga, pero obviamente no lo hago, me muero de frio, y los temblores no han cesado en toda la mañana.
Cuando logro escaparme de la multitud, que se mantenía concentrada junto al baño en que intenté convencer a Damián que me ayudara, es que logro percibir que alguien me sigue, camino mas rápido intentando huir, ha de ser Damián, y de repente me provocan terribles ganas de seguir golpeándolo, de pegarle fuerte, que sienta lo que yo para que entienda que no bromeo cuando le digo que en serio necesito Metanfetamina o lo que sea.
— Te dije que no me sigas maldito hijo de puta — me detengo y volteo, irritada fastidiada, dispuesta a golpearlo muy fuerte, y lo hago sin siquiera ver, pero mi mano es detenida en el aire, y quien se encuentra frente a mi no es Damián, no es nadie que recuerde haber visto antes. Es un rubio alto, y muy bronceado, atlético logro percibir sin mucha observación.
— No soy el maldito hijo de puta a quien quieres golpear — es lo que me dice sin dejar de mirarme con esa cara de tranquilidad y picardía que me fastidia, ¿en serio pretende coquetearme en el estado en que me encuentro? Tiene que estar bromeando.
— Entonces quítate de mi camino si no quieres que me las cobre contigo, porque estoy seguro que eres otro hijo de puta — tiro de mi cabello despeinado y humedecido por mi sudor.
— Soy un hijo de puta que te quiere ayudar, voy a darte lo que no te dio ese idiota, es realmente cruel, viendo en el estado en que estás y no ayudarte, es malo, no es nada empático, no se compadece de lo que sientes, con amigos asi mejor no tener nada — mi mirada se desvía a cada lado, lo que dice es realmente cierto, a Damián no le importo tanto como me hacia creer, le dije que me mataría y aun asi no me dio lo que quería, prefirió que lo dejara antes que darme lo que necesito para estar bien, es un maldito falso.
— ¿Verdad que sí? ¿Por qué simplemente no me da lo que necesito? y asi... asi estaríamos bien — rasco mi nuca, muerdo mis uñas.
— Porque no le importas — me dice, y me duele, mucho porque comenzaba a hacerme ilusiones con él, eso de drogarnos juntos era fantástico — pero no te preocupes preciosa, a mi si me importas — eleva su mano a mi vista, entre sus dedos unas pastillas que logran que mis pupilas se dilaten y mi boca se haga agua, rápidamente intento arrebatárselas de las manos, pero las aleja de mí, viéndome con gracia y lo quiero golpear.
— ¡Dámelas! Por... por favor, puedo pagarte, tengo muchísimo dinero para darte — trato de convencerlo ansiosa, desesperada, sedienta.
— No te preocupes dulce pequeña, yo no necesito tu dinero, tambien tengo mucho, de ti quiero otras cosas — me dice y rápidamente mis ojos se van de las pastillas a sus ojos.
— ¿Qué... que quieres entonces? — me abrazo a mi misma, asqueada de tan solo imaginar que busca lo mismo que Damián, no me creo capaz de estar con este chico por mas necesitada que esté, si lo hice con el pelinegro es porque una parte de mi lo deseaba, una parte de mi siempre lo hizo, pero con este chico es completamente imposible tan siquiera imaginármelo.
— Que vengas conmigo, solo eso, prometo no te obligaré a nada, solo... te daré algo más bueno que esto, quiero hacerte feliz, sé que la estás pasando muy mal — me relajo, y asiento a su ultima oración, él si sabe lo que siento, la estoy pasando terrible, me duele todo el cuerpo, me pican las extremidades, me arden los ojos y siento horribles nauseas.
— Sí, sí está bien, pero dame esas ahora, no creo soportar mas tiempo asi — le pido suplicante señalando su mano y el rápidamente asiente.
