XL: ¿Libre?: Cómplice

No puedo dejar de mirarle, sus ojos cafés tiemblan; la policía solicita permiso para requisar, al cual no pone resistencia alguna, solo se hace a un lado.

Quiero encontrar a mi hijo, sí, pero al mismo tiempo me cuesta creer que sea parte de todo esto.

La incredulidad se torna ira cuando noto reposar sobre una mesilla de su alcoba, un gorro de lana azul con una estampa de Digimon que conozco a la perfección y me abalanzo sobre ella, no puedo creerlo.

Dos hombres de Cory me retienen e impiden acercarme a quien ahora está envuelta en lágrimas.

—Lo-lo si-siento, Raymond… —Lucho por soltarme—. Tra-traté, te juro que quise decirte, pero no pude...

Desvío la atención de ella hacía el lugar donde un oficial anuncia que lo encontró, el policía lo trae en brazos y siento que mi alma regresa, sin embargo, luce inerte y vuelvo a percibir la furia arremolinarse. Consigo soltarme e ir contra ella.

—¡¿Cómo pudiste?! ¡¿Qué le hiciste, maldita?!

—¡Mr. Fisher, deténgase! —vociferan los hombres de Cory al volver a retenerme.

—So-solo duerme… está dormido —consigue balbucear mientras es arrestada. El oficial que lo trae corrobora lo que dice y entre temblores, los hombres de Cory me llevan con mi pequeño al que abrazo con fuerza y beso sin parar.

—¿Pa-papi? —pregunta débilmente al devolverme un abrazo que me trae a la vida, ¡gracias, Dios! Está a salvo y por fin ha vuelto.

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En el auto, de regreso a casa, llevo a Rex sentado en mis piernas, envuelto entre mis brazos y él sigue adormecido. Mientras le acomodo su gorro, una melodía se activa y me siento estúpido al darme cuenta de que fue justo eso lo que escuché anoche, ese es el motivo por el cual lucía nerviosa Chloe, supongo que encendió el sonido sin fijarse, maldita mujer, no puedo creer que haya estado metida en esto.

Entramos al salón con Rex en brazos y de inmediato Clari viene con nosotros, envuelta en llanto. Los tres nos abrazamos muy fuerte, luego Rex se voltea para engancharse a ella.

—Mami —susurra entre gimoteos, ella besa su frente y mejillas sin parar.

Continuamos fuertemente abrazados cuando los abuelos se nos unen al igual que Pietro, por fin esta pesadilla ha terminado.

—¿Quieres comer algo, campeón? —pregunto bajo a Rex y asiente llorando, entre risas.

—Quiero postre, pa. —Sonrío.

—No se diga más, te buscaré algo.

Me yergo y voy a la cocina, río como tonto al verlos levantarse en conjunto, sin soltarse y entre tropezones llegan al sofá.

Regreso con algo de pudín para Rex y los demás, compartimos un rato más. Adoro escucharlo reír, ¡Dios, cuánto extrañé ese sonido!

—Pa, ¿le avisaste a Cullen? —pregunta Rex después de un rato y niego con la cabeza—. Trae tu celular, yo le aviso. —Sonrío.

Saco mi teléfono y lo desbloqueo, suspiro al notar que no hay nada de Johan y se lo paso a Rex.

—Grabaré un video, pa… —Afirmo sonriente—. ¡Epa, Cullen! ¿Me extrañaste? —Todos reímos por sus cosas—. Ya llegó por quién llorabas, ¡pero llámame! —Finaliza el vídeo y se lo envía. Segundos después de cargarse, el estado de Johan cambia a “en línea”, pero minutos después vuelve a desconectarse «Dios, niño, ¿qué está pasando?», es lo único que puedo pensar.

En casa continuamos celebrando el regreso de Rex y aunque me siento feliz, algo me tiene demasiado inquieto; chequeo el teléfono seguido y aún no hay respuesta de Johan.

Me excuso para ir al baño y aprovecho de llamarlo, no quiero que Rex se preocupe. Por más que trato no consigo comunicarme.

