XXXI: Cierto día de invierno

♡⁀➷♡⁀➷Johan♡⁀➷♡⁀➷

El chico de mirada huidiza sonríe como idiota al ver llegar a Kelly en el mini Cooper de su madre para buscarlos a él y sus hermanas e ir a la escuela. Se asoma a la ventanilla y fija los ojos en su amiga quien desvía la mirada hacia todas las direcciones, mientras silba despreocupadamente… Ujum, aquí hubo 4K…

¡Dramaturgo, cierra la boca!

¿Dirás que no pensaste lo mismo?

Obvio, sí, pero cállate.

Estamos listos y preparados para la vuelta al colegio, resulta gracioso que hoy aparezca Kel en mi propio auto, pero… ¿qué se hace? El par de tórtolos lo secuestró ayer y se valieron de que aún tenían las llaves.

En todo el camino hablamos trivialidades, intentando desviar la atención de los hechos evidentes. Tengo que apretar la mandíbula para no reír al ver el rostro de Jaen a través del retrovisor, pues cuando nuestras miradas se cruzan, mi engendro de hermanita sonríe con malicia, mueve sus cejas o hace caras porno, puedo leer en sus labios cosas como: «¡Oh, sí!», «¡Aah, Rui!»; incluso simula nalgadas al aire, le toca a Jill agarrarla para evitar que Kel se dé cuenta.

Dejamos a mis hermanitas en el ala de secundaria, Jill se despide con una enorme sonrisa, diciendo adiós con la mano. Jaen en cambio, lleva su pulgar a la boca y simula velozmente una mamada hasta que Jill le da un empujón, entonces sonríe burlesca.

Luego de parquear en el colegio, vamos con Alondra quien nos espera en el patio, da brinquitos y aplausos al vernos llegar.

—¡Feliz año nuevo! —gritamos los tres y nos fundimos en un efusivo abrazo.

—¿Qué tal París? —inquiere Alondra al separarnos— Eso sí que son vacaciones —agrega y asiento entre risas.

—La verdad, ¡genial! Estuve en una pista de patinaje sobre hielo ubicada dentro de la torre Eiffel a cincuenta y siete metros del suelo, ¡eso fue increíble!

—Joha, ¿y cómo hiciste? No solo por la altura, sino porque odias patinar —indaga Kel y eso me hace reír porque es verdad.

Le dije a Rex que no lo hago hace años, lo que no le dije fue que la última vez tenía como nueve años, me caí mil veces y boté los patines al patio deseándoles cosas malas, también juré nunca volver a usar algo como eso.

—Pues entrar a la pista y sumarme a la locura de Rex, además Ray me dio clases rápidas de patinaje en hielo… —Siento un golpe en el pecho y me callo un momento mientras espero que pase. Por fortuna, suena La Cucaracha del claxon de Kay que anuncia la llegada de los chicos y me hace reír.

—¡Ou la la, señor francés! —grita Kay como loco al darnos alcance—. Espero que nos hayas traído al menos una paquet.

—Deja de ser tan interesado, Kay. Además, se dice baguette —lo regaña Leo.

—Deja tú de hacerte el mediador, en esta oportunidad estoy con Kay —señala Mike y da un manotón en mi nuca.

Una vez estamos los seis juntos, nos abrazamos al grito de: ¡feliz año nuevo! Por increíble que parezca, creo que extrañé a todos; me encanta estar de vuelta y compartir con ellos.

Hablamos sobre las vacaciones de invierno; Kel y Rui la pasaron juntos, Alondra hizo tarea ¿quién diablos hace eso? Y los backstreet pirata, sorprendentemente, fueron contratados para varias celebraciones navideñas en diferentes centros comerciales de la ciudad, bien callado que se lo tuvieron, ni por el grupo soltó Kay algo de eso, supongo Mike lo sentenció.

