Dame la maldita droga y déjame en paz

Damián

Mis ojos se abren instintivamente, de repente, despues de haberme quedado en oscuridad por lo que parecieron largas horas, y cuando intento moverme sonrío. Sobre mi se encuentra Coral, su hermoso y relajado rostro se encuentra descansando junto a mi pecho desnudo y su brazo izquierdo me rodea, como si no quisiera que me aleje, como si deseara que me quede. Me pierdo en ella por largos minutos, disfrutando como nada sentir su respiración pasiva en mi pecho, se siente tan bien, como si me necesitara.

Su melena azul sigue atada en esa coleta despeinada que ha traído todo el dia, muchos de los mechones se encuentran sueltos por lo que me entretengo peinándola, aun cuando despeinada luce adorablemente hermosa, despreocupada, tanto como lo es realmente.

La brisa fresca que indica que se acerca el invierno bate las cortinas que dan al balcón y tambien las de la cama, nos arropa, pero no siento frio, porque ella desnuda me trasmite calor, y es fascinante sentir su piel contra la mía.

De repente soy consciente del cielo nocturno y recuerdo a mi papá, mierda ha de estar muriendo de la angustia al ver que no he llegado a casa, posiblemente me ha dejado miles de llamadas para saber de mi, y yo mismo prometí una vez no hacerlo pasar ratos de angustias como ha de haber vivido por la tarde. Intento moverme sin despertar a la peli azul, lo logro reemplazando mi cuerpo por una almohada que dejo junto a ella y pronto se aferra de esta como si su vida dependiera de ello, y sonreír fascinado mientras la veo dormir es fascinante. Dejo de mirarla como un idiota y voy apurado por mi pantalón, ahí se encuentra mi celular, lo saco y al instante me siento demasiado culpable, 10 llamadas perdidas, y 20 mensajes de papá, ha dejado de hacerlo hace una hora. Tambien tengo otros mensajes de Henry, desbloqueo mi celular para ver.

Damián

Damián hijo, donde andas metido?

¿no has salido de clases?

¡Son las 5 donde estás!

Damián, sabes que te doy la libertad suficiente para que hagas lo que quiera y salgas a la hora que quieras, pero al menos avísame.

Es muy irresponsable que te pierdas asi.

¡Llamaré a la policía! ¿Dónde estás?

Damián por Dios, responde

¿¡Por qué no me contestas las llamadas!?

¡Damián! ¿Dónde carajos estás?

Damián me preocupa que andes en malos pasos.

Recuerda que puedes hablar conmigo de lo que quieras

Ay por Dios hijo, disculpa

Ya he hablado con Henry

Ha venido a casa, me dijo que saliste del colegio con Coral

Es muy linda niña

¿Estás seguro de eso?

Es muy joven Damián

Pero tengo que admitir que se miran muy lindo juntos

Si sus padres se enteran vas a estar en problemas

Aunque bueno, una unión entre ustedes seria muy buena para nuestros negocios

Pero eso no quiere decir que no esté preocupado por ti

Damián cuídate

Espero no seas un irresponsable

¡Usa condón!

Me rio leyendo cada mensaje de papá, es un intenso cuando quiere, trata de disimular, pero soy consciente que desde que se enteró que consumo drogas no confía demasiado en mí, y siempre anda preocupado por las cosas que hago, la gente con la que me junto y si llego tarde a casa, y lo entiendo.

Cuando leo el último mensaje mi corazón se acelera, mierda, los condones, realmente he sido un completo irresponsable con ella, nisiquiera me acordaba que existían esas cosas aun cuando nunca en mi vida me habia atrevido a hacerlo sin ellos. Pero prometo comprarle una pastilla del dia despues y se la daré mañana. No creo que haya problemas con no habernos cuidado la primera vez, o eso espero.

Le respondo todos los mensajes a papá con un simple:

Estoy bien papá, ya casi voy para la casa

Ojalá se haya dormido y no se haya trasnochado por mí, pues ya son las 11:32 de la noche. Dormí demasiado, nisiquiera me encontraba tan cansado para hacerlo por tanto tiempo, pero es que se ha sentido tan bien hacerlo con ella, y lo relajado y satisfecho que me encuentro es prueba de que lo disfruté bastante, me encantaría que a ella le pasara igual.

