¿Por qué no me resisto?

Narra Damián

El timbre del celular es lo que me mantiene al borde del colapso, pues cuando deje de sonar entonces no estaré a salvo de contarle a mi padre la cosa que más me avergonzaba y lo que juré en algún momento de mi vida nunca hacerle saber, pero ahora, ya no queda más remedio si es que quiero salir de esta.

— ¿Sí? Buenas — contesta, y su voz a pesar de que me tranquiliza me llena de mas miedo, porque posiblemente no la vuelva a escuchar en ese tono despreocupado en mucho tiempo, no cuando sepa que le he mentido desde hace mucho tiempo aun cuando el pensaba que sabia todo de mí. — ¿hay alguien ahí? — pregunta cuando yo me habia quedado en silencio, hasta que el guardia detrás de mi, me presiona para que conteste.

— papá — hablo, no sé ni siquiera como decirlo, las palabras no salen de mi boca y es que es verdaderamente difícil confesar una cosa como esta a quien creyó conocerme tanto.

— Damián, hijo ¿Qué pasa? ¿de quien es ese número? ¿estás bien? — mi tono no ha sido el mas disimulado.

— Papá, em, estoy en... estoy en la estación de policías, tienes que venir a buscarme, por favor — le digo al fin y pronto me avasalla con preguntas.

— ¿¡Qué!? ¿EN LA CARCEL? ¿Qué paso, que haces ahí? — lo escucho caminar apurado y su tono es bastante agitado, me siento tan culpable.

— Ven, aquí te cuento — es lo ultimo que le digo antes de que el policía me obligue a colgar. En el pasillo, mientras el guardia me encamina de nuevo a la celda, me encuentro con Coral, quien acaban de dejar en libertad y viene rabiosa pidiéndole al guardia que no la toque, cuando me ve, en su rostro precioso se forma una marea de expresiones, agradecimiento tal vez, impotencia, y rabia.

— ¿¡Por qué carajos dijiste esa estupidez!? ¡No debiste mentir! Tú no hiciste nada, ni siquiera debías estar ahí, eres un idiota por culparte, al menos debiste dejar que me quedara contigo imbécil — me grita furiosa tirando de sus cabellos e intentando acercarse a mi en más de una ocasión, pero el guardia no se lo permite.

— Vete — es lo único que le digo sintiendo mi sangre congelarse cuando papá aparece en mi campo de visión, y al verme esposado sus manos se van a su cabeza y rápidamente se acerca reclamándole al guardia por ello.

— ¿Damián, que pasó, por qué carajos te tienen esposado como un delincuente? — ha venido preparado, a su lado su abogado personal, eso me da esperanzas de no pasar la noche en este lugar, seria verdaderamente aterrador, aun cuando me he culpado de todo solo a mi para que Coral, en su estado no tenga que pasar por una cosa como esta, no sé ni siquiera por qué lo hice, me gusta, eso lo tengo claro desde siempre, pero esa rabia que sentí cuando esos idiotas la lastimaron emocionalmente me desarmó, quería matarlos yo mismo y sentía que la única forma de ayudarla seria librándola de una cosa como esta, aun cuando eso implica que mi padre se tenga que enterar de eso que tanto temía que se enterara.

— Papá, me encontraron consumiendo drogas en el cementerio — ignoro la mirada de la chica que me ve histérica, viendo a mi papá que me mira con tremenda sorpresa y decepción.

— ¡No mientas idiota! No estabas haciendo nada — ella grita con impotencia y pronto un guardia la saca de aquí, lo agradezco, ya con mi papá tengo suficiente, como se trasforma su mirada en pura tristeza, decepción y culpa, eso que en serio era lo que mas me preocupaba, que sintiera culpa como si él fuera responsable de esto, como si fuera su culpa que su hijo sea un drogadicta, eso en serio es lo que mas me duele, hacerlo sentir miserable, hacerlo sentir fracasado, como lo hizo sentir mi madre como yo juré nunca hacerlo sentir.