El timbre anuncia el inicio de clases, así que nos dirigimos al salón entre risas, Kay fastidia en cada oportunidad con un terrible acento francés mientras que Alondra no para de mandarnos a callar porque, según ella, no le dejamos escuchar la clase.

Al finalizar matemáticas, vamos a la cafetería por algo de comer. Escuchamos atentos la explicación de Alondra, noto los ojos de Kel fijos en mi brazalete y sonrío, giro mi muñeca un poco para cubrir el objeto de su curiosidad, entonces me jala el brazo con fuerza, haciéndome reír.

—¡¿Qué haces tú con esto?! —inquiere en alto, sostiene el nuevo adorno que cuelga y no puedo dejar de reír— Sé que tienes la costumbre de poner dijes y todo tipo de cosas significativas a tus brazaletes, pero esto no es una medalla… ¡Es el anillo de compromiso de Usagi!

—¡¿Compro… qué?! —preguntan exaltados Alondra y los demás. Ahora tengo cinco pares de ojos mirándome con asombro y siento que soy todo un tomate.

—Joha, ¿a poco te casaste en Francia? —pregunta Kay y creo que mi cara va a quemarse, así que luego de inhalar una profunda bocanada de aire recurro a una acción evasiva:

—¡¿Quién quiere regalos?! —pregunto en alto, con una enorme sonrisa y saco de mi mochila, los obsequios que traje para cada uno.

Kay y los muchachos se emocionan tanto al ver que se trata de micrófonos karaoke que, de inmediato se olvidan del tema central en esta conversación para levantarse a hacer su disparatado show. Alondra y Kelly ríen como locas mientras los ven actuar y abren sus respectivos paquetes. Kel parece una niñita en navidad y es que le traje algo que ha querido desde que era una niña…

—¡Joha, gracias! —exclama entusiasmada al abrazarme—. La caja musical de Usagi, siempre lo quise, pero jamás vi esta cosa fuera de la tele.

—Lo sé, cuando la vi en ese mercado navideño pensé en ti.

Me aprieta más fuerte y solo puedo reír nervioso al escucharla susurrarme:

—Ni pienses que se me olvidó lo del anillo.

Al finalizar las clases, nos dirigimos a mi casa, estoy con Kel, supuestamente armando un trabajo para biología, pero la realidad es que hablamos de cualquier cosa menos de eso. Entonces, luego de muchos temas y vueltas, finalmente llegamos al objeto que cuelga de mi brazalete y aunque trato de desviar de nuevo la atención, suena Contigo de Zeri en mi reproductor y siento un golpe en el pecho así que procedo a contarle. Kel entrelaza nuestras manos, apretándolas con fuerza y sonrío ante su gesto.

—Cuando abrí el regalo en el aeropuerto —hablo entre lágrimas—, no podía creer que habíamos comprado el mismo obsequio, es que… Kel, me burlé al saber sobre su secreto amor por Sailor Moon, pero cuando vi el anillo… no lo sé…

—Pensaste en la escena de despedida… —Asiento entre risas nerviosas—. Joha, eso es muy romántico.

—Sin embargo, me la pensé muchísimo para dárselo.

—¿Por qué? Se suponía que era para él. —Sonrío como idiota ante eso.

—No lo sé… —Niego con la cabeza con una llorosa sonrisa—. Pero Kel, cuando vi el regalo que él me dio… —Suspiro con fuerza, es que siento un golpe en el pecho y la letra de esa canción solo me hace pensar en ese momento:

«No quiero irme, no quiero irme, me quiero quedar contigo, contigo, contigo, me quiero quedar contigo, contigo, contigo…»

—No, cuando anunciaron la última llamada, le dije que quería quedarme... —Kel me mira sorprendía y yo continúo entre sollozos—. Estuve a punto de retractarme en mi decisión… —Tiro la cabeza hacia atrás en el respaldo de la cama y vuelvo a liberar aire con pesadez. Kel soba con fuerza mi mano y brazo.

