IX: Realismo

♡⁀➷♡⁀➷RAY♡⁀➷♡⁀➷

Ser “el gran Mr. Fisher” tiene algunas desventajas. Por ejemplo, hoy es un día agridulce, salgo de viaje a Europa con la fundación Evans a llevar el arte y la belleza al mundo; eso me gusta, amo mi trabajo. Sin embargo, habría deseado realizar estos viajes con Johan. Sería genial compartir esto con él, después de todo, ese pequeño pervertido es un gran artista, tiene demasiado talento, aunque él ni cuenta se da de eso.

En cambio, me toca decirle adiós en esta pista privada, a punto de abordar el avión de la fundación y la peor parte en compañía de Cory, lo que no le hace mucha gracia a este chico.

—No le prestes atención —susurro al oído de Johan mientras nos fundimos en un fuerte abrazo.

Cory ha estado muy sensible desde la renuncia de Cacius, el estrés ha podido con él, así que en algún tipo de venganza contra el mundo o como una forma de liberar tensión, decidió que fastidiará a Johan cada vez que tenga oportunidad, justo como ahora al sonreírle con burla, victorioso, porque saldremos de viaje juntos.

Así que para bajarle los humos al minion y dejarle claro a Johan que puede confiar en mí, me apodero de su rostro y sello nuestros labios en un beso. De verdad extrañaré la suavidad de su boca.

—Te amo —le digo al separarnos, adoro ver ese rubor en sus mejillas que aparece al escuchar esa frase.

—Yo también a ti —contesta apenado. Aún le cuesta expresar libremente sus sentimientos, pero cuando lo hace, siento mi pecho hacerse gigante. Amo esta calidez que él provoca dentro de mí. Volvemos a abrazarnos con fuerza, entierro el rostro en su cuello y cabello, quiero llevar conmigo su aroma y el calor de su cuerpo…

—¡Ay, ya! —Interrumpe Cory este momento y me toca inhalar y exhalar varias veces, tratando de calmarme; Johan, en cambio, lo mira con intenciones homicidas—. Guapo, partamos a nuestro viaje. —Se engancha a mi brazo—. ¡Te enviaré muchas fotos, maldito puberto! Chao.

Me jala fuerte para hacerme caminar hacia el avión, una vez allí, soplo besos a Johan quien parece una manzanita roja, es demasiado encantador, mi pequeño pervertido.

Cory de nuevo, haciendo de las suyas, me hace a un lado en la escotilla para proceder a burlarse antes de que la compuerta sea sellada. Al girarse y notar mi mala mirada suelta una estruendosa carcajada.

—Fisher, ¿estás molesto? —Continúa riendo.

—Cory, déjalo en paz.

—Guapo, dime que no te parece encantador cuando está celoso. —Pasa a un lado de mí, rumbo a su asiento, yo lo sigo en silencio.

Me molesta que lo fastidie, pero admito que esos celos de Johan son adorables, así que una risita tonta se me escapa al pensar en él.

—¿Lo ves? Opinas lo mismo que yo.

—Igual, Cory. Ya para con eso.

Tomamos asiento en nuestros respectivos lugares, abrocho el cinturón, preparándome para el despegue y fijo la vista en la ventanilla. Veo a Johan algo decaído, no me gusta que esté así «¡Arriba el ánimo, niño! Regresaré en unos días»

El avión despega y poco a poco el aeropuerto se hace minúsculo conforme nos alejamos. Una vez en el aire, Cory se levanta del asiento y viene conmigo a hablarme en un extraño tono:

—Guapo, es tiempo de revelaciones. Necesito tu ayuda.

Observo al Minion, confundido porque se supone que por eso estoy aquí, no entiendo a qué se refiere.

—¡Mentí! —Siento la furia crecer al escucharlo—. Este no es un viaje de la fundación, bueno sí, lo es para ellos. —Señala al resto de acompañantes—. Pero tú y yo vamos en otra misión.

«Ahora sí, lo mato»

—¡Cooooooooooooory!

♡⁀➷♡⁀➷Rob y Rui♡⁀➷♡⁀➷

Otro fantástico día de trabajo, pruebas de vestuario. Nos preparamos para la colección primavera-verano de Jo'jo. Y aquí estamos, todo el equipo congregado, haciendo nuestra labor, el fitting estará ahora a cargo de Johan ya que, Ray, hoy salió de viaje con Cory…

Idiota es con la fundación.

¿Y de quién es la fundación, Rui?