—Niño, ¿qué pasa? ¿Por qué no respondes? Necesito hablar contigo. —Una nueva nota de voz le dejo.

Segundos después se pone en línea y veo que escribe, pero el mensaje que recibo solo me desconcierta aún más:

Johan: Sigue adelante

Ray: me explicas q te pasa?

Johan: déjame ser feliz

¿Qué? ¿Qué carajos es esto? Johan jamás diría algo así.

Ray: quién carajos eres? Dónde esta Johan?

Minutos pasan, sigue en línea, pero no hay respuesta hasta que un video aparece. Me atrevo a reproducirlo y siento mis párpados mojarse. ¿Qué es esto? ¿Qué estoy viendo? Desesperado, me toca bajar el volumen ante los sonidos que inundan el lugar…

—Niño, ¿qué hiciste? Maldita sea, ¿por qué lo hiciste? —Estrello un puño contra la puerta—. ¡Carajo! Clari me va a matar —murmuro al ver el quiebre que he dejado en la madera. Llevo mis manos a la cabeza, me jalo el cabello por esta maldita ansiedad.

«Perdóname»

Dios, necesito calmarme, pero ¿qué carajos puedo hacer ahora para conseguirlo?

«Mr. Fisher, dígame, ¿desea un poco de felicidad instantánea?»

Tiemblo ante ese pensamiento. Inhalo y exhalo incontables veces en un intento por serenarme, pero no puedo, es demasiado difícil sacar esa imagen de mi cabeza. Dios, niño, ¿por qué?

Seguir encerrado aquí tampoco es una opción, todos van a preocuparse —empezando por Rex— y no necesito eso ahora.

—Ray, ¿está todo bien?

¡Dios! Clari está buscándome, ¿qué hago? «debes serenarte, Ray, no hay de otra», me digo a mí mismo en un intento por recobrar un poco de cordura antes de atreverme a abrir.

—Todo bien, Clari —le digo sonriente, ella ladea la cabeza, confundida y luego contesta:

—¿Seguro? —Asiento con el mismo gesto—. Entonces, ¿ese es tu nuevo estilo? —Señala mi cabeza y suspiro con pesar—. ¿Si recuerdas que no solo estuvimos casados, sino que nos conocemos desde niños? Ray, ¿qué pasó? —Dejo caer la cabeza, derrotado y Clari toma mi mano para llevarme a otro lugar.

Solo la dejo hacerlo, no me siento bien para resistirme o inventarle algo creíble, después de todo, tiene razón.

Tomo una profunda bocanada de aire, una vez que estamos a solas en la terraza, y lo libero de golpe ante su mirada expectante, entonces dejo salir todo aquello que me aqueja, de sopetón.

¿Cómo podría decirlo? El rostro de Clari refleja miedo, sorpresa, tristeza, desagrado e incluso enojo; todo un abanico de emociones se apodera de su mirada y facciones conforme le cuento desde quién es el sospechoso principal en el secuestro de Rex —incluido el asunto de la investigación que lleva Cory—, pasamos a la persona que resultó ser cómplice del desgraciado —eso la deja perpleja—, la fuga de Johan y así hasta llegar al espantoso video que, aunque borré, se repite en mi cerebro como un maldito bucle sin fin.

—¡Dios! Ray, ahora comprendo lo que sientes. —Suspira—. Primero, jamás habría imaginado a Chloe metida en esto y la verdad no lo entiendo…

—¡Yo tampoco! ¿Crees que se molestó porque la desairé?

Clari sonríe condescendiente y niega con la cabeza antes de responder:

—Lo dudo, Ray, creo que sería un motivo estúpido para involucrarse en un secuestro, pero ya nos enteraremos qué pasó allí realmente, ahora lo que de verdad te tiene mal: Johan. —Siento mi pecho quebrarse al escucharla.

—Clari, no quería irme aún, no cuando Rex apenas regresa con nosotros…

—Lo sé, fortachón, pero ahora ese chico impulsivo se puso en peligro… —Suspira con pesadez—. No puedo creer lo que hizo, no sé si es muy valiente o muy idiota.