Camino por mi bóxer y me lo pongo, luego el resto de mi ropa, y cuando me encuentro listo quiero todo menos irme, podría pasarme toda la noche mirándola dormir, es tan hermosa aun en la inconciencia que sé que si sigo viéndola como lo hago terminaré quedándome como tanto deseo, pero no puedo, una parte de mi se encuentra rota. Me acerco hasta ella sin poder evitarlo, y en un movimiento sigiloso me siento a una orilla de la cama, inclinándome para dejar un beso en su espalda desnuda, me desarma lo relajada que se encuentra, lo suave de su piel. Cuando pretendo levantarme para irme se remueve y voltea hasta mi dirección, pero sus ojos permanecen entre cerrados, no me ve.

— Damián — me llama con voz adormilada, y siento una ilusión terrible de que me pida que me quede, si lo hace no me negaría nunca, algo dentro de mi desea en serio que lo haga, y quedarme.

— ¿Sí? — me mantengo listo para quitarme los zapatos y volver a la cama, hasta que habla y mis ilusiones se desvanecen.

— ¿Tienes Crack? — no puedo creer lo que me pregunta, y la sonrisa de ilusión que cargaba en mi rostro se desvanece, a un gesto serio, de dolor, de decepción y sobre todo preocupación.

— Iba en serio lo de que no pretendo darte mas drogas, te estás haciendo daño, y lo último que quiero es contribuir en eso — le digo con seriedad y sus ojos al fin se abre, antes de que diga alguna cosa tomo mis cosas y salgo de ahí, mortificado, triste, enamorado.

Camino por los pasillos de la casa intentando no perderme, y se vuelve un trabajo verdaderamente difícil cuando el lugar es tan grande, pero logro encontrar las escaleras y casi al frente la puerta principal. Un cuadro enorme en la sala de estar llama mi atención, es una foto familiar, en la que Coral parecía tener no mas de 7 años, y se ve tan hermosa como siempre, carga una sonrisa gigante, la sonrisa de una niña inocente, feliz con sus padres sosteniéndola de cada mano, se ve tan sana, tan perfecta, y sonreír con tristeza mientras la miro es inevitable, hasta que me desvío a ver a sus padres y siento odio, porque no fueron lo suficiente para ella, porque no la cuidaron como debían, no le dieron la atención que se merecía y le arruinaron la vida.

Sin querer ser demasiado atrevido sigo mi recorrido por el gran salón, acercándome al gran mueble de madera donde se encuentra un álbum de fotos, y deseo seguir viendo, aunque me duela. Lo abro al azar y al ver cada foto maldigo una y otra vez a esa gente, es evidente que se iba volviendo triste, que iba dejando de brillar, que se apagaba, y ellos no lo vieron, o tal vez sí, y solo lo ignoraron. Inevitablemente termino robándome una de sus fotos, esa en la que parece tener unos 8 años y se encuentra capturada estrenando su bonita cámara, se ve feliz, asi la quiero imaginar yo, siempre, daría lo que fuera por hacerla feliz, por darle algo que la haga feliz.

Salgo de ahí mas abatido de lo que me encontraba al bajar, en mi coche conduzco hasta mi casa, y al llegar como imaginaba papá se encuentra despierto, en la sala, con sus lentes de leer que casi nunca usa porque según él lo hacen ver mas viejo, y un libro entre sus manos.

— Era hora — apenas me ve entrar suelta el libro y se retira los lentes.

— Papá, no tenías que trasnochar por mi culpa, te dije que estaba bien — me detengo a mitad de la sala viéndole angustiado.

— La calle está muy peligrosa, además quería verte al llegar, verte la cara de enamorado — lo último lo dice burlón y no hago mas que ladear la cabeza.

— Pa, no tengo ánimos, hablamos mañana — le pido caminando hasta las escaleras.

— ¿pasó algo malo? — me pregunta preocupado.

— Sí, ya lo dijiste, que estoy enamorado — le confieso antes de seguir mi camino, hasta llegar mi habitación y encerrarme deprimido, la vida es una mierda.

