XXVIII: Decisiones
♡⁀➷♡⁀➷Ray♡⁀➷♡⁀➷
Han sido unas vacaciones de invierno maravillosas, hicimos muchas cosas, pero solo pensar que por la mañana tendré que despedirme de él me hace imposible dormir. Supongo que a Johan le pasa lo mismo porque llevamos toda la noche despiertos, hablando sobre cualquier cosa, la única iluminación proviene de la pequeña lampara en la mesilla y es suficiente para ver cómo brilla su mirada al sonreír.
Ni siquiera el sexo nos ayudó a dormir, pero en realidad, disfruto este momento; me sorprende cuánto ha cambiado para bien en estos meses, adoro escucharlo hablar y reír de la manera en que lo hace:
—Entonces, la serenata de Rui se convirtió en todo un caos —se expresa con ironía y ríe a carcajadas, eso provoca el mismo efecto en mí—. Se peleó a los gritos con Kelly, destrozó el reproductor de Kay, los chicos rompieron el banner. —Seguimos muertos de risa.
—¿Y aun así funcionó? —pregunto con una sonrisa y él asiente, limpiándose una lagrima producto de sus carcajadas— Bueno, eso es lo importante.
—Supongo —añade y vuelve a reír—. Es increíble que mis mejores amigos estén juntos. ¡Sobre todo porque ambos son mis ex parejas! Una nueva carcajada se le escapa y lo observo sorprendido.
—A ver, ¿cómo que tus ex?, ¿no que no te gustaban las chicas?
—Bueno, eso no lo pensaba de niño —contesta en un hilo de voz, entonces toma aire para intentar calmar la risa, yo no puedo dejar de reír solo de verlo—. Kelly fue mi novia cuando teníamos seis o siete —agrega pensativo, parece hacer cuentas, luego vuelve a reír al recordar algo—: Bueno algo así. Rompimos cuando ella se comió mi lollipop especial, sin mi permiso, peleamos a los gritos en el patio de la escuela.
Ahora sí me reviento de risa.
—Johan, ¿en serio? Me cuesta creerlo.
—Yo le decía: “¡es mi lollipop especial con centro líquido!” y ella respondía: “¡soy tu novia!”.
Ya me duele el vientre de tanto reír, solo imaginar la escena y con las voces que imita, resulta aún más divertido.
—Y yo le decía: “¡igual era mía, ya no te quiero!”. Lo más divertido, Rui en medio apoyándome: “¡tienes razón, baby! Ven, vámonos, las niñas y sus piojos siempre”.
Nos carcajeamos de nuevo, ahora yo tengo que limpiarme los ojos por las lágrimas que se me escaparon con semejante anécdota. ¡Dios! Adoro verlo reír así. Intercambiamos miradas y solo permanecemos viéndonos, el sonido de nuestras risas merma hasta quedar todo en absoluto silencio.
—¿Qué? —pregunta con una sonrisa.
—Amo escucharte hablar.
Johan se humedece los labios antes de acercarse a besarme, enredo mi mano entre esos hermosos rizos dorados que caen sobre su frente y le enmarcan el rostro donde apenas una diminuta sonrisa se asoma. Adoro esta imagen suya.
—Me gusta hablar contigo —contesta en tono bajo y volvemos a besarnos—. ¿Sabes qué otra cosa me gusta hacer contigo? —Su sonrisa se amplía y yo replico tal gesto.
Entonces sube a horcajadas sobre mi vientre y de inmediato una sonrisa surca mi rostro a la vez que una muy sensible parte de mi anatomía da un salto.
—Creo que tengo una idea de lo que hablas —contesto con ironía y luego de liberar una risita, Johan se apodera de mis labios. Lo aprieto fuerte junto a mí, adoro sentir su calor, ese que es capaz de combatir al más frío de los inviernos. Nuestras lenguas se acarician mutuamente.
Me libera la boca y empieza a bajar despacio por mi cuello, muerde mis trapecios «¡Ouch! Duele, pero me encanta», lame mi clavícula, hace lo mismo a mis pectorales. Chupa y mordisquea mis pezones. ¡Dios! Siento ese inconfundible cosquilleo en mi vientre crecer, hasta convertirse en corriente que recorre todo mi cuerpo.
