Capítulo 29 El plan en marcha


Luc

— Está bien. Como anteriormente explique, convoque a varias manadas vecinas, quienes están esperándonos en la limitación noroeste. En lo que respecta a mi plan, consiste en...

Con gran emoción la bruja Elisha relataba su plan, mientras todos nos quedábamos en silencio sopesando sus palabras. Mi pecho ardía con esa chispa de esperanza que comenzaba a apoderarse de cada parte de mi cuerpo, surtiendo más efecto al ver el fuego crepitar en los ojos de mi hermano y mi padre.

Justamente, al término de su ponencia, emprendemos el camino hacia lo que ella atribuye como nuestro destino. Yo no soy de las personas que cree que todo está escrito, más bien, me considero de aquellos que forjan su propio destino y labran su futuro. Aunque es bien cierto que la vida nos pone a prueba, y lo único que si acepto, es que la diosa luna nos pone a la persona indicada en nuestro camino, pero no traza nuestra vida en línea recta como otras personas creen.

***

Nos encontrábamos apostados en diferentes posiciones estratégicamente, esta vez contamos con suficientes respaldos para salir victoriosos. Ya aprendimos la lección, nunca se debe subestimar la inteligencia o audacia de tus enemigos.

Solo esperamos una señal que nos diera esa luz verde para poder entrar al lugar, sin que ellos se lo esperaran. Mi tío Chad al ser príncipe demonio podía transportarse, por lo que entraría a la casa conjuntamente con su hermano, ubicaría donde se hallaba mi familia y los llevarían a casa.

El tío Chad apareció luego de unos prolongados minutos. —Ya todo está hecho, es hora de perpetuar el plan. —Al término de la oración, nos encontrábamos adentrándonos al lugar, el cual se hallaba bien custodiado. Pero nos sabían a nada, puesto que no estaban prevenidos de nuestro ataque. Su sangre caía a raudales y sin reparo alguno, la cual se escurrían como agua por nuestros dedos, con cada golpe certero que le asestábamos.

Habían detonado ese botón que nos vuelve insensibles, son consciente de lo que para nosotros significa nuestra pareja y descendencia. Sin embargo, osaron ponerles una mano encima, además de ponerlos en peligro. Ya el poco resquicio de paciencia y control los había perdido, dejándole paso a ese deseo de exterminar todas y cada una de las cosas que pueden ser una amenaza para mi familia. Debido a que nadie quedara impune luego de atentar contra la seguridad de los míos.

Deje que la furia recorriera mi cuerpo apoderándose de mis sentidos, en mi mente tan solo estaba el objetivo de hacerles pagar todas aquellas lágrimas que mi luna haya derramado.

El aullido de los lobos enemigos retumbo por todo el lugar, de esta manera alertaban a su líder del inminente peligro. Con mis garras en posición de ataque, fui hiriendo de muerte a todos del bando contrario que se cruzaba en mi camino, los gritos de clemencia por parte de algunos tan solo me producían asco, se creyeron tan valientes y osados al entrar a un territorio, además de llevarse a nuestra familia. Del mismo modo, que han atentado contra la estabilidad de todos nuestros hermanos lobos. Simplemente por no querer acatar la orden que nuestro rey decretó.

Y ahora piden piedad.

Corro hacia la gran mansión que se alza frente a mis ojos, mi propósito es acabar con Gael, tiene que pagar todo lo que ha ocasionado por su ambición. A veces me sorprendo por las cosas que muchos llegan hacer para subir de nivel, de una forma deshonrosa, se pervierten y se pierden en el proceso, al mismo tiempo que arrastran a otros a su triste destino o sentencia impuesta.

Me dejo guiar por el olor, aunque me es difícil por la cantidad de aromas que se mezclan en el aire. Me paro en seco en la sala, mientras mi mente no quiere dar crédito a lo que mis ojos detallan, frente a mi esta alguien que consideraba como un amigo, Heliud; uno de los ejecutores más importante de la manada con el cual compartí desde pequeño. Lo que significa que es tan bueno o mejor que yo, puesto que éramos pareja en los entrenamientos.

Asimismo lo que considero una ventaja, vendría siendo del mismo modo una desventaja, puesto que como conozco sus movimientos él conoce los míos.

