XLV: Mi lugar sobre el Arcoíris: Viaje

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El chico de ojos esquivos junto al hércules de mirada gélida disfrutan del anhelado Melitzazz, casi tres veranos han debido transcurrir para al fin poder deleitar sus paladares con las exquisiteces preparadas por los grandiosos chefs internacionales que se congregan en este festival griego.

Los diferentes aromas se entremezclan, provocan hasta la gula a los asistentes quienes contemplan con avaricia cada preparación.

La pareja de enamorados camina de la mano, tampoco pierde oportunidad para los besos robados. Les toca aprovechar cada segundo juntos, pues desde que el chico de los ojos verdes ingresó a la universidad y al equipo olímpico de natación, es poco el tiempo que pasan juntos; sin embargo, siempre encuentran un espacio para hacer de conejos.

¿Sabes qué? La pasaba de maravilla sin tu participación en mi viaje.

Pero ya he vuelto —para tu desgracia— y ni creas que funcionará de nuevo el cuento del flashback.

Lo sé, pero resultó gracioso, al menos para mí. Dime que no fue divertido ir un año atrás.

¿Cuál parte se te hace más graciosa? ¿Tus lloriqueos por separarte de Ray en enero? ¿La casi muerte del enano siniestro, el secuestro del pequeño gánster o todo el desastre con tu ex? Sí que fue una temporada movida.

¡Hey! No me refería a eso…

¡Ah! Te referías a tu trauma de marzo, abril y parte de mayo. 

¡No! Dramaturgo, creí que solo verías el verano pasado desde otras perspectivas.

Sí, también lo hice. Eso fue divertido.

¡Genial! Yo también la pasaba increíble sin ti molestando por todo.

Te veo muy feliz, seguro ya bailaste el 4k en mi ausencia.

¡Dramaturgo!

El viaje ha sido fantástico, he conocido un montón de música diferente, también comidas deliciosas y por supuesto, acompañado al pequeño gánster en sus transmisiones en vivo improvisadas. Estas son mis primeras vacaciones de verano desde que entré a la universidad y Ray decidió secuestrarme un mes entero porque no nos vemos seguido, entonces, primero pasamos una semana en mi ciudad compartiendo en familia, luego una noche se coló por mi balcón y me sacó de la cama, no sin antes esconder mi teléfono, así que sí, estoy oficialmente secuestrado e incomunicado, pero la estoy pasando genial, así que me vale.

En Francia fueron unos días estupendos, Rex se armó sus típicos planes locos, pero uuf, pudimos disfrutar de muchos sitios asombrosos; sin duda, amé las tardes de cine en el Parc et Villette.

Pero aún más divertido fue al momento de la despedida, Rex también marcó su pasaporte en el aeropuerto e incluso Ray lo miró extrañado y el chiquillo solo le dijo: «¿Crees que me quedaré aquí sabiendo que vas a Grecia?».

Así que hemos disfrutado del Melitzazz, lástima que solo dure cinco días. El clima en este lugar es perfecto, el azul del cielo contrasta con el verde de las plantaciones

—¡Oye, Cullen! Ya lo encontré, sígueme.

Rex jala mi mano y corremos en la búsqueda de un sitio en el que preparan platos con diseños de anime.

¿Es en serio? ¿Anime? Deberías ponerle un límite.

Dramaturgo, ¿de qué hablas? Estamos de vacaciones y queremos divertirnos.

El rostro de Ray no refleja nada divertido, de hecho, luce fastidiado.

Eso es lo más divertido, ¿sabes qué? Me giro rápido con mi cámara y disparo.

—¡Niño, siquiera avisa para la foto! —contesta molesto al percibir el flash y yo sigo riendo como idiota.

—Lo siento, pero así se perdería el efecto, Hércules. —Me observa confundido—. Tu cara de molestia al entrar a esta tienda con comida y anime. —Lo veo suspirar cansino y me jala para abrazarme.

—Eres un idiota —susurra a milímetros de mi rostro, acaricia mi nariz con la suya y siento el calor en mis mejillas ante la proximidad de un beso.

En realidad, durante el viaje no me ha incomodado en lo más mínimo su cercanía, aunque tengamos tantas personas alrededor, la verdad, me vale; supongo se deba al poco tiempo que tenemos para compartir juntos. Sin embargo, en este momento no sé por qué me siento como un tomate, aunque a la vez anhelo ese beso que este bastardo continúa retrasando.

—Niño.

—¿Sí? —contesto en su mismo tono bajo y él se acerca un poco más, humedece sus labios y sonríe.

—¡Mira ese Milenio de Plata! —exclama fuerte, desconcertándome.

Me empuja a un lado y hace trastabillar antes de correr lejos de mí, muerto de risa. ¡Bastardo!

Te la hizo.

Ni que lo digas.

Eso te sacas por burlón.

¡Ya, cállate!

Inhalo profundamente y exhalo despacio mientras camino para darle alcance, me mira de reojo al llegar junto a él y sigue riendo «este idiota», pienso mientras niego con la cabeza, mi gesto le provoca más risa. Ray toma mi mano y me besa el hombro para continuar viendo la preparación.

