XXXIV: Érase una vez un guardián
♡⁀➷♡⁀➷Johan♡⁀➷♡⁀➷♡
Mientras Rui parece sufrir una posesión, el chico de mirada huidiza no para de temblar, está traumado por todo lo que acaba de presenciar; Ricky, junto a él, también luce aterrado.
Dramaturgo, no es momento para que molestes.
Lo que pasó fue realmente horroroso, Rui acaba de pelearse consigo mismo o bueno con Robert, pero de verdad ha sido horrible. Rui entró en pánico, como nunca antes y ahora…
—¡Así no se vale, Rui!
Mantengo la vista fija en Rui o quizás… Robert, es lo que parece, no deja de gritar:
—¡Vos no me podés obligar a salir! —vocifera en alto y siento escalofríos ante su tono.
Por largo rato, los tres permanecemos en silencio, el único sonido que se oye en la sala es el provocado por la agitada respiración de Robert, su pecho se infla y desinfla de manera errática; la expresión de su rostro es una mezcla de miedo con rabia y dolor, en serio asusta… mucho.
—¿Robert? —inquiere Ricky en tono bajo y lo observo sorprendido, creí que él no sabía sobre esto; de hecho, Rui piensa que él no lo sabe. Rob lo mira con recelo— hace años que no te veía —agrega y ahora estoy más pasmado.
—¿Y qué?, ¿para qué vos me querés ver a mí?
Estoy asombrado y fijo la vista en Robert, él mantiene esa expresión de molestia y desconfianza en todo momento.
—¿Qué te sorprende rulo? Rui te dijo que hemos estado juntos siempre. —El tono que emplea es tétrico, me hace pensar en la noche que pasé aquí con Jaen. Siento escalofríos, esto es demasiado extraño.
—No te veía desde aquella pataleta que me hiciste poco antes de irme, pedías comprarte una lollipop para Johan. —Desvío la vista, perplejo, hacia Ricky, pero Robert ríe fuerte, supongo que al recordar; así que vuelvo a mirarlo.
—Vos estabas triste, rulo, la piba bonita se comió tu paleta… —Lo observo boquiabierto.
Recuerdo aquel momento, a los siete, estaba en el parque con Jen y las mellizas cuando Rui y Ricky aparecieron, mi hermana se veía muy triste y luego supe sobre la partida de Ricky, entonces Rui me dio la paleta…
—Él dijo que Ricky se la dio como regalo de despedida, estaba molesto y solo decidió obsequiármela —replico en bajo y Robert sonríe de medio lado.
—Rui no recuerda muchas cosas, además también estaba triste por vos, tenía que animarte a vos para hacerlo feliz a él.
—Pues, ¿gra-gracias? —Sonrío algo nervioso y él también—. E-entonces, sí, nos conocíamos de antes.
Robert niega con la cabeza antes de hablar.
—Vos y yo no. Pero Rui era feliz con vos, lo hacías reír. —Se pasa la mano izquierda por los ojos para quitarse las lágrimas que empezaban a salir—. Entonces, te quería cerca de nosotros, alegre, como siempre. —De repente deja de sonreír, su gesto se torna muy serio, algo triste—. Tiempo después empezaste a estar deprimido, dejaste de reír, te alejaste. —Sus palabras me obligan a tragar hondo y comienzo a sentirme muy nervioso por la dirección que está tomando esto—. Por más que Rui quería estar con vos, seguías distanciado, así que, intenté convencerlo de alejarnos de vos porque no lo hacías feliz.
Aunque mi nivel de nerviosismo creo que es demasiado evidente, intento respirar para calmarme y poder conversar con él, quizás sea la oportunidad que esperaba, pero de verdad estoy muy asustado por todo esto.
—Siempre te has preocupado por Rui, entonces sí eres su guardián como dijiste —hablo nervioso, él ríe bajo y afirma con la cabeza—. ¿Por eso le ocultas cosas?
Aunque sonríe de medio lado, la expresión en su rostro es lastimera.