Johan continúa bajando entre lamidas, besos y mordidas. Hace círculos con su lengua alrededor de mi ombligo; la piel se me eriza y así sigue hasta ocultarse debajo de la cobija. Lleva mi pene a su boca y comienza a darme un oral salvaje. ¡Dios! Estrujo con fuerza las sábanas, no paro de gemir y jadear mientras él continúa con su experto trabajo.
—Johan… —Jadeo.
Sube y baja por mi miembro con tal vehemencia que en cualquier momento podría estallar. ¡Dios! Maldito pervertido infernal es increíble…
—Niño… —Jadeo más fuerte. Mi respiración se entrecorta, el pequeño pervertido no para, varía el ritmo y fuerza… ¡Dios! Me vuelve loco.
Suelta mi pene y le da una última lamida por toda la punta, luego asoma su perversa carita por debajo de la cobija…
—Johan, ¿intentas matarme o qué? —pregunto jadeante, él sonríe con malicia.
—Esta es mi nueva lollipop especial —habla en un tono infantil que me hace reír. De nuevo sube hasta sentarse a horcajadas en mi vientre y junta su boca con la mía antes de volver a expresarse en un tono mucho más sexi y provocador—. Y definitivamente adoro su centro líquido.
—Te adoro, niño.
Siento su cálida erección restregarse en mi abdomen, mientras la mía lo hace contra su precioso culazo.
—Te amo, Ray —susurra. Mi corazón se acelera solo de escucharlo.
Se apodera de mi boca en un beso que gradualmente se intensifica. Noto su mano sostener mi pene, le da pequeñas caricias mientras lo acomoda entre sus nalgas…
—Johan… —Jadeo en sus labios—. ¿Estás seguro?
—Shh. —Me silencia en un susurro—. Déjame a mí —añade con una enorme sonrisa y vuelve a besarme.
Respira cada vez más hondo mientras empuja despacio su cadera sobre mi miembro. Su cuerpo poco a poco me hace espacio hasta estar fusionados por completo, permanece quieto encima de mí, solo inhala y exhala de forma pausada.
—¿Estás bien, niño?
—Sí —susurra en mis labios y sella mi boca con la suya.
Comienza a mover sus caderas despacio, sin despegar nuestros labios, ahogando así cualquier sonido que pueda emanar desde mi garganta o la suya. ¡Dios! Incrementa el ritmo y el cosquilleo en mi vientre se descontrola, la sensación es indescriptible, estrujo las sábanas con fuerza, los dedos de mis pies se retuercen y sigue con su juego cada vez más veloz por un rato hasta volver a detenerse…
—¿Qué me dices tú, hércules? —susurra en mis labios, entre jadeos y así soy libre para respirar de manera entrecortada— ¿Estás bien?
—Eres malo…
No me deja decir nada más porque vuelve a moverse de esa deliciosa forma que descontrola todo dentro de mí. Conforme acelera, también lo hace la corriente que fluye por todo mi cuerpo y solo nos convertimos en una sinfonía de gemidos y jadeos que por momentos se ahogan cuando nuestras bocas se juntan.
—¡Dios! —Jadeo—. Niño, eres increíble… —Jadeo más fuerte.
Su cadera se mueve hacia delante y hacia atrás, lento y rápido, suave y fuerte, arriba y abajo… ¡Dios! Siento electricidad recorrerme, mi corazón bombea demasido veloz y descontrolado como los movimientos de su pelvis.
—Johan… ¡Dios! —Sella nuestros labios una vez más. Entrelaza sus manos con las mías sobre el colchón.
Siento mis músculos tensarse, lo mismo que su cuerpo, anunciando que el orgasmo se aproxima. El cosquilleo en mi vientre está fuera de control, mi piel se eriza. Los gemidos que brotan de su ser son como droga para mí, una que me relaja y hace explotar a la vez.
En medio del éxtasis, un pensamiento se atraviesa y hago lo posible por evadirlo para concentrarme en este momento; no resulta sencillo mucho menos al ver las líneas transparentes que brotan de sus ojos y le marcan las mejillas.