¡Wao! Es asombroso, un Milenio de Plata a base de berenjena, ¡cuánta habilidad tienen estos sujetos en sus manos!

Los griegos y sus cosas raras.

¿Qué dices, Dramaturgo? Primero, estos son chefs japoneses, segundo y más importante, es el festival de la berenjena, ¿qué esperabas ver? Todo es berenjena en este sitio y son platos deliciosos. ¿Sabes qué? Deberías irte de nuevo, digo, por aquello de conocer otras perspectivas. Apuesto a que te encantaría.

Olvídalo, ya te dije que no funcionará.

Está bien, quédate cuánto quieras, a fin de cuentas siempre me jodes.

Desvío la vista desde la preparación para contemplar a Rex quien entrevista a uno de los chefs, ese mocoso me hace reír con cada una de sus locuras.

Luego de comernos todo un Milenio de Plata y de qué Ray casi lloró en cada bocado, aún más por la manera en que Rex —motivado por mí, claro— atacó las columna con su tenedor propiciando la caída en medio de risas; regresamos a las atestadas orillas de Plaka, el pintoresco puerto de Leonidio, que se vuelve una locura durante este festival; aunque acabamos de comer, cada aroma en el ambiente me provoca hambre, casi deseo robar alguno de esos botes anclados y huir mar adentro para escapar de tanta comida. Creo que saldré rodando del pueblo o me darán de baja en el equipo por sobreoeso.

—¡Pa, mejor que no lo olvides! —escucho gritar a Rex, pero no entiendo a qué se refiere, Ray luce casi tan apenado como el día en que descubrí su amor por Sailor Moon, pero no sé la razón, supongo que estaba muy distraído y me perdí de algo.

—Oigan, ¿qué pasa? —pregunto confundido y luego de un suspiro Ray se suelta a reír, Rex también, pero no deja de achinar los ojos al mirar a su padre. Sigo sin comprender.

En un pequeño e improvisado escenario un par de chicos tocan música tradicional, cada uno con un instrumento de cuerdas distinto; no tengo idea de sus nombres. Uno parece una mandolina muy grande y el otro me hace pensar en un violín ya que se toca con vara, pero, a diferencia de este, no lo usa reposado en su hombro sino sobre sus piernas, así que no tengo idea; solo sé que suenan hermosos.

Muchas personas bailan al ritmo de la música, forman un círculo de danza al cual Ray acaba por jalarme y lo único que me queda es reír ante el disparate. Sin duda, es un magnífico viaje, creo que todo el estrés por las clases y equipo se ha volatizado.

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Demonios, han sido unas vacaciones fuera de serie; de solo pensar en volver a la universidad me deprimo, pero ni modo, así es la vida real. Seguiré esforzándome por alcanzar mis metas; decirle adiós a París y al pequeño gánster es demasiado duro, pero sabemos que esta separación es algo temporal, volveremos a vernos para el invierno, quizás en casa esta vez.

—Cullen, promete que vas a escribirme a diario —gimotea Rex, abrazándome fuerte mientras estoy acuclillado frente a él y le devuelvo el gesto.

—Mocoso, me haces llorar, tú y yo siempre hablamos.

—¡Lo sé, Cullen! Pero igual promételo. —No quiero burlarme, pero eso me hace reír—. ¡Mis palabras son un chiste!

Ahora sí, ya no puedo contenerme más, me carcajeo en alto.

—¡Ouch! —Ray golpea fuerte mi cabeza y lo miro molesto.

Está llorando, no puedo creer que seamos una pila de dramáticos, como si fuese una despedida eterna. El pequeño se separa de mí para ir a engancharse a su padre quien lo recibe envuelto en llanto. Esto es increíble.

Limpio mis ojos con la manga para levantarme e ir a despedirme de Clarissa y Pietro quienes me sonríen antes de compartir un abrazo.

Y así, luego de un montón de llanto y promesas innecesarias, al fin, Ray y yo nos dirigimos a la puerta de embarque para tomar nuestro vuelo con destino a casa.

Tendré una última semana de reposo antes de retornar a la universidad y planeo pasar todo el tiempo posible con Ray, ya que a mi regreso al campus solo nos veremos por videollamada hasta dentro de, al menos, un mes cuando él esté algo más desocupado en su trabajo para poder ir a visitarme. Siento un golpe en el pecho solo pensar en eso y lo contemplo en silencio durante un buen rato en el vuelo.

Sin embargo, llama mi atención que él esté tan callado, de hecho, ni siquiera me mira. Desde que tomamos asiento en el avión sus ojos permanecen fijos en la ventanilla y no tengo idea de por qué me ignora. Suspiro con tedio después de un rato de solo verlo —gesto que pasa desapercibido para él— y opto por encender la pantalla para ver una película, me pongo los audífonos y encojo los hombros, restando importancia.

Río como tonto y es así por dos razones, la primera se debe al efecto relajante del calmante recomendado por Campbell para aguantar el viaje en avión y la segunda es porque veo Back to the future, así que es imposible no reír con las locas teorías del doc y toda la odisea que pasa Martín por regresar a su tiempo.