Es trabajo.

Rui, dejá de engañarte y empezá a contarle al pibe las verdades.

De repente todo se hace negro, palpamos y sentimos unas manos como seda, cubriendo nuestros ojos, seguimos sin emitir palabra hasta llegar a la muñeca y notar una pulserita con muchas medallitas, así que sabemos quién es.

—Tengo toda una colección para mis pibas… —decimos con ironía, Kelly quita las manos de nuestros ojos y las usa para empujarnos.

—¡Hey, qué malo eres! —exclama la piba bonita entre risas—. Entonces es el obsequio para todas, ya no lo quie… —Planto un tierno beso en sus labios.

No sé vale, Rui. Cuando aparece la piba me mandás a volar.

Cállate, idiota.

La roja luce hermosa incluso sin haber pasado por los estilistas, así, recién llegada del colegio. Su piel es tersa como la seda y esos labios rojizos y carnosos invitan un beso solo con curvarse en una sonrisa. Es perfecta.

¡Entonces pará tu obsesión con el pibe y concentrate en ella! 

Kelly es mi amiga.

Rui, a vos te está gustando la piba. Dejá de ser así de guaso, no la cagués con ella.

Sí, no niego que siento un revoloteo dentro de mí cuando estamos juntos.

¿Mariposas?, ¿así, a lo Disney? Rui, te gusta la piba bonita.

Estos meses que hemos compartido juntos, no lo sé…

¡Date una oportunidad de ser feliz! No pensés solo en el pibe, nosotros también hemos sufrido un montón.

—¿Estás bien? —pregunta Kel, sacándome de mis pensamientos—. Rob, a veces pareces perdido. —Sonrío y la junto hacia mí. Beso su frente.

—Perdón, tenés razón, a veces me quedo en blanco. Es culpa de vos. —Me mira arrugando el entrecejo, provocando una risa boba en mí—. Me dejás pasmado. —Ese rubor en sus mejillas la hace lucir adorable.

Cuando salí con ella por primera vez, admito que quise correr.

Ni me lo recordés, yo quería patearte. Una piba bonita y divertida está con nosotros en un club y vos pensando en el pibe ¡y encima marcás distancia!

Ella se pasó de lanza, además se portaba demasiado fangirl.

¿Y eso qué? Vos debiste aprovechar. 

¡Claro que no! Es mi amiga. ¿Cómo piensas que me aprovecharía de ella? Además, se le pasaron las copas esa noche.

—Piba, ¿qué decís si vamos al cine el sábado? —Una sonrisa automáticamente aparece en su rostro, obligándome a emular el gesto—. Podría ser mi celebración de cumpleaños.

—¡Oh! Tú también cumples el mismo día que él —expresa bajo, parece haber pensado en voz alta. La observo confundido un momento y luego sacude un poco la cabeza, restando importancia a lo que dijo—. Bueno, tengo planes con mis amigos para la noche, muy tarde porque pensamos amanecer, así que… —Enrosca los brazos alrededor de mi cuello y habla a milímetros de mis labios—. Soy tuya todo el sábado si quieres, hasta entonces, pibe —Sonreímos.

—Paso por ti… —me interrumpe con un beso.

El revoloteo en mi interior crece.

—Pibe, ¿y si en lugar del cine, vamos a tu depa, cocinamos algo rico y hacemos un maratón de Netflix? —Eso me hace reír y mucho.

Kel es súper lanzada.

Y no está nada tomada, así que no la cagués.

—¿El viejo truco del Netflix? —Beso su frente y entrelazo nuestras manos para ir al backstage.

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Johan ya debe estar por llegar para sus prácticas de pasarela y pose, la roja me contó que se ausentó temprano en clases para ir al aeropuerto a despedir a Ray, así que llegaría tarde al estudio.

¡Bah! Cómo si necesitara una excusa, nunca llega a tiempo.

¿Qué dices? Si nosotros siempre venimos tarde, aunque conduzcas como orangután drogado. Debes dejar tu obsesión por esa telenovela china, ya te he dicho que podemos grabarla y lo ves luego.

¿Y que me caguen a spoilers por las redes todo el día? No, gracias. Además mirá quién habla de obsesiones, por lo menos el retraso del pibe nos vino bien para ir de gira con la piba bonita.

Sí, la verdad me gustó ir a comer con ella. Kelly es muy divertida.

