XXXVIII: En algún hospital citadino
El chico de mirada huidiza, tiembla sin parar, se encuentra en el hospital frente a la puerta de la habitación donde Cory reposa; el miedo cala hondo. Saber que su obsesivo ex fue quien provocó esto, lo hace sentir culpable.
Demasiado culpable en realidad, Dramaturgo. Cuando vi la noticia sobre la fuga quedé perplejo. ¡Demonios! ¿Qué tan loco debe estar para hacer todo lo que hizo? Ahora Cory y Cacius están en este lugar por mi culpa.
No te olvides de la desaparición de Rex.
¡Maldita sea, Dramaturgo! No necesito que me hagas sentir peor.
Ray, luego de dejarme aquí, voló al aeropuerto para regresar a Francia, ¡Esto es horrible! Cómo si no tuviese bastante con lo de Cory y Cacius, ahora esto, quisiera creer que Ronie no tiene que ver en su desaparición, pero la verdad es demasiado difícil; él estaba allá en París, todo indicaba que detrás de mí, sin embargo, yo regresé hace un mes y él apenas volvió está mañana, así que, ¿qué hizo o planeó por allá? No tengo idea, solo espero que Rex esté bien.
¡Y yo creí que el mayor problema que tendría hoy sería un regaño italo-español!
Siento mucho miedo ante lo que me espera una vez cruzada la puerta de esa habitación, no me atrevo a entrar. Aún me cuesta creer que Cory está allí por intentar ayudarme. ¡Demonios!
No paro de dar vueltas en el corredor, quiero tomar aire, pero no me atrevo a salir, afuera está repleto de fotógrafos y periodistas que esperan cualquier cosa sobre el estado de Cacius y aún más de Cory. Aunque los médicos dicen que la condición de ambos es reservada, me indicaron que puedo pasar a la habitación de Cory y eso supongo que debería ser esperanzador.
Regreso hacia la puerta dispuesto a entrar una vez más, pero es muy difícil. Siento un dolor profundo dentro de mi pecho, la culpa me golpea con demasiada fuerza. Inhalo y exhalo incontables veces, intentando calmarme antes de atreverme a cruzar, el trepidar de mi cuerpo es muy intenso, siento mucho frío.
Mi mano se posa sobre el pomo, sin atreverme a girarlo. Cuando he reunido el "valor" suficiente, al fin me atrevo a cruzar el umbral. Mis ojos se abren de par en par ante la imagen; sobre la camilla se encuentra Cory, un gran vendaje le cubre el torso, con especial énfasis en el costado derecho, pero contrario a lo que esperaba ver, está sentado con su laptop sobre los muslos mientras teclea quién sabe qué cosa; mi sorpresa es aún mayor al ser consciente de la persona que está a su lado, sosteniéndole el teléfono. Aunque tiene los ojos hinchados y rojos, asumo por tanto llorar, luce tranquila y esboza una sonrisa en mi dirección. Jennifer.
—¡Ese intento de policía no sabe con quién se metió! —escucho a Cory vociferar en el auricular y luego fija los ojos en mí— No te preocupes, aquí acaba de llegar, mantenme al tanto, Fisher…
«¡Habla con Ray!», es mi único pensamiento.
—Tranquilo, él, no quiere a Rex. —Cuelga la llamada y sonríe hacia mí antes de hablar—. ¡Quita esa cara de velorio, maldito puberto!
Solo puedo reír al escucharlo insultarme y correr en su dirección.
—¡Ay, suéltame, maldito puberto! —grita molesto cuando intento abrazarlo, pero supongo que al ver mi cara de espanto, vuelve a reír y me tiende su brazo izquierdo para jalarme— ¿Quieres un abrazo? Ven.
—Demonios estás bien… —susurro a su oído mientras nos abrazamos y lo escucho reír bajo.
—Tanto como bien, no. —Rompe el abrazo para señalarse— ¡Mira nada más lo que tu estúpido ex le hizo a mi perfecto cuerpecito! —agrega en un nuevo grito, molesto, para luego volver a jalar mi mano y abrazarme—. No es tu culpa nada de esto, Johan —expresa en un murmullo y asiento sobre su hombro, aunque no dejo de sentirme mal.