Así llegamos juntos al clímax, nuestros cuerpos estallan a la par, sus fluidos manchan mi abdomen a la vez que me escurro en su interior. Ambos respiramos de forma entrecortada, él se tumba sobre mí, volvemos a juntar nuestros labios mientras sus lágrimas caen por mi rostro y se mezclan con las mías.
Lo abrazo con fuerza, siento su corazón latir al mismo acelerado compás del mío. Solo deseo empaparme de tu calor, tu sudor, tu sabor… Deseo llenarme con tu esencia una última vez. Te amo demasiado, Johan.
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Estamos en el aeropuerto para despedir a Johan que regresa hoy a casa. Clari me soba la espalda mientras los vemos a él y Rex hacer idioteces con el celular, seguro transmiten algo. No puedo quitar la mirada de él y por más que trato de evitarlo, siento a mis ojos humedecerse.
—Ray, estás a tiempo de adquirir otro pasaje —dice Clari en tono bajo y sonrío, o eso intento.
—Tranquila. —Suspiro—. Ya tomé una decisión.
Caminamos hacia ellos y al estar a su lado coloco en su mano el pequeño frasco de tranquilizantes que Campbell le indicó para aguantar el viaje, al verlo se emociona y da un par de aplausos.
—Niño, detestas los medicamentos —le digo ante esa reacción y él ríe a carcajadas.
—Pues déjame decirte, Hércules, que odio mucho más volar y eso que fue en un avión privado, ¡eh! —Eso me hace reír, él coloca el medicamento en el bolsillo de su abrigo y sonríe como quien ha descubierto oro.
Rex lo vuelve a jalonear un momento y los veo posar para sus últimos selfies con rostro serio, levantan sus brazos para mostrar los brazaletes de cuero, adoro esa amistad entre ellos. —Suspiro una vez más—. No puedo creer que en serio es el adiós. El rostro de Rex se entristece luego de escucha el anuncio en las bocinas:
—Cullen, sé que no sabes francés… —habla bajo Rex y Johan fija la mirada en él— llaman a abordar tu vuelo. —Johan cierra los ojos con pesar, al abrirlos sonríe y abraza fuerte a Rex, este le responde del mismo modo.
Me acerco a ellos cuando Johan se levanta para tomar su equipaje. Jalo su mano y al estar frente a mí solo intercambiamos miradas, en silencio. Ambos intentamos sonreír, aunque nuestros ojos delaten lo que sentimos en realidad.
—Johan, me obsequiaste a Luna. —Me atrevo a decir y él sonríe—. Oye, sé que te pareció una idiotez mi amor secreto por ese anime. —Ríe bajo—. Qui-quizás no-no qui-quieras usar esto y no-no hay problema, puedes te-tenerlo guardado en casa…
—Te puedes apurar, perderé el vuelo —habla en tono burlón para interrumpir mi tartamudeo.
—Idiota —susurro y él sonríe—. Quiero que tengas esto. —Le entrego una pequeña caja de regalo, él la observa confuso—. Ábrelo.
Empieza a abrir el pequeño paquete con cuidado, un poco nervioso podría decir; al levantar la tapa su mirada se cristaliza y pasa a posarla en mí, así que enseguida le respondo:
—Sé-sé que-que, no-no es algo mu-muy masculino…
—Gracias, Ray… —Vuelve a interrumpirme—. Creo que pensamos igual —agrega entre sollozos, entonces saca del bolsillo de su chaqueta, donde antes guardó el medicamento, un pequeño estuche de regalo y lo coloca en mi mano—. Ábrelo.
Los dedos me tiemblan y al terminar de abrir el estuche, encuentro el anillo de corazón. No puedo creerlo, ambos compramos el mismo obsequio.
—Johan, ¿sabes que es el anillo de compromiso de Usagi? —Lo veo sonreír y asentir.
—Mamoru se lo dio antes de partir. —Lágrimas brotan de sus ojos e intenta respirar hondo antes de continuar—: Conozco el anime, Ray. Por eso me pareció apropiado para un fan como tú. —Lo envuelvo en un fuerte abrazo, él me recibe igual.
