7. Entre la espada y la pared
—¿Y qué piensas hacer, amiga? —preguntó Amy a punto se ver a su amiga sufrir un colapso nervioso.
—Asesinarlo y dejar el planeta —bromeó Maryere y ambas sonrieron—. Nathaniel me ofreció ir a vivir con él y conseguirme trabajo en una de las empresas para las que es consultor externo —informó—, es mi mejor opción, así al menos estaré en la misma ciudad que ellos y un trabajo fijo es lo que realmente necesito.
La rubia adolescente asintió.
* *
Algunos días después, Castiel recibió en su oficina el acuerdo de custodia compartida firmado. Eso no le hizo nada feliz. Cuando él lo escribió lo hizo considerando ponerle las cosas difíciles a la morena para que ella doblara las manos e hiciera lo que él proponía, ser una familia.
—Lo envió por fax y paquetería —se quejó Castiel—, y este maldito mensaje escrito que no dice nada.
—Si dice —refutó Lysandro—, dice que hoy pasara por ella al colegio y que tú vayas por ella el lunes próximo a la salida del colegio.
—Así no podremos vernos —señaló el pelirrojo.
—A mí me parece que es justo lo que ella quiere —señaló el albino—. Pero no la culpo, si me hubieras quitado a mi hija no te querría ver ni en pintura, menos frente a frente.
—Lysandro, ella inició —dijo Castiel.
Pero Lysandro conocía toda la historia. Por eso no podía estar del lado de su amigo que, sin lugar a dudas, lo estaba haciendo bastante mal.
—Oh si —ironizó el albino—, ella fue la que se acostó con otro mientras estaba contigo.
—No, no hizo eso, pero me ocultó a mi hija todos estos años y ahora tampoco pretende dejarme estar cerca.
Castiel dio sus razones de estar molesto y de actuar como lo hacía.
—Yo creo que te lo mereces —dijo Lysandro—, le arruinaste la vida antes y aun ahora sigues haciéndola sufrir.
—¿De qué lado estas tú? —preguntó Castiel.
—Del de la razón —respondió el antes cuestionado—. No puedes culparla por odiarte. Castiel, estoy seguro que ella debió pasar por muchas dificultades para sacar a Casandra adelante y tú solo llegas muy cómodo a adueñarte de eso que tanto le ha costado.
—Yo no sabía que estaba embarazada —explicó Castiel.
—¿Y si sabes de quien es la culpa? —preguntó Lysandro intentando hacerlo entrar en razón, logrando que Castiel se molestara.
—¡Lysandro! —gritó furioso el pelirrojo.
Pero la furia se desvaneció pronto, tenía algunas cosas de qué ocuparse, no tenía tiempo de estar molesto.
»Quizá, solo tengo que presionar más —sugirió de pronto.
—Tal vez, si sigues presionando, lo vas a romper... más —indicó el albino terminando así la conversación.
* *
Mientras tanto en el pequeño departamento de sólo una habitación, a causa de la visita de Casandra, cierto rubio dormiría en el sofá, pues le cedió el espacio en la cama a la pequeña.
Después de un emotivo reencuentro, y de ponerse al día con una semana perdida, Maryere dejó a su pequeña dormir mientras salía a dejar salir todo lo que no quería que ella viera.
—Es un estúpido —lloró Maryere—, lo odio. Nathaniel, si Castiel se queda con la custodia de ella voy a llevármela —advirtió.
—¿Y a dónde vas a ir? —preguntó Nathaniel—. Castiel tiene el suficiente dinero para encontrarte y meterte a la cárcel por secuestro.
—No sé qué hacer —se lamentó la chica—. Si él se queda con mi hija yo me muero —lloró la morena sin darse cuenta que la que ella creía dormida la estaba escuchando.
Al final de la semana, cuando Cassandra debía regresar con su padre, su madre le hizo una advertencia.
—Recuerda que no puedes decirle a Castiel que vivo acá, si te pregunta dile que nos quedamos en un hotel.
—Pero no quiero mentir, mamá —dijo la niña.
—Pero necesito que lo hagas. Por favor, cielo, no quiero verlo.
—¿Él es malo? —preguntó la que había sido testigo de todo lo que madre estaba sufriendo por la aparición de ese hombre en sus vidas.
Y, aunque lo amaba mucho, como había dicho amaba mucho más a su mamá.
—Comienzo a creerlo —dijo ella sin intención de herirla, pero haciéndole demasiado daño.
* *
Entre acostumbrarse a una nueva ciudad, al tráfico y a un trabajo de oficina, Maryere lograba poco a poco distraer su pensamiento del miedo que muchas veces le quitaba el sueño. Y con Castiel las cosas no iban mejor, él estaba hecho bolas en un montón de sentimientos que no lograba acomodar.
Él sabía que lo había hecho mal, pero ella no estaba libre de culpas tampoco, ella lo hizo peor dejándolo sin su hija, pero eso no disculpaba lo que le estaba haciendo a la mujer que amaba.
Castiel sabía que estaba jugando al ojo por ojo y no quería quedarse tuerto. Solo esperaba que, cuando lo alcanzara, el karma fuera un poco indulgente. Pero eso no pasaría, además de que éste llegaría mucho más pronto de lo que estaba esperando.
Continúa...
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