ESPECIAL: Mi Perfectamente imperfecto San Valentín
Para mis queridas Mila_MMC02 y marthadelfy
—¡Ay, Cacius, eres fabuloso!
El hombre roca y yo hemos pasado siete maravillosos meses de matrimonio, no fue sencillo llegar a este punto, pero sin duda, ahora es como un sueño cada día.
—¿Así le gusta, señor?
—¡Dame, más, más, mucho más!
Cacius sonríe con esa picardía que me enloquece y encantado, acata mi petición. Sus fuertes y hábiles manos, que bien saben lo que hacen, vuelven a llenarme y me deleito con este magnífico placer pecaminoso.
—¡Rico, papi!
La sonrisa de Cacius crece, disfruta cada una de mis reacciones y aunque me siento a punto de estallar no puedo evitar suplicar por más y más.
—¡Cacius, delicia! Necesito más…
—¿Seguro, señor?
—¡Sí! —gimo.
—Pues, lo que diga, señor.
Siento algo en mi vientre a punto de explotar, no puedo más, pero quiero, necesito seguir…
—¡Oh, Cacius!
—Señor, creo que es suficiente…
—Yo diré cuando lo sea… —Un horrible eructo se me escapa e interrumpe lo que decía, Cacius ríe a carcajadas y aunque me siento apenado, sonrío ante su gesto, me fascina verlo reír de esa manera—. Y eso será ahora. Cacius, no podré comer nada más el resto del día.
Me recuesto al respaldo de la cama completamente saciado, el desayuno que Cacius preparó fue increíble. Suelo controlar lo que como para mantener mi perfecto cuerpecito, pero este hombre sabe cómo llenarme… en cada aspecto de nuestras vida cabe aclarar.
—¿Habla en serio, señor? —pregunta confundido y afirmo con la cabeza, no tengo fuerzas ni para responder— Cornelio, entonces no tiene caso asistir esta noche al Ferry.
¡Oh, merde! La doble cita que no pudo ser triple.
Quedamos para encontrarnos con nuestros amigos Jeny y su novio Ricky, también se suponía que veríamos a Fisher y su puberto, pero ese chiquillo no pudo viajar, tiene problemas con algunas materias y de nuevo siento un tic nervioso en mi párpado derecho al recordar la molestia que me provocó esa noticia:
—Maldito puberto, quiero el reporte de notas ahora —le dije sonriente y me preocupé porque por un momento vaciló—. Solo con dieces, te envío mi avión privado y estarías aquí enseguida.
—Cory…
—Si hay algún nueve, te envío un boleto para el vuelo comercial más próximo.
—Cory…
—Pero si un ocho se asoma tú pagas el viaje.
—Tengo solo dieces, pero…
—¿Cuántas materias no son perfectas?
—Tres.
—Quiero creer que son nueves.
—Dos ochos y un siete.
—¡Olvídalo! Quédate a estudiar, ya habrá otro San Valentín.
—¡Cory, no seas injusto, ni siquiera te estoy pidiendo dinero para los boletos!
—Lo siento, no te doy permiso y ni te atrevas a venir por tu cuenta porque te juro que suspendo la beca.
—¡Demonios, Cory!
—¡Ve a estudiar! —Vociferé furioso, incluso pude sentir la horrible vena en mi frente y eso no se lo perdonaré.
—¡Eres un gnomo de jardín maldito! —gritó enojado y colgó la llamada, sentí deseos de meterme a través del teléfono y ahorcarlo.
Se supone que debe esforzarse, necesito que me reporte buenas calificaciones y me sale con eso.
—Quiero matar a ese puberto —le digo a Cacius.
—Señor, cálmese, ¿no cree que exagera? Johan se esfuerza y mucho, pero entienda que no todos pueden ser así de listos como usted.
—¡Lo sé, Cacius! Aunque quisiera; pero él sabe perfectamente nuestro acuerdo. Si sigue mal, se quedará sin estudios y será mi esclavo en Renacer hasta que me harte.
