Capítulo 30 Celebración de dos eventos.

Abby

Dos meses después.

¡Por fin el gran día llego!

Desde pequeña había soñado con formar una familia y casarme con mi príncipe azul, pero lo que nunca imagine es que de un accidente aéreo fuera a encontrar a esa persona que ha trastocado todo mi mundo. Sí, debido al peor día de mi vida pude encontrar el amor, ese que me ha dado dos razones de vivir, y que dentro de pocas horas le daré el sí delante de toda la manada.

Suspiro más que emocionada porque en la recepción revelaremos el sexo de nuestros bebes, hace unos días se dejaron ver y decidimos que lo conoceríamos el mismo día de nuestra boda, siendo de alguna manera nuestro regalo.

Me encontraba inquieta porque todos estaban atrasados, la maquillista, la estilista y para colmo se había presentado un inconveniente a última hora, que tiene vuelta loca a la organizadora de la boda, y por ende también iría retrasada a menos que lleguen con tiempo. Así que todas estas cosas me tienen más nerviosa de lo que debería estar, nadie quiere que su boda las cosas no fluyan como deberían. Me pongo en pie mientras me muevo de un lugar a otro, mis ojos se enganchan con la bolsa donde aun reposa mi vestido de novia, sonrío recordando mi primera reacción al verme con el puesto. En pocas palabras fue amor a primera vista.

— ¡Cálmate hija! Todo va a salir bien. —sonríe tratando de tranquilizarme pero nada puede calmar la tempestad que siento, aunque solo hay una posibilidad y es que lleguen ahora mismo. Yo no quiero llegar tarde a mi boda.

— ¿Por qué duran tanto? —cuestiona mi suegra mientras mira su reloj.

— No tengo idea pero...— fuimos interrumpidas por una joven apurada pidiendo disculpas.

— No se preocupe por el tiempo perdido, ahora lo que debería estar haciendo es maquillando a mi hija.

— Si, señora.

Sonreí, por la autoridad con la que mi madre le hablo a esta joven, quien comenzó hacer su trabajo sin chistar. Una vez terminó, me mire al espejo, al ver mi reflejo considere que la espera había valido la pena. Luego de la maquillista, entro a la estancia la estilista quien después de preguntarme sobre el peinado que quería lucir comenzó hacer su magia.

Emocionada me puse en pie para colocarme el vestido de novia, mi suegra y mi madre me estaban ayudando, puesto que mi pronunciado vientre de seis meses no me deja moverme con gran soltura. En estos momentos me sentía tan segura y feliz que estaba más que segura que todo saldría perfectamente bien.

Mi madre me ayudo con el vestido y mi suegra con los zapatos, minutos después, me contemple en el espejo de cuerpo completo para tener una imagen clara de cómo estaba, porque sabía cómo me sentía. Mis ojos se llenaron de lagrimas cuando pude contemplarme, sacudí mi cabeza no queriendo llorar y arruinar mi maquillaje por el cual espere tanto. Mi vestido es blanco sin hombros con cintura imperio, para complementarlo tiene un volante que cubre mi hombro izquierdo y llega hasta el suelo, en definitiva es simple pero elegante, además de que no aprieta mi vientre.

El sollozo de mi madre provocó que volteara a verla, encontrándola en un mar de lágrimas, mientras mi suegra la regañaba porque no quería que me contagiara con su llanto y terminara arruinando el maquillaje. Abrace a mi madre dándole las gracias porque de no ser por ella no estaría hoy a punto de darle el sí a Luc.

— Me siento tan orgullosa de ti, mi amor—se sorbió la nariz, mientras yo intentaba no seguirle los pasos— tu padre estaría muy feliz y orgulloso de ver convertida en toda una mujer a su terroncito de azúcar.

— Mami...— escuchar estas palabras me conmovieron demasiado, lo que más anhelaba es que mi padre pudiera estar junto a mí en este momento tan importante pero era sumamente imposible puesto que estaba muerto.

— ¡Mira ya la hiciste llorar, Sidney! —La madre de Luc me abrazo— Querida, tu padre va a estar contigo en este día especial, porque él está junto a ustedes justo aquí— señalo mi corazón— Así que bríndale una sonrisa. Voy a retocarte el maquillaje que ya debemos ir saliendo hacia la ceremonia.

— Gracias. —fue lo único que pude decir.

