Treinta y nueve
Hermione
Mas de una vez deseé que Neville o Sam estuvieran aquí en lugar de la estación espacial, tenía tantas preguntas que hacer sobre el sexo. No es como si un libro me va a enseñar lo que no conozco, pero la experiencia y consejo de un amigo gay era claro que sería mucho mejor.
Preguntarle a Ginny sería un suicidio, con las justas y lograba escaparme de ella algunas noches. Suspiré, tampoco era factible buscar en una página pornográfica, no. Yo prefería seguir actuando de manera natural cuando tenía aquellos dulces momentos con Draco.
Aquel martes de noviembre, en el que no tenía clases llegué temprano por la mañana al salón de ingeniería del tercer semestre, ya sabía que mi maestro estaría dictando sus clases. Había tramado un brillante plan y la cámara de seguridad estaba descompuesta. Un golpe de suerte para empezar con su tortura.
Me acomode al interior del atril, iba a estar por lo menos 45 minutos en una posición. inmoral, pervertida, exhibicionista... eso era yo ¿y qué?
Así que en cuanto Draco colocó su laptop sobre el atril no dude en tomarlo de las piernas. De inmediato se acuclilló.
— ¿Se puede saber qué haces, Thumbelina? — Susurró.
— Enderézate y lo sabrás
él iba a protestar, pero un alumno ingresó y tuvo que hacerlo sin más remedio.
Esperé al menos 10 minutos hasta que el último estudiante estuviera dentro. Exhalé lentamente, era ahora o nunca. Con mis dedos hábiles bajé la cremallera de su pantalón mientras él hablaba sobre la importancia de las formulas para no sé qué cosa, su voz titubeó cuando toqué su pene y lo extraje para besarlo como si fuera su boca.
Poco a poco se endureció en mis manos, mientras besaba el glande. Era tan suave y tibio, casi me recordaba a la textura de la plastilina con la que solía jugar de niña.
Me concentré darle pequeños besos y succiones, era tan suave que era imposible no pensar en una paleta o una chupeta. Así que me atreví a lamerle a lo largo, sentía como Draco resistía envestir mi boca, estaba dividido entre explicar la clase con el proyector y sentir lo que mi lengua le estaba haciendo a su dureza.
Creció y se endureció tanto que tuve que agarrarlo para evitar que se me escapara, imaginé que se trataba de su boca y me dediqué a enrollarlo con mi lengua, su piel tan suave me estaba excitando. Si que deseaba tenerlo en mi interior.
Cuando el último estudiante salió de clases sentí algo caliente y un tanto agrio en mi boca, casi parecía quemarme ¡Joder! Era el orgasmo de Draco. No tuve más remedio que beberlo.
— Señorita Granger, está castigada. Irás conmigo al salón de profesores. — Fue lo que dijo a modo de amonestación y yo quise reír, pero lo evité. Guardó a King Kong en su bragueta.
— Señor Malfoy, merezco un castigo — Afirmé. Por su mirada estaba segura que esta vez iba a ocurrir lo que iba deseando desde enero.
— Claro que mereces un castigo, Señorita Granger. Se evadió de su primera clase y ahora verá las consecuencias.
Deseaba refutarle, pero era mejor seguirle el juego o de lo contario me quedaría con las ganas hasta el próximo año.
Fui casi saltando como un corderito obediente tras él, subimos a la torre donde se encontraba el salón de maestros y de inmediato subió a la mesa y desconectó la cámara de seguridad mientras yo cerraba la puerta con la tranca de madera.
En cuestión de segundos su cuerpo se pegó a mí de manera pecaminosa.
—¿Cómo es que te atreviste a torturarme de esa manera? —inclinó la cabeza para deslizar la punta de la nariz en mi cuello—. Ahora debo castigarte.
—¿De qué manera? —le pregunté, cerrando los ojos con la piel de gallina repartida por la longitud de mi cuerpo.
