¿No te gustaría ser mi novia?
Damián
Acabo de descubrir una de las maravillas del mundo, a Coral Thompson dejándose ver cómo es realmente, se encuentra feliz, tranquila y me encuentro adorando escucharla cantar como lo hace, descubrir cuales son sus canciones favoritas y verla tan emocionada con las letras, como si las sintiera verdaderamente, me tiene demasiado idiotizado.
— Ya deja de verme asi idiota — me riñe aun cuando no parece importarle verdaderamente que cada que pueda voltee a verla, aun cuando continúo conduciendo sin rumbo fijo y ella parece ni siquiera notar que la veo.
Le miro de repente y viene a mi cabeza la imagen que hace rato me puso tan duro como nunca lo habia estado, me la chupó, me chupó sin experiencia, pero fue tan perfecto que las ocasiones en las que sus dientes me lastimaban ni siquiera me molestaban, fue maravilloso, su cara sus gestos tímidos e inseguros, sentía que me iba a volver loco, y lo estaba. Ahora de estar fascinado por lo adorable que se ve tan natural me encuentro excitado al recordar que traigo sus bragas en mis bolsillos, y mi mano atrevida se posa sobre su muslo paralizándola.
— ¿Qué? — me mira con incredulidad y una sonrisa de confusión en sus labios.
— Nada, solo sigue cantando — le pido deslizando mi mano por su pierna, ignorando que no ha dejado de verme y que se ríe nerviosa, además de que ha dejado de cantar. No me detengo por eso, continuo acariciándola mientras conduzco, y pronto la escucho respirar agitada mientras sus ojos claros y azules siguen el recorrido de mi mano, que comienza a buscar debajo de esa falda que le queda tan bien.
— ¿Qué haces? — quien se ríe nervioso ahora soy yo, cuando le da a la palanca de encerr ar el coche y cuando ya el techo nos cubre se levanta la falda y se trepa sobre mí, ignorando que continuo conduciendo, ignorando que nos encontramos en la carretera transitada y se me pone mucho más dura por como besa mi cuello con ansias y sus manos intentan desabrochar mi pantalón para liberar mi dureza. — Coral, nos vamos a matar — agitado intento detenerla y mantenerme en la carretera, mierda que es difícil.
— No me prestes atención idiota, solo sigue conduciendo — me dice como si nada y tan solo trago saliva sintiéndome incapaz de ignorar que acaba de dejar mi pene en libertar y ella misma se acomoda para metérselo dentro.
— Santo cielos niña quieres matarme — gruño tocando sus nalgas con mi mano libre, y pierdo el equilibrio casi estrellándome con uno de los coches de la otra vía, agitado, fascinado y excitado hasta lo impensable me estaciono en el primer estacionamiento disponible que encuentro, y cuando nos encontramos a salvo la beso.
— Eres un miedoso — se burla de mi, su sonrisa es arte y con esa carita adorable nadie esperaría que hiciera una cosa como la que acaba de hacer.
— Y tu eres la chica mas hermosa del planeta — admito fascinado, disfrutando del beso tierno y romántico que compartimos, aun cuando para ella no sea de la misma forma, y se siente tan raro ser usado, porque al final eso es lo que ella hace conmigo, usarme, y no me molesta, eso es mejor que nada, pero comienza a doler, porque quiero más.
La ayudo a sacar y meter mi miembro dentro de ella, sujetándola de las caderas para que se impulse, grita como si me encontrara apuñaleándola y agradezco que los cristales sean polarizados y que fuera no se escuche nada, asi no tengo que hacerla callar y puedo disfrutar de sus sonidos de excitación que se han vuelto la melodía mas fascinante en el mundo para mí, estoy loco por cada cosa de ella.
— Dam — adoro que me llame asi, hasta pareciera que le agrado, pero no fue asi esta mañana cuando me dejó como un idiota parado junto a la entada de su casa, y es que eso fui, un idiota al pensar que porque el dia anterior se habia mostrado vulnerable conmigo ya iba a quererme cerca y me iba a dejar llevarla al colegio, como si fuéramos una pareja de novios, me preocupa lo poco que pienso con cosas referentes a ella.
