Como habría sido

Narra Damián

Semanas despues...

Clarie siempre deja el plato a medias, lo cual a su madre la mortifica mucho y en un principio tambien a mi aun cuando eso no quería decir que tuviera problemas con la comida. Una de las veces en las que la vi haciéndolo trate de persuadirla para que lo comiera todo, pero su respuesta me dejó con un nudo en la garganta, uno de conmoción que me hizo amarla mas de lo que en ese momento ya lo hacía: dijo que una vez vio un niño escarbando en la basura en busca de comida y era la razon por la que las mayores solían cocinar siempre de más y ella siempre ponía su granito de arena aun cuando las mayores la reprochaban. La forma tan adorable y triste en la que lo dijo me dejó conmovido, mi pequeña niña es un sol, y tengo que admitir que su madre y su tía han hecho una excelente labor con su crianza.

— Cómelo todo mi niña ¿sí? — le pido cada vez mas cerca de que deje el plato limpio, ya no queda mas que el bocado que le extiendo. Una vez más niega a mi petición, pero sigo tratando de convencerla. — hagamos un trato, si lo comes todo mañana buscaremos a los niños sin hogar, lo llevaremos a comer y despues por helado ¿Aceptas? — no lo duda antes de abrir grandemente su boquita e ingerir el ultimo bocado del pure de papas con pechuga de pollo y vegetales, según ella misma me contó es uno de sus platos favoritos. — muy bien hecho mi pequeña princesa, de ahora en adelante siempre vas a comer todo tu plato y dejarás que los mayores nos encarguemos de ayudar a los niños de la calle ¿sí? — me mira dudosa.

— ¿Lo prometes? — asiento sin dudar. — entonces es un trato, y ahora vamos a jugar a las muñecas — me extiende la mano para sellar el pacto, y pronto me suelta para correr al armario donde se encuentran sus juguetes, pero termina deteniéndose cuando su madre aparece en la puerta ladeando la cabeza mientras la ve.

— Clarie, ¿verdad que tienes tareas pendientes? Sabes que no es momento de jugar con las muñecas, además te aseguro que tu papá no quiere prestarse para eso — la pequeña baja la cabeza como perrito regañado viéndole bajo sus largas pestañas, luce adorable con ese gesto tan usual en ella, ese con el que me ha convencido de cada cosa en estos días como por ejemplo jugar con sus muñecas.

— Papi, ¿es verdad que no quieres jugar muñecas conmigo? — me pregunta con su adorable tono triste que me hace negar rápidamente antes de acercarme.

— Me encanta jugar muñecas contigo mi pequeña, me divierto mucho, me hace muy feliz — me agacho a su altura ignorando a su madre quien se echa a reír de mi mientras nuestra pequeña hija me abraza satisfecha sin dejar de sonreír.

— Ya ves mami, no digas que a papi no le gusta jugar a las muñecas conmigo — ronronea la pequeña a su mamá mientras se mantiene aferrada a mi, son su delicado rostro junto a mi barba creciente, he cuidado poco de mi imagen últimamente, desde que tengo otras prioridades, como la pequeña de la que no me he alejado ni un dia en estas casi dos semanas, las dos semanas más hermosas y encantadoras de mi vida, una que de repente ha tomado un giro tan sorprendente que todavía me cuesta asimilar; como el hecho de escuchar a la hermosa niña llamarme papá, como ver a Coral, quien me destruyó el corazón años atrás siendo una persona completamente diferente, como asimilar que tengo una hija junto a la primera mujer de la que me enamoré, esa a la que no esperaba ver nunca más, y aquí estamos los dos, y cuan fácil me he adaptado a ello a pesar de lo inesperado que ha sido.

— Si pequeña, pero tu mamá tiene razon, tienes tareas pendientes — le recuerdo, levantándome con ella al costado, escuchándola sonreír con diversión, me ha confesado en secreto que se siente muy segura cuando la levanto, mucho mas que con su mamá quien suele tambalearse.