— Por supuesto cariño, toma, esto te ayudará en el camino — me dice con dulzura pidiéndome que abra la boca para dejar la pastilla en mi lengua, asi lo hago, y cuando la trago jadeo, mis piernas flaquean y de no ser por él habría terminado en el suelo, pero me sujeta, mientras siento lo que añoraba sentir desde la madrugada, Nada... — ¿Mejor? — me pregunta el chico que me sigue sujetando y acariciando mi cabello con delicadeza, y con mis ojos cerrados asiento.
— Mucho mejor — confirmo, satisfecha.
— Entonces vámonos — da palmadas suaves en mi espalda para que me recomponga, y cuando lo hago nisiquiera soy consciente ello, no siento nada. Sé que me guía por un camino, que los rayos del sol iluminan mi cara y que ya no se siente tan fastidioso, no siento frio, no siento calor, los temblores se han ido, y nisiquiera me acuerdo de mi nombre, pero una parte de mí, se hace presente cuando lo escucho, y entonces lo veo, a Damián, con cara de estar terriblemente molesto y gritándole cosas a quien me acompaña, comienzo a descubrir, de a poco que con él las drogas no se sienten suficientes, con él, por mas drogada que me encuentre una parte de mi siempre está presente, y es tan raro lo bien que se siente, ahora me doy cuenta que se ha colado en mi sistema tanto como el crack, la mariguana, la metanfetamina y todo aquello que me ayuda a sobrevivir, y detesto eso, detesto que me haya invadido asi sin mi permiso sin mi consentimiento, por eso no lo soporto, y me doy el lujo de humillar al gran Damián delante de todas sus fans que desde que se enteraron que me liaba con él han deseado matarme.
— Quítate del medio idiota, tu tomaste tu decisión y yo tomé la mía, y déjame decirte imbécil, este besa mejor que tu — pongo todo de mi para no parecer tan perdida, tan elevada y disfruto su cara de rabia, celos me imagino, que se entere que ya lo saqué de mi vida, que ya no lo necesito para nada, y que una vez mas pasó a ser invisible para mí, eso se buscó por dárselas de moral, pero una moral muy hipócrita, él se droga, nos conocimos por esto, y de repente quiere cambiarme, es un estúpido y ridículo idiota.
— Parece que flechaste a la fiera, lastima por él — escucho a mi acompañante reír, pero no soy consciente de nada más, nisiquiera sé como llegamos a su coche y ahora él se encuentra conduciendo por unas calles que no reconozco de nada, las drogas me provocan esto. Escucho a lo lejos que habla, pero ni al caso, no hay nada de mi en el aquí y el ahora. Hasta que se detiene y me obliga a bajar, que revivo tan solo un poco para ponerme en marcha como me pide y comenzar a caminar hasta un ascensor, que tarda lo que parecen horas en abrirse, y pronto este tipo me guía por el pabellón hasta una puerta blanca que nos da paso a un apartamento no muy grande, y oscuro. Siento miedo de repente, en parte porque las drogas comienzan a quedarme cortas, una sola dosis no me ayuda ni una hora, por lo que comienzo a preocuparme porque este chico se desocupa, deja sus cosas de la escuela, se quita los zapatos y se acerca a mí, quitándome tambien las cosas de la escuela, y los zapatos.
— Tranquila, relájate — me pide retirando mi cabello de mis hombros, y entonces se acerca ahí, haciéndome escuchar su respiración que me resulta asquerosa.
— Oye, no pretendo pagarte de esa forma — intento alejarme, pero no tengo fuerzas suficientes para ello.
— ¿Segura? Podemos pasarla bien, te aseguro que soy mas bueno en la cama que Damián — me provoca terribles arcadas el simple hecho de imaginarme la escena.
— No estoy segura de eso, tampoco quiero comprobarlo, solo... dame algo más y me voy — logro sacarme al fin caminando hasta estar cerca de la puerta.
