Algo parecido a esperanza


Narra Coral

— Bueno Coral por el momento no reconocemos a que se debe tu confusión, pero ahora enviaré a unas enfermeras para que te lleven a la sala de radiografías y asi vemos si tienes algún daño interno — la doctora se despide y yo sigo paralizada, tratando de entender cómo llegó a pasarme esto, nunca tuve clases de orientación sexual, y las veces que me obligaron a ser parte de alguna no estuve presente, por lo que me encuentro demasiado confundida.

Asiento a la mujer, haciéndole creer que todo está bien, pero apenas se marcha ejecuto mi plan, lo que haré ahora, porque obviamente no pretendo quedarme aquí, no pretendo darle mis datos, eso ni muerta. Intento actuar con rapidez pero continuo conmocionada, y por los rápidos movimientos y los medicamentos me mareo, pero logro quitarme primero los parches del pecho, pronto el oxígeno y me saco el catéter sin rechistar quedando en libertad.

Rápidamente alcanzo mis cosas que permanecían en el sofá pequeño junto a la puerta, me visto mi jean y cuando veo la camiseta de Damián siento mi corazón acelerarse, tengo un hijo suyo adentro, y aunque no entiendo como específicamente sucedió, sé que fue debido a nuestros momentos de pasión. Lamentablemente no estoy preparada para esto, y pretendo deshacerme de esto hoy mismo.

Me pongo la camiseta, mis botas y tomando mi bolso salgo de ahí, escondida, sigilosa, cuidando de que nadie me note, de que nadie me vea, y por lo tanto fingiendo que el efecto de los medicamentos que me mantenían sedada han disminuido y todo lo que intenta acabar conmigo cuando no tengo ninguna droga presente en mi sistema vuelve, haciéndome sentir terriblemente mal, haciéndome sentir miserable.

No tengo ni un centavo encima, además de que mi coche la ultima vez que lo vi fue en el colegio, donde lo dejé para irme con Damián, por lo que una vez mas me toca caminar, sin fuerzas por que me pesan las piernas, sin ganas de seguir, y mucho menos con alguien adentro, ¿a quien carajos se le ocurre ponerle un hijo en la panza a una drogadicta? Una que nisiquiera es capaz de cuidarse a si misma, una que la mayor parte del tiempo solo piensa en matarse, y al fin encontrar la anhelada nada que tanto ha deseado toda su vida.

Comienzo a llorar como idiota de repente, me siento como un verdadero desperdicio humano, porque no quiero vivir, porque hay tantas personas deseando la vida y yo aquí deseando no tenerla, ahora por muchas mas razones.

Sollozo abrazándome de mi misma, es de noche, y hace muchísimo frio, es tan fuerte que siento mis huesos congelarse, mi interior, mi alma, tambien tengo hambre, mucha hambre, y han comenzado los temblores, esta vez mas fuertes, porque trae consigo mucho mas miedo, mucho mas ansiedad mucha mas carga mental.

En mi camino se atraviesa el cementerio, ese mismo donde me drogaba con mis falsos amigos, ese mismo donde la policía me encontró con Damián y él como todo un héroe se culpó de todo para dejarme ilesa. Si tan solo fuera una chica normal, si tan solo no estuviera tan jodida las cosas serian muy diferentes.

Sollozo adentrándome al lugar, pasando entre las lapidas de gente que tiene todo lo que yo he deseado casi toda mi vida, excepto en los momentos que he estado con él, y mierda que daría lo que fuera para encontrarlo ahora, para pedirle que me ayude, para contarle que estoy embarazada y que no tengo ni una puta idea que hacer. Sollozo, alcanzando a ver entre las lapidas una hilera de humo que logra que mis pupilas se dilaten y mi boca se haga agua, eso es todo lo que necesito ahora para poder estar bien, o bueno, para mantenerme viva por mas horas.

Limpio mis mejillas caminando hasta allí apurada, ansiando un poco de silencio en mi cabeza, deseando volar lejos de mi realidad, mi cruel y estúpida realidad. Mientras mas me acerco las voces se hacen más ruidosas, y logro reconocer rápidamente de quienes se trata.