— ¿Te gusta asi? Mierda te quiero de perrito en mi cama — la simple imagen hace que me arremeta con fuerza y ella lloriquea aferrándose mas de mi cuello, adoro escuchar esos soniditos que hace cuando le duele y le excita a la vez, adoro todo de ella. Meto mi cabeza debajo de su blusa y busco sus pechos bajo su sostén, son en serio preciosos, y disfruto de chuparlos mientras ella grita porque está gozando que me la coja en este lugar.
Con ella me siento como un precoz, siento que me correría apenas me encuentro dentro de ella, y lo mucho que me contengo para no hacerlo es doloroso, pero es que maldición, me encanta, me encanta cada una de sus expresiones, de sus jadeos, sus gemidos, sus gritos, me encanta aferrarme de sus nalgas, me encanta como ella se aferra de mí, me vuelve loco como hasta pareciera sentir cosas por mi mientras la hago mía, y aunque deseo mucho mas esto se siente como la maravilla.
Los golpes en la ventanilla de mi coche hacen que me espante asustado, mierda, un guardia.
— Mierda — no quiero ir a la cárcel una vez más, ni siquiera de visita, pero Coral no parece nisiquiera ser consciente de lo que está pasando, continua deslizándose sobre mi verga mojada por su humedad, como si no hubiera un guardia con terrible cara esperando que le respondamos. — Coral, espera — lo ultimo que quiero es que deje de saltar sobre mi como lo hace, pero es necesario ahora, pero ella me mira con relajado ceño antes de estirar su mano derecha hasta su bolso en el asiento de copiloto y de entre sus cosas saca varios billetes de 500 dólares en total, baja la ventanilla tan solo un poco para sacar las papeletas y despues de que el guardia lo ve indignado lo toma asegurándose de que nadie lo viera y se despide con un gesto amigable, mientras yo permanezco boquiabierto por lo que acabo de presenciar.
— Te dije, eres un miedoso — ronronea antes de volver a besarme y moverse sobre mí, logrando que termine corriéndome inevitablemente, y mierda es que acaba de ponerme demasiado verla sobornar a un guardia y permanecer disfrutando de nuestro maravilloso polvo, esta chica me hace perder la cabeza.
— Perdón — le pido en un jadeo mientras permanezco saciado de tantas emociones, y apenas me recompongo con mis dedos me encargo de hacerla llegar tambien, adorando como me ha mirado a la cara todo el rato y para recomponerse apoya su frente en mi hombro respirando agitada ahí, cerquita de mi oído.
— ¿A dónde me llevarás? — me pregunta volviendo a su asiento donde se acomoda relajada, satisfecha por lo que acabamos de hacer.
— No lo sé, mi papá está en la casa y no quiero que nos interrumpan, ¿un hotel está bien? — niega rápidamente con la cabeza.
— A mi casa, no hay nadie allí, nunca hay nadie allí — la última oración la murmura muy bajito, justo al instante en que saca otro porro y lo enciende, y lo que siento cuando la veo haciéndolo es una sensación desagradable, tristeza tal vez, comienzo a sentirme como un papá responsable que se preocupa por los vicios de su hija, ella en serio está demasiado metida en esto y comienzo a ver las cosas como lo ven los demás, esto no está bien, no está bien su dependencia, no está bien que para ella estar bien necesite de alguna sustancia, porque si sigue asi dentro de cinco años no quedará nada de ella y la simple idea me provoca dolor de estomago y dolor de pecho, no quiero que nada le pase, quiero que esté bien siempre, y lo peor es que me siento lleno de importancia, porque sé que lo que yo le diga no cambiará nada, no va a dejar de drogarse porque yo le diga cómo me siento respecto a eso, no va a dejar de hacerlo porque es dependiente, y sé que siente que su existencia misma depende de eso, y me duele muchísimo saberla tan perdida.
No quiero seguir alimentando su vicio, no quiero que acuda a mi por drogas, no quiero dárselas porque no quiero que las consuma, pero tengo miedo, tengo muchísimo miedo porque eso es lo único que nos une, dejaría de acercarse o dejar que yo me acerque si dejo de dárselas y me siento en serio en una encrucijada con esto, no sé qué hacer, lo único que sé es que estoy enamorado y que la quiero ver bien, sana, sin dependencias.