Esa fue la noche mas larga de mi vida, lograron dejarme en libertad cuando descubrieron que en la bolsa de cocaína que sostenía Coral no se encontraba mi huella, y la defendí con uñas y dientes apelando que ella la sostuvo solo porque tenia curiosidad de saber que era. No podían culparme de nada y me dejaron en libertad, pero lo que no podía ignorar y lo cual fue lo peor de todo eran las miradas de decepción de mi papá, podía estar ileso de la droga del cementerio, pero no de que realmente la consumo, y aunque mi adicción sea leve, la consumo con bastante frecuencia.

Al llegar a casa no me dirigió la palabra, tan solo se fue a su cuarto y se encerró allí todo lo que quedaba de la noche, tiempo en el que yo no pude pegar un ojo. Siento mas que nada vergüenza, decepción y dolor, nunca habia sentido todo esto al mismo tiempo y sé que merezco sentirme asi. Mi padre siempre fue mi mejor amigo, era la única persona por la que intentaba dar lo mejor de mí siempre, y ahora he hecho todo lo opuesto a eso, lo he decepcionado, lo he decepcionado más que por mi adicción, por no habérselo contado antes de caer en ella, por no habérselo contado como lo hacía con todo, debe estar creyendo lo peor de mí, creyendo que no me conoce cuando verdaderamente solo eso desconocía de mi vida. Me siento enojado conmigo mismo, y por tanto sentimiento acumulado no he podido dormir. Siento enojo por haber consumido la primera vez, por haberme dejado llevar por las influencias, de las ganas de ir con la corriente y no en contra de ella, todos en la escuela lo hacen, era lo que me reconfortaba en ese momento, que todos los jóvenes experimentaban o debían experimentar con drogas, porque eran parte de la vida. Tan solo en la mañana, a las siete y catorce mis ojos se cerraron y me perdí por poco tiempo en la inconciencia.

A las 10:30 despierto, incomodo por no haber dormido lo suficiente, abatido por acordarme de los acontecimientos de anoche. Permanezco sentado en la orilla de la cama viendo a un punto ciego, hasta que la puerta se abre y papá aparece en ella con traje de oficina, eso es una mala señal, él no suele ir a la oficina los domingos, si tiene algo importarte que resolver lo hace desde casa, y solo se dirige allí cuando quiere tiempo completamente a solas y algo no anda nada bien, me parte el corazón que sea por mi culpa.

— Apenas llegue a casa tendremos una conversación muy seria, espero no se te ocurra salir de aquí hoy, no estás en condiciones de hacer lo que te de la gana —no me ve a la cara en ningún instante y sin esperar mi respuesta se marcha, dejandome mas abatido de lo que he estado toda la noche.

Cubro con mis manos mi cara tumbando mi espalda sobre el colchón, permanezco asi largos minutos, antes de retirar las manos de mi cara y buscar mi celular para entretenerme aunque sea viendo historias en Instagram, está apagado, y al encenderlo me acomodo sobre la cama sorprendido al encontrar mas de veinte llamadas perdidas de Coral, ni siquiera sabía que tenía mi número, yo sin embargo me robé el suyo en uno de sus momentos de inconciencia.

De repente mientras aun permanezco sorprendido por su muestra de interés, el celular vibra en mi mano y su nombre aparece ahí, Coral, pienso antes de responder, posiblemente siga tan rabiosa como ayer, y ciertamente no me encuentro de humor para escuchar reclamos, ni siquiera cuando se traten de un acto de preocupación por mí, pero lo hago, le respondo y de repente cuando escucho su voz se me va un poco de la cruda moral.

— ¡Damián! Al fin contestas — la angustia en su voz es bastante notoria.

— Hola Coral — le saludo en un susurro, mientras apoyo mis codos en mis rodillas y me entretengo viendo las puntas de mis pies.

— Por Dios Damián, dime cómo estás, ¿Te dejaron libre? ¿Dormiste ahí? Dime por favor ¿Qué pasó con tu papá? — lo pregunta todo tan rápido que ni logro entenderla casi.

— Estoy bien Coral — es lo único que digo con verdadero desanimo.