Y sexi, y coqueta, y, y, y… 

Sí, sí, ya entendí. Pero hay que concentrarnos en llegar al estudio; un día vas a matarnos en el camino.

Rescatate, solo esta vuelta y ya llegamos. Rui, ese pelotudo trata llevarse a tu pibe.

—¡Pedazo de pelotudo! —gritamos al hijo de puta que intenta secuestrar a Johan—. Me parece que el pibe no quiere ir con vos. ¿Por qué no lo soltás?

—Mira, gauchito, tú, mejor ni te metas —espeta sin siquiera voltearse. Luego lo escuchamos hablarle a Johan un poco más bajo—: ¿Ahora decidiste probar un extranjero? —Eso me hace reír con fuerza y al boludo parece molestarle.

—¡Pelotudo! ¿Y qué si prefiere a los importados? No quiere con vos, eso es seguro, así que soltalo, ¿o querés que te cague a piñas?

El boludo empuja a Johan y de inmediato se viene a atacarnos. Este pelotudo no sabe con quién se mete, así que aprovecho la dificultad de movilidad, producto de su propio peso, para joderlo. Me tira un golpe al rostro que esquivo sin problemas y contraataco con dos más a la mejilla y mentón.

¡Che, boludo! Practicamos box desde siempre. Sube la defensa e impacto contra sus costillas, hígado, abdomen. En cuanto la baja, voy contra el rostro de nuevo. Se está desesperando.

Patea nuestra rodilla, haciéndonos desequilibrar. Nos agarra por la solapa de la chaqueta y eleva del suelo.

—¡Mírame bien, gauchito! —exclama amenazante mientras intento zafarnos.

¿Ronald?

¡Tenés razón! El cana pedófilo.

¿Qué tiene que ver con Johan?

Rescatate, yo me encargo de él.

Ro-ronald y Jo-johan… 

Rui, te calmás o te salís, pero nervioso y asustado al frente, no me dejás hacer nada.

E-es Ro-ronald…

—¡Aaah, malditos!

Ronald me suelta entre quejidos y maldiciones, Johan toma mi mano para obligarme a correr hacia el interior del edificio. Sigo confundido y no paro de temblar. ¿Por qué?, ¿por qué este tipo quería llevarse a Johan?

Rui, ¿y si fueron pareja?

No-no lo cre-creo, Jo-johan y él…

Sigo temblando y me cuesta respirar…

—¿Vos cómo lo conocés? —me atrevo a preguntar.

—Rob, te pregunté primero.

Ni siquiera lo escuché.

—Por favor, decime.

Estoy aterrado. Temo a la respuesta...

—Es mi exnovio, ¿por qué?, ¿cómo lo conoces? —contesta bajo, llevo una temblorosa mano hasta mi boca, esto no puede ser verdad—. No intentes mentirme, sé que lo conoces, se nota.

Te lo dije, Rui.

Pero, pero… Él es horrible…

Veo la boca de Johan moverse, pero no sé qué dijo. Solo puedo pensar que ese hombre le hizo daño y no estuve con él…

Rui, no es tu culpa… 

Eso no me hace sentir mejor, necesito saber.

—Respondeme, ¿te lastimó a vos?

—No voy a decirte nada hasta que tú lo hagas. ¿Por qué quieres saber?, ¿por qué no me respondes?

Baby, ni siquiera sé qué has dicho. Estoy aterrado con todo esto. No creí volver a ver a ese tipo y menos así.

—¡¿Sí o no?! —pregunto alterado, solo quiero escuchar un no— ¡Johan, decime!

Fijo mis ojos en los suyos, necesito algo que me diga que estoy equivocado; sin embargo, luego de un rato asiente en silencio y siento que todo dentro de mí vuelve a quebrarse.

Rescatate, Rui. Yo me encargo.

—Hoy no hay práctica, Johan.

Salimos a toda velocidad del estudio, Johan nos llama desde atrás, pero lo ignoramos. Rui necesita calmarse y solo hay un lugar para eso.

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Llegamos a la azotea y nos toca sentarnos bajo un pequeño techo, la maldita lluvia justo ahora decidió joder.

No importa, es bonita la lluvia.

Lo que importa es que te sintás mejor.

Fui un idiota, le conté mi verdad y él se aprovechó de eso para lastimar a ambos.

Rui, rescatate, vos no hiciste nada.

No estoy muy seguro de eso. 

—Maldito Ronald... —murmuro con la vista en el suelo.