Luego de un rato en silencio en el que solo permanecemos enganchados uno del otro, finalmente nos soltamos y procedo a sentarme en un sillón a su lado. Jen le da de tomar o comer como si se tratase de un bebé y es que, este mini mimado se aprovecha de la situación. En este momento solo me importa que se encuentra bien y asumo que el misterio con respecto a su estado, es para desviar la atención de Ronie, sin embargo…
—¿Cómo está Cacius? —Me atrevo a preguntar y aunque intenta disimular, veo un amague de dolor en su rostro antes de contestarme con una sonrisa:
—No te preocupes, él está bien, Cacius es fuerte y saldrá de esto. —Lo veo volver a sorber la bebida que Jen le ofrece por su pajilla y fijo mis ojos en ella, la expresión con que me mira revela mucho más que las palabras de Cory y eso solo me hace sentir peor—. La bala entró y salió por su sien derecha, pero tuvo un leve roce en su cerebro —confiesa en tono bajo, con la vista fija en la laptop mientras sigue tecleando quién sabe qué—; permanece en un coma inducido mientras baja la inflamación…
—Lo-lo si-siento… —es lo único que alcanzo a pronunciar de manera entrecortada, me remuevo en el asiento y froto mis manos, nervioso e incómodo por toda la situación.
Solo le he provocado dolor a todo el mundo, debería ir a buscar a Ronie, dejar que me lleve a donde le dé la maldita gana de una vez y así no seguir lastimando a todos alrededor de mí.
—Johan… —habla bajo Cory y desvío la atención desde mis nerviosos dedos hacia él, continúa con su vista fija en la pantalla—: Nada de esto es tu culpa… —Asiento dubitativo, con la cabeza, aunque él no me mira—. Escucha, lo hemos investigado y ese sujeto ha lastimado a varios jovencitos, Johan. —Lo observo perplejo, él continúa sumido en su ordenador.
Paso la vista un momento a Jen y ella afirma débilmente con la cabeza. Ahora siento náuseas; después de un largo silencio lo veo tomar una profunda bocanada de aire que acaba produciéndole dolor en la herida y aunque trata de disimular, en su rostro se nota, se gira hacia mí y me muestra la pantalla.
No puedo parar de temblar. Lágrimas bañan mi rostro ante lo que él me muestra. Son vídeos que…
—Tu ex está involucrado en una red de pornografía clandestina y me atrevo a decir que hay más implicados en la policía…
Lo contemplo pasmado, mis manos se mueven por inercia hacia el rostro hasta cubrirme la boca, no paro de trepidar, pero Cory no se detiene allí.
—Es la única explicación para lo que pasó hoy, la manera en que se fugó y ni hablar de todo el tiempo que pasó en Francia, evadiendo…
—Re-rex —consigo balbucear.
—Quédate tranquilo, la alerta ámbar está activada en París desde que se participó su desaparición, estoy seguro de que él está bien porque su verdadero blanco, eres tú.
—¿Có-cómo puedes estar seguro?
—Está obsesionado contigo, Johan; de hecho, los vídeos que tenía de ti… —Mis ojos se abren de la impresión, esto es horrible y asqueroso—. Estaban aparte, quiero decir, los tenía para su disfrute personal. Johan, no puedes estar solo en ningún momento, es más, necesitas protección, pero no confío en la policía luego de hoy.
Me levanto del sillón, asqueado, con mi respiración acelerada y camino nervioso de un lado a otro en la habitación. «¡Esto es horrible!», es el único pensamiento que atraviesa mi mente; sabía que Ronie era malo desde el día que decidí huir de su lado para nunca más regresar, pero todo esto… es horroroso… «Rui».
—Mi amigo Rui… —digo asustado al girarme hacia ellos y ambos ponen la atención en mí, Jen luce confundida y curiosa mientras que Cory permanece expectante—. Ronie lo lastimó hace años, ¿forma parte de esos horrendos videos?
—Supongo. —Esa corta respuesta es demasiado dolorosa, Rui ha pasado mucha mierda, saber que puede haber un video suyo siendo abusado, lo destrozaría, de eso no hay duda—. Quédate tranquilo, esta red será desarticulada, eso te lo aseguro…
—Y mientras, todo esto sigue circulando en internet o donde sea. ¡Demonios! Esto es horrible.
—Joha, ¿Rui y Ronie cómo se conocen? —inquiere Jen.
Procedo a contarles toda la historia, veo la mirada de Jen inundarse más de una vez y la de Cory cargarse de ira, lo entiendo, él aborrece a las basuras como Ronie y más aún cuando se la dan de justicieros.
Esto es de verdad espantoso. ¡Cuán equivocado estuve con él! Demonios, solía verlo como mi salvador, el tipo que me liberó del mal y resultó ser solo su fachada, una manera de acercarse a mí para hacer mi vida todavía más miserable.
Espero que Cory tenga razón y de verdad Rex esté bien. «No es tu culpa», es lo único que repiten Jen y Cory seguido de «No puedes estar solo» y «Necesitas vigilancia», una que por cierto Cory desea contratar para mí…
—¿Y si mejor voy a buscar a Ronie y ya? —Creí haber pensado hasta ver la iracunda mirada de ambos clavada en mí y de repente siento que me hago pequeñito y ellos gigantes. Sin embargo, ya qué, vuelvo a tomar aire para proseguir—: Escuchen, sé que todos se preocupan por mí, pero si al tenerme puedo conseguir la liberación de Rex, no me importaría hacerlo.