— No lo estás Damián, dime a verdad, ¿nos podemos ver? — en serio parece muy angustiada y me mortifica que esté asi por mi, su tono no es el mismo de ayer, que me gritaba con rabia por haber dicho lo que dije, ahora parece calmada, tan solo preocupación y culpa en su voz, y aun cuando me encuentro prácticamente castigado no podría negarme a verla, no cuando entiendo que yo en su lugar estaría igual o peor.

— Te espero en la playa, esa que queda cerquita de tu casa — aun cuando lo ultimo que quiero hacer ahora es desobedecer a mi padre la cito, además de que no quiero que se siga preocupando por mi tengo ganas de verla, y ayudarnos mutuamente porque sé que ella tampoco está bien despues de haberse dado cuenta que sus supuestos amigos le vieron la cara.

Cuelgo la llamada sin esperar respuestas, y con mi celular en manos me quedo pensativo junto a mi cama, ojalá papá no llegue antes que yo.

Me lleno de la voluntad necesaria para levantarme y camino hasta el baño, necesito limpiarme de tanta mala vibra y asi lo hago, no tardo demasiado bajo la regadera, y al salir me visto unas simples bermudas negras, una camiseta azul cielo, unos tenis cómodos y tomo tan solo mi celular para salir.

Llego a mi coche y emprendo rumbo a ese lugar, donde espero relajarme tan solo un poco, aunque pensándolo bien, en el estado en que se encuentra Coral no creo que me de mucha calma.

Apenas llego a la playa solitaria y me estaciono justo al lado de su coche, alcanzándola a ver junto a la playa, dando vueltas de un lado a otro con ansiedad, luce tan hermosa como siempre, trae tan solo un vestido azul claro de vuelos, se ve muy adorable con él y mas cuando trae su cabello suelto y aunque como siempre no lo cargue muy arreglado eso en mayor parte es lo que produce su encanto, es verdaderamente hermosa siempre.

Camino sigiloso hasta a ella, hasta que se da cuenta de mi presencia cuando estoy a menos de 4 pasos de ella, me mira con verdadera culpa y tan solo la miro esperando que va a hacer o decir, esperando conocer su estado.

— Lo siento tanto Damián, en serio lo siento muchísimo, lamento haberte hecho ir hasta ese lugar — tan solo cubre con sus manos su cara, como si no tuviera el valor de mirarme, y no la juzgo, ni tampoco digo nada hasta largo rato despues.

— Tu no tuviste la culpa de nada —me dejo caer sentado en la arena, manteniendo mis rodillas inclinadas y apoyando mis brazos ahí mientras miro con entretenimiento el mar frente a nosotros.

— Sí si la tuve, si te hubiera hecho caso, si te hubiera creído y no hubiera ido al lugar donde se encontraban esos traidores tu no me hubieras seguido, no hubieras pasado un momento tan horrible como ese, no hubieras tenido que llamar a tu padre y tal vez él nunca se habría dado cuenta, todo pasó por mí, por ser tan estúpida — al fin me mira, y cuando lo hace hasta me siento mal, culpable de que ella se esté culpando de todo, y eso pensó desde el principio dudo que haya podido dormir por la noche, sinceramente eso no lo podría deducir, pues siempre trae ojeras por su adicción, y ahora no sé si tambien sean por la falta de sueño.

Me quedo en silencio, no creo que nada de lo que diga la ayude a sentirse mejor, solo espero que con mi actitud entienda que no la culpo a ella de nada, yo la seguí porque asi lo quise, porque me preocupaba su estado y lo que le habrían hecho si hubiera ido sola, estoy seguro de que no iba a terminar nada bien, bueno, tal vez peor de lo que quedó. Me dispongo a cambiar el tema antes de que ella siga hablando, de repente me he olvidado de que sigue siendo la misma Coral Thompson que no me soporta en sobriedad, y trato de disfrutar y aprovecharme de eso, de conocer lo que verdaderamente piensa.