Toda la madrugada me la paso dando vueltas en la cama, no suele sufrir de insomnio, de hecho pocas veces en la vida me ha pasado, pero ahora tengo razon justa, no paro de pensar en que la chica que me gusta, la que me vuelve loco está enferma, firmando su sentencia de muerte y yo no puedo hacer nada para evitar que pase, me siento atado de manos y aun cuando mi intento de ayudarla a dejar ese vicio debería ser algo bueno y valido no dejo de sentir miedo de que se aleje, de que no me busque nunca mas, de volver a ser invisible para ella, la simple idea duele demasiado.

Apenas logré dormir dos horas, a las 7 ya debía levantarme para ir al colegio y ahora estoy listo, con unos jeans oscuros una camiseta negra y una camisa de cuadros sobre esta, mis botas y mis cosas para el colegio. Al bajar me tocó prácticamente huir de papá, no deseo en serio hablar del tema por ahora, porque me siento en una cuerda floja, y cuando lo hablo es como si caminara sobre ella.

Llegué al colegio mas temprano que de costumbre, con un montón de tareas sin hacer y con ganas nulas de resolver eso, lo primero que hago es buscarla con la mirada en el estacionamiento, angustiado, ansioso, desesperado y nada por ahora. Me toca entrar a clases, con Henry quien se encuentra insistiendo para que le cuente lo que pasó ayer, y me ha contado que pasó por mi casa ayer a las siete para saber de mi y le terminó contando a papá en donde me encontraba. Desearía contarle lo que está pasando en mi vida, es como mi hermano y sabe todo de mi, nunca he tenido secretos con él, pero en serio hablarlo duele, y me siento agónico, tal vez cuando este sentimiento tan desesperante deje de invadirme logre liberarme con él, o quien sabe si antes.

A las diez de la mañana al fin se acaba la clase, y mientras recojo mis cosas ansioso por salir y encontrar a Coral con la simple ilusión de verla ella es la que llega a mi, de la nada, apurada, agitada y nerviosa.

— Hasta que te encuentro — tira de su cabello temblorosa y rápidamente entiendo lo que le pasa, y por qué me busca.

— Uy cuñadita, te ves mal — Henry la molesta y ella lo ignora como si de verdad no pudiera notar su presencia, al igual como ignora que casi todo el salón aún se encuentra aquí, entre esos mi grupo de fans que me tienen fastidiado, y la miran como si desearan matarla.

— Coral — menciono su nombre sin poder tan siquiera verla, hacerlo me destruye más.

— Oye, necesito que... — se percata de nuestro alrededor y se acerca mas a mi oído — que me des algo, lo que sea, pero que sea ahora — se pasa las manos por el pelo, y despues comienza a morderse las uñas, y hasta pareciera que lleva días sin consumir, cuando ayer lo hizo toda la tarde, esto es peor de lo que imaginé.

— Coral, mierda, te dije que no lo haría mas — me alejo de ella tirando de mi cabello, exasperado por esta situación, me siento de manos atadas.

— No lo decías en serio ¿verdad? Ven, dame alguna cosa, yo... yo no me siento bien, ayúdame — todos en el salón se encuentran de metiches, se suponía que debían irse y aquí se han quedado desde que ella apareció, por lo que la tomo del brazo y tiro de ella por los pasillos aglomerados hasta un lugar mas privado, el baño de chicos me parece buena opción, hasta ahí nos dirijo y agradezco que no hay nadie dentro. — ¿me vas a dar? — me mira con ilusión, el sudor frio en su frente la sigue delatando.

— Coral deja eso, te estás haciendo daño, mírate como estás, vas a terminar matándote si sigues asi, yo no quiero que eso pase, porque estoy enamorado de ti y te quiero ayudar, puedo estar contigo, te juro que te ayudaré, me quedaré contigo siempre, hasta que estés bien — intento convencerla, mientras ella me evade la mirada manteniéndose inquieta en su lugar.

