XXI: Cierto día de otoño...
♡⁀➷♡⁀➷Johan♡⁀➷♡⁀➷
Cierto día lluvioso de otoño, el chico de mirada huidiza, cabizbajo y sin rumbo; camina por la playa sumido en sus pensamientos. La historia que Moe le contó, lo hace sentir confundido; ahora comprende un poco mejor la actitud de Ray, pero siente miedo de…
Dramaturgo, no tengo miedo, sé que Ray no me haría daño.
Sin embargo, aún tienes dudas, de cierto modo te asusta lo que él pueda hacerte.
No es así, solo estoy sorprendido por todo lo que Moe dijo, pero algo es seguro, Ray ha trabajado para superar ese problema de ira y adicciones, convirtiéndose en el hombre maravilloso que es.
Igual casi te golpea y no cualquier golpe.
Pero no lo hizo, logró contenerse. Dramaturgo, él no me hará daño, aprendió su lección hace años.
Entonces, ¿qué esperas para hacer algo?
No sé qué puedo hacer, él está en Francia e ignora mis llamadas y mensajes.
—Johan, necesito hablar contigo; por favor, ya deja de huir. —Escucho la voz de Robert, Rui o quién quiera que sea y acelero el paso. Tengo mejores cosas en qué pensar—. ¡Espera, por favor!
—¡Robert, déjame en paz!
—¡Ya te dije que soy Rui!
—¡Quien quiera que seas, solo lárgate!
—No, hasta que me escuches.
Estoy harto, me giro y regreso de golpe con él.
—¡¿Quieres que te escuche?! —le grito— Perfecto, respóndeme: ¿Eres Rui? —Fijo los ojos en él y asiente en silencio. Siento un doloroso golpe dentro de mí—. ¿Mi mamá lo sabía? —De nuevo afirma y es peor—. Me mentiste, te acercaste a mí y me mentiste…
—Escúchame, por favor.
Lagrimas amenazan con escapar, cierro los ojos, intento evitarlo y me giro hacia el océano. Fue mala idea volver a hablar con él.
—Solo vete. —Me limpio los ojos con el dorso de la mano—. ¡Lárgate de una vez! Ya lo hiciste antes.
—Baby… —Oírlo llamarme así, me duele aún más, así que huyo a toda prisa.
Me dejó cuando más lo necesitaba, no le importó mi dolor. Se fue y lo peor es que regrese simulando ser alguien más, que se acerque a mí y me mienta. Ese chico no es Rui, Rui era bueno, él no me habría mentido.
El llanto me empapa el rostro mientras corro.
—¡Baby, ¿crees que quise irme?! —grita. Viene ya muy cerca así que acelero el paso, él hace lo mismo—. Si lo quieres así, por mí está bien. Sabes que tengo bastante resistencia…
—¡Déjame en paz! ¿Por qué no te vas igual que lo hiciste antes?
Logra alcanzarme y jala mi brazo izquierdo con fuerza, me hace parar. Me voy sobre él e intento impactarlo con la derecha y esquiva el golpe para luego aprisionarme en un clinch. ¡Maldita sea!
—¡Suéltame ya! —grito y forcejeo, él me aprieta cada vez más—. ¡Déjame! No quiero que vuelvas a tocarme, no quiero siquiera verte u oírte.
Mi cuerpo tiembla mientras me convierto en un mar de lágrimas. Lo escucho llorar a él también y eso por alguna razón me quiebra aún más. Deja de apretarme y yo de forcejear, pero permanecemos llorando juntos, de rodillas en la tierra. El sonido del oleaje que se estrella en las rocas se mezcla con el de nuestros sollozos…
—¿Crees que quise irme? —pregunta bajo, entre gimoteos y yo sigo en silencio— ¿Se te olvida cómo me alejaron de ti, baby?
Los recuerdos de aquel día en la azotea regresan…
«¡Entonces sí eres marica!», «¡Señor Víctor, deténgase!», «¿Este es el respeto que le tienes a tu padre?».
Pienso en los gritos, los golpes, insultos y vuelvo a temblar al recordar la manera en que su padre nos trató, la forma en que lo arrastró escaleras abajo para nunca más volver a verlo.
Mis brazos se mueven automáticamente y me aferro a él con fuerza. Es Rui, está aquí…
—E-estás aquí… —Siento mi respiración acelerada y me cuesta hablar. Seguimos abrazados, lloramos como niños—. ¿Cómo estás aquí? —susurro— estás vivo…
—Sí… —contesta en el mismo tono— No morí como te hicieron creer.
