VII: Lágrimas de Acuarela
Escucho una sirena de emergencia en la distancia, ¿o acaso lo imagino? Quizás es el miedo o este deseo de huir que me hace oír cosas que no son, no sería la primera vez. Morgan sigue con sus oraciones y siento el corazón a punto de estallar.
¿Dónde te has metido?, ¿de verdad vas a dejarme ahora?, ¿en este lío que tú provocaste?
Sigo solo, tengo mucho miedo y siento el pánico crecer. No quiero regresar a ese lugar, pero mi cuerpo sigue sin responder.
Luces bicolores comienzan a reflejarse en el auto y noto una expresión de sorpresa en el rostro de Morgan, sube apresurado al vehículo. Los dos guardias me sueltan y le siguen.
-¡Alto allí, policía! -Oigo atrás, no puedo girarme a mirar porque aún sigo temblando con todo lo que acaba de pasar. El auto de Morgan arranca y se pone en marcha, veloz-. Gauchito, ¿estás bien? -pregunta Ronald apretándome el hombro, me tenso muchísimo al sentir su mano sobre mí y de inmediato la retira al notar mi reacción. Lo veo dar aviso por su radio, aunque sin comprender o escuchar realmente lo que dice. Sigo muy asustado.
Ronald me sostiene del codo para guiarme, pero estoy tan aterrado por Morgan que lo dejo conducirme hacia el asiento, una vez allí me cubre con una manta, pese a eso, no puedo dejar de temblar. Miro su rostro y lo noto preocupado «quizás no sea tan malo como yo pensaba», pienso ante su gesto.
Poco a poco comienzo a recuperar el ritmo normal de mi respiración, bajo la mirada para evadir a Ronald quien me observa intranquilo.
-Gauchito, ¿quiénes eran esos sujetos? -No respondo, no puedo contarle sobre el internado-. Rob, escúchame; confía en mí, ¿te acuerdas que soy policía? Puedo ayudarte. -Sacudo la cabeza en negación-. ¿Cómo qué no? ¡Claro que sí!
-No te puedo contar -hablo bajo- ni a vos ni a nadie.
-Por favor. -Coloca su puño bajo mi mentón y me eleva el rostro con cuidado. Fija su mirada en la mía antes de continuar-: Déjame ayudarte. Si no me dices, esos sujetos pueden volver a buscarte. -Siento un golpe en el pecho y mis ojos se abren en sorpresa.
Tiene razón, están buscándome y ya saben por dónde encontrarme. Permanezco en silencio largo rato.
¿Debería contarle?, ¿qué hago? Robert, ¿no dirás nada?
Solo silencio, ese idiota sigue sin regresar, ¿dónde se ha metido? Sin otra opción, supongo que confiaré en él.
-Son de una escuela correctiva. -Me observa confundido-. Intentan corregir la homosexualidad con oraciones, penitencias y castigos. -Sus ojos muestran sorpresa y puedo ver en ellos mucha rabia.
-Rob, ¿dónde es ese lugar? Ese tipo de sitios son completamente ilegales.
No puedo más, me rompo en llanto sin control. Ronald mantiene los ojos fijos en mí, sostiene mis hombros y me tenso de nuevo por el contacto, pero solo lo dejo hasta calmarme lo suficiente y así explicarle lo poco que recuerdo sobre la ubicación de ese sitio. Pasa la información por radio y luego nos ponemos en marcha a casa. Una vez hemos llegado, vuelvo a limpiarme el rostro con la manta, no quiero toparme con Jorge o Laura y que noten mi mal estado. Bajo del auto, él me sigue hasta la puerta.
-Gauchito, no quiero ser aprovechado, pero ahora me debes una; solo digo. -Río bajo por su muy directa indirecta y niego con la cabeza-. Acéptame la invitación a comer un día.
Sin embargo, decido girarme hacia él para responderle:
-Está bien, ni modo. -Intento una sonrisa, él me guiña como despedida.
Solo espero que la policía se encargue de ese sitio y así poder cerrar ese terrible capítulo de mi vida.
