Capítulo 27 Secuestrados
Hola, este capítulo está dedicado a todos mis fieles lectores que han sabido esperar las actualizaciones en este mes que se han complicado. Ya pronto tendrán su actualizaciones sin tanta espera. Disfruten.
Abby
En mi corazón estaba arraigada esa sensación, de que algo malo se avecinaba. No necesito ser una vidente, para saber que algo anda mal, y mucho menos, necesito poseer los sentidos súper desarrollados para corroborar mi desazón.
Me puse en pie, caminando hasta el ventanal de la habitación de Luc, donde aprecie la vista que me ofrecía. Toda el área se encontraba llena de colores verdes y amarillos, que armonizaban el ambiente. Los árboles frondosos y llenos de vida, dejaban que el viento azotará sus ramas, las cuales servían de sombra para esas familias, que deseosos aprovechaban el hermoso día para compartir al aire libre.
Ni siquiera la naturaleza, que siempre me ha transmitido tanta paz, es capaz de generar esta sensación plena en mí.
El estruendo de la caída de algún objeto llama mi atención, según la trayectoria del sonido, puedo deducir que proviene de la planta inferior, de no ser porque el ventanal está abierto no podría haberlo escuchado. Apresurada salgo corriendo de la habitación, hallándome con la situación más escalofriante que mis ojos han podido ver. La sala está hecha un completo caos, hay objetos esparcidos por todo el lugar y muchos otros hechos añicos.
Mi vista turbada contacta con mi suegra, toda ensangrentada, a causa de su lucha contra un hombre lobo que la dobla en tamaño y fuerza. Cuando su mirada se posa en mí, con todas sus fuerzas me grita que huya del lugar. Mi cuerpo se quedo anclado en el piso, intentaba enviarle información a mi cerebro, sin embargo no llegaba el mensaje de reaccionar.
Escuché el grito de Jade, que me hizo reaccionar de mi ensimismamiento, de modo que me dirigí hacia donde provenía su voz. No llegue muy lejos porque choque con un cuerpo macizo, que bruscamente me tomó por los hombros apretándome fuertemente.
—¡Vaya, vaya! Jefe, ya tengo la otra luna—hablo despacio, como si supiese que su jefe lo ha escuchado.
Es obvio Abby, son hombres lobos. Me regañé mentalmente.
—¿Qué es lo que quieren?—No negare que estoy asustada, se que nada bueno saldrá de esta situación.
— ¡Cállate, humana! No tienes derecho a hablar, los prisioneros deben obediencia a sus superiores.
— ¡Tengo derecho a saber!—exclamo, intentando de alguna manera hacer tiempo, para que Luc o algún hombre lobo nos ayude.
— Humana, no te han contado el dicho que profesa: «La curiosidad mato al gato» —Su mirada severa me produce escalofrío. Me mordí la lengua, literalmente, para no contestarle: «pero murió sabiendo». Lo cual prácticamente, para mí, contaría como suicidio.
Me alzó sobre sus hombros, como si fuese un costal de papas, y con paso apresurado bajo las escaleras, tan ligero, haciéndome pensar que peso menos que una pluma. Unos segundos después, veo como dos hombres bajan con Jade y su hijo, la cual se encuentra inconsciente, mientras que su cabello oculta su rostro por la manera en la que es llevada.
— Es hora de irnos. El jefe estará muy contento con nuestro trabajo—exclama el tipo que me sostiene fuertemente sobre sus hombros.
— Pensé, que sería más difícil esta misión. Estoy decepcionado—enuncia con voz burlesca, mientras los demás lo acompañan riéndose.
— Vámonos, antes que Willy cante la verdad.
— Sí, es lo mejor— fue lo último que comentaron, para emprender un camino desconocido para mí.
Me quedé callada intentando buscar alguna salida de esta situación, no he visto más a mi suegra desde que me vocifero que corriera, ahora me pregunto porque no le hice caso. Bufo, mientras tanto me remuevo, esta posición es incómoda para mí y la sangre esta acumulándose en mi cabeza.
— Deja de moverte humana—Apretó mas su agarre en mi, solté un gemido lastimero.
— Ufff, ¡por fin llegamos! —espeta uno de ellos.
— Intentas algo, humana, y tus cachorros sufrirán las consecuencias—manifiesta con rabia luego de colocarme en la dura tierra, trastabille casi cayendo al suelo, de no ser porque uno de los lobos me sostuvo.
— Cuidado si te caes, débil humana—masculló con odio. Me siento intimidada entre tantos lobos enemigos, que me superan en fuerzas y tamaño, además de que me odian simplemente por ser humana.