—Tomaste la decisión correcta, Johan… —Sus palabras me obligan a girar la cabeza y fijo mi mirada en ella.

—¿Por qué no lo siento así? —Me atrevo a preguntar y paso mi otra mano por los ojos para limpiarme las lágrimas, Kel me brinda una sonrisa condescendiente al acariciar mi mejilla.

—Porque lo amas y aún es súper, hiper, mega reciente la separación, Johan.

Creo que tiene razón, pero en serio duele. Kel pasa su brazo por detrás de mí y me hace recostar la cabeza en su hombro antes de seguir:

—Amiguito, si renunciabas a todo, solo por estar a su lado, en algún punto te arrepentirías, comenzarían las culpas y reproches y se distanciarían a la mala, Joha; puedes preguntarle a tu terapeuta. —Levanto la cabeza para obsevarla extrañado y ella se apresura a continuar—: ¡Claro! De hecho, deberías hablar con él sobre esto. —Asiento en silencio, dubitativo. Entonces, veo el semblante de Kelly ensombrecerse un poco y la observo atento, esperando a que diga algo más, después de una profunda bocanada de aire continúa en un tono más nervioso—: Qui-quizás… quizás podrías preguntarle también lo que hablamos sobre Rui, Joha, él me preocupa.

—Entiendo a qué te refieres… —La abrazo con fuerza y beso su mejilla—. En la siguiente sesión se lo consultaré.

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Cierto día de invierno, el chico de mirada huidiza se encuentra en la puerta de un consultorio, contemplando con una amplia y muy tonta sonrisa a su loquero quien parece desaprobarlo con el solo gesto en su rostro. La cabeza del doctor se mueve despacio en negación, sus labios están apretados, mientras el joven de los ojos verdes extiende los brazos frente a él, muestra una pipa antigua de madera que le trajo de obsequio. Como si con eso se curara su irresponsabilidad…

¡Dramaturgo, deberías estar de mi lado!

Te desapareces un montón de tiempo y crees que así solucionas todo.

Ya, Dramaturgo, te pasas.

La realidad es: cuando me fui de la casa, enojado, no solo desaparecí para mi familia, sino incluso de por aquí. Campbell se sorprendió un montón al saber de mí desde París.

—Johan, tiempo sin verte… —habla en tono apacible, yo sigo sonriendo, nervioso—. Creo que pasé medio otoño sin noticias tuyas…

—¡Perdón! —Me apresuro a interrumpirlo—. Doc, le traje un presente desde Francia. —Coloco el regalo sobre su escritorio y sonríe condescendiente.

—Yo no fumo, Johan, ¿qué ha sido de ti?

—No. Bueno, sí, no, no, no, no… —contesto nervioso— en realidad a veces.

—Interesante, pero me refiero a qué ha sido todo este tiempo de ti, porque de repente te desvaneciste y reapareciste por teléfono desde Francia, preguntando por un calmante. —Río nervioso—. ¿Qué tal tu viaje? Y ¿Cómo hiciste para la ida? —Vuelvo a reír.

—Fui en avión privado… —contesto bajo y me observa sorprendido— Sí… el avión de su hijo Cory e igual casi me muero de nervios.

El doc ríe bajo, niega con la cabeza antes de responder:

—Cornelio y su avión.

El doc me hace seña con la mano para que tome asiento y en ese momento comprendo que aún sigo de pie, así que sonrío como tonto y voy a sentarme en el sofá.

—¿Qué tal el viaje?

—¡Genial! —Compartimos una sonrisa—. Sí, creo que es el mejor viaje de mi vida.

—El mejor hasta ahora, Johan. —Sonríe de nuevo al hablar y asiento en silencio—. La vida siempre ofrece cosas hermosas, esta vez fue un gran viaje, el día de mañana puede ser algo mucho mejor.