Rompemos el abrazo y luego de limpiar nuestros rostros, juntamos las manos y frentes. No puedo creer que en verdad es él.
Pero se suponía que ya sabías y estabas molesto por eso.
¡Dramaturgo, no jodas ahora!
—Estuviste en un internado militar. —inquiero y él afirma bajo—. ¿Se incendió? —añdo y de nuevo asiente—. ¿Cómo estás vivo?
—Escapé ese día —contesta entre sollozos, por largo rato llora en silencio y luego vuelve a hablar—: Hui el día del incendio, ya no podía soportarlo más.
—¿Por qué no me buscaste?
—No podía. Ni siquiera sabía en qué sitio estaba.
Increíble.
—Muchas cosas pasaron, Johan. Traté de volver, aún más cuando me enteré por televisión sobre el caso de tu padre. —Me tenso al oírlo—. Johan, ¿por qué no me dijiste que era el tío John?
Siento escalofríos al escuchar ese nombre y de inmediato los horribles recuerdos regresan. ¡Maldita sea!
—Por eso no querías hablar, Johan. Yo lo idolatraba…
—¡Yo también y ya deja de hablar de él! —Me levanto de golpe y corro a las rocas.
Estoy temblando, los escalofríos son peores ahora, el llanto brota como un manantial de dolor. Rui me abraza fuerte y consigue aplacar un poco el frío.
—Soy un bruto, perdón —susurra y yo asiento sobre su hombro.
Seguimos abrazados en un silencio que se rompe con el sonido del oleaje y nuestros gimoteos.
—¿Por qué dijeron que moriste? —pregunto en un susurro y él me abraza aún más fuerte, su llanto se torna desgarrador— Rui…
—¿Quién te dijo de mi muerte?, ¿mi padre o tu novio el policía?
Algo se revuelve dentro de mí, tengo el corazón a punto de salirse.
Me separo de él para verlo. Su rostro bañado en llanto y el dolor martillando en sus temblorosos ojos, esa expresión dice demasiado. El trepidar de sus labios habla de un intenso miedo.
—Confié en Ronald, hice un trato con él para volver aquí, contigo… —confiesa asustado. Cierra los ojos con mucho pesar y dolor, nuevas lágrimas marcan sus mejillas mientras habla—. No podía seguir lejos, sabiendo lo que pasabas… —Su cuerpo tiembla y aunque trata de limpiarse los ojos, estos vuelven a inundarse—. Pero cuando consiguió lo que quiso de mí, me traicionó, me devolvió a casa de mi padre.
Ronie…
¡Maldito Ronie! Por eso odiaba escucharme hablar de él o llorar por Rui, sabía que vivía. Maldito.
—Rui… —Vuelvo a abrazarlo y él se aferra a mí.
—Baby, perdóname —susurra entre sollozos, me duele el pecho al escucharlo—. Perdóname por no cumplir mi promesa… —suplica. Lo abrazo con más fuerza, él no tiene la culpa—. Perdóname por no haberte protegido…
—Shh… —lo interrumpo—. No sigas, no hiciste nada.
Lloramos por mucho tiempo sobre esas grandes rocas, con el agua del mar salpicando nuestros pies en cada llegada. Poco a poco el calor y la fuerza de nuestro abrazo consigue calmarnos. Soba mi espalda de manera vehemente, yo palmeo como tambor la suya hasta reír y separarnos.
Nos sentamos en las rocas y apoyados en la espalda del otro, con la vista fija en el horizonte, en ese aro de colores que paulatina y extrañamente comienza a dibujarse en la distancia.
—No siempre lloverá. —Se me escapa bajo.
—Es necesaria la lluvia para ver el arcoíris —susurra y yo sonrío—. Ambos pasamos por mucho. —Afirmo en silencio, él prosigue—: No te conté la verdad porque tenía miedo, Johan.
—¿De qué?
—Tu reacción, sabes, aún me duele el golpe. —Eso me hace reír.
—Es tu culpa, escogiste la peor manera de contarme, en el peor momento.
—¿Y si te digo que no fue mi idea? —pregunta un poco confundido y me giro para verlo, es que eso no tiene sentido.
Rui baja la cabeza y permanece en silencio, no comprendo. Por largo rato se queda callado, perdido en sus pensamientos, como si no fuese consciente de mi presencia.