— Está bien, no pretendo intentar nada, pero ven, quédate, te daré algo y podemos pasarla bien — intenta convencerme, tirando de mi mano hasta adentrarme mas a la sala, asiento porque necesito algo más, camina hasta abrir una de las puertas que da a una habitación y me pide que lo siga, lo hago sin pensarlo demasiado, y pronto busca entre uno de los cajones junto a la cama una pequeña caja. — Ven, ven acércate — me pide de rodillas junto a la cama, le hago caso y me siento en frente de él, maldiciendo que traigo shorts porque se encuentra tocando mis muslos y no quiero alejarme porque de otro modo no me dará lo que necesito.
— ¿Qué me vas a dar? —
— ¿Has usado heroína? — mi corazón de repente se acelera más, cuando abre la caja y dentro tiene instrumentos para inyectar y preparar lo que me ofrece. En el tiempo que tengo consumiendo nunca me atreví a pesar de que no le tengo miedo a nada, usar heroína ni ninguna otra droga que sea intravenosa, una vez una de mis supuestas amigas me lo advirtió y siempre ponía de ejemplo a otra de las chicas que estaba hecha un completo desperdicio humano, supuestamente por la heroína y demás, pero ahora, justo ahora, en serio no me importa nada, nada mas que sentirme completamente fuera de este mundo, no deseo nada mas que sentir Nada.
— Quiero — le digo al chico que sonríe ante mi petición y rápidamente asiente, nisiquiera lo miro preparar lo que pretende inyectarme, y apenas cuando acaricia mi pierna con confianza es que soy capaz de mirarlo, pero con la intención de alejarlo, hasta que me mira con advertencia y pellizca parte de mi muslo para entonces penetrarlo con la aguja y la calidez del liquido invasor me deja inconsciente. — ¡Mierda! — jadeo tumbándome sobre la cama, agónica por lo que siento, y no tardo demasiado en perder la movilidad de mi cuerpo.
Pero mis ojos permanecen abiertos, viendo todo borroso, viendo como ese chico se tumba a mi lado y comienza a susurrar cosas que no escucho, y de repente comienza a tocarme. No soy capaz de protestar, menos cuando quien se encuentra sobre mi ahora es el guapo pelinegro que se ha colado en mis sueños desde que lo dejé entrar a mi vida.
—
— Damián — su nombre sale con agilidad de mi boca, tengo que admitir que me gusta bastante.
— Mejor llámame Dam, por favor — me pide con esa sonrisa coqueta suya enmarcada en su rostro, es precioso, es perfecto.
— Dam, tambien me gusta Dam, me gustas mucho tu — y tambien sonrío, emocionada por como sus dedos de enlazan con los míos, y los mira, tan entretenido como me encuentro yo viéndole a la cara.
— Entonces admites que te gusto — parece ilusionado con eso, y me vuelve loca que lo esté, tengo que admitir que él me vuelve loca siempre, aunque nunca logro admitirlo nisiquiera en mi cabeza.
— Me encantas, muchísimo, eres la primera persona en todo el mundo que no me desagrada, la única que se siente cálida, la única que me hace sentir bien, como una chica normal, como alguien importante — le confieso, y entonces él deja de mirar nuestro enlace para mirarme a la cara.
— Eres alguien importante, eres demasiado importante para mi, eres el amor de mi vida, ¿si entiendes lo que significa eso? — niego con la cabeza, tan solo viéndole, y con mi mano libre acariciando su barba creciente. — que quiero todo contigo, una familia grande, hijos, una casa cálida decorada con tu estilo, perros, gatos, una vida feliz a tu lado, para siempre — siento que mis ojos se cristalizan, y lo beso, fascinada, enamorada, lo estoy, estoy enamorada de Damián, del chico que me asechó desde que nuestros caminos se cruzaron, ese que detestaba por tener una vida tan básica y aparentemente perfecta, lo quiero, y no me lo puedo seguir negando a mi misma.
— Quiero estar bien, quiero hacerte caso, y estar bien, por ti, por mí, para que podamos estar juntos, pero tienes que ayudarme, ¿lo dijiste en serio? ¿te vas a quedar para ayudarme? — sonríe, con verdadera felicidad, sonríe y asiente, una y otra vez.