—Tiene razón, aunque ahora mismo me cueste verlo así —contesto un poco decaído y él ladea la cabeza, algo confundido.

—¿Por qué lo dices? —inquiere en tono amable y suspiro pesaroso.

—Doc, ¿por qué se separan dos personas que se aman? —Suspiro de nuevo y él sonríe condescendiente.

—Quizás porque sus metas y sueños no convergen. —Tiro la cabeza hacia atrás en el espaldar luego de oírlo y mi actitud es suficiente para que él decida indagar más—: ¿Pasó algo en Francia de lo que desees platicar?

Sigo en la misma posición, pensando en silencio por largo rato. Sé que quería hablar con él sobre esto, pero rayos, es demasiado difícil. Digo, me siento estúpido; sin embargo, luego de tomar una profunda bocanada de aire, suspiro con fuerza y decido zambullirme en esta piscina emocional:

—Fui a París a reparar las cosas con mi novio —contesto sin apartar mi mirada de la suya, lo veo sonreír—, pero no se emocione, nos separamos luego de pasar las mejores vacaciones de invierno que he tenido. —Siento mis ojos inundarse.

—Lamento escucharlo, ¿quieres conversar acerca de eso? —Niego con la cabeza, gimoteando—. Es tu decisión…

—No me hable de decisiones porque aún siento que me equivoqué.

Me quedo en silencio, el doc observa, expectante, por largo rato en el que no hago más que lloriquear y respirar. Cierro los ojos para esquivarle la mirada y entonces el ambiente se inunda con esa hermosa flauta mezclada con los sonidos de la naturaleza, así que de inmediato sonrío y vuelvo a ver al doctor mostrarme el control remoto mientras repite una y otra vez «inhala hondo, exhala». Una vez he conseguido serenarme lo suficiente, me atrevo a continuar:

—Ray decidió permanecer en Francia para estar con su hijo y lo entiendo perfecto, no crea que no, pero me pidió quedarme con él y lo rechacé, ahora me arrepiento… —Siento trepidar—. ¿Cree que me equivoqué?

—Depende… —Lo observo expectante y sonríe antes de continuar—: ¿Qué razón le diste?

—Mi familia, amigos, mi equipo, mi sueño y pasión, usted… —Sonrío nervioso.

—Hay psiquiatras, psicólogos, psicoterapeutas y todo un cúmulo de especialistas en París.

—Pero ninguno es usted, doc —replico entre risas bajas—; oiga, no es fácil para mí confiar y creo que ya hasta le tengo cariño… —Reímos juntos—. En fin, le dije que no podía renunciar a mi vida porque apenas comienzo a recuperarla. —Campbell afirma sonriente.

—Me parece una excelente razón.

—¿Y por qué me duele de esta manera?, ¿por qué siento que me equivoqué?, ¿por qué mi único deseo es regresar allá ahora? ¿por qué…?

—Porque estás enamorado —me interrumpe veloz. Cierro los ojos con pesar al escucharlo—. No rompieron por un mal motivo como una traición o porque se acabó el amor en una o ambas partes; al contrario, fue algo de mutuo acuerdo, cada uno respeta los sueños y deseos del otro.

—¿Cree que se me pase este horrible dolor?, ¿cree que pueda dejar de sentir que me equivoqué? —Afirma con una pequeña sonrisa—. ¿Cómo?

—Con el tiempo, Johan; solo debes afrontar tu duelo con la misma madurez con que tomaste esa importante decisión. Me alegra saber que estás resuelto a cumplir tus sueños, has avanzado mucho desde la primera vez que cruzaste por esa puerta. —Sonríe y yo intento emular su gesto—. Cuando menos lo pienses, este triste episodio habrá quedado en el pasado. —Asiento con la cabeza.

—¿Y qué si no quiero dejarlo ir?