—¡Maldito puberto, esa no es una opción! —ladra molesto, Cory; parece un chihuahua poseído, rayos.
—Johan, ¿qué te hace pensar que va a liberar a Rex así? —me regaña Jen.
Suspiro exasperado, me siento sobrepasado por toda esta situación, pero…
—Cory, dices que Rex no es su blanco, entonces, ¿por qué no lo soltaría al conseguir su verdadero objetivo?
—No lo sé, quizás porque tiene a la policía pisándole los talones, Johan, tenerte sería solo el comienzo, necesita al niño para asegurar su huida. —Se aclara la garganta antes de seguir—: contigo. Así que, por favor, no se lo hagas más sencillo dejándote capturar.
Luego de un buen rato, aguantando regaños de parte y parte, la puerta se abre y Campbell acompañado por una mujer que asumo es su esposa, entran en la habitación. Ambos saludan efusivamente a Jen.
La mujer, cuyo nombre ahora conozco —Cristina—, va junto a Cory y se sienta en la cama, relevando a Jen en su puesto de mimadora oficial.
Una vez ambos están al tanto de toda la situación, Campbell se suma a los regaños y vuelvo a sentirme como un mocoso al que todos le dicen lo qué debe hacer.
Al finalizar el horario de visitas, Jen y yo salimos al corredor, listos para partir; sin embargo, pese a que Cory y ella me repitieron mil veces que esté tranquilo, me siento mal por todo esto y no puedo irme sin ver a Cacius, al menos. Así que detengo mi andar en el pasillo, Jen da algunos pasos antes de percatarse, al notar mi ausencia, se gira en mi dirección y sin cruzar palabras comprende mi expresión e intención.
—No se puede, Johan, él está en UCI —sentencia en tono bajo y su mirada se fija en la mía; me acerco a ella y agacho la cabeza, entierro mis manos en los bolsillos como un niñito al que han regañado, antes de atreverme a decir algo más. Entonces tomo una profunda bocanada de aire:
—Lo sé, Jen, pero no puedo irme así. —Niega con la cabeza—. So-solo quiero verlo, hey sé que ni siquiera somos cercanos ni nada, pero él fue uno de los implicados en la locura de Rex y no es justo que ahora esté mal por mi culpa.
Jen cierra los ojos con pesar; luego de volver a sacudir la cabeza, me abraza fuerte y respondo de la misma manera. Los sollozos que libera me quiebran aún más, entonces pienso en qué tan cercanos son ellos. Jen es la mejor amiga de Cory y creí al conocer a Cacius que, él solo conocía a mi hermana por eso. Sin embargo, su reacción me dice mucho más.
—No es justo… —balbucea a mi oído—. Cacius es un buen tipo, no merece estar allí debatiéndose entre la vida y la muerte… —Le aprieto más fuerte.
—Jen, ustedes son buenos amigos, ¿cierto? —Asiente entre sollozos y me siento muchísimo peor por eso.
Caminamos abrazados entre los blancos corredores mientras me cuenta sobre su amistad con Cory y Cacius. Demonios, eran inseparables en la universidad, de hecho, ya que Cory iba avanzado, ella compartió más con Cacius, así que vuelvo a sentir un golpe mayor en el pecho.
—Yo solía molestarlo porque siempre mimaba a Cory y lo trataba de señor y toda esa tontería —murmura bajo cuando hemos llegado al área de UCI—. Pero él no lucía afectado por nada, de hecho, no tenía problema por tratar a Cory de esa manera, aunque estuviésemos delante de un montón de gente, en pleno campus. —Ríe bajo y yo también.
—Lamento todo esto, Jen.
Mi hermana me cubre la boca para impedirme seguir.
—No es tu culpa, Johan. Ronald está desquiciado.
Pese a las persianas que medio cubren el cristal de la ventana, consigo ver a Cacius inconsciente. Los vendajes en su cabeza, esos aparatos a los que está conectado, todo el maldito conjunto me hace temblar, verlo así resulta incluso más aterrador que el viaje en helicóptero.
Mientras lo contemplamos en silencio desde afuera, Jen me habla sobre su relación y mi único pensamiento es que necesito hacer algo, nadie más puede salir lastimado por mi culpa.
¿Qué piensas hacer? No se te ocurra nada extraño que pueda ponerte en peligro.
Dramaturgo, estoy harto de poner en peligro a los demás.
No es excusa para hacer lo mismo contigo.
Solo cállate, Dramaturgo, lo que haga o deje de hacer, será mi decisión así que no intentes ser un buen Pepe Grillo.