— ¡Bienvenido amigo! —sonríe petulante— si estuviéramos en otra circunstancias te invitaría a tomarnos unos tragos, pero como soy consciente que has venido en modo pelea no me queda de otra que darte el gusto.

— ¿Cómo has sido capaz de traicionar a tú manada?

— Nunca me he considerado un miembro de esa manada, siempre he sentido que estaba ocupando un puesto en un lugar que no era el mío. Gracias a Gael encontré mi lugar en el mundo y mi verdadero sentido en la vida, y es servirle a él. —manifestó con total seguridad y un brillo en su mirada—. Y con gusto peleare por mi alfa.

Sin miramientos extendió sus garras, afiladas y brillantes, del mismo modo que adoptaba una postura de batalla. Su sonrisa nunca abandono su rostro, mientras se movilizaba por el lugar, sentía que ella era preludio de la agonizante lucha la cual sostendríamos a continuación.

Se abalanzo con gran ímpetu hacia el frente, aunque pude esquivarlo a tiempo, sin embargo, sus garras rasparon mi hombro. Tan solo sentí el ardor en la zona, puesto que por el calor del momento en el que me encontraba, no sentía dolor.

Dimos paso a un incesante combate, donde cada golpe que le asestaba el me los devolvía. El conoce cada movimiento, mi rutina, además de ser consciente de mis límites; por consiguiente sé que será un hueso duro de roer. No obstante, yo también sé todo sobre él.

Tan solo basto un pequeño momento de distracción para que el aprovechara la ocasión para enterrar sus garras en mi estomago, escupí sangre al mismo tiempo que movió sus garras en mi interior, gracias a mi instinto pude balancearme y poder arrojarlo unos metros lejos de mí. Aunque el movimiento provoco que la herida se abriera más, obviamente, lo que provocó que el liquido espeso siguiera derramándose sin cesar.

Podía verlo por el rabillo del ojo, mientras se movía de un lado a otro, entendía que no tenía mucho tiempo y que debía pensar rápido para vencerlo porque morir no era una opción para mí. Con la reserva de fuerzas que aun mantenía, me levante presionando mi herida para que dejara de sangrar un poco, aunque no surtía mucho efecto puesto que no podía presionarlo adecuadamente, y el maldito dolor casi hace que me encogiera nueva vez en mi lugar. Mi mente me gritaba que no era momento de rendirme, que podía luchar a pesar de la abertura en mi estomago, comparado a otras ocasiones no estaba nada mal y pronto solo necesitaría tiempo para sanar.

Se acerco con su sonrisa petulante y ese aire de sentirse victorioso, ese clic en mi mente me vocifero que debía aprovechar su confianza, y dar el golpe certero puesto que no podría quedarme en pie por mucho tiempo.

Una vez lo tuve cerca desplegué mis habilidades de combate, confundiéndolo de tal modo que se quedo pasmado, situación que aproveche pateándolo con gran fuerza. Heliud, voló por la estancia hasta chocar con una mesa de vidrio, en el acto se le clavaron varios trozos. Lo escuchaba quejarse, yo no esperaría a que se pusiese en pie, ahora que se encontraba en el suelo era mi momento para atacar. Corrí hasta el elevándome en el aire para terminar clavándolo en el lugar. Lo vi escupir sangre mientras se removía intentando sacarme de encima, sin perder el tiempo ancle mis garras en su garganta y podía ver como se ahogaba en ella mientras esta salía por su nariz y boca.

Saque fuerzas de flaqueza, terminando con el halito de vida de Heliud, viendo como sus ojos se quedaban sin brillo quedando vacios y carentes de expresión.

Al levantarme observe mi cuerpo repleto de sangre, suspire para continuar con mi misión. Al dar la vuelta me encontré con mi hermano, quien con una mueca se acercaba.

— Al parecer ya todo terminó. —enuncia con entusiasmo.

— Pero y Gae...

— Tranquilo, ya nuestro padre se encargó. Ahora lo que quiero es llegar a la manada.

— Somos dos—sonrío al saber que en nuestra manada nos esperan nuestra luna y madre.