Silencioso vuelvo a conducir, ella ha vuelto a su anterior estado, pero yo no puedo volver al mío, no puedo disfrutar verla feliz porque sé que es una felicidad falsa, es tan ficticia que me desagrada, y de la nada comienzo a verlo asi, y se siente terrible. Trato de ignorarlo todo, de no pensar en nada, por lo menos por ahora. Conduzco hasta llegar a su casa, y al hacerlo ella se baja primero que yo siguiendo el camino hasta la entrada ignorando que vengo con ella. Deja la puerta abierta para mi y sigo apurado cada uno de sus pasos hasta alcanzarla. La casa es verdaderamente iluminada y bonita, muy moderna para mi gusto, pero no se puede negar que tiene encanto. Me guía en el pasillo hasta la puerta de madera que abre y aparece frente a nosotros su habitación, donde apenas entra se tumba sobre la cama desordenada y continúa fumando como si su vida dependiera de eso, mientras yo admiro el lugar donde habita la chica de mis sueños, tengo que confesar que un montón de veces me preguntaba como seria este lugar, y mis amigos hacían burlas, diciendo que seguramente era una cueva repleta de telas de araña y resguardos de esos hechizados que encuentras en las tiendas para Halloween, pero no es asi, es un espacio verdaderamente bonito, aunque desorganizado, eso no se puede ocultar, y lo que me deja escandalizado es un espejo roto junto al balcón y manchas de sangre en la alfombra que rápidamente me hacen relacionarlo con aquella herida que traía esa vez que acudió a mi por primera vez, ella misma se la hizo y la simple imagen en mi cabeza me aterra, ¿Por qué lo hizo? Le preguntaría si no supiera que es una perdida de tiempo, ella no me respondería, y las imágenes en mi cabeza hasta duelen, está sola, siempre ha estado sola y es una chica triste, nunca habia conocido a alguien igual, e imaginarme como habrá sido su infancia, sola en un lugar como este, sin hermanos, sin padres que le prestaran atención y sin amigos me producen dolor, me duele que sea asi y en serio me gustaría estar para ella.
— ¿Acabaste? Te quiero aquí — me llama desde su cama inmensa, debo admitir que yo sí me la imaginaba asi, es de una madera muy fina, tiene cuatro barrotes en cada esquina de los que cuelgan cortinas blancas casi trasparentes, el colchón cubierto con corchas blancas y sabanas azules, como sus ojos.
Acudo a su llamado, fascinado por como extiende sus manos para que las tome y me acerque, lo hago, adorando como se aferra de mi cuello cuando me tiene cerca y me tumba sobre ella, sin importar que le quite el aire, pero me apoyo de mis brazos alrededor de su rostro y me quedo viéndole con atención, asi como se encuentra ella viéndome a mí, dejandome completamente mudo y sorprendido por como de concentrada parece analizando cada cosa de mi.
— Tienes los ojos oscuros mas hermosos que habia visto en mi vida — me dice mientras acaricia mis mejillas y sonrío sintiendo que mis mejillas se calientan, últimamente se ha vuelto muy común en mi y me siento como un marica, no lo puedo evitar. — son verdes a veces, y de repente cafés y ahora se ven muy oscuros, me gustan — sus dedos delicados se pasean alrededor de mis ojos, mis cejas mis mejillas y me pone la piel de gallina, he descubierto con ella que estar enamorado era tal como papá lo describía. — Sabes, eres muy diferente a como te imaginaba, eres un buen chico, eres agradable a veces — suelta una risita que hace que mi vista se desvíe a sus labios, sus preciosos labios que adoro besar.
— ¿A veces? — finjo estar ofendido.
— Sí, a veces, cuando estás con tus amigos sigues pareciendo un terrible idiota, cabeza hueca, pero... — su cara de desagrado hiere mis sentimientos.
— ¿Pero? — espero que continue hablando.
— Pero cuando estamos solos, los dos eres agradable, te comportas como un buen y desinteresado amigo, y ahora hacemos cosas maravillosas como... — trato de no reír cuando detiene su oración, ¿en serio le avergüenza ponerle nombre a lo que hacemos?