—Rui —lo llamo, preocupado y no responde, sigue ido—. Rui —vuelvo a llamarle, sin respuesta. «Esto ha pasado antes», pienso al recordar cuando éramos adolescentes, él a veces parecía ausentarse—. ¡Rui! —le hablo fuerte, sacudo su hombro y es en ese momento que levanta la cabeza y sonríe de medio lado.
Hay algo distinto en su gesto, pero no comprendo.
—Rui, ¿estás bien?, ¿qué pasa?
—Rescatate, pancho, todo está bien. —Ladeo la cabeza, confundido, no comprendo por qué de nuevo habla de esa manera—. Perdoná, vos y yo no hemos sido presentados formalmente…
—Rui, ¿qué te pasa? Deja la tontería.
—Vos tenés que escucharnos —dice sonriente, yo no entiendo por qué el plural—. Yo soy Robert, digamos que el guardián de Rui.
Esto está extraño y aprieto la boca para no reír. Él sonríe, pero no sé cómo explicarlo; ese gesto no es para mí, es como alguien que sonríe de repente al recordar alguna cosa o algo así.
—Rescatate, yo me encargo —agrega sin mirarme.
—Deja de jugar, Rui.
—Ya te dije, soy Robert. Rui no sabe cómo explicar algunas cosas a vos, así que cómo siempre acá estoy yo.
Lo observo con notoria incredulidad.
—Perdoná por la canción, Rui no se acercaba a vos y yo me harté de esperar por él. Llegamos acá buscándote, pero este pelotudo me rompe las pelotas con su cobardía.
Acabo riéndome, con todo este show, es que no me puedo aguantar más.
—Rui, deja la tontería —le digo entre risas y él niega con la cabeza.
—Escuchá, Rui ya me está reclamando así que pronto me iré. Perdoná lo que pasó en mi piso también, creo que me dejé llevar por el momento y bueeeno, vos estás buenísimo, eso no se puede negar. —Siento una tomatada apoderarse de mi cara por sus palabras y él ríe ante mi reacción—. Rui, dejá. —Se queja y da un manotón al aire. Ya no sé qué creer.
—¿Dices que eres algo como su otro yo o…? ¡Ay, no, ya; Rui, en serio! —Vuelve a quedarse perdido por un momento, no digo nada, solo lo observo. Un rato después sonríe y fija los ojos en mí. Por raro que parezca, en esa sonrisa de niño y mirada brillante vuelvo a ver a Rui. Esto es extraño—. ¿Rui? —pregunto confundido y él asiente en silencio, con el mismo gesto.
—Johan, esto es un poco más difícil de explicar. —Suspira, yo continúo sorprendido—. Nunca antes te hablé sobre esto, porque pensé que te alejarías.
—No sé qué creer.
—Robert y yo hemos estado juntos creo que desde siempre.
—¿Has visto a un médico o… exorcista? —pregunto con ironía y él ríe a carcajadas.
—Baby, ¿qué cosas dices?
Me encojo de hombros, sonriente, es que esto está rarísimo.
—Sí, hemos ido con psiquiatras. De hecho, mientras estaba en Buenos Aires, mi tía Rosiris nos obligó a ir y todo fue un caos, Robert no quería, y bueno solo nos pusieron unos medicamentos queal final descartamos porque pasábamos con sueño.
—Rui, ¿no estás bromeando?
Niega con la cabeza.
—¿Por eso Campbell estaba así de preocupado por ti? O por ustedes… Rui, no sé ni cómo hablar.
—Escucha, lo intentamos con Campbell, pero Robert es muy inquieto y al aburrirse de la sesión se iba. En los días que me tocaba a mí. —Sonríe, supongo que al recordar, pero su gesto me hace reír—. Se la pasaba interrumpiendo. Entonces, pactamos hacer acuerdos y así hemos estado.
Lo observo sorprendido, no lo puedo creer.
—De hecho, el modelaje, las tonterías en las redes… —Sonríe—. Ya, sí, no son tonterías —dice a nadie en específico o supongo que a Robert y luego me mira antes de continuar—: La obsesión con Michael Jackson… —Suspira—. Esas son cosas de Robert.