Dos camionetas negras se estacionan frente a nosotros, me obligan a subir en una junto con Jeidell, el hijo de jade y Axell, el cual en comparación conmigo, se encuentra muy tranquilo, para estar inmerso en una situación tan alarmante como esta. Su mirada se enfoca en mí, sonríe, coloca sus manitas suaves en mi rostro.
— No tengas miedo, yo te protegeré. Mi papi y el tío Luc, nos encontraran. —La seguridad en su voz, enternece mi corazón.
— ¿Cuántos años es que tienes?
— Cuatro— se encoge de hombros.
— Me sorprende que hables tan elocuentemente.
— Papi dice que Salí a él. Además, soy hijo de un alfa poderoso y tengo sangre de demonio, no sé lo que significa pero mi abuela dice que eso influye en mí.
— Tiene lógica. No eres humano. —pronuncio anonadada por la manera en la que puede seguir una conversación y expresarse tan correctamente; a su edad me trababa al hablar, terminando todo en una rabieta cuando mis padres no sabían lo que quería.
— ¡Sí, soy humano!— Me mira extraño como si le molestara lo que dije—.La diferencia es que tengo más habilidades que un humano común, pero en teoría soy humano.
— ¡Pueden callarse!—nos grita el que está manejando la camioneta. Jeidell se pone recto en su asiento, fulminando con su mirada al chofer.
— Si no nos quería escuchar, ¿por qué nos secuestró? ¿Acaso sabe usted, qué esto es ilegal? —señala con su dedo acusatoriamente al hombre lobo, el cual lo mira, como si de un dios se tratara.
— Ahora entiendo, porque el jefe quiere a este mocoso—habla en voz baja hacia su compañero.
— Si, pensaba que era por la línea de sangre de los Miller. Este niño vale oro.
— Son consciente que los puedo escuchar—espeta Jeidell—. Hasta Abby, escuchó su conversación.
— Niño, ya cállate.
Noté las intenciones de Jeidell, en responderles, pero le hice seña para que no emitiera palabra, asintió obedeciendo. El auto se sumió en silencio mientras continuaba su trayecto, cuando pensaba que nunca llegaríamos al destino, estacionaron frente a una gran mansión reforzada con gran seguridad. Había mucho movimiento, hombres corriendo de un lugar a otro, sin control alguno.
Estaba observando todo, detalle a detalle, buscando alguna salida. Entre cavilaciones me di cuenta, que la tendríamos complicado salir de aquí; en primer lugar, porque estamos en un lugar desconocido y segundo, sería complicado burlar la seguridad.
Nos hicieron señas para que bajáramos del auto, suspiré mientras obedecíamos, teníamos que hacerlo, o de lo contrario sufriríamos las consecuencias. Sostuve la mano de Jeidell, mientras seguíamos a los hombres dentro de la mansión, no sin antes percatarme que mi suegra y jade estaban aún inconsciente. La realidad es que tengo miedo, de lo que hayan sido capaces de hacerles, para que se encuentren todavía en ese estado.
Una mujer mayor abrió la puerta, indicándoles a los hombres lobos que el jefe lo estaba esperando, desapareció una vez termino de dar el recado. Después del recibidor, se extendía unas largas escaleras por donde subieron los que llevaban a jade e idaira, desapareciendo de mi vista.
— ¿Dónde llevan a mi mami? —pregunta Jeidell, intentando zafarse de mi agarre.
— No estamos para responderte niño. Vamos que el jefe los espera.
Somos arrastrados por ellos, pasamos por una inmensa sala decorada excesivamente con tanto oro, que te hacía daño en la vista por lo resplandeciente. Se detienen en una puerta de roble blanco, antes de siquiera tocar, la voz ronca de un hombre se escucha clara y fuerte dando el pase. Caminamos, obligados por ellos, hasta estar frente al escritorio del hombre desconocido, que supongo es el jefe, el cual se encuentra de espaldas a nosotros mirando por la ventana.
El hombre de la ventana se gira posando su mirada en nosotros, despliega una enigmática sonrisa, que causa que la piel se me erice por la maldad que desborda desde su pose arrogante hasta su mirada depredadora.
— ¡Sean bienvenidos a mi manada!—enuncia ruidosamente, tomando asiento detrás del escritorio—Es un gusto tener frente a mí, a dos de mis mejores adquisiciones— se carcajea para luego quedar en silencio abruptamente. — Ay, que modales los míos. Soy Gael, el alfa de esta nueva manada, y muy pronto también lo seré de la manada de los Miller.