— Entonces haré la tarea y despues vamos a jugar con las muñecas los tres ¿está bien asi mami? — mira a su mamá quien asiente aun de brazos cruzados y pronto camina hasta la sala esperando que la siga, en la mesita de centro del sofá está la mochila de la niña a la que se acerca apenas la bajo.

— Eres algo asi como un Pick me daddy, pero admito que es adorable — me dice Coral sentándose al lado de la niña mientras yo la veo confundido sin entender a lo que se refiere.

— ¿A que te refieres? — le pregunto sentándome en frente de las dos, Clarie se encuentra muy entretenida sacando los cuadernos.

— Haces todo para agradar a la niña, hasta jugar a las muñecas, es muy lindo de tu parte, lo admito — me mira con un gesto muy dulce en su rostro, ese que lleva casi siempre cuando nos ve, tambien hay culpa en su mirada y aun asi no evita que me sienta molesto casi todo el tiempo con ella, de solo imaginar lo que hubiera sido si ella me hubiera dicho de su embarazo, si se hubiera quedado conmigo y me hubiera dejado ayudarla, las cosas habrían sido tan diferentes, Clarie hubiera crecido con su papá, sin carencias, y aunque soy consciente de la buena crianza que le han dado las dos que han estado siempre con ella, estoy seguro de que conmigo las cosas hubieran sido mucho mejor.

Mi ceño se endurece sin querer arruinar el momento relajado en que estamos los tres, y verle la cara a la causante de que mi hija creciera sin mi y se creyera huérfana de padre todos estos años me llena de ira e impotencia, por lo que levantarme y salir a la calle es lo único que deseo para relajarme, tomar aire fresco y controlarme, no deseo que mi hija presencie otro enfrentamiento entre los dos, razon por la que casi nunca en estas semanas hemos compartido juntos los tres.

me alejo de la casa unos momentos, la noche tan fría como todas me golpea y no se siente mal, no ahora.

— Dam — no pasan ni cinco minutos antes de que Coral aparezca detrás de mí, y su simple voz logra enfurecerme más, cuanto hubiera deseado estar con ella en el proceso, aun no siendo más que amigos.

— Vuelve con la niña Coral — le pido, lo ultimo que quiero ahora es escucharla, pero ella me ignora, me doy cuenta cuando se acerca más y más, hasta detenerse a mi lado sin decir nada, y lo agradezco, no deseo escucharla, nada de lo que diga me haría sentir mejor. Asi permanecemos por largos minutos, o tal vez horas, solo el viento y mi respiración es lo que logro percibir.

— Muchas veces imaginé como habría sido contigo sabes — rompe el silencio al hablar, y solo logra empeorar mi estado, pues eso es lo que he hecho yo cada dia desde que me enteré. — habría sido muy bonito, pero a veces pienso que de haber sido asi yo no seria quien soy ahora, y tu tampoco — volteo a verle indignado, molesto.

— Coral... — intento hablar, pero me detiene continuando.

— Sabes, aquella noche, aquella ultima noche sí te elegí a ti, fue cuando desperté en un hospital dos días despues y la doctora me dijo que estaba embarazada, y a pesar de que no reaccioné bien, ese mismo dia despues de ir a verte por última vez, intenté abortar y fue cuando mis padres llegaron, nunca he agradecido nada tanto como ese momento, llegaron a tiempo — me cuenta provocándome mucha impotencia, y dentro de todo tambien culpa a pesar del enojo. — No fui consiente de nada Dam, te juro que mientras más crecía nu... nuestra pequeña dentro de mí, mas te pensaba y mas deseaba que estuvieras ahí, pero estaba enferma, solo era consciente de a ratos —

— Está bien Coral, comprendo que en ese momento no lo hayas hecho, pero pasaron meses, años despues de que nació la niña y años en los que te preguntó por su papá y no hiciste nada, nos negaste a los dos estar juntos, como se debía — la enfrento reclamándole a la cara a pesar de que se mantiene cabizbaja y no me ve.