¡Dios! No puedo creer que en serio este sea el adiós, no lo soporto.
—¿Y si te secuestro y no te dejo ir nunca? —susurro en su oído mientras continuamos abrazados, lo escucho reír bajo— Amo el sonido de tu risa, tu voz… Todo de ti.
—Creí que estarías orgulloso de mi decisión —Contesta en mi tono, temblando—. Siempre me has apoyado y motivado para seguir adelante, por mi pasión. —Cada vez me aprieta más fuerte—. Te amo, Ray… Te amo demasiado.
—Niño, por supuesto que lo estoy. —Beso sus labios y vuelvo a abrazarlo—. Has avanzado demasiado estos meses, Johan, claro que estoy orgulloso de ti. —El llanto me gana y me cuesta hablar, él continúa aferrado con fuerza a mí, acaricia mi espalda para intentar calmarme, aunque a la vez se quiebra—. Pero soy egoísta y te quiero para mí.
No me atrevo a soltarlo, me niego a dejarlo ir. Él tampoco quiere soltarse ¡Dios! Esto es muy difícil, ¿cómo le dices adiós a la persona que amas? No puedo, me niego a hacerlo.
Por las bocinas anuncian la última llamada para su vuelo, esto es imposible… Mi pecho se infla y desinfla de manera errática, siento el corazón demasiado rápido, podría reventarse en cualquier momento. Johan no deja de llorar y apretarme.
—Cullen —le habla Rex entre sollozos—, de nuevo te traduzco… última llamada para tu vuelo.
—No-no qui-quiero irme… —balbucea a mi oído y lo envuelvo aún más fuerte. Dios, esto es difícil—. Me quiero quedar contigo…
No deja de llorar en mi hombro y siento todo en mi interior hacerse pedazos. Aunque mi único deseo es tomarte la palabra y abandonar este lugar juntos, sé que tú tienes razón; apenas comienzas a recuperar tu vida y por más doloroso que esto me resulte debo dejarte ir.
Vuelvo a besar su mejilla y frente antes de contestar:
—Quisiera decirte que te quedes —hablo entre lágrimas—, pero debes alcanzar tus sueños y yo no voy a ser un obstáculo para eso.
Su llanto es muy doloroso, arde dentro de mí cada lágrima suya.
—Estoy demasiado orgulloso de ti, Johan, no lo olvides. —Asiente sobre mi hombro—. Te amo.
Johan me suelta, temblando y se agacha para abrazar a Rex, ambos se aferran con mucha fuerza. Dios, cuánto se quieren. Hablan en susurros y ninguno deja de llorar, los veo juntar sus meñiques para hacer alguna promesa y luego se sueltan.
Mi pequeño pervertido se levanta, vuelve a posar su destrozada mirada en mí, mis ojos no se apartan de los suyos. Me apodero de su cintura y juntamos nuestros temblorosos labios en un último beso que expresa absolutamente cada palabra contenida en nuestros corazones.
En este momento estoy seguro de que estás bajo mi piel y de allí nunca nadie va a sacarte, te amo demasiado, Johan. Te amo y nunca voy a poder olvidarme de ti.
Johan me suelta. Lo veo tomar su equipaje de mano y correr, le grita a Rex un “¡Gracias!” antes de verlo desaparecer detrás de esa puerta hacia el túnel de abordaje mientras todo en mi interior se hace pedazos.
—Papá. —Rex me toma de la mano—. ¿Estás seguro de esta decisión? —pregunta entre lágrimas.
Quisiera poder responderle, decirle con firmeza que sí, pero jamás imaginé que este momento dolería de esta manera. Ese avión lleva consigo el otro lado de mí y no creo que alguna vez logre estar completo de nuevo.
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Perdón si los he lastimado😐🙊
Los amo y nos vemos luego❤️
No soy fan de la música urbana, pero este tema sonó en la radio mientras escribía este tramo de la historia y dije: "Puta madre, esa es"😂
Y quiénes no conozcan el anime de sailor moon
Aquí les dejo el anillo de corazón
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