—Admito que soy un romántico empedernido y me gusta pensar que, si dos personas están predestinadas, no hay tiempo ni distancia capaz de acabar con ese sentimiento. —Sus palabras me producen una risa vaga—. Solo debes seguir adelante Johan, no volver a derrumbarte… —Afirmo en silencio a todo lo que dice, pero sé que no será sencillo—. Continúa enfocado en esa vida que recién recuperas y si son almas predestinadas, en algún punto volverán a encontrarse. —Compartimos una nueva sonrisa.

Creo que tiene razón. Aunque me duele esta situación, solo debo luchar por mi pasión y sueños, seguir rodeado de las personas que amo y me quieren para hacer más llevadero el sentimiento de vacío y soledad que siento desde que crucé esa puerta de abordaje.

—Ahora, cuéntame el motivo para tu desaparición.

Y así retorno a esta realidad en la que, escapé del loquero sin una razón lógica.

—¿Seguro no quiere fumar la pipa de la paz? —pregunto con ironía y Campbell niega con la cabeza, sonriente.

Agarro un cojín mullido del sillón y me tapo el rostro por largo rato, pienso cómo rayos contestar a su pregunta sin sonar a niño malcriado, pero la verdad, creo que no hay forma madura de decirlo.

—Me fui de mi casa… —contesto bajo y su respuesta llega casi inmediatamente:

—Bueno, no es raro que chicos de tu edad se independicen. —Eso me hace reír; ¡cómo si hubiese sido por eso!

—Lo sé, pero en realidad solo me fui, molesto, a esconderme en el departamento de Jennifer ya que estaba de viaje. —Vuelvo a ocultarme tras el almohadón.

—¿Quieres hablarme de eso? —inquiere Campbell. Si bien no lo veo, estoy seguro de que sonríe por mi malcriadez, así que tomo una profunda bocanada de aire y me incorporo en el sillón, hago a un lado el cojín.

—La verdad, lo hice porque Robert me confesó que en realidad es mi mejor amigo, Rui… —suelto de golpe y veo a Campbell ajustar sus gafas mientras continúo—: a quien creí muerto hace años; mi mamá lo sabía desde antes y no me dijo al igual que usted, doc… —Sonrío y luego de un momento en el que solo me mira en silencio, curva sus labios en una pequeña sonrisa y asiente.

—Cuando viniste la primera vez con él, creí que por fin había dejado de seguirte y se animó a hablar contigo. —Ladeo la cabeza, confundido, luego de escuchar eso. No tenía idea de que me acosaba.

—¿Seguirme? —El doc eleva una ceja ante mi tono de incredulidad—. Un momento, ¿entonces sí me vigilaba? —Luce algo sorprendido por mi pregunta.

—Creo que no has hablado mucho con tu amigo.

—La verdad no me dijo nada de eso. —Río algo nervioso y él vuelve a sonreír—. Pero sí me habló sobre otra cosa que me pareció increíble… —Me observa expectante—. Y usted entiende a qué me estoy refiriendo.

—Johan, sabes que no podemos hablar sobre otro paciente. —Asiento en silencio.

—Lo sé, doc, pero no es cualquier paciente, es Rui. Más que mi mejor amigo es mi hermano, mi familia. —Campbell sonríe levemente al esucharme—. Doc, su novia y yo estamos muy preocupados, de hecho, ella está aterrada luego de presenciar el ataque de pánico que tuvo el fin de semana.

Campbell luce un poco sorprendido, después se quita las gafas con una mano mientras que usa la otra para restregarse los ojos. Sigo sintiendo que genera suspenso al hacer eso, aunque creo que se ve algo intranquilo. Después de acomodar los anteojos en su lugar, se levanta del escritorio para sentarse en el sillón, junto a mí.

—¿Ataque de pánico? —pregunta bajo y asiento en silencio— ¿Ha ocurrido antes? —Suspiro cansino y afirmo de nuevo.