— ¿Como te sientes después de darte cuenta de que no eran tus amigos en realidad? Seguro ha sido difícil para ti — le miro de reojo por un momento, comienzo a adorar como en su ceño se refleja todo lo que siente, hace gestos para cada emoción, como si decidiera cual utilizar, y siempre termina en el que sea más fuerte, esta vez en impotencia.

— Solo... solo me siento como una completa idiota, siento que he sido demasiado tonta, por depositar toda mi confianza en esos malditos para los que solo fui un cheque en blanco, me siento terriblemente idiota e ilusa porque realmente confiaba en ellos, eran las únicas personas en el mundo con las que me sentía normal, ya los sentía como mis hermanos, como mi familia, y lo peor es que nunca ni siquiera hablábamos demasiado, estaba tan vacía que me llenaba con cualquier cosa, y lo peor es que sigo estándolo, y ahora no sé qué hacer, a donde acudir cuando sienta que me ahogo en mi propia miseria, en mi estúpida vida — nunca la habia escuchado decir tanto, y tanto las expresiones de su cara como lo que dicen me rompen el corazón, esta chica verdaderamente tiene una historia triste detrás de toda esa fachada de autosuficiente, y me llena de curiosidad conocer más de ella, poder ayudarla, poder verdaderamente ser su amigo y quien sabe si me permite ser algo más, quiero demostrarle que no todo el mundo es tan basura como estos y que en mí, puede confiar a plenitud, tenía esperanza de que lo hubiera notado. Al terminar su última oración se abraza a si misma, aferrando sus piernas contra su pecho y sus ojos terminan en un triste reflejo mientras mira el mar, tan azul y perfecto como sus ojos.

— Yo estoy aquí, hazlo conmigo — me muevo en mi posición dándole el frente, carcajeándome sin poder evitarlo cuando me mira con espanto.

— ¿¡Hacer que!? — continúo riendo y ella me mira mas y más confundida, como si verdaderamente estuviera creyendo que me refiero a algo sexual, me ha salido bastante mal pensada la pequeña blue.

— Desahogarte Coral, puedes contarme lo que quieras sin temor a que te juzgue, no lo haré, puedes hablar conmigo, en serio, sé guardar secretos — le miro con sinceridad, nada disfrutaría más que poder ser parte de su vida de esa forma, tal vez asi no pueda deshacerse de mí, o me considere importante para ella, le miro con atención y espero su respuesta.

— ¡No! Tu y yo no podemos ser amigos, no tenemos nada en común además de la adicción, eres un básico "popular de la escuela" sueles ser egocéntrico, narcisista y te aprovechas de mi cuando estoy drogada, no podría sentarme a hablar contigo por horas porque no podría mantener la seriedad ni la concentración, además estoy segura de que no podrías ayudarme en ningún aspecto, eres un niño mimado y afortunado, nada podría hacer que me identifique contigo — me rio con ironía aun cuando la mayoría de sus objeciones me han dolido bastante, aun asi cuando tiene tan mal concepto de mi quiero hacerle ver que se equivoca, que no soy lo que piensa.

— Mm, ¿Qué prefieres, Café o Te? — pone sus ojos en blanco despues de haberme mirado con cara de incredulidad. — ¿Qué? Es una pregunta de suma importancia a la hora de conocer a alguien, eso dice mucho de tu personalidad y autoestima — me defiendo y ella suelta una risa pequeña cargada de burla.

— Café — me responde relajándose, pero aun asi burlándose de mis preguntas.

— Yo prefiero el té, es más saludable. A ver, algo más, esto me ayudará a definir si verdaderamente estoy dispuesto a ser tu amigo — finjo seriedad y ella bufa con gracia mirándome atenta para saber la pregunta. — Comida chatarra o verduras? — le miro con atención y ella vuelve a echarse a reír.

— Verduras — debí imaginarlo, pero aun asi se me hace difícil asimilarlo, ¿Qué joven de esta generación prefiere las verduras antes que la comida chatarra? Verdaderamente es rara.

— Verdaderamente eres rara — lo repito en voz alta y ella arquea sus cejas.

— No me quiero morir de colesterol o de alguna infección intestinal — asegura pasando su cabello que caía sobre su precioso y relajado rostro, hasta atrás de su oreja.