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Entro a la soledad de la alcoba y aseguro la puerta. Una vez recostado en la cama vuelvo a llorar. No quiero saber de Morgan ni nadie relacionado a ese horrible lugar de nuevo.
Acaricio con mis dedos el pequeño tatuaje y cierro los ojos, pienso en Johan: «¿Cómo estarás?». Necesito volver cuanto antes, no solo por ti sino por mí, esa será la única forma de librarme de todo esto.
-Baby, te extraño demasiado -murmuro entre sollozos e imagino sus hermosos ojos.
Tomo una libreta, empiezo a trazar esos enormes y brillantes orbes verdes que no dejan de aparecer en mis sueños mientras el papel va salpicándose por las lágrimas que brotan en silencio, mismas que enjuagan el color haciéndolo ver cómo pinceladas de acuarela.
Cuando termino el dibujo, me quedo perdido en él y sigo llorando hasta que todo se hace negro.
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He estado bastante distraído en el trabajo, incluso me quemé varias veces al hacer el pan con Jorge y sé que está preocupado por mi actitud, pero no puedo hablarle sobre el altercado de anoche.
-Hoy estás re guaso, Rob; tenés que poner más atención, hay fuego acá -me regaña Jorge luego de quemarme, de nuevo, mientras sacaba otra bandeja del horno.
-Perdoná, no pasé buena noche -contesto bajo e intento contener el llanto al recordar ese encuentro.
-No llorés, che, vení que yo atiendo esa herida.
Luego de que Jorge se encargó de la quemadura y una vez terminamos con el pan, me envió al frente a apoyar a Laura. Sigo intentando concentrarme en organizar las golosinas del mostrador, pero no lo consigo, mi cabeza va a explotar y la espeluznante sonrisa de Morgan re aparece, asaltando mi mente una y otra vez; creo que voy a caerme por esta migraña.
Y tú sigues sin regresar.
Me tenso al sentir una mano sobre el hombro, pero al notar que es Laura trato de emular una sonrisa.
-Rob, ¿qué tal la academia? Anoche llegaste tarde y no pudimos hablar.
-Tenés razón -respondo bajo-. Es re joya, pero me tocó apuntarme al curso de enfermería el otro estaba re copado. -Me encojo de hombros para restarle importancia-. Igual es salud, así que está bien.
-Me alegro. -Laura me devuelve una amable sonrisa y de nuevo me acaricia el brazo. Sin embargo, siento la suavidad del gesto como una lija y vuelvo a tensarme ante su tacto-. Rob, ¿seguro que vos estás bien? -Afirmo despacio con la cabeza, pero no tengo chance a decir algo más; la campanilla de la entrada anuncia nuevo cliente y ambos volteamos para atenderle.
La charla tendrá que esperar para después, al menos puedo ocupar un poco mi cabeza al hablar con los clientes.
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Durante la noche, en un descanso entre clases, paso a la cafetería de la academia por algo de comer, me gusta este lugar; todos hablan y ríen, es un sitio lleno de color y diversidad. Me cuesta decidir ante la variedad de platos.
-Señorita, queremos dos hamburguesas con todo -ordena Ronald y lo veo sonreírme. Sacudo la cabeza en negación, pero ni modo, ya la chica prepara el pedido, además no quiero pelear aquí.
Esperamos nuestra comida en silencio y nos dirigimos hacia una mesa libre, yo ubico mi bandeja y tomo asiento, él vira su silla y se sienta a horcajadas frente a mí.
-Gauchito, qué bueno encontrarte, aceptaste la invitación y ahora llevas días huyendo. -Eso me hace reír y él sonríe, se acerca a mí sobre la mesa. Odio que haga eso, pero supongo que es mi culpa por darle entrada.
-Bueno, te acepté ir a comer y es lo que hacemos vos y yo ahora -contesto sarcástico.
-¡Gauchito, no me jodas! -Río fuerte antes de morder la hamburguesa y lo escucho hablar-: Esto no cuenta, digo una cita real con resultados sexuales.