—No sé en el tiempo que estuvo lejos, pero doc, cuando éramos adolescentes, sé que le pasó un par de veces. —Me observa atento—. La primera vez que supe sobre eso fue porque escuché a mi madre al teléfono con mi tía y así lo llamaron, luego él desapareció varios días del colegio, así que fui a verlo y volvió a pasarle delante de mí.

—¿De qué hablaban o qué hacían antes de que eso ocurriera?

—Tonterías… —respondo encogiéndome de hombros y Campbell me interrumpe veloz.

—Sé que pasó hace años, pero intenta acordarte.

Medito en sus palabras y así vuelven las mías: «¿En serio no recuerdas?». Cierto, Rui se asustó porque no recordaba el ataque y mucho menos lo que ocurrió antes de que yo apareciera a visitarlo, procedo a contarle, Campbell asiente en silencio, por un momento se rasca el mentón, pensativo.

—Tampoco recordaba los últimos días.

—Y esta vez, ¿cuál fue el motivo?

—Tengo entendido que todo comenzó por una anécdota de la infancia que el hermano de Rui le contó y él no recuerda, luego les preguntó cosas sobre su niñez y se dio cuenta que ni siquiera sabía su lugar de nacimiento, pero lo que realmente aterró a su novia, fue que de repente en medio de ese ataque, Rui dijo algo sobre unas imágenes y Robert respondió alterado, diciéndole que deje de indagar en el pasado.

Campbell vuelve a asentir en silencio y le veo apretar los labios, de nuevo siento su preocupación en ese gesto.

—Doc, ¿qué le inquieta a usted?

—Sinceramente, Robert. —Lo observo sorprendido—. Escucha, él tiene un instinto protector muy desarrollado, él sería capaz de soportar y hacer lo que sea con tal de evitarle el mínimo sufrimiento a Rui y es algo que ha hecho siempre.

—Creo que comprendo eso; de hecho, cuando Rui me contó, hablé con Robert y se presentó a sí mismo como “el guardián de Rui”. —Cambell sonríe levemente antes de continuar:

—Exacto. ¿Y qué o cuántas cosas habrá hecho, podría hacer o aguantar este guardián, en su intento por resguardar a Rui? —Me siento perplejo, Campbell continúa—: Por ejemplo, estas imágenes que mencionó Rui, creo que son fragmentos de algún recuerdo, probablemente heredado de Robert y no creo que sea uno bonito, Johan. Primero: porque Rui tiembla cuando piensa en eso y segundo: porque Robert evade el tema a toda costa… —Supongo debo lucir igual de sorprendido como me siento ya que se apresura a seguir—: Rui tiende a ser más temeroso, sensible y retraído, ¿cierto?

—Sí, pero recuerdo que en la escuela solía ser muy extrovertido y fanfarrón… —Campbell sonríe ampliamente y yo emulo su gesto al pensar en aquellos momentos—. De hecho, era demasiado escandaloso y debía callarlo todo el tiempo.

—¿Y qué te hace pensar que en esos momentos no estabas ante Robert? —Sonrío nervioso—. Este trastorno es bastante complejo, Johan.

«¿Y me lo dice a mí?», aún pienso que es toda una locura, no puedo creer que han vivido con esto siempre, aparentando ser como cualquier chico, supongo que por temor al rechazo.

—Te pondré un ejemplo simple, imagina un automóvil en el que van Robert y Rui, ellos pueden acordar quien conduce. Rui puede hacerlo por sí mismo mientras Robert solo va pendiente del celular, completamente ajeno a la conducción; otras veces los papeles se invierten… —De nuevo asiento—. Pero también está la otra posibilidad… —Lo observo expectante—. Cuando Rui conduce, Robert le indica el camino y viceversa o incluso pueden los dos conducir el auto a la vez. Rui podía ser en aquel entonces el host… —Ladeo la cabeza como señal de confusión y él sonríe—. Así se le suele llamar al alter o identidad que está al frente… —Afirmo en silencio—. Mientras que Robert era una influencia en su cabeza, es decir le indicaba qué hacer o de qué forma comportarse.