Abrazo mis rodillas y entierro el rostro. Me duele demasiado esto. Rob no deja de sobar mis hombros, tratando de reconfortarme.

De repente siento la presencia de alguien más en el exterior y al levantar el rostro veo a Johan frente a mí. Luce muy preocupado, esto me trae recuerdos.

—¿Qué hacés acá? —le digo bajo. Se encoje de hombros en respuesta—. ¿Te puedo preguntar algo? —Asiente en silencio—. ¿Cuándo fue tu pololo el pelotudo ese? —Nos quedamos callados, solo escuchamos la lluvia caer.

Duda un rato de responder, parece librar una batalla interna hasta que al fin asiente en silencio y decide acceder.

—Hace como tres años.

¡Por eso me traicionó!

Ese maldito, ya había puesto sus ojos en Johan, nunca entendí por qué rompió el trato hasta este día. Siento hiperventilarme, me duele el pecho, cierro los ojos para intentar contener las lágrimas.

—Rob, no quiero presionarte, pero en serio no comprendo nada. ¿Quieres contarme?

Sacudo la cabeza en negación. No hay una maldita forma simple de explicarle todo.

Volvemos a perdernos en el sonido de la lluvia que cae sin piedad. No puedo creer cuánto le falle. Dudo en responder a su petición, aunque a la vez creo que merece una respuesta, después de todo, está aquí conmigo.

—No puedo decirte —contesto bajo, sin apartar los ojos de la lluvia—, Johan, quisiera ser como vos. —Fijo mi mirada en la suya—. Pero no soy así de valiente.

Vuelvo a posar la vista en la lluvia. Maldición, ¡cuánto le fallé!

Rui, ¿cómo ibas a saber?

—¡Maldita lluvia!

Ya te dije que me gusta.

Vemos a Johan cambiar de lugar, se sienta junto a nosotros. Pasa su brazo sobre nuestros hombros y se acerca al oído.

—No siempre lloverá. —Eso me causa una risa baja, entonces continúa—: Sabes, no hace mucho comprendí que es necesaria la lluvia para ver el arcoíris. ¿Entiendes?

¡Rui, tu frase cursi!

Sí, aún lo recuerda.

Tenés que contarle la posta.

No puedo.

Rui, es su subconsciente quien habla ahora, tenés que contarle.

Lo intentaré… 

Estoy a punto de abrir la boca cuando Johan se separa de mí. Me limpio el rostro con las manos y asiento con una sonrisa. Baby, aún calmas mi endemoniado interior.

—Tenés razón, baby. —Sonrío—. No puedo contarte, pero vos serás el primero en saberlo cuando esté listo. —Tomo sus manos—. ¡Gracias! ¿Sabés qué aprendí yo?

Sacude la cabeza en negación, así que tiro de sus manos, halándole con fuerza al centro de la azotea.

¡Puta madre, Rui!

El frío de la lluvia lo hace saltar.

—¡Maldición! —grito espantado. Johan ríe a carcajadas, haciéndome reír también— ¡Es mejor bailar bajo la lluvia!

Nos hago girar con fuerza, me gusta verlo feliz, su risa calma todo el dolor dentro de mí. Gracias por estar conmigo, baby.

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¡Feliz cumpleaños, Rui! Me sorprendió cuando le contaste a la piba bonita sobre el cumpleaños, a este paso, ella sabrá la posta antes que el pibe.

En realidad se me salió, pero creo que quiero disfrutar el día con ella, no lo sé, la pasamos bien juntos.

¿Cuándo admitirás que te gusta? Rui, no hay nada malo en superar al pibe, siempre podés ser su amigo.

Kelly es mi amiga y solo pasamos el rato juntos.

¡Ja! Disculpá que me ría, pero ¿si te acordás que vos le huiste a todo el mundo en Argentina? Y todo porque ninguna persona era el pibe. En cambio, con la roja es distinto ni siquiera me dejás a mí estar con ella.

¡Tú eres un loco! ¿Cómo crees que voy a dejarte jugar con ella? Kelly me importa.

Suena el timbre y una sonrisa de inmediato surca mi rostro. Ya está aquí.

Eso galán, disfrutá tu cumple, pero esperá, esperá, esperá. ¿Por qué estás escondiendo nuestras colecciones?

¿Y todavía lo preguntas? No quiero parecer fanático loco de Michael Jackson, de nuevo.

¿Qué?, ¿vos me estás flashando? Rui, yo también vivo acá, no es justo.