— ¿Cómo qué, que hacemos? — le miro expectante, esbozando una risa y ella solo gruñe negándose a decirlo.
— Eso, eso que hacemos — es adorable sin proponérselo y besarla con adoración es inevitables.
— Hacemos el amor — se siente tan raro decirlo, de hecho nunca lo habia llamado como tal, pero sé que eso es lo que hemos hecho, para mi eso es lo que hemos hecho, el amor.
— ¿El amor? eso no suena tan genial como lo que hacemos — frunce el ceño disgustada.
— Lo es, es genial, tu eres genial, y me encanta esta faceta tuya — le confieso acercándome a sus labios, besándola con cariño con delicadeza, con amor, y ella me corresponde aferrándose más a mí, empujándome hasta hacerme caer a su lado y entonces subir sobre mi y besarme a su antojo, y lo hace sin dejar de sonreír, si supiera lo mucho que eso me confunde y lo loco que me pone.
— ¿Cuál faceta? si soy la misma, ¿no me ves? — comienza a dejar una secuencia de picos por toda mi cara, y pronto besos mas mojados deteniéndose en mis labios.
— Sí te veo, obvio te veo, por eso te digo que no eres la misma, si estuvieras lucida no estaríamos asi ahora, no me estarías besando de esa manera, ni sonriéndome — le explico con notable dolor en la voz, de repente pienso las cosas de otra manera y no se sienten nada bien.
— Obvio no, lucida soy una idiota, no seria capaz de tenerte cerca, me hago mierda — confiesa y tal vez sean mis ganas intensas de saberla sintiendo aunque sea la mínima cosa por mi que me hace sentir en mi corazón que eso que dice es porque le gusto.
— ¿Qué ha sido lo máximo que has tardado en lucidez? Desde que comenzaste a consumir — sus besos no se detiene, por lo tanto no toma la pregunta con la seriedad que yo la pregunto, pero la contesta.
— 24 horas, creo, y casi me mato, rompí ese espejo con mi propio puño y nisiquiera sentí dolor, era evidente que me estaba muriendo cuando decidí buscarte, por cierto, ¿a que doctor me llevaste? Ha hecho un trabajo impresionante casi no quedó cicatriz, yo que pensaba que iba a quedar destrozada mi mano despues de eso — se detiene a mirar su mano y me la muestra, gracias al cielo llegué a tiempo a su vida, de no haberla llevado al hospital ese dia posiblemente habia cogido cangrena y perdía la mano, quien sabe si tambien la vida, habia muchísima sangre perdida.
— ¿No has pensado en dejarlas en algún momento? — tomo su mano llevándola a mi boca, besándola con delicadeza mientras intento no lucir tan interesado en que la respuesta a mi pregunta sea un sí.
— Me muero, llevaré esto conmigo hasta el ultimo de mis días, estoy muy segura de que no podría dejarlas, nada ni nadie podría hacer que las deje, excepto la muerte, claro — me dice de lo mas casual arrebatándome su mano para moverse de encima mío e ir por otro porro como si ya no llevara los suficientes.
Adolorido me muevo de mi lugar, levantando la mitad de mi cuerpo de la cama para mirarla mejor y duele hacerlo, ella no quiere que la salven, está arruinada y no hay una cosa que yo desee mas que ayudarla, pero tengo tanto miedo que me aleje si lo intento y estoy muy seguro que eso es lo que haría de inmediato.
— ¿Me prestas tu baño? — me levanto decaído viéndola señalar la puerta en la pared detrás de la cama, me dirijo allí y me encierro por minutos largos, grises y angustiantes. El baño al igual que la habitación y toda la casa es muy bonito, un poco desorganizado si está, tiene manchas de azul por todos lados, su cabello supongo, y descubrir su cepillo de dientes junto al lavabo me hace suspirar como un idiota, imaginándolo al lado del mío, ¡mierda Damián, que te pasa! Me encuentro avergonzado de mis pensamientos, solía drogarme cuando quería no hacerlo, pero ahora ni eso me libra al cien por ciento de mi mente toxica.
