XLV: Mi lugar sobre el Arcoíris: Vacaciones
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El amor. Poderoso, hermoso y también devastador cual terremoto; puede el amor hacer vibrar los corazones con tal intensidad que desees vivir a plenitud o incluso morir por este sentimiento.
Unos viven el amor entre…
—¡Aaah, Cacius, una voz en mi cerebro! —Salto aterrado sobre él, el hombre roca me observa confundido.
¡No puede ser! Me estoy volviendo loco, es injusto, ¡soy Cornelio Evans! No puedo estar desquiciado.
Relájate, me llaman Dramaturgo, soy el narrador de este cuento.
¿No me estoy volviendo loco?
No que yo sepa, eso no aparece en las fichas de personajes.
¡Genial! Puedo respirar tranquilo. Y dime, Dramaturgo, ¿qué te trae por aquí?
Conocer otras perspectivas, pero sigue en lo tuyo, el hombre roca te mira raro.
Raro, no, confundido, sí.
—Señor, ¿se encuentra bien? —Me separo de él y acomodo mi outfit antes de contestar.
Arreglo mi sombrero playero y afirmo sonriente, no quiero que se preocupe por una supuesta demencia. Tomo su mano y seguimos caminando por la orilla.
Adoro este paraíso oculto. Cala de la Granadella, el sitio donde todo inició, o bueno donde fue nuestro primer beso, han pasado años desde entonces.
Vaya que sí, años y años y años.
¿Disculpa? ¿Estás diciendo que soy viejo?
Y años, y años, y años…
¡Basta! ¿Qué clase de narrador eres? Mejor aún, si eso eres, ¿por qué nunca te he escuchado antes?
Porque eres un petulante, vanidoso y egocéntrico que debe narrar su propia historia.
Me declaro culpable. Dramaturgo, ya en serio, dices que quieres conocer otras perspectivas, pero te burlas de mí.
Es parte del paquete.
Ja, ja, ja, qué gracioso, Dramaturgo, mira cómo río.
Si empiezas a reírte solo, el hombre roca te enviará al loquero.
¿No puedes observar en silencio?
No aseguro nada.
Lo que me faltaba, pelear con una extraña voz en mi cabeza cuando solo quería pasear y disfrutar de unas merecidas vacaciones al final del verano.
—Señor, dijo algo sobre una voz en su cabeza, ¿seguro está todo bien? —Sonrío.
—Por supuesto, Cacius, disparates y tonterías mías —replico enseguida para restarle importancia y él me eleva un poco el sombrero para acceder a mi frente, deposita un tierno beso antes de seguir el paseo.
Disfruto esto, Cacius no es alguien de muchas palabras, pero ama escucharme, siempre hemos sido así. Aunque intenta disimular, más de una vez ríe de verdad ante cada tontería que digo o hago con tal de perderme en su risa, es un sonido perfecto y una imagen casi tan mágica como la de este atardecer que nos envuelve.
La luz del sol poniéndose hace lucir aún más hermoso al hombre a mi lado, sus rasgos varoniles me embriagan y ya que él mantiene la vista fija en el horizonte, puedo perderme en el delineado de sus facciones. Cacius no tiene uno de esos rostros perfectos “tallado por ángeles”, no, pero de alguna forma, cada pequeña “imperfección” lo hace ver mejor que a cualquier dios griego.
La camisa de lino blanca, remangada y que lleva abierta hasta casi el esófago, deja al descubierto ese peludo manto que envuelve su pecho y antebrazos. Combina con su barba de una semana y lo hace ver salvaje.
Entonces estás flechado con un hombre bestia.
Dramaturgo, ¿tu función es interrumpir?
Un poco de esto, un poco de aquello.
Solo me has molestado desde que apareciste.
Ya, Minion, disfruta tu viaje.
Eso intento, pero tú… un momento, ¿cómo me llamaste?
Asi te dicen, ¿o no?
¡Solo me llama así el maldito de Fisher! ¿Acaso de alguna manera él tiene que ver con esto?
Para nada, enano siniestro, he aprendido mucho en mis observaciones, pero ya, no te preocupes y mira; el hombre roca se ríe solo.
Ya que lo dices, tienes razón.
Mantengo mis ojos en Cacius, adoro verlo sonreír y escuchar su risa, pero no comprendo, ¿por qué sonríe de repente con la vista fija en el horizonte? Parece que estoy a punto de averiguarlo porque se gira hacia mí con el mismo hermoso gesto en su rostro y entrelaza nuestras manos.