— Obviamente yo prefiero la chatarra. Ahora dime, ¿frio o calor? —

— Calor, detesto el frio — conocer algo nuevo de ella verdaderamente me causa emoción, se siente tan bien como si acabara de descubrir la cura de alguna enfermedad terminal.

— Una vez más somos todo lo opuesto, yo prefiero el frio, ¿rubio o moreno? — me angustia conocer esa respuesta, pero tengo bastante curiosidad.

— Rubio — lo recalca con bastante confianza y ha dolido, tal como lo imaginé, en mi cabeza comienzo a visualizar a todos los rubios de la escuela que podrían llamar la atención de ella, y se siente terrible hacerlo.

— ¿Qué tenemos los morenos? Somos gente buena — ella se ríe de mi comentario mientras yo le miro decepcionado, y pronto me mira para responder a mi pregunta.

— Qué no tienen deberías preguntar. Besan terriblemente mal, les gusta la comida chatarra, prefieren el te antes que el café, les gusta el frio, son narcisistas, engreídos, aprovechados y groseros, y ni hablar de las muchas artimañas que suelen tener — trata de parecer seria, y asi lo hace por largos segundos, hasta que esboza una sonrisa y el sabor amargo en mi boca disminuye, mientras le miro a los ojos con atención, sin pestañar en ningún segundo, buscando intimidarla, y lo que me provoca es besarla, tan dolo dejo un beso corto y profundo en sus labios antes de levantarme rápidamente cuando su ceño se frunce despues de haberme visto con espanto por lo que hice. Huyo de ella cuando tambien se levanta fingiendo estar muy enojada, sé que intentará matarme si me alcanza, aun cuando ese beso le haya gustado tanto como a mi, pero no está bajo los efectos de las drogas, lo cual es lo único que puede lograr que yo la bese y ella en ves de atacarme me corresponda, en serio anhelo el dia que sea asi.

— Sí, huye maldito imbécil porque si te atrapo te mato por aprovechado y atrevido y ladrón — corre detrás de mi gritándome rabiosa, estoy seguro que no va a alcanzarme, no cuando corre como una princesa que nunca ha hecho ningún tipo de ejercicio físico y además come verduras, mientras yo soy un atleta acostumbrado a correr por mi vida.

Un fuerte grito proveniente de su garganta hace que volteé y me detenga preocupado, se ha caído al chocar con una piedra y parece que se ha lastimado, pues se queja sosteniendo su pie, revolcándose de dolor en la arena importándole poco llenarse de ella. Me acerco verdaderamente preocupado olvidando completamente por lo que corría y por qué ella me perseguía tan molesta. Al llegar a ella intento ver preocupado su pierna, y le hablo con suavidad pidiéndole que me muestre, siendo tal iluso en creer que habia olvidado por qué se encontraba molesta despues de ese golpe, pero como una demente se me tumba encima y comienza a golpear mi pecho, hasta que la sostengo bien fuerte de las manos y ella chilla como loca ahora intentando morderme, está loca, intenta sacarse, pero no se lo permito, la sostengo fuerte pero cuidando de no lastimarla, me levanto como puedo sin soltarla, sujetándola hasta subir su cuerpo delgado y liviano a mi hombro sin problema, o bueno el único es que comienza a golpear mi espalda con sus puños y con sus pies me patea sin parar, y grita como loca. Dios santo que niña más rabiosa y persistente.

— Oye, ¡Oye! Si continúas golpeándome voy a lanzarte al mar muy a lo profundo para que se te calme la rabia, no soy un saco de boxeo — tan solo logro detener los golpes en mi pecho que provoca con sus pies, y para que vea que hablo en serio me encamino hasta la orilla de la playa, metiéndome de a poco hasta que el agua cubre mis pantorrillas.

— Tú no eres mi saco de boxeo y yo no soy una de tus putas que puedes besar cuando se te de la gana. Atrevido, ni siquiera sé cómo pude creer que podrías llegar a ser una persona de mi agrado cuando sigues siendo un atrevido aprovechado — me grita luchando por seguir pateándome, y mientras sus manos ahora golpean mis nalgas.