—Sabía que algo no iba bien con vos —replica y siento un doloroso latido al recordar, no entiendo por qué se empeña en hablar sobre eso. Intento mantenerme en calma, pero no sé cuánto aguante si sigue haciéndome recordar todo eso—. Cuando contaste lo que pasabas, Rui se puso muy mal por vos… —agrega y lo noto empezar a temblar y gimotear. Su pecho comienza a inflarse y desinflarse cada vez más errático antes de continuar y mi corazón está a punto de escaparse—: Pero yo temí por Rui, temí que la caja de pandora se abriera ante él…
Robert no deja de llorar y trepidar, mi corazón parece un redoble de tambor. Intento acercarme en un tonto intento por clamar no sé si a él o a mí, pero aparta su mano de golpe.
—No me toqués, pibe… —expresa entre gimoteos. Siento mi piel erizarse, quiero escucharlo, pero a la vez me aterra lo que trata de decirme. Hay mucho dolor en sus ojos—. Po-porque te-teniamos si-siete… —Se calla.
Su rostro se marca por largas cicatrices de cristal, abraza sus rodillas y yo no puedo dejar de llorar al comprender lo que trata de contarme. Me duele el pecho, demasiado.
—Rob, tra-tranquilo, no te fuerces. —El dolor golpea muy fuerte dentro de mí. Volteo la vista hacia Ricky quien permanece sollozando y con sus manos se cubre la boca, luce destrozado.
—Él… él era bu-bueno con nosotros, no-no co-como la bestia…
—No sigas, por favor… —suplica Ricky envuelto en llanto para luego levantarse y salir al balcón.
Robert se acuesta en posición fetal sobre el sofá, sigue abrazado a sus rodillas, mantiene la vista perdida en todo momento. Me agacho frente a él y tengo la osadía de tomar su mano, contrario a lo que creí, me aprieta con fuerza y clava su destrozada mirada en la mía.
—Yo… yo sa-sabía por qué vos no que-querías co-contarle a tu papá…
Y en este momento siento que el mundo se desmorona sobre mí, no puedo dejar de llorar, él está igual, se ahoga con el llanto y el trepidar de su cuerpo es cada vez mayor.
—Pa-paseos, ju-juegos, regalos… he-helado… —Un gesto de asco aparece en su rostro al decir eso y el dolor en mi pecho se convierte en una enorme flama que me quema por dentro—. O-odio el ma-maldito helado… Rulo, yo no entendí lo que nos hizo, hasta que… hasta que crecimos.
—Maldito… —susurro.
—Rui, te-tenía miedo, mu-mucho mi-miedo, así que escondí eso de él. Cu-cuando el cana pedófilo se propasó con él, en el ascensor, por culpa mía, por dejarlo; esas imágenes regresaron a él.
Tomo aire para tratar de calmarme un poco antes de responderle, esto es demasiado fuerte:
—Robert, no tienes la culpa de nada, eres otra víctima más…
—Pe-pero sí-sí, es mi cu-culpa, pe-pelotudo. Ru-rui estaba bi-bien sin esos recuerdos…
—Pero tú no, necesitas ayuda… —Niega con la cabeza—. Claro que sí, Robert, te lo digo yo que hui por mucho tiempo.
Lloramos en silencio con nuestras manos entrelazadas, reposo mi frente sobre ellas. Es increíble cuánto daño hizo ese monstruo, se aprovechó del mutismo de ellos
para lastimarlo. Robert no deja de temblar, al final libera mis manos y vuelve a abrazar sus piernas, así que me levanto para ir con Ricky. Lo encuentro llorando sin control en el balcón.
—Nunca debimos regresar a este país —expresa entre lágrimas y sacude la baranda, siento un doloroso golpe al oírlo—. Solo vino para acá a sufrir, Johan —agrega con su destrozada mirada fija en la mía—. Era un niño alegre y sonriente en Argentina, mamá y yo éramos felices con ese niño tonto. —Se sienta en el piso y recuesta contra la barda—. Johan, me siento inútil, me siento culpable por no haberlo cuidado. Cuando Víctor apareció en Mendoza debí haber evitado que se acercara a él, debí molerlo a golpes, debí…
Me arrodillo junto a él y lo abrazo con fuerza, Ricky me recibe del mismo modo, pero no deja de llorar y recriminarse en mi hombro.