— Sentía miedo — una vez mas intento hablar y no me lo permite. — al principio tenía mucho miedo, nació frágil, desnutrida, enferma por mi culpa, porque le hice daño cuando estuvo dentro de mí, sentía... sentía que todos me juzgaban y me culpaban por ello, cada que la llevaba al doctor me juzgaba con la mirada al igual que cualquiera que supiera de mi pasado, y solo pensaba que tu serias el principal, mas de una vez me gritaste por ser una egoísta, más de una vez me pediste que dejara de hacerme daño y no te hice caso, sentía que me juzgarías, que me gritarías por hacerle daño a tu niña, y otras veces, casi siempre sentía que la rechazarías, no querías saber nada de mí, no esperaba que apareciendo de la nada con una niña ibas a aceptarme.

— Nunca te hubiera rechazado, nunca te hubiera juzgado Coral, estaba herido, Sí pero no iba a dejarte sola sabiéndote con una hija de los dos, por más daño que le hayas hecho lo cual estoy seguro no fue conscientemente — tomo ambos lados de su rostro haciendo que me vea a los ojos, y lo hace, con sus mares azules a punto de desbordarse, y a pesar de mi molestia la cual ha comenzado a disminuir, lo último que deseo es hacerla llorar.

— Ni yo misma me he perdonado Damián, no esperaba que lo hicieras tu. Pero te pido que lo hagas ahora, o al menos lo intentes, porque me mata la culpa ahora que veo el maravilloso padre que te has convertido en tan poco tiempo de conocerla, y tengo miedo que mi pequeña tambien me culpe — solloza dejando las lagrimas correr por sus mejillas, trato de comprenderla, y lo hago por momentos, como ahora que a pesar de mi dolor y enojo, me duele imaginándola culparse por la condición de la niña aun cuando ella misma no tenia la culpa de no poder salir de ese hueco tan negro y profundo en el que se encontraba por culpa de las drogas.

Envuelvo mis brazos a su alrededor atrayéndola a mi pecho, pegándola fuerte a mi como si con eso pudiera aliviar el dolor, y pasa, asi lo siento, no quiero que vivamos con culpas ni rencores, no quiero que nuestra hija viva bajo un ambiente incomodo entre sus padres, no quiero que la juzgue ni quiero hacerlo yo cada vez que la vea, porque sería terrible pasar toda mi vida odiando a la mujer que me ha dado lo mas valioso que ahora tengo, una hija, una hija que hace dos semanas no tenia idea de que existía y de la que ahora depende mi vida, de ella.

— No te martirices más, eso no cambiará nada — le pido sin alejarla de mi pecho donde se aferra y solloza con mas ganas, sé que lo necesita, y que tiene razones, pero ahora eso no servirá de nada. — solo ve planeando tu vuelta a los ángeles, porque yo no me puedo quedar aquí para siempre y no pretendo estar lejos de mi hija ni por un dia mas — le digo sin rodeos a pesar de que sé que no es algo fácil de asimilar para ella, lo dejó todo atrás y sé que volver despues de cuatro años no será nada fácil para ella, quien se aleja de mi pecho con espanto preparándose para buscar excusas, pero antes de que pueda hablar, los toques en la ventana de cristal nos hacen desviar la mirada hasta la pequeña que nos mira a los dos con una adorable sonrisa plantada en su rostro, una que logra disipar cualquier enojo o disgusto, una que logra que los dos caminemos hasta la casa en busca de la prueba viviente de la historia entre los dos, esa que a pesar de no ser tan agradable de recordar por los altibajos ha sido la que ha hecho posible la existencia de la hermosa princesa por la que ahora los dos estamos suspirando.

....

Es el ser humano mas hermoso que habia visto en mi vida, dejar de admirarla no es algo que desee hacer nunca, pero ya debo hacerlo pues llevo toda la mañana deleitado con la hermosa creación entre Coral y yo.