En un momento, cuando ya va sobre la mitad de la película, siento la mano de Ray en mi hombro izquierdo y me giro para verlo, aunque sonríe, hay algo extraño en su manera de mirarme, se ve… ¿nervioso? Bueno, en realidad no sé. Me quito los auriculares y permanecemos en silencio, solo vemos la mirada del otro hasta que Ray decide abrir la boca para decir algo:

—¿Te-te gu-gusta esa pe-película?

No digo nada. De hecho no era eso lo que esperaba escuchar luego de su épica ignorada, así que le lanzo una mirada de obviedad, ¿cómo pregunta eso? Creo que debo tener a cada pasajero incomodado con mis carcajadas —no es mi intención, culpa del medicamento que multiplica mi idiotez, pero ni modo— y, ¿en serio solo pregunta eso? Viro los ojos y suspiro con fuerza, Ray sonríe un poco para luego besar mi hombro y volver a fijar la vista en la ventanilla.

De verdad no comprendo su actitud, lo veo con la esperanza de escuchar algo más, pero nada sale. Entonces decido volver a mi película.

¿No harás nada?

¿Qué se supone que debo hacer, según tú?

¿Por qué no intentas hablarle tú?

¿Sobre qué?

Quizás sobre cómo te sientes ahora, no pareces muy contento por su actitud.

¿Y qué quieres, que celebre con pitos y fanfarrias la manera en que me ignora?

Entonces habla con él y dile lo que sientes.

Cierro los ojos un segundo, tomo aire y entonces suelto los auriculares que estaba a punto de ponerme; decido hacerle caso a mi conciencia.

—Ray, ¿estás molesto conmigo por algo? —pregunto casi en un susurro, sin mirarlo; mantengo los ojos en la pantalla y una sonrisa medio tonta se me escapa. Martin parece lagartija arrastrándose por el suelo mientras se la da de rock star, entonces, Ray posa su mano en mi mandíbula y hace presión para forzarme a verlo.

Sus ojos lucen algo brillosos, aunque sonríe, me siento inquieto.

—Niño, ¿por qué estaría molesto contigo luego de pasar unas vacaciones hermosas? —intento replicar su sonrisa, pero no me sale, sus palabras no me hacen sentir mejor…

Entonces díselo.

—Me has ignorado desde que subimos al avión.

Ray cierra los ojos con pesar, parece estar a punto de decirme algo importante, sin embargo, decide cambiarlo a último minuto por otras palabras:

—Tienes razón, lo siento.

Sigo esperando escucharle decir algo más, pero no pasa nada, es como si las palabras se quedaran atoradas en su garganta; le insto con la mirada a continuar y luego de un rato en silencio dice algo que me deja un poco descolocado:

—Niño, es solo que… —Luce muy nervioso y sigo sin entender—. Si-siento algo de-demasiado fuerte por ti.

—Ray, yo también te amo —contesto exasperado, sin medir el volumen de mi voz, entonces comienzo a sentirme observado.

Mis ojos viajan, por inercia, hacia todos lados en el avión, buscando, o más bien con el fuerte deseo de que mis palabras hayan pasado desapercibidas.

Mi mirada se cruza con las de algunos pasajeros de otras filas que observan en nuestra dirección… ¿asqueados? Creo que esa sería la única manera de describirlo. Odio esa clase de miradas; sin embargo, escucho la risa baja de Ray y vuelvo a poner la vista en él.

—Niño, tu paranoia respecto a ser vistos en público empieza a regresar mientras nos acercamos a casa. —Sonrío.

—Lo siento, no quise gritar así —le digo en bajo y él masculla un escueto “lo sé” antes de besar mi frente—. Ray, ya, en serio, ¿qué pasa? ¿Me ignoras por amor? —inquiero irónico y se suelta a reír. Golpeo su brazo derecho con mi puño para que se calle y entonces prosigue entre fingidos quejidos de dolor:

—Eso es maltrato doméstico, Johan. —Eso me hace reír—. Y encima te burlas.

Sigue haciéndome reír con sus tonterías y luego pasa su brazo por detrás de mí para abrazarme, reposo la cabeza en su hombro y de nuevo besa mi frente.

—Lo siento, sé que me he portado algo distante, niño.

—¿Me dirás la razón? —Le interrumpo.

—Es solo que me gusta esto, Johan, tenerte así, siempre conmigo. —Suspira cansino—. Y pensar que de nuevo te vas, no lo sé, supongo que…

No lo dejo seguir porque ahora entiendo. Atrapo su mejilla izquierda con mi mano y junto nuestros labios en un tierno beso, Ray responde emulando el gesto sobre mi rostro. Adoro sus besos, su calor me hace sentir seguro, la suavidad de sus labios descontrola todo dentro de mí y la manera en que nuestras lenguas se abren espacio y danzan en boca ajena me calienta a sobre manera, podría decirse que maldigo —y mucho— el hecho de no estar a solas ahora.


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Ahora sí, gente, solo queda 1, el final me respira en la nuca, Marce🙈

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