Me ahogo. Golpeo mi pecho con el puño, intentando desatorarme mientras Ronald ríe, al darse cuenta que no estoy jugando se levanta apresurado a aplicarme compresiones abdominales hasta conseguir liberarme la vía respiratoria.
Vuelvo a sentarme, aún temblando y noto la atención de todo el mundo en nuestra mesa, siento deseos de correr.
-¡Tranquilos todos, el espectáculo ya acabó! -anuncia Ronald en alto antes de sentarse de nuevo, lo veo apretar los labios, intentando no reír-. Perdón, gauchito, no creí que te ahogarías así.
Tomo suficiente agua -con cuidado- para tratar de calmarme y tragarme este maldito bochorno.
-Rob, bromeo, aunque no niego que me gustaría.
-Olvidalo. Eso no pasará -sentencio con firmeza y él sonríe de medio lado.
Seguimos comiendo en silencio, tengo que desviar la vista la mayor parte del tiempo ya que me incomoda la manera insinuante en que me mira. Ronald toma su gaseosa y luego de pasarla es que decide abandonar el mutismo.
-Gauchito, debo hablar contigo sobre lo de la otra noche. -Me tenso en el sitio, siento la piel erizarse-. El lugar que describiste, se incendió hace varios meses. -Un temblor se apodera de mi cuerpo-. ¿Lo sabías?
Afirmo en silencio, nervioso, dudo decir algo más. Sin embargo, ya le conté del sitio, así que ni modo.
-Escapé durante el incendio -confieso bajo, con la vista puesta en mi bebida.
-El auto donde intentaron llevarte fue encontrado abandonado, pero sin rastro de esas personas. -Levanto el rostro para verlo, quiero creer que es mentira y busco en sus ojos algo que me lo diga, pero es inútil. Siento escalofríos; pensar que Morgan y los suyos están por allí, al acecho, esperando algún momento para cumplir su venganza.
Y tú sigues sin volver, estoy aterrado, todo esto es tu culpa, no sé qué hiciste en ese lugar; pero ahora ni siquiera das la cara.
-Rob, no fuiste el único que escapó, muchos lo hicieron, entonces; ¿por qué te buscan a ti?
«Hasta yo quiero saberlo», el veloz pensamiento atraviesa mi mente y suspiro con pesar.
-No lo sé... -apenas murmuro. Lágrimas amenazan con brotar-. Necesito volver a casa. -Me levanto y salgo rápido de la cafetería, incluso dejo mi hamburguesa a medio comer. Entro al ascensor, listo para irme, pero lo malo es que él también ingresa detrás de mí. «¿En serio? ¿Nadie más vendrá?», no quiero estar a solas con él.
-Gauchito, déjame consolarte.
El elevador se cierra y apenas ha empezado a moverse, él me aprisiona contra la pared y comienza a besarme. Me tenso, siento demasiado miedo.
No puedo hablar, tampoco detenerlo, Ronald es demasiado grande y pesado. Libera mi boca por segundos para besuquearme el cuello, me toca a su entero antojo, siento asco...
-Ronald, suelta... -susurro entre sollozos. Él me aprisiona más.
No quiero que siga tocándome, intento luchar, pero es inútil.
-Ronald, ya...
Imágenes revueltas aparecen en mi cabeza, pero no comprendo, ¿qué es lo que estoy viendo? ¿Quiénes son esas personas? ¿Siquiera son personas? No sé qué me causa más terror, si este instante o ese que apareció por momentos en mi mente.
-Suéltame -suplico, no puedo parar de llorar.
¡Hijo de puta! Perdoná, Rui, rajate que yo me encargo...
¡Hasta que decides aparecer! ¿Te parece divertido?
Perdoná, no volverá a pasar; ahora, dejame a mí.
El desgraciado sigue metiéndonos mano como le place sin importarle una mierda las lágrimas o súplicas, ¡qué equivocado estaba con vos, pelotudo! No hay duda de que las apariencias engañan.
Ahora por mi culpa, Rui está ovillado en un rincón y eso no me lo voy a perdonar; pero a vos te cago a piñas porque te cago.