— pero miren a quien tenemos aquí, a la hija prodiga — Sander es el primero en verme y con su voz de drogado me hace señas para que me acerque y lo hago.

— Coral, dichosos los ojos que te ven — Tania me sonríe con evidente falsedad mientras me ve desde su muy mala postura.

— Has vuelto a casa cariño, era hora — me dice Bastián tomando mi mano para acercarme a él hasta dejarme sentada en una de sus piernas, él se mantiene sentado sobre una lápida. — ¿estás bien cariño? Te ves muy mal — acaricia mi cabello con dulzura, y como si mi cuerpo, corazón y cerebro no reconocieran que es una de las personas mas falsas del universo me hecho a llorar sobre él y apoyo mi cabeza en su hombro para que continue acariciándome. — Cuéntame, puedes hablar conmigo, recuerda que soy tu amigo pequeña — sollozo con mas ganas sintiendo mi pecho subir y bajar acelerado, el aire no puede llegar a mis pulmones y duele.

— Yo... yo solo quiero... algo que me ayude — le suplico sollozante, ahogándome en mi interior, como si estuviera encerrada adentro de mi misma, como si en realidad mi cuerpo fuera mi prisión y es imposible liberarme.

— Está bien, está bien, respira cariño — me dice el moreno limpiando mis lagrimas con sus dedos rústicos.

— no vayas a morirte aquí, digo es el lugar ideal, pero que horror ¿no? — Dania se echa a reír y los demás le acompañan, pero yo no soy consciente de eso, no soy consciente de nada mas que de ver al moreno sacar de su bolsillo lo que parece ser un ungüento, le quita la tapa al envase y con una navaja toma un poco del liquido espeso y trasparente acercándolo a mí. — es fentanilo, vas a amarlo, va a darte justo lo que necesitas — me dice y rápidamente dejo que meta la navaja en mi boca y con mi lengua la limpio completa, sabe a metal y a la extraña sustancia que tarda el mismo tiempo que tardo yo en disolver el sabor en mi lengua para hacer efecto, y entonces caigo como si alguien me sostuviera y me acostara con delicadeza sobre el cálido pedestal de cemento.

— Gracias, estoy muy feliz — le digo al moreno cuando todo lo que me torturaba desaparece de mi cabeza, cuando vuelto a sentirme tranquila cuando vuelve la paz

Sonrío idiotizada, sintiéndome flotar en una nube de algodón, sin miedos, sin preocupaciones, siendo solo yo, yo en una versión que apenas drogada reconozco, en una que soy mas que consciente de que nunca me encontraré en sobriedad, en la realidad, porque mi vida es una puta mierda y lo mejor que me pude pasar es la muerte.

A la mañana vuelvo a la realidad, cuando el sol me golpea en la cara, y mi cabeza se explota por los gritos fuertes que retumban en todo el lugar, mierda. Con muchísimo esfuerzo apoyo mis brazos de la superficie fría y dura para levantar la mitad de mi cuerpo. Antonia levec, es el nombre de la persona que yace muerta debajo de mí, de ella solo queda el polvo, tiene marcado que murió mucho antes de que yo naciera, hace 24 años, y que envidia le tengo.

Cubro mi cara con mis manos tratando de recapitular los sucesos de ayer, y lo único que viene a mi cabeza es la voz de esa mujer diciéndome que estoy esperando a un bebé, sigo creyendo que es mentira, que es una puta broma, pagaría porque asi fuera.

Los gritos continúan y se hace mas fuertes, me inclino un poco para ver de que se trata, me toca forzarme un montón para lograr moverme, y tambien para ver, cuando lo logro descubro a una gran multitud a unos metros lejos de mí, un ataúd en medio de todos, es un entierro.