—Cornelio, tú no eres así.
Eso me causa gracia, entonces el hombre roca se recuesta a mi lado y enseguida me acurruco en su pecho, me encanta, es como un oso de felpa, mi propio oso grande y fuerte que usa sus peludos brazos para envolverme y cuidarme.
—Ese chico me vuelve loco, Cacius, cumplirá veintidós años y sigue siendo torpe. —Cacius ríe bajo al escucharme y sonrío, sus distintas risas son mis sonidos favoritos. El hombre roca acaricia mi cabello y me pierdo en la delicadeza de sus dedos.
—Cornelio, eres muy exigente con él, incluso más que su propia familia.
—Alguien tiene que serlo.
—Quién diría que llegarías a quererlo de esta manera.
Es cierto, si miro hace años atrás, mi único deseo era que se ahogara en una bañera por entrometido, pero en el fondo anhelaba esta relación con él desde que mi Jeny me lo mencionaba con emoción y orgullo como lo hacía. Ya tenía en ella a esa hermana que no tuve y pues, él podría ser mi hermanito también. Pero es demasiado estúpido y debo regañarlo todo el tiempo.
—Señor, pudo permitirle viajar, tampoco reprobó.
—¡Tres materias, Cacius! Tres materias con siete y ocho puntos. Fuese una o dos máximo, le habría permitido venir, pero así no.
—Es usted todo un hermano mayor, señor.
Cacius besa mi frente e intenta levantarse, pero me aferro a su torso, no quiero que se vaya.
—Señor, llevaré las bandejas…
—No.
—Cornelio…
—No te levantes aún, quédate aquí otro ratito —suplico haciendo puchero.
—Lo que ordene, señor, pero déjeme decirle que no va a estar tranquilo, entonces.
—¡Miau! Cacius, ¿qué tienes en mente?
El hombre roca acerca sus labios a los míos con dulzura, como una caricia que descontrola mis sentidos. Comienza a posicionarse encima de mí y desplaza su mano por mi torso, las caricias a través de mi bata de seda rosa se sienten increíbles. La imponente erección de mi hombre roca se restriega contra mí y eso me enciende mucho más.
Abro los ojos, impactado, cuando escucho el insistente timbre de la puerta, no lo puedo creer. Cacius, luego de un rato, hace ademán de levantarse, pero vuelvo a retenerlo, por mí que esa persona estorbosa desaparezca, así que volvemos a besarnos con urgencia.
Sin embargo, al fastidioso timbre se le suman fuertes golpes y ya eso es demasiado. Cacius se levanta, molesto, e incluso lo veo sacar su pistola del cajón…
—¡Cacius! ¿Qué haces?
—Tranquilo, señor.
Y dicho eso sale de la alcoba a paso veloz.
Me acomodo la bata, dispuesto a darle alcance en la sala, cuando un furioso Fisher ingresa en la recámara.
—¡¿Cómo te atreves a prohibirle viajar?! —grita e impacta un puñetazo contra la puerta. Lo observo con ojos entrecerrados y voy frente a él.
—Fisher, ¿cómo te atreves a armar escándalo en mi propia casa?
—¡Tú te lo buscaste, Cory!
—¡Igual que él! —vocifero, molesto y me cruzo de brazos; Fisher mantiene los puños apretados en todo momento y me mira con rabia— Escucha, Fisher, el puber… —corrijo enseguida porque sé que odia eso—. Quiero decir, Johan y yo tenemos un trato; lo siento, pero por tres materias con siete y ocho, no se merece el viaje.
—Cory, ¿te das cuenta de lo tonto que suena eso? Ni siquiera en el equipo de natación le exigen la excelencia que tú.
—¡Allá ellos! —grito como desquiciado, elevando los brazos al cielo, quizás me caiga un milagro y alguien, por fin, entienda lo que trato de lograr con ese chico.