Mientras intenta examinarnos las amígdalas con su lengua, aprovecho para morderlo fuerte, hasta sentir el sabor metálico de la sangre. En cuanto se ha separado un poco, lo escupo y le entierro una rodilla en las pelotas.
-¡Eso te pasa por pelotudo!
-¡Maldito, gaucho!
Lo veo retorcerse del dolor, entonces vuelvo a patearlo. El ascensor se abre y salgo a toda prisa, atravieso entre las personas que esperaban entrar sin importarme las murmuraciones.
Perdoná, Rui, vos tenías razón y nunca debí dejarte. No sabés lo mal que me siento ahora.
¿Tú?, ¿cómo crees que estoy yo? Tengo demasiado miedo. ¿Qué pasó allá?, ¿viste esas imágenes?
Rescatate, Rui, ya estoy acá y no volveré a dejarte.
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Tres y media de la madrugada, otro día empieza. Ha pasado un mes desde el altercado con Ronald en el ascensor y ya dejó de hostigarme, aunque aún viene a este lugar a buscar su dona diaria, Laura es quien siempre se encarga de atenderlo, así yo esté en el mostrador, solo pasa de mí, lo que es genial.
Hoy se cumple un año de nuestro exilio.
Ni me lo recuerdes. Necesito regresar, voy a volverme loco.
«¡Tú estás súper loco!», la voz de Johan cruza mi mente y cirmerro los ojos un instante para dedicarle un pensamiento:«Baby, te extraño». Tomo el celular y tecleo un mensaje:
"Es necesaria la lluvia para ver el arcoíris"
Contemplo la pantalla largo rato, pero no me atrevo a enviarlo.
-Te extraño demasiado -susurro.
-Llamale. -Laura me habla con dulzura desde la puerta, giro la cabeza para verla y al notar mis ojos cristalizados se acerca hasta sentarse en la cama conmigo-. Rob, extrañás a tu chico, eso se te nota. -Afirmo en silencio.
Cierro los ojos con pesar y siento las lágrimas caer ante cada recuerdo que me atraviesa como flash. Laura me abraza fuerte.
-¿Por qué no lo llamás? -Sacudo la cabeza en negación.
-Quiero verlo, quiero regresar con él -hablo en un murmullo.
-Pero mientras lo podés llamar, por lo que me contás, él debe estar preocupado por vos. -Afirmo en silencio y ella me deja solo una vez más.
No quiero llamarlo, me quebraría a pedazos escuchar su voz sin poder verlo. Ni modo, guardo el celular y me levanto a cumplir con mis faenas.
El día transcurre con normalidad, entre ayudar a Jorge en la producción, organizar y atender a los clientes hasta la hora del medio día cuando me dirijo a descansar un rato en la recámara.
Enciendo la TV y no puedo creer lo que veo.
Rui, ¿vos estás viendo lo mismo que yo?
Una sonrisa enorme aparece en mi rostro, pues en las noticias anuncian el arresto de Morgan y toda su gente, ¡eso es genial!
-¡Wooooo! Ya no tendré que preocuparme por este imbécil.
Pastorcito marica, se lo tiene merecido.
Es la mejor noticia que he recibido en la vi...
Rui, rescatate...
¿Qué es esto?
«En otras noticias, nuevas evidencias han salido a la luz en el caso por abuso sexual y pederastia del ex Coronel Jones»
¿El tío John?
Rescatate, Rui, te estás hiperventilando, calmate, no hacés nada con alterarte.
«A su lista de víctimas se suman otras tres»
El tío John, ¿sabes lo que significa?
Sí, Rui, pero rescatate porque así no conseguís nada.
«Johan», por eso es que no quería hablar. El tío John era...
Necesito regresar cómo sea.
«Los medios de comunicación han hecho de toda esta situación un circo, es necesario recordar que en este caso están involucrados menores de edad. Se necesita discreción y privacidad»
Ese es Ronald...
Entonces el pelotudo lleva un caso de pederastia siendo, él mismo, un abusador. Ironías de la vida.
Necesito hablar con él...
¡No! Rui, ¿estás mal de la redonda? No podés acercarte a ese tipo.