—Hace mucho dijiste que no necesitabas una ceremonia para entregarte, ¿recuerdas? —No, no me acordaba. ¿Cómo podría hacerlo con él mordisqueándome mi lóbulo de la oreja de esa manera? — El primero de enero en la madrugada— susurró en mi piel.
— Sí, ya lo recuerdo... ya me has dado bastante ceremonia, cariño, como dos meses y me estás volviendo loca... —Siguió deslizando sus labios en mi cuello.
¿De qué estaba hablando?
— Entonces estás de acuerdo con que lo hagamos así y ahora. — Me preguntó mientras deslizaba su mano debajo de mi falda, sus dedos acariciaban mis pliegues — Planeaba hacerlo antes de navidad, pero creo que si no lo hacemos lo siguiente que me harás será en la oficina del director...
Sonreí — ¿Crees que puedo esperar a navidad a que siquiera que me lleves a casa? No, lo quiero ahora. Draco te amo y quiero estar contigo siempre.
Ese fue el impulso que él necesitaba, de inmediato alzó mi falda hasta mi cintura y rasgó mis bragas.
— Eran mis favoritas — Susurré.
— Te compraré una docena, pero déjame hacer esto.
Me levantó por las caderas y me sentó sobre la mesa fría del salón. Tenía mi vagina expuesta a él esperando porque me tomara, ya estaba preparada, pero aun así el descendió a mi clítoris, Mis caderas se flexionan para acercarse, deseosas de contacto; él se rio entre dientes y me dio el contacto que suplicaba. Envolvió sus labios alrededor de mi clítoris. Tuve que apoyarme en la mesa o de lo contrario me desplomaría y arruinaría todo. El placer se disparó por mi columna vertebral y entró en mi torrente sanguíneo; y cuando empujó un largo dedo dentro de mí, mi mente se fragmentó en mil pedazos. Tuve un orgasmo más rápido de lo que esperaba; más rápido de lo que ÉL esperaba. Gimió mientras le golpeaba la cara con mis sacudidas; su lengua y su dedo siguieron trabajando durante el orgasmo.
Cuando regresé de golpe a la tierra, levanta la cabeza.
—Me encanta hacer que tengas orgasmos —murmuró—. Me pone tanto... —Su dedo salió después entra otra vez, y una réplica ardiente de placer me atraviesa—. Y estás lista para mí.
Gruñí cuando su dedo desapareció, esa decepción fue sustituida por una emoción palpitante, porque le vi aflojar su cinturón y posteriormente mostrarme lo listo y duro que está para mí. Desde julio empecé con las píldoras así que no hay riesgo de que quede embarazada, lo hemos planeado a la perfección.
Sus labios acariciaron mi sien con suavidad, con dulzura. —¿Estás segura de esto? —susurró.
Le miré — ¿Bromeas? Estoy más que lista, amor mío.
Sus rasgos estaban tensos por la concentración mientras llevaba su erección a mi apertura. Empujó y yo involuntariamente me tensé. No había entrado más que un milímetro, pero la presión fue intensa. Su pene es mucho más grande que el dedo que acababa de tener dentro de mí.
—¿Estás bien? —Su voz era ronca, mezclada con preocupación.
—Sí— afirmé. El calor se desplegó en mi interior y mi clítoris latía al mismo ritmo que mi acelerado corazón. Draco entró otro centímetro y ahí se encontró con la resistencia. Es una sensación extraña, pero no desagradable. Unas gotas de sudor salpican su frente y los músculos de su cuello se tensan; es como si estuviera luchando por no perder el control.
— Draco, hazlo de una vez. Me estás exasperando. — Susurré.
Reprimió una carcajada.
—No quiero hacerte daño. —dejó de moverse por completo. Su erección ni entraba, ni salía. Estaba simplemente inmóvil.
—¿Qué te pasa, Draco Lucius Malfoy? ¿Estás asustado?
Una llamarada desafiante apareció en sus ojos. —Burlándote de tu futuro esposo no lograrás echar un polvo.
—No hacer nada tampoco lo va a lograr. —Le sonrío—. Amor, hazlo, rompe el sellito.