Me levanto como puedo para marcharme, esos malditos me la hicieron una vez más, me dejaron aquí tirada, entre un montón de porros y evidencia clara de que han estado drogándose fuertemente aquí. Gruño irritada por haberme quedado con ellos, he sido muy masoquista. Y cuando tomo mi bolso me doy cuenta de que eso no es lo peor, todo se encuentra tirado, mis cuadernos y libros y evidentemente se llevaron todo lo de valor, que básicamente era mi celular, mis pulseras de oro blanco y mis collares, ¡maldición! Esa maldita droga me salió mas cara que nunca.

Molesta por ser tan idiota me levanto de allí y me escabullo entre la multitud para salir de ahí sin que descubran que no soy parte de ellos.

¿Qué hora es? Camino hasta el primer local que se encuentra a las afueras del cementerio, descubro que no es muy tarde, eso lo deduzco por el sol, y cuando entro al local me doy cuenta de que tenia razon, apenas son las 08:32. Recuerdo mi coche, y agradezco que al menos me hayan dejado las llaves de él, posiblemente hayan descubierto que no estaba cerca y supieron que era caso perdido llevárselo.

Camino hasta el colegio por él, no queda tan lejos, y despues de todo llegar a pie ahí es más recomendable que llegar a mi casa, de hecho solo pensar en ir allí me nubla la cabeza, estoy clara que si mis padres tan me ven llegar asi harán un escándalo, y no hablar si se enteran que estoy embarazada.

Llego agitada, sudada, cansada y hecha mierda al colegio, me duele todo el cuerpo, la espalda, sobre todo, como si alguien deseara salirse por ahí detrás, y comienzo a creer que tal vez sea el feto dentro de mi tratando de decirme algo, que no lo mate por ejemplo, pero ni aunque me lo diga en sueños cambiaria de opinión.

Damián, grito en mi interior deseando verlo, siento que han pasado años desde la ultima vez que lo vi, y recordar lo mal que estaba por mi culpa me parte el corazón. Camino sin consentimiento por el colegio, pasando los pasillos, el patio y llegando al gran campo de futbol que se encuentra vacío, todavía nadie ha tenido receso, y agradezco eso por un buen rato, solo quiero respirara aire fresco del campo e imaginar que Damián se encuentra ahí, jugando como el gran experto que es, y dedicándome su triunfo.

Pero no, no puedo alucinar cosas cuando no me encuentro drogada, eso es imposible. Ahora pienso, mi cabeza es una laguna y solo puedo idear opciones de como deshacerme de este problema. Obviamente no puedo ir a una farmacia y simplemente pedir algún medicamento para abortar, tampoco ir al hospital y pedirles que me saquen esto, y necesito una solución rápida, porque esto crece, crece tan rápido como el chasquear de los dedos.

Mis pensamientos se acaban cuando el patio comienza a llenarse de gente, el campo de futbol no es la excepción, y entre esa multitud viene Damián, uno sonriente rodeado de tres chicas que lo acarician y el contento las mima a cada una, se ve feliz, tranquilo, disfrutando de la vida que siempre ha tenido, una vida perfecta que envidio, una que no podría arruinarse por nada, ni por nadie. Sé que se la merece, es un buen muchacho, aunque tal vez no tanto, no tanto porque comienzo a sentir que él nunca fue sincero, ¿Cómo pudo estar verdaderamente preocupado por mi y ahora andar con esas tres colgadas?

Comienzo a sentirme como una idiota, una bien grande por creerle todo a él, ¿Por qué se fijaría en mi cuando tiene a todas esas detrás suyo? ¿Por qué querría estar conmigo cuando literalmente soy la chica más insignificante en este colegio? Nunca nada encajó y ahora lo entiendo, ahora todo encaja he sido su diversión.

Me descubro llorando y me maldigo internamente, nunca he sido una chica llorona, de esas que todo les afecta y todos sus problemas tienen como llanto la solución, nunca lo fui, hasta ahora, y se siente como la mierda la vulnerabilidad que eso produce. Limpio mis mejillas rápidamente, bajando de ahí y llamando sin querer su atención, su cara no expresa mas que indiferencia al verme, como si no fuera nadie para él, como si fueron falsas las lagrimas que lo vi derramando por mi cuando quería drogarme, y ahora sé que la realidad es que realmente nunca le importé.