—Yo creo que es lo segundo. —Siento mis párpados mojarse y la ira crecer—. Clari, ese maldito hijo de puta me la va a pagar.

Estrello mis puños sobre la baranda, con rabia, con esa furia que se apodera de mí solo de pensar en ese desgraciado. Clari viene conmigo e intenta calmarme.

—Ray, Johan es joven e impulsivo y encima se sentía culpable, por eso tomó esa mala decisión, tú eres un adulto que se supone ha aprendido a controlarse, no cometas una estupidez.

—Clari, es sencillo decirlo, pero no te aseguro que me controle cuando lo tenga en frente…

Mi teléfono suena e interrumpe lo que decía y por un momento dudo revisarlo, no quiero encontrarme con otra sorpresita por parte del hijo de puta ese. Sin embargo, Clari me insta a revisar, con una seña en sus ojos y ni modo, lo hago: «es el detective», pienso al ver el nombre en la pantalla así que contesto.

—¿Sí? Detective, dígame.

—Monsieur Fisher, ¿podría acercarse a la delegación? La sospechosa desea hablar con usted antes de ser procesada.

—¡No me interesa! —replico en alto y Clari me observa sorprendida—. Detective, no tengo ninguna intención de hablar con esa mujer; por mí, puede irse al infierno sin boleto de regreso…

Clari me arranca el teléfono.

—Detective, ¿cómo está? Soy madame Dupont, no se preocupe, monsieur Fisher estará allí.

Se despide amablemente y luego me devuelve el aparato, la observo molesto. Tengo demasiadas cosas en la cabeza como para querer hablar con esa maldita mujer, no me interesa una disculpa, tampoco sus razones.

—Clari, en este momento debo volver a casa.

—Lo sé, fortachón, pero ella es cómplice de ese hombre y ahora está detenida, quizás pueda arrojar algo de luz sobre todo esto. —Clari intenta mediar y hacerme razonar, pero niego con la cabeza y una sonrisa idiota se asoma.

—Clari, no creo que sirva de algo… —Suspiro resignado—. Rex no puede saber lo que está pasando en casa, si se entera que Johan…

—¡¿Le pasó algo a Cullen?!

«¡Dios! ¿Es en serio?»

Clari y yo volteamos sorprendidos al escuchar a Rex detrás; como ninguno contesta, su carita empieza a reflejar el miedo y tristeza que siente, así que corremos junto a él a abrazarlo.

—¿Qué está pasando? —pregunta entre sollozos— ¿Por qué se esconden aquí? ¿Cuál es el misterio? ¡¿Qué le pasó a Cullen, pa?! Nunca respondió a mi video.

—Cariño, tranquilo… —Clari intenta calmarlo en tono dulce y soba su cabecita—. Johan está desaparecido… —Sus ojos se agrandan y más lágrimas le bañan el rostro. ¡Dios, esto es horrible!

«¡Maldito hijo de puta te voy a matar!», es el único pensamiento que me nubla el juicio, cada lágrima en el rostro de mi hijo te va a costar caro.

—Hizo algo muy peligroso por… —intenta explicar Clari cuando es interrumpida por Rex:

—¿Por mí? —Ambos negamos desesperados, lo último que necesitamos ahora es que él se sienta culpable de algo—. ¿No? Entonces, ¡¿por qué tanto secreto?! Y aún más, ¡¿por qué sigues aquí?! —Me grita sumamente enojado—. ¡Ustedes lo niegan, pero lo que sea que hizo, fue por mí!

—Rex, escucha…

—¡No, tú escucha! ¡Lárgate de aquí a buscar a Cullen, ahora! —sentencia en un furioso grito mientras me señala con su índice y luego huye a toda prisa entre lágrimas. Clari y yo quedamos solos y perplejos.

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Rex se encerró en su alcoba y no hubo forma ni manera de hablar con él «al menos está en casa», es mi único pensamiento. Espero en este lugar al cual no debí venir, la verdad me importa menos que la mierda lo que ella tenga para decirme.

