4. Bailable (pt. 2)

Nunca se había imaginado que un beso de Carlos se sentiría de esa forma: tan dulce y tan apasionado al mismo tiempo. ¡Era todo tan perfecto! Y al fin podía comprobar que lo que ella sentía por él era correspondido. Y lo más extraño había sucedido. Ella no sabía que eso era posible, pero sus mentes se habían conectado de alguna manera. Mariel había podido verse desde los ojos de Carlos. Todo era perfecto, hasta que decidió ver más aún lejos, y vio algo que deseó no haber visto nunca.

 

Mariel había salido por la puerta y estaba corriendo por la vereda cuando Carlos logró alcanzarla.

–¡Mariel! ¡Pará! ¿Qué pasa?

Ella se detuvo y se dio vuelta para darle la cara, respirando de manera agitada.

–¡No sé! –sollozó–. Algo me asustó, algo que vi cuando te estaba besando. Ni siquiera estoy segura de lo que es.

“Bien,” dijo una voz dentro de  Carlos. “Tal vez sea mejor si te tiene miedo, para que no vuelva a acercarse a vos.” Pero otra voz dentro de él gritaba mucho más fuerte, diciéndole que no podía perderla, que no podía dejar que le tuviera miedo; que sin ella su alma se marchitaría cual planta a la que le falta el agua.

 –Contáme lo que viste –le pidió, hablándole tan dulcemente que no reconoció su propia voz.

–Fue muy raro… me sentía cada vez más cerca tuyo, y parecía como si pudiera ver dentro de tu mente. Vas a pensar que estoy loca… –Mariel se detuvo. No estaba segura de que Carlos creería lo que ella había visto. Carlos, por su lado, se dio cuenta que a ella de a poco se le estaba empezando a pasar el shock, y podía escuchar cómo el latir de su corazón comenzaba a normalizarse lentamente.

–¿Por qué voy a pensar que estás loca? –le preguntó, con honestidad, y bastante sorprendido porque ella había experimentado algo similar a lo que le había pasado él–. Yo también me siento raro con vos  –continuó–. Vamos a sentarnos un rato en la plaza así me contás todo. ¿Qué te parece? –Mariel asintió. Caminaron hasta la plaza y se sentaron, manteniendo una mínima distancia entre ambos.

–Vi algo horrible –le contó Mariel–. No estoy bien segura de lo que fue, pero parecía ser sangre… y muerte… vistos desde tus ojos.

–No pasa nada –la tranquilizó Carlos al verla sollozar nuevamente, y se movió más cerca, poniendo un brazo alrededor de ella, sintiéndose aliviado porque Mariel no había visto más detalles que eso–. Lo que viste no es nada, tan sólo tiene que ver con una mala experiencia que he tenido en mi vida, y que a veces me trae pesadillas. No es nada. En serio.

Carlos estaba diciendo la verdad, pero a la vez estaba mintiendo. Mariel no podía conocer toda la verdad. Si tan sólo una pequeña visión de lo que sus ojos habían visto durante su primera transformación podía hacerla sentir así… ¿cuánto más daño le haría la verdad completa?

Carlos meditó sobre lo que la Mariel de su sueño le había dicho, acerca de no tener miedo de lo que él era, pero se convenció de que ésa no era la Mariel que él estaba abrazando en esos momentos, sino tan sólo un reflejo de ella, o lo que él por inconscientemente deseaba que ella fuera. Esta Mariel no estaba preparada para saber la verdad. La próxima vez Carlos tendría que tener más cuidado. Ella no podía volver a ver en su interior; era demasiado arriesgado.

Entonces Carlos decidió crear una barrera alrededor de su mente para que ella no pudiese volver a entrar. Tenía que funcionar.

Mariel se sentía tan protegida en los brazos de Carlos. Pensó que él debía tener razón, y que lo que ella había visto no era nada importante, nada que pudiese interponerse entre ellos. Estaba contenta de que Carlos ya no estuviese escapándose de ella. ¿Pero por qué lo había hecho en un principio? Algún día le preguntaría. De momento se conformaba con estar cerca de él, refugiada entre sus brazos protectores, sabiendo que nada ni nadie podrían hacerle daño.

Mariel volvió a besarlo. El beso fue profundo y lleno de sentimiento pero, esta vez, ella no vio nada. No pudo entrar dentro de su mente. No sabía por qué le parecía tan natural esperar que eso sucediese; no conocía a nadie que haya experimentado eso antes. Ellos dos eran únicos. Mariel estaba segura que él era el indicado: Él era aquél que  su corazón tanto había estado esperando. Al fin ya no debería esperar más.

Carlos sabía bien qué era lo que Mariel había alcanzado a ver a través de sus ojos. Era la visión que tanto lo atormentaba en sus pesadillas cada vez más recurrentes y que, aparentemente, había quedado impregnada en su subconsciente de tal manera que Mariel había podido acceder a ella, y se había sentido tan horrorizada como él cuando lo había experimentado en persona.

Su pesadilla había comenzado seis meses atrás, en septiembre del dos mil once, cuando su maldición se había manifestado por primera vez.

 Dos días habían transcurrido después de su decimoséptimo cumpleaños, y Carlos se había sentido extraño durante todo el día, como si estuviera fuera de lugar. Al acercarse la hora de dormir, había comenzado a sentirse cada vez más nervioso, más inquieto. No podía permanecer dentro de su casa por más tiempo; sentía que le faltaba el aire.