Me alejo apurada de su presencia, limpiando sin siquiera dejar que corran bien las lagrimas de decepción que brotan de mis ojos, no le importo a nadie, nunca le he importado a nadie, nunca le importaré a nadie.

Llego a mi coche temblorosa, metiéndome dentro y gritando tan fuerte que a tres años luz podrían escucharme de no estar metida en esta cabina, tiro de mis cabellos, pataleo, lloro.

Estoy embarazada

Estoy sola

Estoy vacía

Conduzco por las calles transitadas y ruidosas deseando que alguna patana se atraviese y me lleve consigo, pero no pasa, llego a salvo a mi casa, con dolor de cabeza, con nauseas, con mareos, muriendo de hambre y con una creciente abstinencia que viene arrasando con todo. Golpeo mi cabeza contra el volante cuando llego a casa, lo ultimo que deseo es entrar ahí adentro y encerrarme en la habitación sin saber que hacer con mi vida, no tengo nada ahí arriba que pueda ayudarme con lo que necesito, excepto mi baño, porque necesito con urgencia sacarme esta peste a hospital, vomito, y cementerio, doy verdadera lástima.

Tiro de mi cabello, grito fuerte y rabiosa salgo de el coche, como si mi vida no hubiera estado lo suficientemente complicada como para ahora sumarle un embarazo, esta mierda me supera. Me meto en la casa apurada, tropezando con mas de una cosa en el camino, el equilibrio no está en mi, y el dolor por los golpes es lo de menos ahora, al igual que él hambre, en mi cabeza no hay espacio para eso.

Me encierro en mi habitación gritando una vez mas, como si con eso mis problemas se solucionarían, pero no pasa, nada pasa.

Corriendo llego a mi baño, vomitando lo que no he comido en el inodoro, y llorando sin restricción en la soledad.

¿Por qué mejor no te matas y ya? Es lo que me grita la voz en mi cabeza, eso quiero, eso debería hacer, pero soy una cobarde a veces, y hay algo dentro de mi que me restringe de hacerlo, algo que nunca he logrado comprender, porque sé que mi vida es una mierda, que nada podría mejorar ni en 20 años, pero sigo aquí, con algo parecido a esperanza muy al fondo, muy profundo.

Me meto bajo la regadera, despues de llegar ahí arrastrándome por el suelo, la enciendo, dejando que el agua caiga sobre mí que aun tengo la ropa puesta, y no me importa, nisiquiera soy coincidente de ello.

Me quedo bajo el agua hasta que no puedo soportar los temblores, la ansiedad y el frio, mis dedos comienza a ponerse morados, tanto como la piel de mis brazos marcados por las agujas. Me levanto de ahí como puedo, caminando como tortuga por el baño, hasta pasar en frente del espejo y siento arcadas por mi reflejo, y lloro, lloro porque no me reconozco, no sé quien soy, esa que está ahí en frente puede ser la cara de cualquiera, menos la mía, y yo no puedo ser consciente de eso porque no sé quien soy.

Entre lagrimas y llanto me quito la ropa empapada, hasta que quedo desnuda en frente del espejo, y dentro del asco por las marcas, la delgadez y la palidez logro reconocer la hinchazón en mi vientre.

Estoy embarazada.

Si lo estoy, y sigo sin poder asimilarlo con claridad, pero es una realidad, una que aunque no quiera aceptar está aquí, está en mi, un ser humano que está habitando el cuerpo de una simple niña de 16, el cuerpo de una viciosa triste y asquerosa, de una escoria humana que está mas del lado de los muertos que de los vivos. El cuerpo de alguien que no siente amor por nada, ni por nadie, de alguien que nisiquiera tiene personalidad, ni esencia, el cuerpo de alguien que nadie lloraría si se muere. Y que egoísta seria traer a alguien al mundo con la compañía de alguien que no se quiere ni a si misma, de alguien tan egoísta, tan insensible y miserable.