Quiero decir, sé que él tiene la capacidad para buscar e incluso alcanzar la excelencia, pero si lo dejamos conformarse, no va a lograrlo.
Así que palmeo el pecho de Fisher un par de veces y salgo de la recámara, directo a la cocina por algo de agua, allí encuentro a Cacius haciendo lo mismo y un segundo después llega Fisher.
—Cacius, ¿tú estás de acuerdo con esto? ¿Te parece justa la decisión de este perverso Minion? —le dice a mi hombre roca, pasando la mirada más allá de mí, entonces me giro para ver a Cacius responder. El hombre roca posa el vaso en la encimera y se cruza de brazos antes de hacerlo:
—Lo siento, Fisher, esto es entre ellos —dice en tono serio y escucho a Fisher suspirar sonoramente, entonces vuelvo a girarme para encararlo en un tono completamente burlesco.
—Así es, Fishi. Johan y yo tenemos un trato. Si ya terminaste de hacer escándalo, allí está la puerta.
Fisher no dice nada más, me da la espalda y abandona el lugar, seguido por un sonoro portazo que hace temblar cada cuadro y ventana en el departamento.
¡No puedo creer el berrinche de este hombre!
Pero la cosa no queda allí, para nada, la puerta se abre de golpe una vez más y mi Jeny entra como un huracán categoría cinco, causando destrozos a su paso, ni siquiera Ricky detrás de ella consigue contenerla, Cacius y yo nos atrincheramos detrás de la barra de la cocina mientras toda clase de adornos vuelan y se estrellan por doquier. Oh, merde, esto me hace pensar en nuestro primer intento de boda.
—¡Mi Jeny, detente! —grito como desquiciado a la vez que escucho a Ricky suplicarle por parar, pero el desastre continúa.
—¡Cone, sabes bien cuánto trabaja él! ¡Eres demasiado injusto!
—Mi Jeny, amo tus visitas, pero no cuando destrozas mi casa, ¿podrías parar y así hablar como gente civilizada?
Por un momento ignora mi petición y más cosas siguen volando, pero un ratito después, el caos se detiene y me atrevo a asomar un ojito por el lateral de la barra, veo a Ricky abrazarla con fuerza desde atrás mientras le susurra quién sabe qué para calmarla, lo que haya sido le agradezco. Entonces se sientan en el sofá y es cuando aprovecho para salir y acercarme hasta ellos.
—Mi Jeny… —le digo a punto de llegar a una butaca y sentarme a platicar con ellos, pero mi amiguis sigue viéndome furiosa, veloz, toma alguna cosa de la mesilla central y lanza contra mi cabeza.
Abro los ojos, confundido. Contemplo las nubes pomposas que hace años pinté en el techo de mi habitación, no tengo idea de nada; el sonido de la puerta al abrirse capta mi atención, entonces Cacius sonríe en la entrada y a paso veloz viene conmigo.
—Ya despertó, señor —dice con algo de preocupación en la voz.
—¿Qué fue lo que pasó?
—Jennifer está muy apenada por provocarle la contusión, usted estuvo inconsciente algunas horas luego del golpe.
—¡Oh!, ya veo. ¿Cuánto tiempo ha pasado Cacius?
—Ya debería arreglarse para irnos al Ferry.
Eso sí me sorprende, es demasiado tiempo, no puedo creer que ya sea hora de la cita doble.
¡La cita doble!
—Entiendo, ¿qué hay de Jeny y Ricky?
—Logré calmarla, señor, allá los veremos.
—Excelente.
Cacius toma mi mano y juntos vamos a la ducha, adoro estos momento junto a él, son maravillosos. Empaparnos bajo el cálido chorro, así juntitos, me encanta sentir su velludo pecho húmedo contra mi rostro mientras besa con ternura mi cabeza.
El hombre roca toma una esponja y le coloca el jabón líquido, mi nariz se alegra al percibir el aroma de dulces frutas conforme frota toda mi piel… ¡es fantástico! Yo hago lo mismo con la otra esponja y él, aunque mi tamañito no ayuda mucho.
