09. Deseo

Mí Más Alejado Deseo

Capítulo 09

La verdad es que el tema no se ha llevado a cabo, aún cuando Azael lo dijo, fue evadido. Por alguna razón ambos al final estando frente a frente no pudieron tocar el tema aún cuando querían hacerlo, pero su voz se quedó atorada en medio de su garganta y ninguno habló a pesar que deseaban hacerlo.

¿Qué pasó? Ellos no saben el porqué no pudieron hablar de su deseo, ese de volver a estar juntos, que sus cuerpos sean entrelazados en un sinfín de besos y caricias, que vuelvan a ser uno solo a pesar de que son dos.

Quieren ser consumidos por el calor emanado de sus cuerpos, que el verde esmeralda de Azael le de brillo a ese gris oscuro de Alana, el quiere que ella lo consuma cómo esa adicción que te lleva a la perdición.

—Buenos días ¿Te quedarás o irás con tu madre?

—Aun no la he llamado.

—Se nota —el sonríe al notar que ella trae su pijama rosa puesta, su cabello tan desordenado con hebras cayendo por su rostro, sin dudar alguna recién se levanta.

—Bueno no puedo levantarme bien arreglada, eso sería imposible no soy una chica de película que se levanta y está perfectamente arreglada, por favor quien creería algo así.

—Que sinceridad, yo solo hice una pregunta, o bueno dije algo. No pensé que responderías de esa manera.

—Bueno digamos que a veces me levanto con el pie izquierdo.

—Bueno, me avisas si te quedarás con nosotros.

—Está bien, me iré a bañar y llamaré a mi madre.

Ella no durmió, estuvo dando vueltas pensando el porqué no sé encontraba en la habitación de al lado cabalgando sobre ese hombre que desea desde hace mucho, ese que probó y le encantó tanto que quería estar con él otra vez sin volver a pensarlo.

Y él estuvo igual pensando porqué no fue valiente y le dijo que quería recorrer esas maravillosas curvas que Alana tenía, quería volverse loco estando dentro de ella y saciar el deseo que su entrepierna desea aliviar.

—Mi mamá no está en casa.

—Vaya tu mamá si sale.

—No la culpo, cuándo salió embarazada de mi le tocó trabajar cada día para tener que comer y poder tener con que mantener a una bebé que recién llegaba a su vida y mi padre pues se desentendió por completo de la responsabilidad. A ella le tocó tan duro, se le olvidó lo que era darse un momento de descanso para ella, e incluso lo que era salir, se dedicó estar siempre para mi y para mis hermanos.

—Espera ¿Tienes hermanos?

—Sí.

—Nunca los has mencionado en estos seis meses que llevas trabajando aquí y bueno tampoco los he visto.

—Bueno no hablo mucho de mi familia y bueno no los has visto porque son menores que yo.

—¿Y que tiene que sean menores?

—Una está en la universidad, casi nunca está en casa y en sus días libres está con su prometida y sí ya está comprometida.

—¡Vaya! Eso sí me sorprende. Increíble que ella esté comprometida y que tú no tengas novio.

—Para que veas como es la vida, le da a algunos y a otros no le da.

—Y los demás.

—Tengo otro, aún está en la escuela. Le faltan dos años para terminar.

—Y... ¿Cómo se llaman tus hermanos?

—Hellen Woods y Gael Brooks.

—Espera ¿Porqué tu hermana tiene otro apellido?

—Ella es hija de otro señor, uno que estuvo con mi mamá cuando nací y tiempo antes de eso tiempo después mi mamá tuvo a mi hermana.

—Y sí el último tiene tu mismo apellido eso significa que tu padre regreso después de un tiempo.

—Si, y ellos viven aún juntos y de allí viene mi hermano menor.

—Tu vida personal es como una travesía, no sabe que te espera durante el camino que vas conociendo.

—Para los del exterior es extraño, para mí es normal hay muchas más personas así, igual que mi familia.

—Bueno tienes razón.

—¿Y que haremos hoy?

—Salgamos al parque, quiero llevar a Jadhiel.