Mi pequeña no me suelta, la mitad de su cuerpo se encuentra sobre mi, de esta forma hemos dormido cada dia en estas semanas, y me he acostumbrado con facilidad, es fascinante, como se aferra, como respira, como se mueve, porque sí, lo hace muchísimo, de repente está en un borde de la cama y pronto la descubro contra mí, y asi se pasa toda la madrugada, haciéndome sonreír idiotizado cada que soy consciente de ello. Coral y Emilia por otra parte, admitieron sentirse celosas de que la pequeña prefiriera dormir conmigo que, con alguna de las dos, con lo que hemos reído por horas con sus dramas, esos que suelen hacer para despues admitir y admirar la perfecta conexión que hemos desarrollado en tan poco tiempo, esa que deja en claro que las sangre nos une, porque a pesar de que recién nos conocemos, nos reconocemos y nos amamos como lo hubiéramos hecho desde siempre.

— Bebé, mi princesa despierta — acaricio su melena oscura y suave mientras la llamo con dulzura, a lo que se remueve, pero no responde — es hora de despertar princesa, debes ir a despedirte de tus amiguitos al colegio — le recuerdo y se mueve en un salto, anoche casi que no duerme por la emocion de irse conmigo, aun cuando admitió que se siente triste por dejar a sus amigos, pero eso no ha sido impedimento para que su emocion crezca mas y más.

— Papi, buenos días — sonríe con todos sus dientes abrazándome fuerte antes de dejar un beso en mi mejilla.

— Buenos días mi sol, ¿Cómo dormiste?

— Muy muy bien y estoy muy contenta, ya quiero que sea mañana para conocer a mi abuelito — le he hablado bastante de papá y es que ella ha preguntado mucho, a este paso después de todo lo que le he contado ya muere de ilusión de conocer al hombre que se encuentra tan furioso conmigo por haberme comunicado poquísimas veces, además de que cuando lo hice apenas le conté lo que estaba pasando, sin entrar en detalles, pues eso espero dárselos en persona.

— él está igual de emocionado que tú por conocerte — o eso trato de creer, por los pocos mensajes que he visto en mi celular estas semanas, él se encuentra más que furioso y ni hablar de mi esposa a quien no me he atrevido a contarle nada de lo que está pasando en realidad. — por ahora debes ir a lavarte los dientes, en lo que despierto a tu mami para que vaya a despedirse de sus amigos tambien, ¿Sí? — asiente perdiéndose en el baño, dándome chance de levantarme y caminar fuera de la habitación, donde una vez más descubro a Coral dormida en el sofá.

— Coral, despierta — le llamo sentándome en el sillón de en frente. Ella no hace más que ronronear por mi llamado acurrucándose mas y más en el cómodo sofá, prefiere dormir ahí que en la cama de la pequeña que se encuentra en la misma habitación en la que me he quedado estos días, a pesar de que todavía mis pertenencias se encuentran en el hotel, pero no ella ni nuestra hija, ni Emilia me han dejado ir, y tampoco es que yo he querido hacerlo a pesar de que me siento muy culpable por incomodarla. — Coral, es tarde, recuerda que tienes que mucho que hacer — le recuerdo, ha sido apresurada la decisión de irnos mañana mismo despues de darle solo tres días para pensarlo y poner las cosas en orden, no he podido darle más, mi vida me espera, esa que a pesar de lo maravillosa que es para mi ahora me causará terribles problemas en mi matrimonio, solo espero que Selena tenga la capacidad de aceptarlo, despues de todo es algo que pasó mucho antes de estar con ella en serio.

— Dios mío, estoy agotada — ronronea sin siquiera abrir los ojos, ni moverse de su lugar, mientras su hermosa cabellera castaña le cubre casi toda la cara, y las sabanas todo su cuerpo.