— lo haré claro que lo haré, me quedaré contigo, podemos hacerlo juntos, porque nos queremos, porque tenemos toda una vida por delante — me abraza. Lo hace muy fuerte y siento una seguridad inconmensurable, se siente tan bien como nunca nada se habia sentido, y de repente siento miedo. Me muero de miedo, porque no es real, y grito, espantándome de mi estúpida alucinación, soy patética, soy terriblemente patética, tanto que siento lastima por mi.
— Las alucinaciones, dicen que son producidas por las ganas fervientes de que algo pase, alucinas cosas que deseas y a veces nisiquiera somos conscientes de que lo hacemos hasta que lo imaginamos, me parece que tu nisiquiera eras consciente de que quieres a ese baboso — me muevo sudorosa sobre la cama, el rubio se encuentra viéndome burlón y siento asco por verlo sin camisa, tambien por lo que me dice, asco y miedo.
— No sabes lo que dices — le aseguro, yo no puedo estar enamorada de ese tipo, no, eso es completamente imposible...
4 semanas despues...
¡Mierda! ¿Qué pasó anoche?
Apenas puedo moverme sobre el colchón en que me encuentro, contando los pares de piernas descubro a 6 personas acostadas a mi alrededor, todos desnudos, solo tres chicas contándome a mi, el resto son chicos, y no somos los únicos los que estamos en esta cama, en el sofá a una esquina descubro a otros tipos, uno sobre el otro, sus traseros al aire libro al igual que sus miembros, esto tiene que ser una broma. No puedo moverme ni un centímetro sin despertar a Francis, quien es quien se encuentra con su cara sobre mi pecho, el cual agradezco se encuentre cubierto por mi camiseta grande, comienzan a pasar flashes de lo que pasó anoche por mi cabeza, usé heroína, como he hecho cada dia de este último mes, y si me preguntan que ha pasado en todo este tiempo les diré que nada, para mi no ha pasado nada, además de que tengo nueva compañía, Francis me ha ayudado bastante, logro recordar que la primera semana insistió en que tuviéramos sexo, como paga por su ayuda, llegó a tocarme un par de veces en mi inconciencia, pero no pasaba a más, lo amenacé con meterlo preso, tener 16 es mi mejor arma en este mundo. Despues de entender que no podría lograr nada conmigo me propuso que lo ayudara a vender drogas, en el colegio y en lugares clandestinos a los que me metía sin miedo alguno, no me importa nada, no tengo nada que perder.
De anoche recuerdo poco, solo sé que invitó a sus amigos, como suele hacer muy a menudo, la mayoría son del colegio, algunos otros de los lugares que frecuenta, recuerdo que una vez más estaba alucinando, comienzo a acostumbrarme a eso, y en vez de la nada últimamente prefiero sentir el todo, ese que me ha sido de gran ayuda para no ser una estúpida e ir en busca de Damián, sí, he deseado hacerlo cada dia, pero las veces que nos hemos cruzado en los pasillos del colegio no he hecho más que evadirlo, y fingir que tengo una gran relación con Francis, lo que obviamente no es cierto.
— Buenos días guapa — el otro tipo a mi lado me saluda mientras posa su mano sobre mi piel, rápidamente lo alejo y cuando me levanto siento que todo se zarandea en mi cabeza, me duele como la mierda. Me levanto con torpeza y me muevo entre los demás hasta salirme de la cama, pero al lograrlo termino cayendo de bruces en el suelo, y casi ahogándome antes de expulsar en vomito lo poco que comí ayer, y todos despiertan con el escándalo.
— Por Dios, ¡que asco! — chillan las demás chicas al mirarme y sinceramente no siento vergüenza ni nada parecido.
— ¿Qué mierdas te pasa Coral? No es la primera vez que haces esa asquerosidad — Francis me reclama, con justa razon, le he manchado el sofá, la cama, el baño y ahora la alfombra, pero sinceramente me importa una mierda.