Tranquilo, no quiero espantar a Kelly. Anda, luego arreglo tus colecciones.

Termino de guardar la mayoría de locuras que Robert ha traído a este lugar…

¿Cómo que locuras? ¡Es el rey!

Sí, ya, cállate.

Abro la puerta y me quedo perplejo ante la imagen. Kelly se ve preciosa…

¡Uf! Demasiado realmente.

Su curvilíneo cuerpo de sirena está cubierto por ese enterizo strapless color salmón y unas botas de cuero a la rodilla.

¡Está que echa humo! Espabilá, zombie, dejá de mirarla e invitala a pasar.

Lleva doblado sobre su antebrazo derecho un abrigo negro y en su mano izquierda una bolsa de regalo que eleva a la altura de mi rostro, luego de un rato en el que no hago más que verla.

—¡Feliz cumpleaños, Rob! —exclama sonriente, sacándome así del trance.

Coloco mis manos en su cintura y respondo luego de un suave beso. Me gusta esa fragancia a manzana dulce que desprende su piel:

—Gracias. —Tomo el paquete, también me cuelgo el abrigo al hombro y entrelazo nuestras manos para hacerla entrar.

Permanece en silencio, observando alrededor mientras guindo su abrigo. Lo sabía, aún hay mucho Michael en este sitio.

—También soy fan del rey —expresa con notable emoción, haciéndome reír.

Fan del rey. ¿Escuchaste? ¡Fan del rey! No te atrevás a cagarla.

Sí, cállate.

—Eso es re joya, creí que te rajarías con la cantidad de Michael —hablo entre risas, ella se carcajea. Me gusta ese sonido.

—Ya ves que no. —Humedece sus labios antes de seguir. Ese gesto me pone a mil—. No tenía muy claro qué regalarte, así que traje algo para compartir.

Observo dentro del paquete: Vino, pan, uvas, queso… En fin, esto es para luego.

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Preparamos el almuerzo, optamos por algo simple; así que mientras ella se encarga de la ensalada yo hago lo mismo con el pollo. Música suave escuchamos desde la sala y entre sorbos de vino seguimos cocinando, hablamos y también reímos mucho; esto de verdad me gusta.

No sé si es efecto del vino, quizás la temperatura del horno o no sé que sea, pero ese revoloteo dentro de mí se ha salido de control, siento el calor crecer en cada roce esporádico de nuestros cuerpos. Entonces, luego de haber aseado mis manos, las deslizo por sus caderas para abrazarla por la espalda mientras ella sigue en el fregadero. Hundo el rostro entre sus cabellos hasta que mi nariz le alcanza el cuello y así consigo embriagarme por el tentador aroma de su piel.

—Mina bonita, me estoy haciendo adicto a tu perfume —susurro en su oído y me deleito con el sonido de su risita baja.

Cierra el grifo y se gira. Al estar de frente, coloca sus manos enlazadas en mi nuca, nuestras miradas se encuentran; me encantan esos ojos celestes y vuelvo a acelerarme cuando humedece sus hermosos labios antes de contestar:

—Pibe, eso seguro le dices a todas. —Sonríe.

—No, solo a vos. —Le acomodo el cabello detrás de la oreja izquierda, dejo al descubierto un par de aretes que decoran su lóbulo. Río bajo al notar que uno de los pendientes lleva una pequeña silueta de Michael colgado.

—Ya te dije que soy fan del rey —replica. Continúo peinando su suave cabellera con mis dedos, perdido en su mirada.

—Y yo de las manzanas —contesto y ella ríe. Adoro esa risa—. En especial las rojas.

Acerco mi rostro al suyo, nuestras narices se miman, su aliento se entremezcla con el mío, el revoloteo dentro de mí no tiene control alguno. Rozo su boca con la mía y poco a poco el beso nace e intensifica conforme nuestros rostros buscan el mejor ángulo.

Nos hemos besado muchas veces antes, pero no sé por qué esta vez lo siento distinto, cálido, demasiado… no lo sé…

Admitilo, la piba te trae loco. Dejá tu obsesión con el pibe y date una oportunidad con ella.

No lo sé, pero cállate y no interrumpas.

Aprieto con fuerza sus glúteos y la elevo sobre mis caderas.

—¡Rob! —exclama entre risas mientras la siento en la encimera, una vez allí seguimos besándonos.