— Hija, quiero darte esto— mi madre me coloca una pulsera de diamantes azules—Mi madre me la regalo cuando me iba a casar con tu padre, una forma de respetar la tradición, lo azul y lo prestado.

— Gracias mami. —bese su mejilla.

— ¡Ya es hora! —entra a la estancia la organizadora de bodas, quien nos apremia para salir del lugar.

— ¿Estás lista mi amor?

— Mas que lista— sonrío plenamente feliz.

***

Me encontraba esperando la indicación para poder caminar hacia el altar improvisado cerca del rio que dividía las manadas. Al saber la conexión que Luc tiene con este lugar, decidí que nuestra boda perfecta no lo sería si no fuera en su rincón del mundo favorito. Puesto que quería que tuviera un motivo más por el cual amar este recurso natural.

Mire los pétalos de rosas que bordeaban el camino por donde transitaría en los brazos de mi madre, aunque los familiares de Luc se ofrecieron me negué, porque al mi padre al estar ausente en cuerpo físico, no quería que nadie más que mi bella mami ocupara su lugar.

Tomamos nuestra posición cuando la organizadora de la boda nos dio la señal, enganche mi brazo al de mi madre justo cuando la marcha nupcial se escucho. Inhale profundo para comenzar a caminar hacia mi destino, ese que me esperaba vestido de novio al pie del altar brindándome la sonrisa más hermosa que jamás le haya visto.

La verdad es que no sé como llegue hasta Luc sin tropezarme, mi madre me entrego a él y sus manos sostuvieron las mías en demostración de cómo lo hará desde ahora en adelante, y sus labios se irguieron en una sonrisa que cautivo todo mi ser. Justo en este momento elevo mi vista al cielo y agradezco a quien se haya tomado el tiempo de bendecirme con el amor de mi lobito.

Narra Luc

Todo ha sido un éxito, ya por fin estoy casado con mi luna, de manera que estoy unido ha ella de todas las formas posibles. Mi ser estaba rebosante de energía porque dentro de poco conoceremos el sexo de los bebes, queríamos que nuestra boda sea más especial de lo que seria, y tomamos la decisión de mantener en secreto el tema de los bebes hasta este día.

Pero antes de esa parte debo cumplir con algo. Extiendo mis manos hacia mi luna para llevarla a la pista donde será nuestro primer baile como esposos, ella se deja guiar, y nos dejamos envolver por la melodía que nos hipnotiza haciéndonos olvidar del lugar donde estamos y con quienes estamos. En este momento solo somos ella y yo, bailando mientras nuestros corazones aprenden a danzar junto con nuestros cuerpos sincronizados.

— Te amo mi luna—susurro cerca de su oído.

— Yo también te amo lobito—cella sus palabras con un beso.

Cuando terminamos de bailar, mi padre tomo la palabra brindando a la vez por nuestro futuro. Todos se encontraban emocionados por nuestra unión, aunque no más que nosotros, y su alegría nos tranquiliza porque vemos el visto bueno de su parte.

— Llego la hora—informa la organizadora del evento.

— Gracias— Abby, salta de la emoción y me arrastra hasta el escenario.

— Atención. Ha llegado el momento de conocer el género de los cachorros —anuncia mi madre por el micrófono, tan pronto como termino de decir estas palabras ubicaron una caja enorme en medio del escenario—Dentro de esta enorme caja se encuentran unas vejigas con un nombre escrito, dependiendo del nombre ese será el sexo de los bebes, pero para poder acceder a ella tienen que hallar la llave. Todos deberán buscarla, menos los padres, aquel que la encuentre tendrá un regalo ¿Están listos? —Todos exclaman un sí, mientras nosotros solo asentimos puesto que la emoción no nos deja hablar, ya ansiamos conocer más sobre nuestros cachorros.

Para esta actividad, la organizadora nos pidió que escribiéramos dos nombres para niños y dos para niñas, esos que más nos llamaran la atención y que quisiéramos llamarlos una vez sepamos que son, aunque ya mi luna y yo teníamos varios nombres; terminándonos por decidirnos por dos de cada género que empezaran con nuestras iníciales.

Abrazo a mi luna posando mis manos en su vientre, mientras ella se reclina en mi pecho.

— Muy bien. Que comience la búsqueda. —Se arma un alboroto con el gentío que ha asistido, ya que cada uno de ellos desean ser el ganador. La verdad no creí que sería divertido verlos buscar desesperado esa llave, sin embargo ahora me retracto.