Me levanto con puro pesar del suelo, acariciando mi vientre y mi frente, tomando mis pantalones que se encontraban bajo la cama, mis converse y mi celular, que es lo único que me ha acompañado este fin de semana.
Salgo de ahí despues de robar una gran cantidad de heroína del escondite de Francis, ha sido la razon por la que vine ayer, y me ha obligado a usarla aquí para que me quedara, de otro modo no me la daría.
Salgo de ahí con mucho esfuerzo, todo me da vueltas, y la mínima luz del edificio me quiere volver loca, se vuelve peor cuando me encuentro en mi carro saliendo del estacionamiento, mierda, mis ojos arden.
Lloriqueo todo el camino hasta mi casa, y al llegar me meto casi corriendo, cerrando todas las cortinas y corriendo apurada hasta el baño mas cercano para expulsar todo lo que me tiene con nauseas. Me tumbo junto a la taza sacando todo de mí, me muero de frio, y de repente todos los agujeros en mi piel comienzan a doler demasiado, las marcas comienzan a hacerse sentir. Dejo todo mi cuerpo sobre el suelo, y me hago un ovillo ahí, quedándome perdida en la inconciencia una vez más.
— Joven Coral, niña despierte, se ha quedado dormida en el baño — las voces que hacen fuertes ecos en mi cabeza logran que me despierte, congelada y con terrible dolor en las costillas y todo el cuerpo.
— Mierda — jadeo adolorida moviéndome de a poco, todo me da vueltas aun, no entiendo porque me pasa esto, las drogas nuca me han puesto de este modo, y estoy segura que no se debe a la heroína, las dos primeras semanas no se sintió asi.
— Joven ¿se siente bien? ¿quiere que llame a sus padres, o a su médico? — me rio con ironía por lo que me dice la empleada, a mis padres, como si les importa una mierda mi vida.
— No llames a nadie, solo piérdete de mí vista y prepárame algo para comer, me muero de hambre — de hecho, nunca me había sentido tan famélica.
Me levanto poniendo todo de mí, logrando salir de ahí y con muchísimo esfuerzo subo las escaleras hasta mi habitación, donde me encierro y rápidamente me dirijo al baño, apesto a vomito, y a más de cinco días sin bañarme. Enciendo la regadera con agua fría, me muero de frio, pero es necesario torturarme, asi tal vez los terribles morados en mi piel disminuyan, no me mortifican, pero a este paso alguien podría pensar que estoy siendo maltratada, al principio eran fácil de esconder, solía inyectarme en el muslo, más arriba, mas abajo, mas en el centro, pero comenzaba a dolerme el caminar, y tuve que pasar a mi estómago, me olvidé completamente de usar tops pues se me forman terribles marcas, comenzó a molestarme en esa parte y me pasé a los brazos, solo debía andar bien abrigada siempre, los tobillos, vinieron despues, el antebrazo, y ninguna de las marcas se han ido.
Al acabar con mi baño de casi media hora me quedo viendo en el espejo, me veo terrible, sinceramente no me importa, mi cabello se encuentra de un color horrible, mis ojeras mas grandes cada dia, mis labios cuarteados por la deshidratación y mi piel mas pálida de lo usual, además de que me encuentro en el hueso, mas delgada de lo que alguna vez estuve, pero me veo diferente, mas ancha de caderas y mi vientre muy duro, lo mas raro es que no se encuentra lo suficiente plano que debería estar en comparación a la delgadez de mis brazos y piernas.
Dejo de mirarme, asqueada, colocándome ropa interior, largos pantalones de pijama y un abrigo que me cubre bastante.
— Coral cariño — la puerta se abre sin previo aviso y me sorprendo al encontrar a mi madre aparecer en mi campo de visión, no esperaba verla en mucho tiempo, el viernes se marcharon como siempre, y según tardarían mas de una semana, pero aquí se encuentra, con una bandeja en las manos, con lo que supongo es mi desayuno.
— ¿Qué haces aquí? — me acomodo sobre mi cama, cubriéndome bien.