Me toco la panza hinchada cargada de lastima, lastima por mi, lastima por esto. Y termino cubriéndome asqueada, asustada por mi propio reflejo, saliendo del baño y vistiendo la primera cosa que encuentro, una pijama larga que cubre cada marca física de mi, pero la mayor la refleja mi rostro, esa no podría cubrirla ni aunque quisiera.

Drogas, necesito drogas. Es lo que me grita mi cuerpo por cada poro de mi piel, necesito drogas. Camino a mi computadora, y con manos temblorosas busco algún contacto de Francis, tengo la esperanza que él me ayude a solucionar mis problemas. Consigo su correo entre los datos del colegio, y con dedos temblorosos le redacto un texto.

Soy Coral, he perdido mi celular, me robaron, necesito tu ayuda, ven a mi casa, es urgente. PD: no olvides traerme medicina

Tengo fe de que si me ayude, sé que no significo nada en su vida, que solo soy otra drogadicta a la que ayuda, por molestar a Damián, pero algo dentro de mi me dice que si vendrá. Y aparece casi tres horas despues, cuando mis brazos se encuentran completamente rojos por las heridas que me he provocado con mis uñas.

— Coralita, que bonita casa — aparece en mi habitación sin aviso, le habia dicho a la empleada que lo dejara pasar, pero lo habia esperado por tanto rato que por la inconciencia me habia olvidado de él.

— Ayúdame, hazlo rápido por favor — le suplico sollozante, sin ser capaz de tan siquiera abrir mis ojos.

— Oye me tienes en bancarrota, creo que comenzaré a cobrarte — me dice mientras saca de su bolsillo unas pastillas.

— Pastillas no — apenas se me escucha, me duele el gestionar palabra.

— Pastillas sí, si te portas bien te doy algo más — me dice y con esperanza la recibo rápidamente. — ¿Cómo que te robaron? Cuéntame de eso — me pide mientras el malestar comienza a irse.

— Sí, pero oye, necesito una cosa mas — me abrazo a mi misma acostada en el piso frio.

— No voy a matar a nadie por ti — comenta burlón encendiendo un porro.

— Estoy embarazada — se detiene, y me doy cuenta por la habitación ha quedado en completo silencio, como o si me encontrara sola.

— Mierda niña, en que lio te metiste — es lo que me dice largo rato despues.

— Ne... necesito que me ayudes —

— ¿Cómo? Ni se te ocurra pedirme que asuma la paternidad, no voy a criar a un hijo que no disfruté haciendo —

— Debes conocer a alguien, alguna chica que haya abortado, necesito que me ayudes contactando a alguna, dile que le daré mucho dinero — le pido perdida en la tranquilidad.

— Demonios señorita — se ríe despues de verme con espanto, y sinceramente no me provoca nada que me piense una mala persona por esto, estoy muy consciente de que seria peor si decido darle vida a una persona que necesita atención, amor y comprensión, algo que yo nunca recibí, algo que yo no puedo dar. — Creo que conozco a alguien, déjame ver — lo veo buscar en su celular y pronto se levanta de mi lado, caminando hasta el balcón y hablando por su celular, no le presto atención a lo que dice, no puedo porque me encuentro drogada, pronto él deja de hablar y viene a mi con cara emocionada, eso lo reconozco por su sonrisa. — Listo, ya viene para acá, pero no se quiere meter en líos, será mejor que hagas que las empleadas se vayan, que dejen la casa sola — me dice y me muevo levantándome del suelo.

— Está bien — camino por la habitación, salgo y bajo las escaleras hasta la cocina, poniendo todo de mi para que las empleadas no noten lo terriblemente mal que me encuentro. — Mónica tienes el dia libre, puedes irte, dile a las demás empleadas, váyanse todas, el chofer, el jardinero, todos — me apoyo de la isla ignorando que me ve con cara de sorpresa y confusión.

— Señorita pero... — intenta rechistar.

— No me cuestiones mujer, si no quieres que las pequeñas vacaciones sean definitivas — le amenazo con verdadera seriedad, y guardándose lo que tenia para decir se marcha de mi vista, y me quedo en la misma posición hasta que las veo salir a todas, 4 en total, mis padres adoran derrochar el dinero, porque esas inútiles no hacen nada.

