Doce
Draco
— ¡En serio! Muchas gracias. — Bianca estaba abrazándome de manera efusiva. — Sin ti no lo hubiera logrado.
— No es para tanto. — Me estaba incomodando el ser manoseado de esa manera en la sala de maestros. Por suerte estaba solo en compañía de Bianca o sería malinterpretado. — Tú me ayudaste a elegir a la bella cachorrita labrador, creo que es lo menos que podía hacer en retribución a tu ayuda.
— ¿No es para tanto? ¡Hogwarts es la mejor universidad del Reino Unido y del mundo! — No me soltó para nada y yo deseé que se le cayeran los brazos — Nunca pensé en convertirme en maestra, nunca de los nunca. Es como un sueño. — Apoyó su rostro sobre mi pecho — Gracias.
— No hay de que agradecer, el mérito es tuyo. Dumbledore te dio la vacante por tu magnífico currículo — Traté de deshacer el abrazo, pero creo que tiene más fuerza que una serpiente constrictora — Tú eres una magnifica ingeniera mecánica.
— Ya, pero sin ti no habría sabido de la vacante a maestra, vine desde Irlanda para pasar las vacaciones de navidad y ahora, gracias a ti tendré trabajo durante el próximo semestre. — Esta vez se puso de puntillas y logró besarme en la mejilla.
En aquel momento la puerta se abrió, delante estaba la señorita Granger. Usaba tacones altos, una falda recta roja y una blusa escotada que me dejaba a la vista aquel hermoso lunar sobre su yugular. Si fuera un vampiro estaría ansioso por pegarle un mordisco en su perfecto y blanco cuello.
Ella tosió un poco — Lamento interrumpir, yo venía a...
Bianca me liberó de inmediato — Lo siento, no debería comportarme de esta manera. — Tomó su cartera y su saco. Salió huyendo tan rápido que no me dio tiempo de reaccionar para decirle adiós.
Me dejé caer sobre uno de los sillones de la sala y solté un suspiro de alivio. — Pensé que no me soltaría nunca, gracias señorita Granger.
— Usted es del tipo "donde te pillo, te mancillo" — Parecía estar furiosa a la vez que hurgaba en su cartera.
— ¿Qué? Yo no soy de ese tipo. — La miré indignado. — Y si lo fuera, le aseguro que la universidad sería el último lugar para hacer guarradas.
— Sí, ya lo noté. — Me lanzó una tarjeta de invitación que atrapé en el aire antes de que me dejase tuerto. — Papá quiere a mi novio en la cena de navidad de la empresa. ¿Tiene planes?
— Cenar con mis padres el 24 — abrí la tarjeta, la cena era el 22 de diciembre a las 7pm, en menos de una semana. — Deberías decirle a tu padre que no soy tu novio.
Ella parpadeó — Sí, tiene razón. Es mejor no presentarlo ante tantos ingenieros y científicos como mi pareja. — Sacó su teléfono parecía buscar algo — ¿Entonces no irá?
La oferta era muy tentadora, pero no estoy dispuesto a que digan que salgo con una estudiante. No estoy dispuesto a mantener una mentira como en los libros rosa, no estoy dispuesto a vivir una mentira — No puedo, ya tengo planes con...
— Genial — puso el teléfono en su oído para terminar de ignorarme — ¿Oliver? Sí, soy yo. Mione. Otra vez tendrás tiempo en navidad para... ¿En serio? Siento molestar. Hasta luego. — Finalizó la llamada y se sentó en uno de los sillones a la vez que seguía buscando pegada al teléfono — ¿Es que todo mundo tiene que tener novia en esta época?
¿Novia? Seguro que cree que salgo con Bianca — La señorita Ryan no es mi...
— Neville... ¿tienes novia? — Le habló al teléfono y espero respuesta — Ya lo sé y es maravilloso, ahora tienes una y soy yo. Te necesito para el baile de la empresa... ¿Programadores? Por supuesto, papá invita a los mejores del mundo... — Escuché el grito de júbilo del muchacho — ¿Luego?... A lo que tu quieras, podemos hacer lo de siempre... ¿Mi novio modelo? ¿eso dijo papá? No, ya lo he tirado. Me aburro con facilidad de los infieles acosadores. Ven a mi casa y hablaremos a gusto, hasta luego.
Suspiró y guardó su teléfono.
— ¿Infieles acosadores? — Pregunté con ironía.
— Sí, le diré a papá que acabé con usted porque fue tras una modelo anoréxica — Ella se puso en pie
— ¿ese era Neville Longbottom? ¿El hijo de la viuda Alice Longbottom?
Ella asintió con la cabeza — Sí, Neville es el hijo de la mejor ingeniera aeroespacial... Lo pensé bien, con esfuerzo podré amarlo y casarme con él.
Esa información me cayó como un baldazo de agua fría. — ¿Yo acabé por acelerar su decisión?
— Un poco, pero de todos modos es mejor decir que salgo con personas de mi edad. — Me arrebató la invitación. — Que pase buenas vacaciones.
— Apenas tiene 18 años, no puede casarse tan joven. — Me estaba afectando la noticia más de lo que yo quería.
— Tengo 19, mi cumpleaños fue en septiembre. No me casaré mañana, debo presentarme con un novio a la fiesta o en menos de lo que canta un gallo tendré un compromiso pactado del que no podré huir. — Ella sonrió de manera lastimera — No me interesa el romance, los hombres podrían distraerme de mi objetivo.
Se dirigió a la salida.
— Lindo lunar — dije en cuanto desapareció por la puerta.
¿Me afectó el saber que ahora tiene novio y que probablemente se va a casar? No, solo me siento culpable por rechazarla. ¿Es eso en verdad?
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