— En sus sueños—bufa Jeidell.
— Tienes espíritu, niño—sonríe—. Esa es la razón por lo que te mantendré con vida.
— ¿Qué es lo que trama con todo esto? —exploté, cansada de estar en silencio, mientras me hundo en la ignorancia, de no saber cuál es el propósito principal de todo este plan.
— Abby, las circunstancias de la vida, son las únicas culpables que hoy en día te encuentres aquí. Mi plan estaba en marcha, desde antes siquiera que Luc naciera. Toda mi vida fui la sombra de aquel que se llamaba mi amigo, el cual no fue capaz de hacerme su mano derecha. Yo merecía tener rango, que me sirvieran y me veneraran—expone con rabia—Mi padre me enseñó que las mejores venganzas son las que se trabajan en silencio. Eso hice, pero cada uno de mis planes fallaban por confiar en otros, aunque claro me divertía en el proceso.
— ¿Sabe qué la venganza no trae nada bueno? —Jeidell lo mira sin ningún rastro de miedo.
— Mientras haga sufrir a esa persona, ¿Qué de malo ha de tener? Mira niño, debes aprender, que el bien no siempre es lo correcto y es lo que pretendo enseñarte. Además, de hacerte a mi imagen y semejanza.
— Nunca lo seré—asevero.
— Ya verás, cuando pase el tiempo, quién tenía la razón.
— Mi papi te matará, antes de que puedas terminar tu plan.
— Me causas risa. Te diré porque razón tu papi no podrá contra mí. Siempre he trabajado en silencio, hasta hoy que les revele quien soy en realidad. Yo tuve que ver con la muerte de la abuela de tu padre, añadiendo el hecho de que, también fui el que mande a ocasionar el accidente de tu abuela cuando estaba embarazada.
— Es un monstruo—no me contengo luego de escuchar de lo que ha sido capaz.
— Ja,ja,ja eso no es todo. Me confabule con el alfa Michael, quien por poco se hace con la manada, para después yo arrebatársela de las manos quedándome con ambas manadas. Pero otra vez, todo fue un desastre. Tuve que esperar un tiempo prudente para seguir con mi objetivo, el viaje de Luc a Australia fue perfecto para mí, si moría en un accidente podría hacerme del territorio más fácil; pero tenía que sobrevivir.
— ¿Usted fue el causante del accidente?
— No es mi culpa que usted se encontrara en el avión. Todo es culpa de esa maldita familia, que se creen superiores a los demás. Tienen suerte los malditos, cada plan que elaboraba no funcionaba. Ni siquiera esos tontos hicieron bien su trabajo de matarlo, fallaron una y otra vez. Pero esta vez no fallare, tengo lo más preciado para ellos, sus lunas y su descendencia.
— Usted no ganará.
— Ya gané, querida Abby. Al principio solo quería matarte, pero después el saber que eres hija de una iluminer cambio mis planes. Tus cachorros serán demasiados poderosos como para matarlos, hijos de un alfa poderoso y además tienen poder de los iluminer, los cuidaré y entrenaré para que me obedezcan en todo. Una vez que hayas dado a luz, dejarás de ser importante para mí.
— ¿Cómo puede estar seguro que mis bebes serán poderosos?, pueden que sean humanos.
— Porque he estado esperando esto desde que fue anunciado. Mi viejo amigo, Benjamín Miller, el cual tenía una habilidad de conocer ciertas partes del futuro de su descendencia, hablaba sobre esto y me confío que la luna de uno de sus nietos sería importante. Siempre pensé, ¿Qué de importante tiene una humana sin gracia? — hizo una pausa teatralmente— Hasta que saliendo de una reunión, me acerque a tu madre y ahí supe, que tu línea de sangre era bendecida por la diosa luna.
— Definitivamente, está loco.
— No has sido testigo, ni de la cuarta parte de mi cordura— se carcajeo mientras le hizo señas a sus hombres—Llévenlos, a las habitaciones que les han sido asignadas.
— Sí señor.
En ningún momento dejo de reírse a voz suelta, mientras seguía a los hombres lobos, no dejaba de pensar en una posible solución a nuestro problema pero nada se me ocurría. Me llevaron a una habitación, luché para que no se llevaran a Jeidell pero fue inútil, me encerraron para después dejarme sola con mis pensamientos.
Por una parte estaba tranquila, porque sé que no les harán daño a mis cachorros ni a Jeidell, pero temo por la vida de mi suegra e Idaira. Tan solo espero que ellos puedan encontrarnos.
¿Por qué todo esto nos tiene que ocurrir a nosotros?
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