—Me parece bien, después podemos ir a comprarle algo de ropa ya está más grande y ya poco es lo que le queda.

—Esta bien, he notado que mi niño está creciendo y cada vez está más despierto.

—Si y ya está buscando para comenzar a gatear un poco.

—Es hora de que nos arreglemos para irnos.

Ella toma al niño en sus brazos para llevarlo al cuarto y darle un baño igual ella.

Es feliz cuidando de aquel niño siempre dice que anhela tener hijos pero que tampoco los quiere tener sola, quiere formar una familia. Los deseos de Alana tal vez se hagan realidad pero puede que tampoco sé cumplan completo y puede que eso le destroce el alma y el pecho le arda sin cesar.

La felicidad hace su presencia en el rostro de cada uno de ellos, parecen una familia aún cuando no los une nada. Pero el amor que se siente brotar de los tres los consume entre lo increíble que es sentirse feliz con aquel niño en brazos y al lado de aquel hombre que la hace suspirar y sus mejillas sonrojar.

El amor se está haciendo presente entre estas dos personas, solo esperemos que el amor brote como aquella planta que después de endurecer su raíz los frutos se hacen presente, que sea duradero cómo un libro con final feliz, y que su luz brille como la luna cada que cae la noche.

—Compremos algodón de azúcar.

—Estará bien para él —señala a Jadhiel.

—Vamos si se lo sabes dar y estamos al pendiente no le pasará nada.

—Hablo del dulce.

—No se va a comer un algodón entero solo será un poco.

—Bueno tu eres la experta en bebés aquí.

—Compremos entonces.

Caminan ambos cerca ella jalando de su mano para llegar al puesto de algodones de azúcar, están agarrados de mano y el carga a bebe de ojos hermosos. La sonrisa de Alana es indudablemente hermosa, piensa él al notar la felicidad de ella en su rostro; cabe destacar que saber que es él quien ayuda a producir esa felicidad lo hace sentir bien, porque sabe que no se siente incómoda estando con ella.

—Dos algodones de azúcar. —pide la chica de ojos grises oscuros.

—Azul o rosa —pregunta el vendedor.

—Uno de cada color.

El señor hace sus algodones de los colores pedidos, y se los entrega a la chica que lleva está vez a Jadhiel en su carreola mientras Azael le entrega el dinero al de cabello blanco por su edad.

—Que gran familia —menciona el señor.

—Oh no, no somos —el señor no deja a alana terminar de hablar.

—Tiene una chica muy linda a tu lado.

—Cierto que sí —dice Azael con una hermosa sonrisa en sus rostro.

—¿Es su hijo? —pregunta el señor.

—Sí —responde el ojos verdes.

—Es tan lindo, y se parece tanto a usted aunque tiene el cabello de su madre.

—O no sé está equivocando —responde Alana ante lo dicho.

—Tiene razón tienen el mismo color de cabello, y se ven hermosos juntos —sonrie al darse cuenta que aquella chica está más sonrojada que un tomate.

—Se ven hermosos juntos.

—Muchas gracias —dice Azael mientras se retiran del lugar.

Ellos se retiran del lugar para tomar asiento en una de las bancas disponibles, ella dándole algodón al niño de a poco y limpiando el dulce de las mejillas de este a la vez, y ha descuidado comer ella del algodón para darle al niño que quedó encantado con el sabor del dulce.

—Toma un poco —el chico le ofrece un trozo del suyo.

—Ese es el suyo, no se preocupe. 

—Solo es un poco, yo te voy dando mientras le das a él —señala a su hijo.

—Está bien.

—Que bueno aceptaste porque seguiría insistiendo. —el guiña su ojo, acto atractivo de él.

—¡Que atento! Me gusta tener un amigo así de pendiente como lo estás siendo tú ahora, es un buen gesto de su parte —pellizco su mejilla como demostración de cariño.

—No es nada mi lady, sabe que estoy aquí para usted, a sus órdenes.

—Vamos allá —señalo la cabina de fotos.

—Quieres fotos mías para admirar mi rostro por las noches mi reina —se hace el ofendido algo que no le queda.

