Once
Hermione
— ¿Qué cómo se llama mi novio? — Miré despectiva la oficina de mi padre, me envió a su chofer para secuestrarme de la universidad. — Panaberto pecopom.
Me dio una mirada furiosa. Julius Granger usaba su mirada de malo que a mí no me inducía nada de temor, solo deseos de seguir mintiendo. — Solo dime su nombre.
— Eduardo piernas largas — Sonreí con suficiencia — Si te digo el nombre lo destruirás.
— Si al menos no fuera modelo. ¿Qué van a decir los científicos? ¿Qué van a decir los mejores ingenieros del mundo? ¿Qué voy a decir? ¿Mi yerno es un maldito modelo? — Papá se lamentaba como si en verdad lo estuviera aceptando — Supongo que si lo amas no puedo hacer nada ¿cierto?
Asentí dubitativa.
— ¿Cuándo se casan? — Su pregunta fue directa y casi suelto un grito.
Lo lógico hubiera sido negarme y decir que eso jamás o cosas por el estilo, mas en aquel duelo era mejor simular. — En cuanto me gradúe de la universidad.
— Tendrás 23 años, supongo que podrás heredar mi posición en esta empresa — Suspiró agotado — como regalo de cumpleaños puedo darte mi bendición y esto... — Me extendió una invitación — Como siempre en navidad requerimos tu presencia y la de tu novio modelo, si tan solo fuera ingeniero.
— Lo es — Casi me muerdo la lengua por hablar de más — el modelaje es su hobbie. Tiene tres doctorados.
— ¿Es ingeniero? ¿Qué especialidad?
— Ingeniería de Sistemas y Robótica — Suspiré agotada. No podía mentir por mucho tiempo.
— y es tu profesor. Ya lo sé todo, hija. — Me sonrío — Solo estaba probando tu lealtad y amor hacia él. Lo proteges muy bien— Suspiró, giró sobre su asiento para mirar por el gran ventanal. — Me recuerda a cuando yo era joven, tu abuelo siempre fue muy recto en esto de las edades y que Jean fuera mayor lo ponía más difícil. Aun así, me casé y fui feliz.
— Pero se divorciaron — Un nudo en mi garganta se formó — ¿Ya no se amaban?
— Mucho, pero es parte de la vida dejar que ella se marchara, Jean era una activista, le gustaba hacer de mecenas y era filántropa. Estando junto a mí no podía moverse como ella quería. — Giró para verme — Te educó bien, eres tan hermosa como ella, incluso más y por ello quiero verte enamorada y feliz. Tu madre por profesión fue abogada, así que tu abuelo terminó aceptándola en cuanto naciste. Así que yo haré lo mismo con mi yerno, puede que no me guste por su tintado cabello, pero me haré la idea en cuanto vea a un nieto mío corriendo por la casa.
Asentí. Ahora quería decirle que Draco Malfoy no era nada mío. Que no me gustaba ni para mirarlo, pero no podía romper el momento padre-hija. Una mentira más y sus bellas palabras se irían por el garete.
— Por lo que voy a permitir que sigas siendo una Granger, tienes la fortuna de tu madre, la fortuna que ella heredó de su abuela Helena Bellerose y espero que no dejes de ser mecenas de las agrupaciones en la que ella se dedicó a cuidar. — Papá me miró con complicidad — Ahora eres una chica independiente, te recomiendo que contrates a personas confiables.
— No necesito a nadie, soy perfectamente capaz de arreglármelas sola sin requerir de una ama de llaves. Tengo una lavadora, aspiradora, un lavavajillas y una camioneta. No necesito más. — Le miré con seguridad.
— Lo sé, eres independiente desde que dejaste el pecho materno...
— ¡Papá! — Fue difícil no sonrojarme con ello.
Rio abiertamente — Bueno, espero ver a tu novio en la cena de navidad de la empresa.
¡A mi novio! ¡Cena de navidad! Me quedan tres semanas, ya se me ocurrirá algo para arrastrar a mi maestro ante un montón de ingenieros presuntuosos y... Ya, va asistir por voluntad propia ya que es claro que admira a más de uno de los que han de asistir.
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