—No me metas prisa, Thumbelina. —Su mirada se suavizó mientras me acariciaba la cara —. Este es un paso importante, dejarás de ser una niña ¿Estás segura?
—Sí...
Casi no había salido esa sencilla sílaba de mi boca cuando se hundió hasta el final. Ahogué un grito, la sacudida de dolor me tomó por sorpresa. Estaba dentro. Del todo. Y por la tensión de sus facciones, sé que se estaba obligando a sí mismo a permanecer quieto.
—¿Sigues aquí? —murmuró.
Asentí con la cabeza. El dolor ya estaba disminuyendo. Con timidez, moví mis caderas, y sus ojos parecían estar a punto de salirse de sus cuencas.
—¡Por Einstein! —rugió
Joder, ¿por qué no se mueve? Me siento completamente llena, pero extrañamente vacía.
Volvió a preguntarme una vez más por mi estado mental, emocional y físico. —¿Cómo estás?
Puse los ojos en blanco. —Genial. ¿Y tú?
— Feliz de que dijeras eso.
Su erección salió un poco, un centímetro, y a continuación se desliza dentro otra vez.
El placer se dispara a través de mi cuerpo. —Oh, haz eso otra vez.
—¿Estás segura? Estoy intentando darte tiempo para que te adaptes.
—Estoy bien.
Su boca se encontró con la mía en un dulce y tierno beso, a la vez que se retiraba el saco y la camisa, a continuación, sus caderas empezaron a moverse. Empujaban y retrocedían a un ritmo lento que provoca un ruido tembloroso en mi garganta. Me agarré a él con firmeza, clavándole los dedos en su fuerte espalda.
—Rodéame con tus piernas —rugió.
Obedecí y el ángulo cambió de inmediato, el contacto es más profundo, la unión de nuestros cuerpos, más apretada que antes. Me llenaba, una y otra vez, cada golpe intensificó el deseo dentro de mí hasta que cada milímetro cuadrado de mi piel ardió, se tensó y gritó para ser aliviada. Necesitaba más. Mi clítoris palpitaba y estaba hinchado. Metí una mano entre nosotros y lo froté, la estimulación adicional es maravillosa. Él me cargó y me presionó contra la pared más cercana a la vez que aumenta el ritmo
Sus caderas golpeaban hacia delante. Sus labios estaban enganchados a los míos, como si no pudiera soportar la idea de no besarme. Cuando tocó un punto profundo dentro de mí, la tensión explotó en un orgasmo tan intenso que no pude ni emitir un sonido.
Arqueé mi columna y cerré los ojos de golpe, mi aliento está atrapado en mi garganta y mis labios pegados a los suyos.
—Oooh, amor. —Arremetió contra mí una última vez. Su espalda empapada de sudor temblaba en mis manos mientras gruñía cuando eyaculaba, sentí una tibia descarga, aquel movimiento de su pene era exquisito, parecía estar latiendo en mi interior.
Su corazón golpeaba contra mis pechos y sentí una ola de orgullo, casi engreimiento, porque yo provoqué que esté así. Había provocado que gima y tiemble, como si el mundo bajo sus pies hubiese desaparecido. Había provocado que pierda el control. Y él me provocó exactamente lo mismo.
Me ha convertido en su mujer y ahora solo quiero correr a su casa para practicar todo lo que hemos hecho sin coito. Pero el golpe en la puerta nos hizo salir de la ensoñación. ¡Atrapados!
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N.A.: Creí que iba a llegar a apartado cuarenta con el lemon, pero ya lo dejo aquí, mi mente no da para más. Ahora si empezamos con la parte final de este fic, que espero finalizar antes del 13 de abril, para ese entonces esta historia tendrá un mes. Empieza la cuenta regresiva para el final.
A mi país le quedan dos semanas más de cuarentena y tengo otro par de proyectos que finalizar y empezar para no fenecer de aburrimiento.
N. A. 2: Que ingenua fui, el confinamiento se extendió por muchos meses más y fue realmente difícil mantenerse cuerda del todo. Pero aquí estamos, a principios del 2021.
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