Mi rostro refleja las pocas ganas que siento de estar en este sitio, pero aún más el odio que me produce tener a Chloe, ahora, en frente de mí.

—Raymond, gracias por…

—Lo que tengas por decir, dilo rápido, necesito volver a casa y matar a tu cómplice —sentencio con firmeza y ella traga hondo.

—Yo no sabía que era él… —expresa bajo y río ante eso; por favor, conoció a mi hijo meses atrás y dirá esa patraña. Niego con la cabeza y ella continúa—: Es la verdad, cuando R lo trajo estaba inconsciente y envuelto en mantas, lo llevó directo a la habitación de siempre y cerró el lugar dándome instrucciones de mantenerlo vivo, lo habitual.

—Por favor, Chloe…

—Siempre se quedan conmigo hasta que R o alguien más avisa que vendrán por ellos…

Lo que dice revuelve algo en mi interior y las palabras red, pornografía, pederastia y pedofilia resuenan en mi cabeza; así retorna la investigación de Cory… ahora me siento asqueado de solo verla.

—Chloe… ¿Me estás diciendo que eres parte de toda esta red de mierda? —La culpa se refleja en su rostro y lágrimas brotan de sus ojos.

Me levanto de golpe, no puedo creer esto. ¿Cómo es posible que ella sea parte de algo así de horrible y repugnante. Camino de un lado a otro, intento asimilar esta, esta… ¡Esta mierda!

—¡¿Pensaban meter a mi hijo en esta cochinada?! —le grito furioso, golpeo con mis puños sobre la mesa metálica que me separa de ella, el miedo se remarca en su rostro y niega con desespero.

—No, Raymond… —Suspira—. Jamás recibí órdenes sobre él, R no dijo nada más luego de abandonarlo. —Mi pecho se infla y desinfla de forma errática—. Comprendí la razón cuando me contaste lo de “el maldito y obsesivo ex”; así entendí por qué apareció en persona.

—¿Cómo has podido?

—Cuando vi que era Rex, quise decirte, más al saber el lío en que estaba metida y todo por algo personal de R.

Golpeo furioso el mesón una vez más y ella se sobresalta ante el exabrupto, luce muy asustada y la verdad es que siento un deseo irrefrenable de ahorcarla, noto la atención de los guardias sobre nosotros e intento calmarme un poco.

—Solo sentiste remordimiento por Rex, pero ¿qué hay de los que “cuidaste” antes?

No para de llorar, cierra los ojos con pesar, pero su afligida imagen me importa menos que la mierda.

—Fueron números para ti, ¿cierto? —agrego.

Me apoyo sobre la mesa, acerco el rostro al suyo lo más que puedo, manteniendo las manos fuertemente aferradas al mesón para no hacer algo de lo que me arrepienta, pero quiero que escuche bien lo último que tengo por decirle:

—Espero que tú y la maldita organización de escorias pedófilas como tú, se pudran en el infierno —expreso con ira, ella no para de temblar y llorar—. Al maldito hijo de puta, yo mismo me encargaré de mandárselo al diablo con todo y moño.

Vuelvo a erguirme y le doy la espalda, listo para abandonar este sitio.

—Raymond, R es peligroso y si entregó a Rex así, es porque ya consiguió lo que quería.

—Preocúpate por ti, no creo que a esa gente le sirvas para algo ahora —escupo enojado y la veo llorar sin control—. Del maldito ese me encargaré yo.

Una vez fuera de ese cuartucho, vuelvo a tomar aire y apoyo mi espalda contra la pared, buscando calmarme.

—Dios, todo esto es horrible y asqueroso.

Ahora necesito regresar a casa con mayor razón, debo encontrar a Johan para asesinarlo a ver si así aprende a ya no cometer locuras, pero sobre todo debo cumplir mi promesa sobre ese hijo de puta.









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Holi de nuevo mis dulces corazones multicolor 💛💚💙💜❤️

¿Quién ganó la apuesta? Probablemente todos😉

Nos vemos luego🤗

Faltan 5 + epílogo 😲😭

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