El brillo de sus ojos cafés me cautiva y deja sin habla a la vez, quiero saber qué se trae, pero al mismo tiempo no puedo siquiera abrir la boca para decir una tontería; él humedece sus labios antes de al fin emitir un sonido.
—Señor. —Es lo único que brota de su boca antes de continuar perdidos en los ojos del otro no sé por cuánto tiempo y luego de un suspiro al fin continúa—: Lo amo, señor.
—Cacius…
—Lo amo por su fuerza, lo amo por su confianza en sí mismo, lo amo porque luego de nuestros padres adoptivos, creo que es usted la persona con el corazón más noble que he conocido.
—Cacius, ¿qué cosas dices?
Libera mis manos, con una de las suyas toma mi sombrero y lo pone en su cabeza causándome gracia, la otra, la sube a mi mejilla, es como si quisiera hacerme ver algo profundo y real en sus ojos, mata así todo rastro de risa en mí. No sé por qué, pero siento mi respiración acelerarse.
—Señor, lo amo porque yo no soy su mundo, sonrisa ni mucho menos su razón de vivir.
Se lleva la mano derecha al bolsillo del pantalón mientras la izquierda permanece en mi mejilla, siento el corazón a millones de revoluciones. Jamás sé qué esperar con Cacius y eso es muy difícil a la vez que excitante también. Sus ojos no abandonan los míos ni una vez.
—Cuando lo encontré, usted ya tenía su camino planeado y tantos motivos para sonreír que acabó por contagiarme.
No sé por qué siento esta humedad en mis ojos, pero me siento nervioso.
—Yo, solo llegué para admirarlo y decidí acompañarlo en su vuelo, señor.
—Ca-cacius si-sigo sin…
—Ya te encontré, tan dulce tú te ves…
¡Por todos los osos Teddy! Cacius está cantando a capella.
—Nunca pensé que fueras tú, lo que siempre esperé.
Lloro, no lo puedo evitar, la escasa luz que aún recorre el ambiente hace brillar al pequeño anillo dorado con diseño de caracola que sostiene ante mí con su mano derecha.
—Tu mano pediré, soy tu hombre y tú, mi querer y mi futuro está en ti.
No puedo dejar de llorar, su sonrisa es perfecta y ya que las palabras se me quedan atoradas, mi cabeza afirma reiteradas veces, en silencio y replican su gesto ante la hermosa propuesta porque mi corazón cree de verdad en su amor, tengo fe en nosotros dos y por supuesto en esto que sentimos. Cacius desliza el anillo por mi dedo y salto sobre él, me recibe en sus brazos encantado, aprisiona fuerte mi cintura al juntar nuestros labios en un dulce beso que se intensifica despacio.
—Señor Cacius —susurro en sus labios y un nuevo beso compartimos antes de seguir—, es usted mi ángel… —Beso—. No lo merezco, es el hombre más perfecto de todo el universo.
La noche nos baña, la marea ha subido y empapa nuestros pies con cada arribada del oleaje, pero no podría importarnos menos, en este momento solo deseamos bailar descalzos en la oscuridad, al ritmo de esa que se ha convertido en nuestra canción y con una incipiente luna que se asoma en el cielo como único testigo de nuestra decisión.
¿Has encontrado tu lugar sobre el arcoíris?
¿Lugar qué?
El utópico sitio donde ser y sentirte feliz.
Dramaturgo, amé las palabras de ese rockero en la boda de JoJo, pero… ¿algo como mi lugar feliz? Hace años aprendí que la felicidad depende solo de mí, este hombre maravilloso comparte mis sueños y ahora será nuestras vidas también, eso es fantástico, pero mi lugar sobre el Arcoíris solo se amplía para recibirlo y disfrutar juntos la felicidad que suponga convivir con nuestros caminos cruzados.
Y así, una fresca noche de verano con el sonido del mar revolviéndose en la orilla, el murmurar del viento entre las ramas que mueve el follaje con sus caricias y la luna presenciando la danza de los enamorados; la pareja de novios celebra con alegría y emoción el inicio de sus nuevas vidas en conjunto.
¿Quién se habría imaginado algo tan vainilla como final de un pequeño masoquista perverso?
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Hola mis dulces corazones multicolor 💛💚💙💜❤️
Lo sé montón de perversas, ustedes pedían cosas sucias😆 pero se friegan, dije que el libro ya está escrito😂
Después nos vemos para la parte final y epílogo.
¡Aaaaaaah, no lo puedo creer!
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