Volvemos juntos a la calidez del agua para terminar de ducharnos y una vez que salimos, renovados, voy al tocador para arreglar mi hermosa cabellera, Cacius se para detrás de mí, besa mi cabeza y me habla a través del espejo:
—Luce hermoso, señor… —Eso me hace sonreír—. Pero extraño su larga cabellera.
—Lo sé, Cacius, siempre lo dices, pero ya está creciendo para tu deleite. —Compartimos una sonrisa. Para él fue un cambio radical ver que mi hermoso cabellito que pasaba la cintura, lo corté a los hombros para la boda, pero ya va creciendo. Comienzo a aplicarme el protector térmico para iniciar el secado.
Cuando estoy a punto de encender el aparato, suena mi celular y Cacius me lo trae, veloz y también sorprendido por ver de quién se trata:
—Hey, Cory, lamento haberte llamado gnomo maldito y desear que te pudras —dice Johan en cuanto contesto, esto me sorprende mucho más—. Mike me está ayudando a repasar mis fallos y tienes razón, puedo hacerlo mejor.
—Sé que puedes, maldito puberto, tienes la capacidad para lograrlo, ahora anda, disfruta tu sesión de estudios, yo seguiré con mi cabello para ir al Ferry.
—Vaya, habría deseado estar allá.
—Bueno, debes esforzarte más para no pasar tu descanso de primavera allá, ¿entendido?
—Así será, Cory, gracias.
La llamada finaliza y un sentimiento de satisfacción llena mi pecho, por fin, ese maldito puberto lo entiende. Una lágrima resbala por mi mejilla.
—Cacius, qué bueno que aún no me maquillo —le digo sonriente.
Terminamos de prepararnos y vamos a la limusina que nos espera; a pesar de todo, ha sido un bonito día y ya anhelo disfrutar de la celebración en el Ferry.
El muelle nos da la bienvenida con una apariencia increíble, luces y plantas decoran el camino a seguir para abordar, sonrío y saludo con la mano a la prensa, pero con más efusividad al mejor amigo de Fisher, Morris, que va de la mano con la amiguita del puberto, Alondra, luce tan joven ella que le piden identificación para abordar, pero se ven felices juntos.
Creí que me toparía con mi Jeny y Ricky, pero ya es nuestro turno de abordar así que ni modo, una vez embarcados decidimos quedarnos en cubierta hasta un rato después de zarpar.
Está muy elegante todo en el interior, un cuarteto de cuerdas toca música clásica y mis oídos se deleitan casi al mismo nivel que mi lengua con los aperitivos.
Al fin nos cruzamos con mi Jeny y corremos a abrazarnos mientras se disculpa una y otra vez por lo de la mañana, pero ya qué importa, solo interesa disfrutar este extraordinario momento juntos; bailamos uno y otro y otro vals, adoro la expresión en el rostro de Cacius, hacemos intercambio de pareja y así puedo danzar un rato con mi mejor amigo mientras su novio no tiene el más mínimo reparo en hacerlo con Cacius, lo que nos hace reír.
Cuando llega la hora de la cena, nos dirigimos hacia la mesa asignada donde ya esperan por nosotros Morris y Alondra, aunque no lo llamaría espera, ambos lucen adorables, metidos en su pequeña burbuja sin importar qué ocurre alrededor. Hablan y ríen mucho, el amigo de Ray acaricia la mejilla de la chiquilla y luego de acomodarle un rebelde mechón que se ha escapado, posa sus labios en los suyos y simplemente se desconectan de todo hasta que nosotros arribamos a la mesa, al halar nuestras respectivas sillas es que ponen la atención en nosotros y enseguida, Alondra se ruboriza, es adorable.
—Nos disculpamos por la interrupción —les digo al sentarme—, pero es hora de cenar y además mis piececitos me están matando, ¡estos tacos son la muerte!