—¿Desde cuándo te sigue? —inquiere Jen en tono bajo y trago hondo. En vista que no digo nada, ella se separa de mí para verme un rato y continúa—: ¿Hace mucho? —Siento mis ojos inundarse—. ¿Por qué no dijiste nada?
—Creí que me dejaría en paz y de hecho, lo hizo un tiempo —confieso acelerado, en tono bajo; Jen niega con la cabeza entre sollozos y puedo ver la molestia en su mirada—. Todo es mi culpa…
—Sí, lo es… —admite y vuelvo a sentir un doloroso golpe dentro de mí— Johan, tenías que hablar, desde hace mucho y más cuando te empezó a acosar…
El dolor en mi interior es demasiado fuerte, no paro de llorar.
—No puedo creer que hayas preferido callarte, ¡más sabiendo lo que pasamos por no contar antes lo de nuestro padre!
—¡No vuelvas a usar ese maldito apelativo nunca más! —contesto en un desgarrador grito y golpeo fuerte la pared. El dolor se mezcla con la rabia, porque eso es lo único que me provoca cuando pienso en esa persona, rabia y más desde que supe lo que le hizo a Rui—. Ahora me recriminas por no hablar, pero ¿qué hay de ti? ¡Si abrías la boca antes, yo no estaría así!
—¿Y crees que no me culpo bastante por eso?
Retiro la vista de ella y apoyo mis manos en el borde de la ventana, vuelvo a fijarme en Cacius. Maldita sea, soy el único culpable; el llanto me gana y acabo quebrándome.
—Te enfrenté mil veces, y siempre negaste que él te hacía daño… —Jen agrega bajo al llegar junto a mí y besa mi hombro—. Lo siento, no es mi intención herirte, estoy demasiado alterada por todo.
—Tú tienes razón —confieso—, pero tenía miedo, Jen. —Suspiro con pesadez—. Te mentí, nunca rompimos... —Jen me observa atenta—. Esa noche me obligó a quedarme con él y creo que puedes hacerte una idea de lo que pasó… conseguí huir mientras él dormía, pero luego me encontró en el cementerio el resto lo sabes. —No paro de temblar y gimotear, Jen me abraza fuerte.
Los recuerdos de aquel día retornan, produciéndome más miedo y sacudo la cabeza con vehemencia para espantarlos. Llevo mi mano izquierda hacia el brazalete derecho y aprieto con fuerza para que el horrible dolor me ancle en el presente, en este momento que arde y quema, en esta lastimera culpa.
Mantengo los ojos en Cacius y no decimos otra palabra, sé que todos quieren cuidarme, pero necesito hacer algo; no puedo quedarme tranquilo sabiendo todo lo que el maldito Ronie ha hecho.
Vamos por el corredor con nuestros brazos entrelazados, cabizbajos, pero listos para partir cuando somos interceptados por un par de tipos grandulones vestidos de negro. Empuño mis manos y los contemplo molesto, no me importa quiénes sean, no tendré reparo alguno en repartir golpes; entonces, de repente comienza a sonar Sexy Bitch de David Guetta y giro la cabeza, confundido, hacia Jen, ella se apresura a sacar su teléfono.
—¿Cone? —La escucho decir y por poco me río. ¿En serio? Sexy Bitch es el repique de Cory—. ¿Qué? —Luce sorprendida y a la vez sonríe—. ¿No estás exagerando?
Del otro lado se oye a Cory gritar, aunque no comprendo bien lo que ladra. Luego de varios ajá y desearle que descanse, cuelga la llamada, guarda el teléfono y suspira con la mirada en mí.
—Alto al fuego, son nuestros nuevos guardaespaldas.
La observo incrédulo; esto es una maldita locura, pero ni modo. Salimos del hospital resguardados por los tipos estos; los medios aglomerados en las afueras apenas y nos dejan andar. ¡Solo quiero desaparecer! Esto es horrible y ahora con estos sujetos encima es seguro que llamaré la atención a donde vaya.
La motocicleta de Jen está montada en un remolque o algo así que va unido al vehículo negro donde otros dos tipos nos esperan. ¡Qué locura! No sé cuánto aguante este disparate.
Corrección, esto sí es una locura, llegamos a casa y hay más de estos tipos regados alrededor, creo que Cory exagera. Basta con entrar para que mi madre salte sobre mí, me abraza muy fuerte y besa mis mejillas repetidas veces.
Necesito hacer algo, ese maldito no puede obligarnos a vivir así; además, si alguna cosa pasa con Rex jamás me lo voy a perdonar.
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Hola mis dulces corazones multicolor ❤️💛💚💙💜 En teoría, aquí arrancamos la recta final.
Nos vemos en la siguiente entrega❤️🤗
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