Libero mi miembro y orino en su baño, imaginándola bajo la regadera desnuda, esperando por mí, pero sinceramente no se siente agradable, porque posiblemente vaya a drogarse antes de eso, para no vivir la realidad, tal vez me detesta tanto que no me soporta en sobriedad, bueno... esta mañana me dejó muy claro eso. Lavo mis manos cuando acabo y pronto salgo del gran espacio descubriéndola en medio de la habitación, tarareando en silencio la melodía de la canción que suena en el estéreo, con sus ojos cerrados y danzando al ritmo del al música con verdadera pasión.
— Coral — la llamo acercándome a ella con ambas manos en mis bolsillos y la mirada gacha, cuando me encuentro enfrente ella se deja de mover y sus ojos caen sobre mí, elevando sus cejas para que yo vea que me da chance de hablar. — No quiero que te drogues más, no vuelvo a dártelas, no quiero seguir contribuyendo en como arruinas tu vida — lo digo al fin, lleno de miedo, Sí, lleno de pánico a que se aleje de mí, pero estoy seguro, que verla muerta o con una sobredosis seria muchísimo peor.
— Ven, baila conmigo — permanece unos segundos en silencio, mirándome con incredulidad para entonces cerrar sus ojos por pocos segundos e ignorar completamente lo que le digo, ¿Qué carajos?
Mis manos sudan y mi corazón late acelerado, esperaba que me gritara, o que me respondiera cualquier cosa a lo que le dije, pero en cambio me ignora y pretende actuar como si no dije nada. Respiro con profundidad, la punzada en mi pecho duele, duele demasiado, y para contenerla, para tragarme todo esto que me está abatiendo tanto, tomo un porro de su mesita de noche y aun cuando parezco hipócrita lo fumo, al menos yo soy consciente de lo mal que está esto, al menos yo si ella me lo pidiera lo dejaría, y lo hiciera con gusto, porque yo no necesito estar drogado para estar feliz, aunque tal vez con ella sí, al menos asi puedo ignorar aunque sea un poco que intenta acabar con su vida.
Pronto me acerco a ella, siguiéndole los pasos en su baile lento, se ríe de mi y hasta yo lo hago, soy torpe al intentar imitar sus movimientos, por lo que ella toma mis manos y me guía, sin parar de carcajearse con verdadera gracia, esto lo está disfrutando y yo tambien, parece feliz. Pronto ignoro su tutorial y comienzo a bailar a mi ritmo, a lo loco, haciéndola reír mucho más, pero me imita, hasta que yo ya no puedo seguir, no cuando luce tan adorable sonriendo de esa forma. Poso mi mano derecha en su cuello, y en un movimiento ágil la pego a mi boca, mierda que adoro besarla, aun cuando huele a hierva y a humo me sabe de maravilla, ella es una maravilla.
Suelta su porro para aferrarse de mi cuello con ambas manos, y fascinado por su receptividad le bajo la falda dejando la mitad de su cuerpo desnudo, ella no se queja, adoro eso. Sujeto sus nalgas con mis manos y pronto logro que sus piernas se aferren en mis caderas, nuestro beso no se detiene.
— Te quiero Coral, me vuelves loco — lo confieso sin siquiera planearlo, siento más, siento mucho más, pero ella no está lista para oír que me muero por ella, que daría lo que fuera para que sea mi novia, para sea mi mujer, para que sea mi amor.
— Bésame Damián, bésame — me pide agitada cuando me he alejado para verla, una vez mas ignora algo serio que le digo, pero esta vez no me duele demasiado, porque estoy perdido en sus caricias en como recibe mi boca y como jadea aun cuando nisiquiera la he tocado.
La tumbo sobre la cama, y desde ahí me mira muy agitada como yo me quito la camisa de cuadros que traía y los pantalones, ella no tarda en imitarme y sacarse lo que le queda de ropa, el top y el brasier, yo moriría feliz viendo esta imagen hasta el resto de mis días, es preciosa, es perfecta de pies a cabeza, con su poco pecho y delgadez, es perfecta para mí.