—“No sirve de nada recordar el pasado, a menos que pueda ejercer alguna influencia en el presente” —susurro a su oído y continúa llorando en silencio—. Es una cita de David Copperfield, mi libro favorito. Alguien muy importante para mí me la dijo un día, antes de decidir buscar ayuda al fin.
Noto a Ricky un poco más tranquilo, así que tomo una profunda bocanada de aire antes de continuar y me separo un poco de él para hablarle:
—Te la digo ahora, porque en este momento está de más seguir culpándote y desear haber hecho algo diferente. —Lo tomo por los hombros—. La culpa solo hace que el abuso se repita, lo que tu hermano necesita ahora es tu apoyo, tenemos que ayudarlo a ayudarse. —Ricky afirma en silencio y yo emulo su gesto.
—¡Rulo! —Robert me llama entre gimoteos así que regreso adentro y me agacho frente a él, vuelve a tomar mis manos antes de proseguir—: ¿Creés que el loquero pueda hacer algo? —pregunta en un susurro y asiento con una sonrisa triste— ¿Podés llamarlo?
—¿Quieres hablar con Campbell? —Afirma en silencio.
—Pero solo sí viene hasta acá, Rulo, yo no quiero salir ni ver a nadie. —Asiento y saco mi celular para llamar a Campbell.
Ricky y yo nos quedamos junto a Rob, esperamos a que llegue el doctor, ninguno dice una palabra. Él sigue abrazado a sus piernas, llora en silencio sobre el sofá.
«Sé lo que estás sintiendo ahora, porque también estuve allí, pero hoy acabas de dar un paso gigante al permitirnos apoyarte.»
Tocan el timbre y me apresuro a ir, Campbell me saluda con una amable sonrisa que acabo imitando. El doctor entra, yo salgo. Antes de cerrar la puerta y con el mismo gesto en su rostro acompañado por una ligera reverencia de cabeza, me susurra un “gracias por tu ayuda”; pero no comprendo el por qué de sus palabras, digo, me alegra haber apoyado, aunque sea un poco a Rob. Sé que el resto depende de Campbell y sobre todo de él, pero en parte siento culpa porque forcé a Rui o, al menos, así se siente todo esto.
No tengo ganas de ir a casa luego de lo que pasó, necesito un respiro porque aún hay muchas emociones y sentimientos revoloteando dentro de mí. Podría decirse que sigo en shock, así que decidí venir a “Pequeña Grecia”.
Sé que preferiría este sitio contigo mi lado, pero ahora necesito tu lugar sobre el arcoíris para refugiarme. Me siento en la arena, a orillas de ese hermoso océano que se estrella y revuelve a mis pies. Pongo la vista en el horizonte, en el gris del cielo invernal y un pensamiento se me escapa:
—¿Cuánto daño hiciste, John? —Lágrimas brotan.
«No sirve de nada recordar el pasado, a menos que pueda ejercer alguna influencia en el presente», las palabras que Ray me dijo alguna vez regresan a mí.
Tienes razón, ya no importa lo que ese monstruo hizo, aunque duela y queme así de fuerte. Importa el presente, el futuro y seguir adelante por mi pasión y mis sueños, como dice Campbell: debo tratar de ofrecer cosas hermosas a la vida; pero a la vez me rehúso a soltar el pasado, porque sería decirte adiós y eso es algo que aún me niego a hacer.
Abrazo a mis piernas en un intento por mitigar el frío de tu ausencia, Kelly dice que tomé la decisión correcta, Campbell también e incluso Jaen, pero aún me pregunto si es así. Desearía volver a sentir tu calor, sobre todo en este momento que más lo necesito.
—Niño oso… estás aquí.
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A consciencia, ¿Quién gritó?😆
Nos vemos en una próxima entrega, los amo❤️❤️❤️❤️
Y es en serio no sé pa cuando la siguiente entrega, pero mi Robert particular me vuelve loca😅
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