Capitulo 22¿ Amigas?

Dedicado a Vanesa Martinez 

  Luc

Pase todo el día ocupado con el maldito desastre, por suerte se pudo salvar algunos documentos importantes aunque otros no corrieron con la suerte. Sin perder tiempo comenzamos a limpiar el área afectada, una vez terminamos acabamos todos llenos de hollín.

— Alexey, encárgate de contratar a alguien que solucione esto.

— Si, alfa.

Después de comprobar que mi trabajo había terminado me retire del lugar. Muchas personas piensan que los líderes de los pueblos lo tienen fácil, puesto que creen que toda la obligación es ordenar. ¡Están tan equivocados!

El trabajo de un alfa es mucho más que eso. Debes estar disponible para los problemas que surjan, hasta hay momentos en familia que deberás sacrificar por el bienestar de la manada. Aunque simplemente son cosas que todos ignoran o no le prestan atención porque según ellos es nuestro deber. Nadie piensa que también nosotros cargamos nuestros propios problemas, pero que tenemos que minimizarlos para prestarles atención a los suyos.

Porque soy quien tiene que hacer muchas veces de intercesor, de consejero y quien debe brindar consuelo a aquellos que pierden algún miembro en su familia. Pero lo que nadie sabe, es que en varios momentos he necesitado ese mismo ánimo que les brindo a otros para seguir, porque yo también tengo mis desafíos y mis luchas.

El claro ejemplo es que tuve que venir a resolver este problema teniendo un asunto pendiente con mi luna. Deberé aprender a encontrar ese balance porque ya tengo una familia que merece mi atención así como mi manada. Que a pesar que aun hay rebeldes tengo que dar lo mejor para proteger a los míos.

Se esfuman mis cavilaciones cuando llego a mi casa y ahora lo que perturba mi mente es que tendré que esperar hasta mañana para hablar con mi luna. Al mirar al cielo por primera vez me percato que ya es muy tarde en la noche. Desanimado subo las escaleras, me quedo mirando al pasillo por donde se encuentra la habitación de mi suegra pero termino entrando a la mía.

Estaba tan perdido en mi mente que no me percate, que mi luna se encontraba en medio de la enorme cama. Estaba por tocar su mejilla pero vi mis manos que estaban tan sucias que no quería estropear su tersa piel con el hollín que se adhirió a mi piel.

Me aleje para tomar camino al baño, donde me desprendí de mi ropa, la cual se encontraba sucia. Deje que el agua se llevara toda la suciedad mientras la esperanza crecía en mi mente a medida que avanzaban los minutos. Si mi luna se encuentra en nuestra habitación es porque ya se le debe haber pasado el enojo. Y es muy posible que permita que me deje explicarle lo sucedido.

Al salir de la ducha me encontré con esos dos pares de ojos marrones mirándome inquisitivamente. Frunció el ceño al ver mi ropa llena de hollín.

— ¿Por qué tu ropa esta negra? Y ¿Ese olor que desprende es humo? —Pregunto con sus cejas enarcadas.

— Si, tuve que salir porque la antigua casa del ex alfa se estaba quemando.

— Y ¿Por qué querían quemar esa casa?

— Porque la remodele para que sea nuestro centro de comando, por así decirlo.

— Te estábamos esperando para comer. ¿No has comido nada?

— No.

— Creo que mi madre te guardo de la pasta. Iré a buscártela para que comas.

Me moví hasta agarrarla por la muñeca la gire hacia mí y esa alegría me invadió de que a pesar de estar molesta se preocupa por mí.

—No es necesario mi luna. Me gustaría mejor que hablemos.

—Claro que es necesario, Luc. Primero comes y luego hablamos.

— ¿Me acompañas? — Sé que estoy tentando a la suerte pero necesito tenerla cerca de mí, ya fue suficiente esa distancia que ella misma impuso.

— Si — intente acercarme para darle un beso pero detuvo mi avance—Luc, aun es muy pronto. Primero tengo que escuchar tu versión.

Asentí, pensando que tan solo debía esperar un poco para arreglar todo este enredo en el que me metió Wilma. Tome sus manos entre las mías, lo cual permitió sin oponer resistencia, bajamos las escaleras dirigiéndonos hacia la cocina.

Se soltó de mi agarre para moverse con total libertad en la cocina, lo que produjo que una sonrisa se expandiera en mi rostro.

Colocó un plato de pasta delante de mí y tomo asiento en la silla de enfrente, suspire porque no podía reclamarle sabiendo que está enojada por algo que permití. Pero su lugar es sobre mis piernas.

— Come tranquilo, te hare compañía mientras tanto.

— Espero que me escuches y no te hagas ideas premeditadas.

— Está bien—susurro.

Me concentre en terminar la pasta para después dejar el plato en el fregadero. Volví a tomar el lugar donde estaba para explicarme.

— Antes que nada perdóname—digo no sabiendo por dónde empezar —. Ella se me lanzo encima de un momento a otro, no lo vi venir. Pero debes de entender que tú lo eres todo para mí, te amo solo a ti.