— Adoro lo mandona que eres, tu y yo seriamos un dúo perfecto sabes — me dice el chico detrás de mi apenas nos dejan solos, intenta acercarse demasiado, pero lo alejo.

— Que ridículo — murmuro bajito caminando hasta la sala, tumbándome en el sofá, donde me quedo aun cuando aparece la chica que me va a ayudar, logro distinguir que es una morena de algunos 27 años, tiene muchos tatuajes y parece ser muy alta.

— No te preocupes niña, yo voy a ayudarte con eso, voy a prepararte una infusión que sacará a ese pajarito de ahí dentro — me dice y no siento miedo, solo quiero que esto acabe, solo quiero que todo acabe. Se pierde en la cocina junto con Francis por lo que parecen horas, horas en las que yo permanezco inconsciente tumbada en el sofá contando en mi cabeza los patrones que tiene la cortina de la ventana frente a mí. — Niña, ya está, ven — vuelve la mujer, con una taza en su mano que desprende una hilera de humo y un olor desagradable, me ayuda a sentarme y ella misma con mucha dulzura sopla el contenido de la taza para que no se encuentre tan caliente, despues lo guía a mi boca, y doy el primer sorbo, tal como huele sabe, pero no me quejo, porque se que va a ayudarme a deshacerme de esto, porque sé que aunque no vaya a hacer mi vida mejor al menos no será peor, como seria si esta cosa no se muere.

Tomo otro sorbo, y otro, y otro, hasta que en la taza ya no queda nada.

— Ya es tiempo de que me vaya — me dice la mujer con nerviosismo levantándose de mi lado, y con la palmada que me da Francis en la espalda recuerdo que debo pagarle. Camino al despacho de mi papá, de repente mi estomago comienza a crujir muy fuerte y mi mano se dirige hasta allí por impulso, pero no detengo mi camino hasta esa caja fuerte que se encuentra bien escondida en el salón. Tomo dos papeletas de mil y vuelvo a la sala contraída dejándolos en las manos de la mujer que los toma ansiosa.

— Perfecto — dice satisfecha — espero que te vaya bien con eso — me dice antes de irse, al mismo tiempo que una fuerte contracción hace que mi espalda se doble y grite muy fuerte, mierda esto duele. Lloriqueo con mi brazo sobre mi vientre, el dolor es insoportable.

— Dame algo Francis, por favor — le pido suplicante a quien me mira desde el sofá.

— Ella dijo que dolería, debes aguantar — me dice muy campante, mientras yo siento que todo de mi se desprende adentro. — pero ven, dejé heroína en tu habitación — me pide que lo siga y me ayuda a hacerlo, con las fuerzas que no imaginé subo las escaleras, llorando, jadeando, retorciéndome, tumbándome en el medio de mi habitación apenas llegamos a esta. Grito muy fuerte, tanto que agradezco que no haya nadie en casa. — si que eres llorona — se río el muy malnacido preparando con paciencia la jeringa, mientras yo grito, y grito con el dolor mas desgarrador que habia sentido en mi vida, grito segura de que si no me ayuda pronto me voy a morir por tanto dolor.

Cuando él termina de prepararla y se acerca a mí clavando la jeringa en mi pierna, la puerta se abre de golpe, y reconozco que son mis padres cuando gritan aterrados.

— Aléjate malnacido, ¿Qué le haces a mi hija? — gritan mi padre corriendo a mí, los pies de mi madre los veo aun en la puerta, y no puedo ni moverme para distinguir la expresión de su cara.

— Ay Dios santo, ¿Qué le hiciste? ¿Qué le hiciste? Está sangrando — siento la sangre caliente correr de mi vagina por mis piernas, pero apenas eso, ya que gracias al cielo Francis logró depositar el liquido en mi interior, y no siento nada de dolor, solo escucho el ruido distorsionado de mis padres culpando a Francis, mi padre golpeándolo, mi madre llamando a una ambulancia desesperada, y mi corazón latiendo con parsimonia, tranquilo, asi me siento, tranquila a pesar de la adversidad...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top