Si puedo conseguir volver, entonces lo haré.
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Busco a Ronald en la academia, al verme, vira los ojos y pasa de mí, tropezándome el hombro.
-¡Esperá! Necesito que me ayudés. -Ni siquiera me volteo para hablarle, así que no sé si me escuchó-. Debo retornar a mi ciudad cuanto antes.
-¿Y?, ¿acaso soy agente de viajes o qué? -espeta con arrogancia y aunque me molesta el tono que emplea, al menos sé que tengo su atención, decido continuar:
-Sé que no, pero sos policía y llevás el caso Jones. -Eso lo hace regresar conmigo hasta pararse al frente a mí. Me observa, expectante-. Tengo información sobre eso.
-Espero que sea algo que yo no sepa.
-Es sobre el hijo del coronel... -confieso y lo veo achinar los ojos, intrigado.
-Dime algo que no sepa, por ejemplo: ¿qué relación tienes con Johan y esa familia? -Bajo la vista, siento los ojos temblar al escuchar su nombre. No puedo creer que, en serio, el tío John fue quien le hizo todo ese daño-. Sacarle una pequeña confesión a ese chico fue un suplicio, entonces, dime qué tienes...
-Él es mi pareja. -Me observa sorprendido-. Johan me contó todo lo que vivía desde hace tiempo, pero nunca me dijo que era su padre quien le hacía daño.
-Interesante. -Se rasca la barbilla, me observa de una manera que me cohíbe.
Rui, esto es mala idea.
No me importa, si puedo volver, haré lo que sea.
-¿A dónde se fue tu acento, gauchito?
-No soy argentino, mi nombre real es Rui Robinson y necesito regresar, seré tu testigo, haré lo que sea.
La sonrisa en su rostro intimida ni hablar de esa mirada. Sin decir una palabra sé lo que pedirá y eso es algo que me aterra.
Te dije que era mala idea, Rui, vos nunca me escuchás.
¿Qué más puedo hacer? Johan me necesita, debo regresar.
Ronald se viene sobre mí y empieza a besarme, siento todo mi cuerpo tensarse, tengo demasiado miedo.
Pará de llorar, no le des el gusto; dejame a mí, yo me encargo. Rajate de acá porque esto no te va a gustar.
-Vamos -susurra. Toma nuestro brazo con fuerza para obligarnos a andar hasta su auto.
Una vez allí nos conduce hasta un edificio pequeño, parece un motel de mala muerte, subimos a una habitación y es acá que decide cobrarnos. Fuera ropa, besos robados a la fuerza, caricias invasivas.
Las lágrimas le valen a este pelotudo, pero juro que un día te vas a arrepentir, hijo de puta.
Me obliga a hacer y hace lo que quiere conmigo; pero todo sea por Rui.
No puedo...
-Ronald, por favor, ya no...
¡Rajate, Rui! Te dije que salgás de acá. Prometí cuidarte y eso es lo que siempre haré. Aguantar a este pelotudo encima no importa, si vos estás bien.
Se porta bestial con cada movimiento, como el asqueroso animal que es, hasta que al fin acaba esta maldita tortura.
-Pelotudo, me la vas a pagar -susurro mientras dejo que el agua ardiente de la ducha se lleve el recuerdo de su cuerpo sobre nosotros.
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Llegamos a nuestra ciudad luego de un largo viaje en el cual más de una vez intentó volver a cobrarse, pero por fortuna decidió dejarme.
Me emociono al ver el océano y reconocer lugares. Mantengo la vista en la ventanilla, no hemos cruzado miradas ni una vez, él solo se ha dedicado a conducir y, por mí, es mejor así.
Entramos a mi vecindario y siento el corazón precipitarse al ver ese árbol torcido que colinda a la ventana de Johan. Sin embargo, él no se detiene en su casa, sigue adelante y toma un camino por el cuál no quiero ir.
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Espero estén disfrutando este tramo de la historia, sé que todos queremos saber qué onda con Johan y Ray jeje, pero por horita es turno al micrófono de este chico.😉

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