— Sé que fui un poco exagerada, pero no me tome bien verte besándola.

— Ella me beso a mí.

— Pero bien que no la alejaste.

— Cuando ella me beso antes siquiera de reaccionar escuche tu voz, tan solo fue unos segundos.

— Sabes Luc, te amo y sé que me amas pero te lo advierto desde ahora que no soy de las que perdonan las infidelidades. Así que ándate con mucho cuidado.

— Mi luna, nunca te seré infiel— declaro, por mi mente no figura serle infiel y mas sabiendo que le haría daño.

— Eso espero. Ahora quiero que me respondas algo— tomo una pausa para proseguir—. ¿Tuviste algo con esa mujer? —pregunto mientras me sostenía la mirada.

— Si—respondo escuetamente—, pero todo acabó desde que te encontré. Se lo que debes de estar pensando. Lo cierto es que por nuestra naturaleza tenemos que buscar compañía, por así decirlo, para poder pasar el calor. Fuiste testigo en la isla la intensidad y difícil que es la temporada. En resumen, estuve con ella por cierto tiempo con la condición que sería algo efímero, hasta que nuestros mates se cruzaran en nuestros caminos.

— A ver si entiendo—dijo Abby —, por tu naturaleza estuviste con ella.

— Si. ¿Qué dices Abby, me perdonas?

— La verdad es que tengo que procesar esto Luc.

— Entiendo— digo desganado.

— Ahora vamos a dormir—dijo para luego ponerse en pie y extenderme su mano.

Sostuve su mano entre la mía, subimos en silencio las escaleras mientras le intentaba buscarle el sentido a todo esto. Si creía que las mujeres lobas eran complicadas, muy tarde me he dado cuenta que las humanas son mucho más complejas. No sé ni donde estoy parado, solo sé que lo que mi luna quiera brindarme lo tomare, como si fuese un sediento que ha encontrado un oasis en medio del desierto.

Abby

Me despierto por los rayos del sol que se cuelan por el ventanon, adapto mis ojos a la luz que inunda la habitación. Me siento en la cama, me detengo a pesar que esta es muy similar a la habitación de Luc en la casa de sus padres.

Paso mis manos por el lado donde dormía Luc, notando que está muy fría, de seguro se fue hace rato. Con gran pereza me levanto recordando que mi querida suegra vendrá para empezar a organizar la dichosa fiesta de presentación.

Cuando estoy lista bajo las escaleras teniendo una sola cosa en mente, comer, ya mis bebes están demandando comida. Un rico olor me condujo a la cocina donde encuentro a mi madre muy entretenida preparando unos sándwich de pollo.

—¡Qué bueno que bajaste mi vida! —exclamo alegre.

— Que te tiene tan contenta a estas horas.

— No puedo estar de buenas en las mañanas.

— No es normal en ti.

— Ahora resulta. Toma comételo todo.

— ¿Sabes, dónde está Luc?

— Ay que mente la mía. Tuvo que ir a inspeccionar algo, dijo que regresaría para la comida.

— Está bien. iré al jardín ¿Vienes?

— No, saldré un momento.

— ¿Te acompaño?

— No, no tranquila.

— Está bien.

Me levante para ir al jardín. ¿Son ilusiones mías o mi madre está muy nerviosa? Siento como si me estuviese ocultando algo.

Me siento debajo de un gran árbol mientras comienzo a comer en tranquilidad y armonía. Y es cuando empiezo a darle vueltas a todo lo que Luc me conto ayer. Entiendo sus palabras pero sin embargo no deja de doler.

Algo tengo claro, si quiero que lo nuestro resulte tendré que entender su naturaleza. A veces me resulta tan confuso sus costumbres y otras un tanto radicales, pero lo cierto es que al final del día tengo que aprender a aceptarlas. Así como las acepto las diferencias, costumbres y creencias de otros países.

—Hola.

Me giro para ver quién me está saludando, no pude contener la mueca de desagrado que se formo en mi rostro, delante de mí se encuentra la misma mujer que beso a Luc.

—¿Qué haces aquí?

— Tranquila, tan solo vengo a excusarme por mi comportamiento. No sabía que Luc había encontrado su luna. De haberlo sabido nunca lo habría besado.

— No te preocupes. Si solo venias a eso puedes estar tranquila.

— Gracias. Me quitas un peso de encima. Me sentí muy mal y toda la noche la pase dándole vueltas a lo ocurrido.

— Luc me explico todo.

— Uff, me alegra. Ya me tengo que ir, por cierto soy Wilma.

— Un placer, soy Abby.

— Qué bonito nombre.

— Gracias.

— Nos vemos. Espero podamos ser amigas.

— Adiós.

Movió su mano en señal de despedida, vi como se perdía en la distancia y solté todo el aire que contenía. Aunque me pareció sincera en su disculpa y su arrepentimiento como que no siento correcto entablar una amistad con una mujer que tuvo algo que ver con mi compañero.

No tenía la obligación de ser su amiga. Y simplemente no me nace serlo.

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