Salimos presurosos de la mansión encontrándonos con una escena muy sangrienta y los ejecutores recogiendo todos los cadáveres para entregárselos a su familia. A pesar de la triste puesta en acción, ya nuestro panorama era totalmente distinto, puesto que ya las nubes grises se habían dispersado para dejar que el sol alumbre nuestros días, aunque la luna quiere unírsele en la celebración para de este modo crear el perfecto cuento de amor.

El anhelo y deseo de estrechar a mi luna en mis brazos es el motor que me mueve en estos momentos, ni siquiera siento el dolor de todas las heridas que tengo. Pero sé que como se curaran de ese mismo modo dejaran de doler, al contrario de ese sentimiento de traición que se asienta en mi corazón. Cuando alguien que consideras tu amigo te traiciona sientes como espinas se te encajan en el corazón tratando de menguar tu confianza en los demás seres vivientes.

No creo ser capaz de soportar una traición de Abby. Ella lo es todo para mí y espero nunca tener que pasar por algo así. Muevo la cabeza intentando de este modo alejar este pensamiento, además del dolor de tan solo imaginarme esta ecuación.

Aunque en estos momentos lo más importante para mi es ver la sonrisa de Abby, y escuchar los latidos de su corazón, además de escucharla hablar. Ya no soporto la lejanía, esa que se impone contra nosotros, no obstante, derribare toda distancia que se alce entre ambos.

***

Al llegar al territorio me embargo la tranquilidad al saber que mis seres queridos se encontraban justo donde deben estar. Lo primero que visualice cuando entre a la casa de mis padres, fue a mi madre quien se encontraba limpiando el desastre, antes que nada, la abrace emocionado por verla con bien. Me aleje cuando escuche el gruñido de mi padre, aún su lobo se encuentra fuera de control, por lo que me alejo de mi madre. Inmediatamente mi padre se abalanza a abrazarla, llenando su rostro de besos.

— Mami, ¿Dónde está mi luna? —Cuestiono antes de desaparecer de la estancia para darle la privacidad que necesitan.

— En tu habitación querido. Llame hace un rato al doctor para que la revise.

— ¿Le sucede algo a mi luna? —me preocupo de tan solo considerar mis pensamientos turbios.

— No, pero por todo lo que ha pasado considero prudente que sea atendida por el doctor. —Exhale más calmado cuando pude pensar con más claridad.

— Está bien madre. Gracias. —Fue lo último que exprese para subir corriendo las escaleras, necesitaba con todas mis fuerzas abrazar a mi luna.

Aminore la marcha cuando estuve frente a la puerta de mi habitación, sin titubear me aferré a la manija de la puerta para darle la vuelta una vez que estuve preparado. Sentía todo mi interior con un revoltijo de sensaciones, que importa que tan solo fueran unas horas las que mi luna estuvo lejos de mí, justo ahora lo que verdaderamente importa es que ella esté bien y junto a mí.

Ni toda la preparación del mundo evitaría lo que estoy sintiendo en estos instantes al verla contemplando el paisaje a través del ventanal. Con sumo cuidado camino hacia donde sin distracciones se encuentra, y como si fuera en cámara lenta, fue dándose la vuelta al notar mi presencia, mientras su semblante preocupado cambio a plena alegría. Con esa hermosa sonrisa que le es característica, corrió acortando el tramo que nos separaba terminando por abrazarme, ni corto ni perezoso la alce en mis brazos para estar a la misma altura, y poder besarla como tanto anhelaban mis labios.

No sé por cuánto tiempo estuvimos de esta forma, solo siendo consciente del otro, hasta que el sonido de la puerta siendo tocada nos sacó de nuestra burbuja. Besé su frente para ir hasta la puerta, una vez con ella abierta, el doctor me saludo entrando en la estancia.

— Vengo a revisar a su luna.

— Sí, claro.

Observe cada movimiento del doctor mientras la revisaba. Sostuve la mano de mi luna infundiéndole fuerzas. Pude respirar tranquilo cuando el doctor termino anunciándonos que todo estaba bien con los bebes y que nos esperaba pronto para ver si se dejaban ver.

Una vez completamente solos, nos dejamos llevar por la necesidad de unirnos en un solo cuerpo demostrándonos de algún modo que nuestro amor es más fuerte que cualquier ventisca que se eleve frente a nosotros. Mientras siempre nos mantengamos unidos nada nos puede vencer.

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