Kelly provoca demasiadas sensaciones en mí, no lo sé, es como flotar. Cada simple roce de su piel descontrola mi interior, su aroma me pone a mil. Disfruto la suavidad de sus labios, también el sabor de su boca y aún más combinado con ese dulce vino que hemos compartido.

Ella toma mi mano derecha y la coloca sobre su pecho como una invitación a caricias más subidas de tono y no sé por qué siento mi cara arder.

—Rob, sueles salir y coquetear con todo el mundo, pero ese rubor en tu rostro te hace ver como un niño inocente. —Eso me hace reír.

—Entonces, ¿vos intentás pervertirme? —Reímos juntos.

—Solo si tú me dejas, pibe.

¡Uf, Rui! Es la piba perfecta. ¡No la cagués!

Cállate imbécil.

El timbre del horno suena y volvemos a reír ante eso. La charla picosa tendrá que esperar.

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Me agrada comer con ella, es divertida y ocurrente. Reímos y hablamos mucho, intercambiamos bocados, brindamos por tonterías y solo disfrutamos la compañía que nos regalamos.

—¿Siempre quisiste ser modelo? —pregunto y ella asiente sonriente.

—Sí, desde niña me imaginaba, caminando por la pasarela con un montón de flashes sobre mí. —Reímos juntos—. ¿Qué hay de ti?

Sacudo la cabeza en negación.

—No, quería ser médico —contesto inexpresivo y me mira confundida. Entiendo, esto dista mucho de aquello—. Cuando estás solo, tenés que buscar la manera de ganarte la vida.

—Te entiendo, siempre he trabajado para costear mis cosas y apoyar a mi madre. —Toma un sorbo de vino y luego de pasarlo continúa—: Papá nos abandonó cuando tenía siete.

—Vaya. Lamento eso, al menos no te apaleaba como el mío.

«Maldición, no debí decir eso»

—¿De verdad? —pregunta algo triste y afirmo en silencio—. Eso es súper, hiper, mega feo. También lamento escucharlo. —Se levanta del asiento y viene conmigo para sentarse a horcajadas sobre mis piernas.

Siento el corazón como un zumbido, el revoloteo en mi interior se descontrola mucho más y una parte muy sensible se activa. Trago hondo al tenerla así. Fija sus ojos en los míos, una sonrisa coqueta le adorna el rostro.

—Espero poder ayudarte a borrar los malos recuerdos. —Le devuelvo la sonrisa y mantengo mis manos en su cintura y cadera.

Se gira hacia la mesa para tomar mi copa y llenarla. Vuelve a voltearse dejando el vino entre ambos, elevo mi diestra para acariciarle la mejilla y la sonrisa en su rostro se remarca. Me fascina ese gesto.

—Brindo por tu cumpleaños. —Toma un sorbo y me da de beber—. También porque este sea un nuevo comienzo. —Prueba un largo trago, pero al ofrecerme, esas palabras se quedan girando en mi cabeza y aparecen ante mí esos ojos verdes que se rehúsan a liberarme. Así que le esquivo la mirada.

—Creo que ya tomé de más.

¿Qué hacés?, ¿cómo rechazás a la piba bonita, amante del rey?

Yo… no-no lo sé, pero Johan…

¡Me tenés hasta las pelotas con el pibe! Si la vas a rechazar, que sea porque le vas a contar la posta.

Sabes que no puedo hacer eso.

¡Pará de cagarla! Dejá de pensar en el pibe y concentrate en la belleza que tenés al frente. Rui, venías bien.

Pero…

—Él también parecía perdido a veces.

«¿Qué? No entiendo»

—Así como suele pasarte a ti. —La miro sin comprender y ella prosigue—: ¿Por qué en las revistas y redes hay otra información sobre ti…?

—No-no e-entiendo lo que vos querés decir…

—Tu cumpleaños, por ejemplo; tu edad. ¿Por qué siento que he visto tus ojos antes? Él también quería ser médico…

Kelly se levanta y me da la espalda por un momento, permanecemos en silencio hasta que al fin se gira, pero al hacerlo, el gesto en su rostro me deja frío.

—Rob, ¿sientes algo por Johan? —No respondo, pero un escalofrío me recorre. Luego de un larguísimo silencio en el que solo se oye la música que emana desde el reproductor, al fin me atrevo a contestarle:

—Eso no es lo que quieres preguntar, ¿cierto, Roja? —Sus ojos se abren de la impresión y lágrimas comienzan a brotar al comprender la certeza de su verdadera sospecha.







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Holis! ¿Qué les va pareciendo esto? 😅

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