Entonces, sin decir nada a nadie, salió rápidamente de su casa. Algo le decía que debía alejarse de la ciudad, que debía buscar un lugar apartado. Caminó hasta el cementerio, aunque nunca  antes había ido allí de noche. Poco sabía él que no estaría sólo en aquel lugar…

Ya en el cementerio, empezó a sentir mucho calor. Su temperatura corporal estaba aumentando en sobremanera. Se quitó la camisa, pero no sintió alivio alguno al calar que lo azotaba. Entonces se sacó sus pantalones, y fue allí cuando el dolor comenzó.

 Todos sus huesos comenzaron a retorcerse, cada célula de su cuerpo estaba vibrando intensamente, transformándose, aunque él no sabía qué era lo que ocurría. Carlos pudo ver como su piel se endurecía, sus brazos se tornaban peludos, y garras salían de sus manos.

Realmente pensó que esa noche moriría. Nadie podía soportar tremenda agonía. Sus gritos se transformaron en aullidos y luego, todo se volvió completamente negro. 

Cuando volvió a abrir los ojos, ya estaba amaneciendo y se podía oír a los pájaros cantar en los árboles que lo rodeaban. No supo dónde estaba hasta que miró a su alrededor, y fue allí cuando un terror inmenso se hizo dueño de él.

Fue en ese preciso momento que vio sus manos y su cuerpo desnudo cubiertos en sangre, que no era la suya. A su lado yacía un cuerpo femenino, irreconocible. Carlos no podía saber quién era, debido a la condición en que ella se encontraba. Un brazo se había desprendido del cuerpo, y le faltaban las entrañas. Su rostro estaba totalmente desfigurado, su cabello empapado en sangre.

¿Era él responsable por eso? No podía serlo; era imposible. Carlos sabía que no era capaz de algo semejante.

Pronto su mente se aclaró y todo cobro sentido: Él, Carlos Saúl Contreras, era un lobizón: un hombre lobo. Siempre había sido objeto de burlas por haber nacido séptimo hijo varón, pero nunca había creído que eso fuese real, por más que su madre siempre le contase historias de lobizones vagabundeando por las calles de su pueblo natal en Corrientes durante las noches de luna llena.  Ahora tenía pruebas concretas: Se había transformado durante la luna llena, y había matado. Se había convertido en una amenaza para la sociedad.

Decidió tirar el cuerpo de su inocente victima en un aljibe abandonado para que nadie pudiese inculparlo. Más tarde, descubriría que su victima había sido una chica de dieciséis años llamada Verónica Suárez. Sus padres eventualmente la dieron por desaparecida y, hasta ése momento, nadie había encontrado su cuerpo. Él había sabido esconderlo bien. Nadie sospecharía que la difunta se encontraba en ese viejo aljibe abandonado. Nadie sospecharía que la pobre Verónica Suárez había sufrido semejante destino.

Carlos sentía que debía sentirse culpable por lo que había hecho, pero no lo recordaba; no se imaginaba haciendo algo semejante, y eso le imposibilitaba sentir culpa alguna. En cambio, sí le echaba la culpa al lobo. Le temía, el lobo le causaba  pesadillas. Carlos temía que el lobo algún día se desatase y matase a sus seres más queridos. No podía permitirlo.

Luego de pasar unas horas abrazados, sentados en el banco de la plaza, Carlos llevó a Mariel a su casa. Se despidieron con un largo beso, y él le prometió que el lunes de mañana vendría a buscarla para ir a la escuela.

En vez de irse a dormir, Mariel prendió su computadora y buscó su blog. Ansiaba escribir otro poema de amor que expresase lo que ella sentía por Carlos en esos momentos. Cuando escribía, Mariel no lo hacía con su mente, sino que con el corazón. La mayoría de las veces, cuando leía lo que había escrito, esto no tenía ningún sentido para ella, pero se sentía bien, y eso era lo que importaba.

Mariel entonces escribió:

Al fin viniste a mí,

al fin te tengo de vuelta.

Mi alma se regocija,

Ya no llora, ya no espera.

La espera se ha terminado.

Y aunque de sangre se manchen

tus más oscuros pensamientos,

eres mío y yo soy tuya.

Ya no puedes negarlo,

ya no puedes huir,

porque te tengo grabado

y te buscaré donde quiera que estés.

No podrás huir de nuestro destino.

 

Le dio una segunda lectura y lo publicó. No le importaba lo que Gisela y Ana pensasen al leerlo. Seguramente exclamarían “¡Que romántico!”, pero luego le preguntarían por qué mencionó las palabras sangre y pensamientos oscuros en el poema. Ella no sabría explicarlo, y les diría que tan sólo le había salido de esa manera.

Esa noche Mariel soñó con él. Carlos estaba sentado sobre una tumba sin nombre, con lágrimas en sus ojos. Ella se le acercó y pudo ver sangre en sus manos.

–¿Qué hiciste? –le preguntó, sintiendo mucho temor.

¿Qué significaba esa sangre? ¿Qué había hecho su amado?

 Él la miró, pero su rostro había cambiado. Tenía un hocico en vez de nariz, orejas largas y colmillos.

Ella corrió con la velocidad que le permitían sus piernas, huyendo de él. Se despertó sobresaltada. Ya eran las ocho de la mañana, y no pudo dormir más.

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¿Qué les parece la historia hasta ahora? :) Recuerden que es mi primera novela. Estuvo en Wattpad unos meses, y luego la retiré. Ahora la estoy revisando, y la estoy re-subiendo.

Pueden seguir la novela en Facebook :) www.facebook.com/MiLunaCarmesí

Encuesta:

¿Qué actores te gustarían para protagonizar los papeles de Carlos y Mariel? 

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