—¡Wao! Doc, esto en serio es confuso. —Me devuelve una amable sonrisa antes de seguir.

—A mí me sorprende que te haya contado sobre esto. —Debo lucir pasmado porque se apresura a agregar—: No es fácil para una persona con esta condición, hablar sobre ello. Estamos en pleno siglo veintiuno y aún hay mucho estigma alrededor de esto, entonces los pacientes temen ser catalogados como locos.

—Creo que entiendo —hablo algo dubitativo y él afirma levemente en silencio—. Doc, ¿existe algo como una cura?

Niega con la cabeza antes de responder:

—Esto no es como una gripe, Johan. —Sonrío nervioso por su comentario—. Robert, Rui y cualquier otro alter son parte de un todo, son una misma persona cuya mente se fragmentó en partes más pequeñas debido a un trauma demasiado fuerte o por haber entrado digamos que en instinto de supervivencia o alerta muchas veces cuando su identidad se estaba formando. ¿Comprendes?

—Un poquito —le digo en un hilo de voz y él sonríe condescendiente al continuar:

—Cuando un niño está formando su identidad, está aprendiendo a manejar sus emociones y sentimientos, también a definirse a sí mismo como individuo. Si durante ese proceso, el niño es sometido constantemente a un mal estimulo, llamémoslo así… —Afirmo en silencio a sus palabras, siento un doloroso golpe en el pecho—. Y sumado a eso, el trauma no es manejado o contenido de manera apropiada, puede producirse una fragmentación. —Me paso la mano por los ojos para limpiarme las lágrimas, mientras sigo escuchándolo—: El niño en estado de alerta, tiende a recurrir a la disociación como escape de la realidad.

—¿Disociación?

—Digamos que la mente se apaga o se pone en automático o se va hacia otro lugar para evitar el dolor que percibe.

Esto es demasiado duro. Solo puedo pensar en cuánto sufrimiento recibió para vivir con esto…

—Víctor fue todo un animal… —Creí haber pensado hasta notar la sorprendida mirada de Campbell—. Perdón, doc, Víctor era el padre de Rui y le hizo mucho daño, no solo a él sino a toda su familia.

—Sí, sé que era un hombre violento, para Rui es difícil hablar sobre él. —Afirmo en silencio.

No es para menos, yo quedé aterrado aquel día en la azotea, digo, ya Rui me había contado muchas veces sobre lo horrible que era su padre, pero la manera en que lo trató fue horrorosa, casi lo mata y luego llevárselo arrastrado sin importarle nada, como si fuese un costal o cualquier trozo de mierda. Campbell continúa y vuelvo a fijar la atención en él:

—De hecho, siempre que llegábamos a ese tema, Robert interrumpía la sesión. —Lo observo sorprendido y me muestra una sonrisa condescendiente—. Como te dije, él tiene un instinto protector muy desarrollado. —Afirmo en silencio—. Por eso me preocupa lo que Robert oculta… —Lo observo atento—. Porque mientras él no resuelva sus problemas, Rui seguirá con temor a lo desconocido; ellos han aprendido a sobrellevarse mutuamente y salido adelante de la mejor forma, eso no se discute… —Sonrío—. Pero las identidades son la punta del iceberg, lo que hay debajo es lo preocupante. Ahora que sabes la verdad, con más razón trata de hablar con él y convencerlo.

Asiento en silencio. Comprendo lo que dice Campbell porque también me preocupa, Rui estaba pálido cuando habló de esas imágenes, pese a que ni siquiera sabe o entiende lo que son; pero no sé qué podría decirle o hacer para convencerlo de buscar ayuda. Creo que debo hallar una manera de llegarle a Robert, después de todo, es él quien esconde algo.





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Hasta una próxima entrega y cuál crees que es el secreto de Robert?

Nos vemos❤️🤗

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