— ¿Eres idiota o te haces? Dame la maldita droga y déjame en paz, no necesito que me salves, no eres un puto superhéroe, no seas tan ridículo, maldita sea — escupe cada cosa mientras me mira rabiosa y tira de su cabello, se detiene y comienza a dar vueltas en frente de mi, que me encuentro paralizado en mi mismo sitio. — ¡Dame lo que te pido maldita sea! No te hagas de rogar — me grita golpeando mi pecho con sus puños. — Dámela, dame — lucha con meter sus manos en mis bolsillos y buscar lo que quiere, pero la sujeto fuerte de las muñecas, evitando que siga golpeándome y que me atraque.

— Coral no estás bien, necesitas ayuda — intento que me vea, que se controle, que deje de luchar porque parece capaz de partirse su propio brazo para obtener lo que quiere.

— ¡Que te importa maldición! No te metas en mi vida, no eres nadie para meterte en mis cosas grandísimo idiota, te odio, te odio, dame lo que quiero — termino soltándola asustado de partirle el brazo porque me ha tocado sostenerla tan fuerte que mis dedos se encuentran marcados en su piel, y sinceramente ya no me importa que me golpee, como lo hace apenas la dejo libre, me golpea rabiosa, me aruña y saca todo de mis bolsillos buscando algo que no traigo encima.

— Coral detente, déjame — le pido abatido importándome poco que me haga sangrar, porque eso no se siente en comparación con lo mucho que se encuentra doliendo mi pecho.

— ¿Dónde está Dam? dime por favor, ¿Qué quieres? Hago lo que quieras, ¿quieres que te la chupe? ¿quieres hacerme el amor? Yo... yo te doy lo que sea — mierda. Cierro mis ojos con intensidad sintiendo como se humedecen mis parpados.

— No — jadeo sintiendo una punzada terrible en mi pecho, esto duele como la mierda, me duele demasiado verla asi, escucharla decir cada cosa. — ¿eso piensas, que te hacia el amor como recompensa por darte drogas? No Coral, lo hacía porque te quiero, porque estoy enamorado de ti y lo quiero todo contigo — se lo dejo bien claro mientras la obligo a verme, sujetándola de los brazos para mantenerla firme, y apenas la suelto se desploma delante de mí, gritando, abrazándose de sus rodillas, y haciéndose daño.

— Yo no quería esto, te lo juro, yo no quería esto — ahora solloza, meciéndose afligida, con su cara escondida entre sus piernas y sus uñas contra su piel. — yo... no me quiero sentir asi, estoy muy sola, estoy muy triste, yo... me... me quiero morir, y si... y si no consumo termino haciendo alguna cosa mala, lastimándome, intentando acabar con mi vida — llora con dolor, y lagrimas rebeldes tambien corren por mis mejillas, lagrimas de dolor, por verla asi, por saberla asi. Termino arrodillándome en frente de ella, aferrándola a mi, abrazándola lleno de miedo de imaginar que se haga daño, que termine acabando con su vida, porque tengo pruebas de que no miente, ese espejo que rompió con su propio puño hace testimonio.

— Te quiero ayudar mi niña, no estás sola, yo... yo quiero estar contigo, te quiero ayudar, quiero que te sientas bien — la aferro muy fuerte y ella me corresponde, necesitada, ansiosa, desesperada.

— Me estoy muriendo Damián, ayúdame, no me dejes sola, me duele, siento... siento como si la oscuridad me llevara, siento mucho frio, siento mucho dolor, ayúdame, en serio ayúdame — me suplica envolviendo sus brazos a mi alrededor, y dentro de todo el dolor y la tristeza me siento emocionado de que me esté pidiendo eso a mí, de que me vea realmente como alguien que la puede ayudar, porque eso es lo que yo mas deseo, ayudarla a que esté bien, ayudarla a sanar.

— Lo voy a hacer pequeña, lo haré, vámonos de aquí, yo... te ayudaré a que te sientas mejor, te prepararé un baño y te daré algo para que te sientas mejor — cuando la siento mas relajada intento convencerla de que venga conmigo, estoy seguro de que, con un buen baño, unas cuantas horas de sueño y un caldo de pollo se sentirá mejor.

— ¿Me darás algo? — se aleja rápidamente para verme con ilusión, y al entender a que se refiere niego rápidamente, cabizbajo. — ¿en serio no me piensas ayudar? — intenta manipularme ahora.

— Sí, por supuesto, pero no dándote drogas — me levanto tambien sin despegarle los ojos encima en ningún segundo.