—Rui, no sé qué creer —confieso confundido, él sonríe y se encoge de hombros. Esto es muy raro—. Espera, ¿qué hacías en aquella sesión del grupo de apoyo? —Lo veo tensarse y aprieta fuerte mis manos, eso me asusta, así que respondo a su apretón—. Perdón no quise…
—Johan, eso no sé explicarlo y Robert no quiere tampoco —dice en un tembloroso tono y ladeo la cabeza, confundido—. Tengo estos trozos de algún recuerdo. Bueno, Campbell dice que puede ser un recuerdo, pero yo no sé… —Tiembla, me aprieta las manos con mucha fuerza y se queda en silencio, pensando.
—Tranquilo… —susurro— no te fuerces, si no me puedes contar, no lo hagas. —Lo veo afirmar en silencio.
—So-son i-imágenes sueltas, baby. —Luce asustado—. Obsequios, un niño, una figura adulta… —No para de temblar—. Pe-pero no-no sé-sé…
—Rui, ya te dije que no te fuerces…
Suelta mis manos y me abraza, le correspondo con la misma fuerza. Permanecemos en silencio. Creo que concuerdo con Campbell.
—Tranquilízate, no es muy importante recordar, Rui. —Acaricio su espalda, trato de calmarlo—. Lo sabrías si asistieras a las reuniones del grupo.
—¿E-en se-serio? —pregunta en un susurro y asiento sobre su hombro— Qui-quizás lo haga. —Me aprieta fuerte una vez más y siento cómo su pecho se infla al inhalar una profunda bocanada de aire, para luego liberarlo poco a poco antes de continuar—: Gracias, baby.
Se separa de mí y lo veo limpiarse los ojos con la manga del jersey, sonríe y yo emulo su gesto. Solo nos miramos en silencio, no puedo creer que, de verdad, él esté aquí. Demonios, pasé años llorando su muerte y ahora lo veo aquí, delante de mí…
—Te extrañé, baby.
—¿Y crees que yo a ti no? —Reímos juntos.
—Pasé años queriendo volver contigo. —Sonrío al oírlo—. Me alegró verte feliz con Ray, Johan. —Siento un doloroso latido al escuchar su nombre y le esquivo la mirada—. Lamento haberlo arruinado.
—Fue mi culpa.
—Ya te dije que fue culpa mía, rulo.
Creo que de nuevo es Robert.
—Escuchá, yo me aproveché de tu confusión para presionarte, bueeeeno, ajá, me gustaste.
Otra tomatada se hace presente, no hay duda que el otro yo de Rui es más extrovertido, eso me hace pensar…
—Eres tú quien sale y coquetea con todo el mundo —le recrimino y sonríe ampliamente—. ¡Hey! No juegues con mi mejor amiga. —agrego y él niega con la cabeza.
—Yo no salgo con la piba bonita. —Ladeo la cabeza—. Ella es de Rui. —Lo miro sorprendido y él vuelve sonreír para sí mismo—. Esa es la posta, Rui lo sabés y tenés que hacer algo para enmendar tus cagadas —habla gesticulando con las manos. ¡Qué locura! Vuelve a posar la mirada en mí—. Perdoná, es que Rui no admite que la quiere. —Eso me hace reír—. Cómo te decía, quiero reparar el daño. Haremos algo grande por Ray.
—Está en Francia.
—¿Y eso qué? Mirá esto. —Saca el celular y hace una llamada, no tengo idea de a quién—. ¿Qué pasó, nene? —Saluda a alguien—. Sí, acá tengo al pibe —dice a quienes quiera que sean, porque la verdad se oyen varias voces—. Ajá y vos sos re puta, perdoná nene, pero es que se lo busca. —No puedo dejar de reír con esto—. Ajá, ajá, ajá, ajá… Entonces te llevo al pibe y luego vos te encargás. Eso es re joya, después es tu turno nene. Bueno, cambio y fuera. —Termina la llamada, guarda el celular y me mira con una sonrisa—. Vamos por tu pasaporte. —Lo observo incrédulo.
—Robert, ¿qué?
—¡Qué te vengás conmigo a la moto!
Y así, cierto día de otoño, el chico de mirada huidiza, cargado de incertidumbre, se embarca en un viaje junto al medio argentino, del cual quizás no salga vivo —solo a este muchacho se le ocurre volver a subirse a esa motocicleta—. ¿Qué tendrán planeado? Ni idea, pero lo seguro es que algo tiene que ver con Ray.
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Hagan sus apuestas😂 ¿Qué harán y quiénes están involucrados en el plan?😆
Nos vemos luego ❤️
A propósito, ya que estamos de vuelta en el presente😆 aprovecho para decirles que las actualizaciones serán dos veces por semana desde este punto.
Los amo❤️🤗😘
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