— Te bajaré justo aquí si no te detienes — continuo avanzando, hasta que sus cabellos comienzan a mojarse con el agua.

— ¡No te atrevas cobarde! Bájame y enfréntame como un hombre, buen marica, ten cojones — grita y grita verdaderamente incrédula, y me provoca risa como en su voz se nota el temor de que realmente la tire, no puedo evitar reír por lo rabiosa que es, me provoca tremenda fascinación pensar que podría domarla como se me plazca, espero algún dia poder lograrlo.

— No me llames marica Coral, sabes que no lo soy, y me molesta que me llames asi, me provoca terribles ganas de cogerte tan duro que hasta que te convenzas completamente de que no lo soy — golpeo sus nalgas sin poder evitarlo, tenia ganas de hacerlo desde hace un buen rato, y al hacerlo su furia aumenta tanto que logra que la suelte cuando muerde mi espalda con tanta fuerza que siento que me ha hecho sangran.

— Maldita loca, ¿Qué te pasa? — la he soltado adolorido, y aunque no pretendía hacerlo verdaderamente se lo ha ganado, y verla toda mojada al salir del agua me causa cierta gracia, y fascinación por lo adorable que se ve recomponiéndose del impacto, asi como aquel dia en su piscina, pero ahora se encuentra más furiosa.

— ¡Maldito marica! Malnacido, desgraciado, ¿Cómo fuiste capaz? — pasa ambas manos por su cara retirando su melena azul, lucha con abrir sus ojos mientras yo lucho por dejar de reír, es inevitable no hacerlo cuando luce indefensa y rabiosa a la vez mientras sale del agua, y aprovecho que se encuentra en ese estado para alejarme lo mas que puedo, pues estoy seguro que intentará atentar contra mi vida.

— No me llames marica Coral — le pido con advertencia, mientras me alejo de ella, sin dejar de verla, cuando al fin se recompone me encuentro lejos de ella, y cuando pienso que se va a rendir y lo dejará pasar corre hasta mí,

— Si es lo que eres un marica, poco hombre, buen cabrón, no huyas, ven dame la cara — me grita rabiosa mientras yo me contengo la risa por sus amenazas, es tan imperativa a veces, pero la complazco y me acerco a ella para enfrentarla, y cuando me tiene en frente lo primero que hace es pegarme tremenda bofetada en la cara que me hace jadear, ella adora eso, y yo adoro besarla, la tomo con fuerza de la cadera tirándola en la arena debajo de mí, la beso sosteniendo sus manos sobre su cabeza para que no me vuelva a golpear, y lo disfruto, disfruto besar sus labios aun salados por el agua del mar, y aun con eso sigue conservando su sabor, su sabor dulce y diferente el sabor de la fierecilla que se piensa mas grande de lo que es, el sabor de la fierecilla que me gusta como nunca nadie más me ha gustado.

Saboreo sus labios chupando estos con deseo, el roce es fascinante y cada que me choco con su lengua siento que me vengo, ligeramente voy liberando sus manos, pues ella no se resiste y sus labios se mueven al ritmo de los míos disfrutándolo, disfrutándolo tanto como yo, pues sede, y cuando suelto completamente sus manos me doy cuenta que tal vez lo ha estado deseando tanto como yo todo este rato, sus labios no mienten, sé que le gusto tambien.

— Déjame — me pide en un jadeo, y me rio contra sus labios cuando aun cuando me pide eso sus manos se encuentran sobre mi rostro, acariciándome, buscando impulsarse más a mí. — ¿Por qué no me resisto? — ronronea jadeante besándome con mas y mas ansias, con mas ganas con mas deseo.

— Porque esto te gusta tanto como me gusta a mi dulce y adorable fierecilla — aunque su apodo parezca contradictorio tiene sentido en mí, tiene mucho sentido, es dulce aun cuando no es consciente de ello, es adorable aun cuando luche por parecer lo contrario y es una fierecilla, una que con verdaderas ansias deseo domar, y hacerla mía, para siempre mía.

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