—Te acompaño en tu dolor, Cone —agrega mi Jeny y sonrío—. No me mal entiendas, todo está genial, pero en serio extraño mis botas.
Todos reímos a carcajadas, esta mujer es feliz pegada al suelo y con calzado militar, así luzca fantástica con ese vestido al estilo de Jessica Rabbit, aunque le falte el escultural cuerpo, igual se ve maravillosa.
La entrada es servida y se ve exquisita…
—Señor —Cacius me llama y pongo toda la atención en mi maravilloso esposo que toma un poco del fantástico plato y me da de comer, él siempre consintiendo mis caprichos.
Tiene una textura sublime, se deshace en la boca, aunque al principio es esponjosa y me hace pensar en las nubes pomposas que decoran el techo de mi alcoba.
—Señor…
—Cacius, ¡delicia!
Otro bocado y me siento en las nubes, casi puedo ver a mi hombre roca con alas y una aureola, además el cuarteto de cuerdas incrementa la sensación de estar en el cielo.
—Señor, ¿me escucha?
Claro que te oigo, Cacius y quiero más, pero las cuerdas tienen ese sonido casi hipnótico, cierro los ojos y me dejó guiar al paraíso por el sonido y el nuevo bocado que Cacius me ha dado.
—Señor…
Abro los ojos y ahora sí veo las nubes, qué de sensaciones raras produce la buena comida que me ha llevado al cielo, aunque echo en falta el cuarteto de cuerdas y ahora solo escucho a Cacius llamarme…
—Señor. —Su voz parece una súplica, pero por qué—. Cornelio, ¿me escuchas?
—Claro que sí, Cacius, ¿por qué no lo haría?
—Señor, está aquí.
No comprendo sus palabras, pero todo empieza a cobrar sentido cuando me jala y abraza, es entonces que noto el lugar donde me encuentro.
—¿Mi habitación? —apenas murmuro.
—Señor, estuve a punto de llevarlo a emergencias.
—¿A moi? ¿Por qué? —Pero basta preguntar para sentir el dolor palpitar en mi frente.
—Estuvo inconsciente muchísimo tiempo, señor.
—¡Cone, lo siento! —exclama mi Jeny muy alterada. La veo entrar a la habitación y sumarse a nuestro abrazo.
Pero como sigo sin comprender, palmeo la espalda ambos y los obligo a quitarse:
—¿Me explican qué ocurre?
—¿No lo recuerda, señor? Jennifer hizo un desastre…
—Y te juro que lo siento, Cone —agrega ella—. Me enojé y no medí consecuencias al lanzarte esa cosa.
Entonces todo el suceso desde la irrupción de Fisher hasta que se apagaron las luces luego del golpe, regresa a mí como un flashback y siento la ira crecer.
—¿El Ferry? —pregunto intentando contener la furia, pero siento mi párpado derecho temblar.
—Ya zarpó —contesta Cacius en bajo y mi Jeny se disculpa de nuevo.
—Me están diciendo, que mi perfecto San Valentín se fue a la, quiero decir a la… ay, qué carajo, ¡¿a la mierda?! —Ambos asienten con la cabeza y Jeny no deja de disculparse una y otra vez.
Sin embargo, cuando estoy a punto de perder los estribos y probablemente matar a mí Jeny, el timbre suena y un rato después Ricky se asoma en la alcoba cargado con varias pizzas.
—No será el Ferry, pero estamos juntos con pizza y Netflix, ¿quién se apunta?
La actitud del joven me hace gracia y acabo muerto de risa, Cacius y Jeny se suman a las carcajadas y todos vamos al salón a disfrutar de nuestro perfectamente imperfecto San Valentín, pero creo que estoy bien con eso.
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Hola mis dulces corazones multicolor 💛💚💙💜💖
Espero disfrutaran la segunda parte del especial mes del amor y pos mañana la última, nos vemos lueguito 😘
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