Luego de lo que me pareció una eternidad se escucho un grito de alegría entre la multitud, para después dar paso a mi querida cuñada Jade, quien emocionada corrió hacia donde nos encontrábamos. Una vez estuvo a nuestro lado, nos cedió una llave dorada.

— ¡Gane! Ahora quiero saber cuál es mi regalo.

— ¡Felicidades Jade! Sé que a Axell le gustará—se carcajea antes de pasarle un sobre, a lo que mi culada eleva una ceja— Ábrelo, ¿qué esperas? —dubitativa Jade termina de abrir el sobre y emocionada abraza a mi madre.

— Sí, me gané un viaje a Paris.

— Ve a celebrar—despide a la castaña, quien desciende del escenario muy alegre—. Para proseguir, permitiremos que los padres tengan el honor de abrir la caja de madera.

Aceptamos la llave que mi madre nos extiende, una vez cerca de la dichosa caja del enigma, dejo que sea mi esposa quien introduzca la dichosa llave y gire para a ver su contenido. Con el clic la seguridad cede, nos miramos, al mismo tiempo que alzamos la tapa, después de lo cual saltan unas vejigas al igual que confeti que se esparce por todo el derredor. Una vez enfocamos nuestra vista en el nombre que aparece en el globo, mi sonrisa se amplia. En letras cursivas está escrito liv y liz, lo que quiere decir que tendremos dos cachorritas.

Abrazo a mi luna emocionado y la beso con todo el amor que puedo ser objeto. Todos empiezan aplaudir alegres por la noticia, mi madre se acerca a nosotros.

—Mi amor, dos cachorritas. Seré abuela de dos niñas—besa nuestras mejillas para después apartarse y dejar que los demás nos feliciten.

Todo se siente perfecto y justamente como debe de ser, haber sorteado todos los obstáculos que la vida me presento me ha hecho ser merecedor de tan preciado regalo como lo son mis tres mujeres. Hoy vuelvo hacerme la promesa de que no permitiré que nadie me arrebate mi felicidad, porque sin ellas no soy nadie.

Apenas terminaron de felicitarnos guie a mi esposa hacia nuestra casa, en todo el camino íbamos callados sumergidos en esa emoción de la revelación de nuestras cachorritas. Con que se parecieran a su madre me doy por servido.

¿Y cuándo lleguen los pretendientes que harás? Se burlo mi mente recordándome que en algún punto se enamoraran. ¿Rayos como voy a manejar eso?

La suave mano de mi esposa en mi hombro disipo todos mis pensamientos, tan solo basta un toque de su parte para tenerme rendido a sus pies.

— Mi amor, ¿Sucede algo? —la miro sin saber a qué se refiere— Hace rato que llegamos y me he cansado de llamar tu atención pero estabas tan ido.

— Perdón amor.

Salí del auto recriminándome por lo sucedido, ayude a mi esposa a salir del vehículo, para tomarla en mis brazos y cruzar el umbral de la puerta con ella en mis brazos. Sin perder el tiempo subí las escaleras llegando hasta nuestra habitación, con cuidado la deposite en la cama para unirme con ella teniendo en cuenta no aplastarla y hacerle daño a las bebes. Uní nuestros labios que con frenesí puro se tocaban, nos dejamos perder en las caricias que nuestras manos y cuerpos se propiciaban.

Cuando estuvimos desnudos, yaciendo en la cama, deje que mi dulce esposa se sentara a horcajadas sobre mi miembro. Luego de unos segundos sintiéndonos sin ninguna barrera comenzó el vaivén de nuestras caderas, mis manos no podían estar estáticas, por lo que amase sus pronunciados senos y lo pellizque provocando que su centro se contrajera mientras jadeábamos al mismo tiempo.

El ritmo con cada segundo comenzaba a incrementarse de modo que me senté para estar más cerca y poder tocarla con más gusto para propiciarle todo el placer que se merece. Además de mis manos, sume mis labios a la ecuación haciendo que jadeara mi nombre, y en el momento que mis dedos se presionaron en su monte de Venus estallo en un potente orgasmo.

Seguí invistiendo hasta que me derrame en su interior de manera que agotados y sudorosos caímos en la cama, pero esto solo era augurio de la noche placentera que habíamos iniciado.

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