— Imagino, pero ya las cosas van a cambiar, no estás sola con la pequeña, que por cierto, está en el baño esperando que la ayudes — le informo y solo eso logra que despierte y se levante al fin, logrando que de pronto me sienta nervioso al dejar a mi vista su precioso cuerpecito, cubierto por esos pequeños shorts de seda y blusa en conjunto, esta mujer está preciosa, aunque estoy seguro que esa descripción le queda corta, solo espero no sea un problema en mi matrimonio, porque en serio no quiero hacer de este mas complicado.

Cuando se pierde de mi vista logro respirar al fin, y despues de asimilar como me pone los nervios, tomo mi celular y lo enciendo, angustiado, y pensando la justificación que le daré a mi esposa por ello. No pasan ni dos minutos despues de encenderlo cuando una llamada de papá aparece en la pantalla, una que me toca responder al fin, no puedo seguir huyendo al momento de explicarle las cosas, y aunque no es el mejor lugar ni momento para hacerlo, lo hago.

— Hasta que te dignas — está enojado, su tono de voz es la prueba vida de ello.

— Papá, buenos días — le saludo con calma, levantándome del sofá para caminar fuera de la casa.

— ¿Buenos días? ¿crees que son buenos días? Desapareces por dos semanas después de avisarme de la nada que tienes una hija y crees que son buenos días, ahora mismo vas a explicarme que carajos está pasando y como coños de la nada tienes una hija con una mujer que claramente no es tu esposa, porque esa está aquí botando humo por los poros cada que te menciona, dime de quien carajos es la niña y como eres tan idiota para creerte una cosa asi — mi papá es un hombre pacifico, pero cuando está enojado es todo lo contrario y por como se encuentra gritándome a las 7 de la mañana es una gran prueba de que está al borde, y lo entiendo.

— ¿Recuerdas a Coral?

— ¿Coral Thompson? ¿la drogadicta que te dejó el corazón roto y se fue con otro tipo? — la menciona cargado de rencor, asi ha sido desde que una vez escuchó a mis amigos mencionarla, y desde entonces cada que me encontraba triste o molesto solía pensar que se trataba de ella, por lo que reproché por mucho tiempo a mis amigos, tampoco quería que todos me vieran como el sufrido en desamor.

— No se fue con otro tipo, se fue embarazada de mí y recién la he encontrado aquí en Londres, con una niña de cuatro años que es mía y con quien mañana vuelvo a Los ángeles — le informo tocando el puente entre mis cejas, espero no lo haga más complicado.

— ¿¡QUE!? ¿y le crees ese cuento a una drogadicta? ¿pretendes arruinar tu matrimonio por una mentirosa? Carajo Damián pensaba que eras mas inteligente, esa gente dice cualquier cosa por quien sabe Dios que querrá de ti, dinero tal vez, porque sus padres ya no se hacen cargo de ella. — no me gusta que hable de ella de esa forma, si tan solo la conociera, si tan solo viera a la pequeña.

— Papá, es real, es tu nieta — le digo muy en serio, lo cual deja de ser asi cuando la puerta se abre y mi pequeña aparece detrás de ella llamándome para que entre.

— Papi, ven adentro a alistarte, recuerda que prometiste llevarme al colegio — tira de mi mano y rápidamente la sigo. — ¿Con quién estás hablando? ¿con mi abuelito? — asiento sentándome en el sofá con ella en mis piernas.

— Sí mi vida, ¿lo quieres saludar? — asiente sin dudar.

— Papá, la niña quiere saludarte — le informo para que haga silencio pues en todo este rato ha continuado diciendo cuanta cosa sale de su boca.

— No te atrevas Damián — me grita muy tarde, pues la niña ya tiene el celular en su oreja.

— Hola abuelito,¿Cómo estás? ¿Estás feliz de que me vas a conocer mañana? — trato de imaginarla cara de mi padre, seguro que está tan conmocionado como yo aun cuandointente negarlo, o tal vez despues de esto no lo haga mas. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top