— ¿Qué no entiendes? Que mierda, no entiendes nada, no quiero tu maldita lastima, no finjas que te importa mi vida porque sé que no es asi, a nadie le importo, a nadie le importaría si me mato o me muero de una sobredosis, es mas ¿sabes qué? Olvídalo, no me des nada, pero olvídate de mí, no te atrevas a buscarme nunca más, te odio maldito idiota — me grita irritada, pegándome una ultima bofetada antes de salir apurada del baño, y a pesar de todo lo que me ha dicho no dudo en seguirla apurado, desesperado, angustiado, descubriendo a la gran parte de la escuela afuera del baño, mierda son tan atrevidos, y sinceramente lo único que espero es que ningún profesor o personal de la administración haya escuchado lo que pasó, ella se metería en líos.

— Coral — le llamo desesperado, viéndola colarse entre la multitud, empujando a todos y gritando palabras malas a cualquiera que se interpone en su camino.

— ¿En serio Damián? Arrastrándose por esa mocosa drogadicta — Selena se interpone en mi camino para que no siga a quien ya se ha perdido de mi vista, y ahora toda la multitud se enfoca en mi, viéndome con pena, y unos otros con caras burlonas y murmuran, pero en serio que justo ahora me importa una mierda.

— No te metas en esto Selena y quítate de mi camino — le pido tocando el puente de mis cejas afligido.

— Dam, ¿Estás bien? — Henry aparece en mi campo de visión, con el resto de nuestros amigos, viéndome todos con las mismas caras de lastima, y a pesar de que sé que si han escuchado todo lo que pasó en el baño cualquiera sentiría lo mismo, me siento terrible.

— Ella, ella no está bien — me dirijo a mi amigo que posa su mano en mi hombro, como si me consolara.

— Tu tampoco — Sergio se me acerca tambien dando palmadas en mi espalda, y tiene razon, no estoy bien, no estoy nada bien, justo ahora dentro de mi ha surgido una marea profunda de sentimientos destructivos, y mucho dolor, tanto que me ahogan, el miedo mas que nada, porque si le pasa algo, si ella se hace daño yo seré el único responsable y me siento contra la espada y la pared, porque si no la ayudo le haré daño, pero si lo hago tambien lo haré, y no sé qué hacer.

— debo buscarla, no puedo dejarla sola como está, tengo que ayudarla — intento recomponerme, y mientras lo hago mi mirada se desvía a la misma dirección que mis amigos miran apenados y boquiabiertos, y al hacerlo siento como si un balde de agua caliente cayera sobre mi. Ahí viene ella, de la mano de Francis, uno mis compañeros de clases, de esos que nunca he soportado porque no es recomendable juntar a las abejas reinas en un mismo panal. Es el capital de equipo de básquetbol y nunca nos hemos llevado bien, tampoco habíamos tenido problemas hasta hoy, ahora que seguramente ha escuchado el escandalo como todos, y viene con Coral de la mano luciendo relajada, contenta, de repente su rostro ha tomado color y ha vuelto a la normalidad, seguramente ese maldito idiota no ha tardado en darle lo que yo le negué y ahora se encuentran caminando hasta la salida, e imaginar que costo pretenda ella pagar por su ayuda me llena de ira.

— Maldito idiota, hijo de perra, ¿Qué hiciste? — lo enfrento rabioso interponiéndome en su camino.

— Oye machito, tranquilízate, solo le di lo que quería — quiero matarlo, y justo ahora me siento capaz de eso.

— Quítate del medio idiota, tu tomaste tu decisión y yo tomé la mía, y déjame decirte imbécil, este besa mejor que tu — ¿Qué mierda? Me quedo boquiabierto por lo que me dice, por como actúa, por lo hiriente que es, y no soy capaz de seguir humillándome, por lo que aun con un terrible dolor de pecho la dejo ir con él, sintiendo que todo se me rompe por dentro, sintiéndome como el mas idiota de todos, como el hazme reír del colegio, porque ahora todos lo hacen, y sinceramente no me importa, porque no puedo parar de pensar a donde carajos él pretende llevársela, que carajos pretende hacer el con ella por ahí, que precio pretende pagar ella por la maldita droga...

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