— ¿Como es eso de perrito que dijiste hace rato? — me mira con curiosidad y siento que me vengo al imaginarla, adoro que sea tan curiosa y que parezca dispuesta a hacer lo que le pida.
— ¿Quieres asi? — le pregunto con la boca hecha agua, hasta me siento babear.
— Sí, tu quieres, sé que va a ser bueno — tratar de o parecer nerviosa, pero lo está y luce adorable, y mierda que me vuelve loco que se interese por lo que me gusta a mi.
— Voltéate, y ponte de rodillas — le pido tocando mi dureza mientras la veo hacer lo que le pido en un movimiento ágil, pero lento y femenino. — apóyate de tus manos — le ordeno y lo hace, exponiéndose ante mí, intimidada, pero con seguridad, y cuando mis ojos caen sobre su perfecto coño empapado, enrojecido y delicioso siento que me vengo. Me aferro de sus nalgas fascinado, metiendo mi cara allí, lamiéndola, sabe como el mejor manjar de los dioses, esta niña es terriblemente deliciosa. Jadea relajándose, mas y mas sus piernas se abre mas para mi y veo sus manos aferrarse de las sabanas mientras yo disfruto de su jugoso sexo. — adoro como sabes Coral, podría pasar toda mi vida haciendo esto — confieso lengüeteando con deleite todo el área, lo disfruto, disfruto escucharla jadear como salvaje, disfruto chuparla, disfruto hacerla venir en menos de dos minutos con solo mi boca.
— Me encantas Damián, eres perfecto — mierda, ¿acaba de decir que le encanto? Trato de no ilusionarme con eso, cualquiera acabando de recibir un buen orgasmo dice cosas como esas, pero carajo que se escuchó perfecto y me moriría de la felicidad escuchándola decir algo como eso en completa sobriedad.
— ¿Te encanto? — le pregunto ilusionado viéndola abrasarse de si misma temblorosa, digiriendo el orgasmo.
— Sí, sí, mucho, muchísimo — jadea luchando con su respiración.
— Coral — le llamo, para entonces quedarme en silencio por largo rato esperando su respuesta, hasta que sus ojos se abren con normalidad y me pregunta.
— ¿Sí? —
— ¿No... no te gustaría ser mi novia? — en su expresión no encuentro lo que esperaba, nisiquiera parece sorprendida, más bien actúa indiferente, como si no me encontrara haciendo esa propuesta por primera vez en mi vida. Me ignora triunfalmente, una vez más, y yo me siento terriblemente ridículo.
Dolido, abatido y sintiéndome como el mas payaso del universo la tomo de las caderas y me arremeto contra ella sin previo aviso, su lloriqueo me causa satisfacción, la embisto rabioso, y ella parece emocionada con eso, jadea, y lloriquea por el placer, grita muy fuerte, grita mi nombre y lucho hasta poner mi mente en blanco y disfrutar de este momento, ¿Qué esperaba? Es Coral, es una drogadicta que no es consciente nisiquiera del dia y la hora, una que me soporta apenas, ¿Cómo mierdas imaginé que iba a aceptar una cosa como esa? soy un completo idiota a veces, espero que nunca nadie se entere de lo ridículo que he sido, ya conmigo tengo suficiente vergüenza.
Continúo embistiéndola hasta que me vengo y como si estuviéramos conectados su temblores la invaden y llega, mierda que se ha sentido de maravilla. Se desploma debajo de mi y me dejo caer a su lado, en la habitación olor a humo, y sexo candente, además de nuestras respiraciones agitadas, como si acabáramos de correr por maratones.
Largos minutos despues se acaba la agitación, y cuando volteo a verla se encuentra casi dormida, trato de no perderme mirándola como un idiota, y es que luce hermosa asi de relajada, desnuda, satisfecha, sonríe relajada descubriéndome como la miro y pronto toma saca las sábanas de debajo de ambos y nos cubre, antes de darme la espalda, y acomodarse muy cerca de mí.
— Abrázame — me pide en un gruñido que me resulta adorable y nisiquiera puedo creer que se encuentre pidiéndome esto, pero lo hago, y me siento en las nubes cuando se aferra de mi brazo que se encuentra alrededor de ella. Estoy tan perdido...
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