—Vamos Azael quiero una foto de los tres juntos, y allí en frente tenemos la oportunidad de hacerlo.

—Podremos tomar desde mi celular, por si no lo sabes.

—Sí, pero vamos no siente la misma emoción que yo de querer entrar y tomarnos unas lindas fotos de recuerdo.

—Sabes que sí, esto solo lo hago por fastidiar.

—Si que lo sabe hacer.

—¡Que exagerada eres! Yo soy un buen samaritano.

—Bueno terminamos de comer aquí y vamos.

—Ok —Aquel responde alargando su corta respuesta.

¿Cómo decirle que no? Si ella lo mira con esos ojos grises que a pesar de lo oscuros que son a él le encanta ver esa hermosa nube gris que lleva en sus ojos, ese pequeño brillo en sus iris que los hace resaltar para admirar su total belleza. Es inevitable negarse cuando ella le brinda las mejores sonrisas al igual que Jadhiel para conquistar su corazón y encender el deseo de enredarse entre las mieles de su ser; esos carnosos labios que fueron probados aquella noche, desde allí él los considera una exquisitez, un manjar del cuál no puede ser capaz de decirle que no si la oportunidad se le vuelve a presentar.

Una obra de arte capaz de ser obtenida por el mejor museo del mundo para ser detallada y si se pudiera ser catalogada como la octava maravilla del mundo.

Una mujer que todo hombre desearía llevar en sus brazos como su mejor compañera y atrapar las miradas del lugar, al detallar su cabello negro entre lacio y ondulado, unos ojos grises que muchos les encanta ver por lo atrapantes que son, y sus labios carnosos pintados de carmesí para definir así a una obra de arte como lo es Alana para mí.

—Estoy lista.

—Entremos entonces.

Ambos entran a la cabina con Jadhiel en medio de los dos sonriendo para aquella camara que captará el momento en que esas dos sonrisas brillarán al igual que sus ojos.

—Tratemos de tomar una besando a Jadhiel en sus mejillas.

—Si tu lo pides. —Azael se encoge de hombros, no se niega a nada de lo sugerido o pedido por esa mujer, lo ha hipnotizado.

Ellos se acercan para besar a Jadhiel pero este se mueve mientras juega con su juguete causando que estos juntaran sus labios en un casto beso, pero con sus miradas fijamente. Él no pierde la oportunidad y con su mano la toma del cuello para aprisionar sus labios y profundizar el beso, ya lo había mencionado si se le daba la oportunidad besaría esos labios con total pasión que solo la falta de aire los hará separar.

Cuando el oxígeno les empezó hacer falta ellos se separaron, ella le dió en sus brazos a su hijo y salió huyendo. La impresión de haberse besado de nuevo con aquel hombre hizo que el deseo volviera a despertar y que los monstruos de su estómago revoloteaban y no haya no parar por completo la emoción de haber vuelto a probar aquellos labios.

Éste con su niño en la carreola sale de la cabina tratando de encontrar a Alana entre la multitud.

—¿Adónde habrás ido?

Se preguntaba él en voz alta, no sabía que ella reaccionaria de esa manera, pero no lo hizo por malo solo salió para calmar el deseo que despertó todo su cuerpo con solo un beso. Un beso que no esperaba obtener ese día, no después de haber evadido el tema sobre el deseo que estaba consumiendo a ambos al mismo tiempo.

El deseo de querer a estar juntos, de sentirse piel con piel los torturaba de una forma inexplicable para los dos.

Ella deseaba enredarse entre las sábanas de aquel hombre y volver a ser suya como la primera vez.

Y él... Él deseaba estar dentro de ella sintiendo el calor de su intimidad, besando cada parte de su cuerpo, sentir los besos llenos de pasión y sin duda alguna volver a jugar con la gatita de la primera vez aunque él considera que ella no es una gata sino una leona en celo.

Ambos quieren estar juntos, su deseo crece y crece sin parar pero, ¿Cuándo se volverán a unir como aquella noche? Solo el tiempo lo sabe.

"Te esperaremos frente a la cabina, regresa pronto, te extrañaremos mucho"

Azael  y Jadhiel Stone.

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