— Hemos cancelado un montón de pendientes tu papá y yo, para que pasemos navidad juntos — ¿navidad? ¿Ya es diciembre?
— No hace falta, yo no quiero ni pretendo celebrar la navidad, menos con ustedes, olvídate de que voy a fingir que somos una familia perfecta — le aclaro levantándome tan solo para arrebatarle la bandeja de las manos, dejarla sobre mi cama y caminar hasta la puerta, señalándosela para que salga.
— Deja la rebeldía Coral, tenemos que hablar de esto en serio, he... tu papá y yo hemos estado hablando con una psicóloga muy buena, queremos ir los tres con ella, para mejorar nuestra relación — ¡que ridiculez!
— ¿Ella les dijo que todo iba a mejorar si pasaban la navidad conmigo? Imaginé que en su cerebro no iba a surgir la idea sola, pero sabes que, dile a esa señora que ya es muy tarde, que mi yo de 7 años le hubiera agradecido muchísimo su consejo y su ayuda, pero esta, a esta ya no le interesa — que le duela, eso me hace muy feliz. Le obligo a abandonar mi habitación y camino apurada de vuelta a mi cama donde me espera el desayuno. comienzo a comer hambrienta, como una fugitiva que acaba de salir de prisión, pero con el tercer bocado siento como si lo que acabara de tragar hubiera sido un puñado de gusanos y lo devuelvo todo al plato, mierda que asco.
— ¡Mónica! — creo que asi se llama la empleada, le grito tan fuerte que estoy segura me ha escuchado allá abajo, pero quien aparece en la puerta rápidamente es mi papá.
— Cariño ¿Qué pasa? — me pregunta angustiado buscando en la habitación como si hubiera una razon para mi grito.
— No te he llamado a ti. He llamado a la inepta cocinera que contrataron — me levanto apurada caminando hasta las escaleras donde la llamo con mas fuerzas, unas que no sé de donde salieron.
— Señorita, ¿qué pasa? — viene con cara de preocupación y rápidamente le pido que suba.
— ¿Qué asquerosidad me has traído? Esto es un asco, parece mierda — le reclamo tomando la bandeja y dejándola en sus manos, mi papá continua en la habitación, mirando la escena como si no supiera que decir.
— pe... pero si estaba muy bueno — se escusa, defendiéndose y me toca respirar profundo para no obligarla a comer del plato sucio de vomito.
— ¿Te tiene que saber bueno a ti? Pues no tremenda inútil, lárgate, y dile a alguien más que me prepare un Omelette, con mucho queso y vegetales — le pido irritada, tirando de mis cabellos y comenzando a sentirme muy agitada, sudorosa aun cuando me muero de frio, y comienzo a temblar.
— Coral, no tienes que ser tan grosera — me pide mi padre viéndome con cara de espanto, y agradezco que haya presenciado la escena, que vea el monstruo que engendró.
— No te metas en mi vida maldito viejo inútil, lárgate de aquí — lo empujo fuera y me encierro una vez más, ignorando sus reproches de indignación.
Cuando la empleada vuelve toca la puerta y la dejo pasar, lo que trae parece estar muy bueno, y mi boca se hace agua de solo mirar, me muero del hambre en serio, y esto apenas lo pruebo me hace jadear de lo bueno que está, me como casi la mitad del plato, ignorando que la empleada sigue ahí, esperando algún comentario de mi parte, de repente mi momento de emoción y deguste se ve empañado por otro episodio de mareo intenso y nauseas, y me da tiempo de correr al baño y expulsar los trozos acabados de digerir, mierda, estoy mal.
— Señorita, debería ver a un doctor parece muy enferma — la empleada aparece de atrevida en la puerta de mi baño, y rápidamente le grito que se largue y que no se atreva a mencionarle a mis papás que me ha visto vomitar y que el baño de abajo lo dejé hecho un desastre. Pronto logro llegar a mi cama, sintiéndome como la mierda, y no hago ningún intento mas para comer, no quiero que me vuelva a invadir eso, me siento como la mierda...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top