Especial: Año Nuevo, cruce nuevo

Nadiap8uh


El chico de mirada huidiza junto al Hércules con ojos de cielo, contemplan atónitos al cada vez menos chiquillo que sostiene los boletos de avión frente a ellos. Ambos intentan procesar lo que el jovencito acaba de comunicarles ya que lanza por la borda cualquier plan que los tórtolos tuviesen preparado para fin de año, pero ¡es solo un viaje!

¡Dramaturgo! Se suponía que pasaríamos las fiestas en familia, por eso Rex vino de París.

Bueno, es justo su plan; serán tú, tu casi esposo e hijastro disfrutando de Doral.

Dramaturgo, no les llames así.

¿Qué? Viven juntos, ¿cierto?

Cuando no estoy en la universidad, pues sí…  

Ya estás por graduarte.

Ni me lo recuerdes.

Van a casarse, ¿o no? Porque el anillo en tu dedo eso significa.

Bueno, sí… Pero igual, ya cállate.

Contemplo la enorme sonrisa de Rex y suspiro.

—No, no hagas eso, Cullen. ¡Me debes algo grande! ¿Crees que olvido tu desaire con Tokyo? —inquiere el gánster mientras me señala de forma amenazante con su índice, ladeo la cabeza confundido y él prosigue—: ¡No me llevaste! Y eso no fue lo peor, ¡pudiste traerme algo cool de Attack on Titan, Dragon Ball o lo que sea, pero no, ¡ni siquiera pensaste en mí!

—Campeón, debes comprender que Johan fue a participar en las olimpiadas, debía estar en entrenamiento y centrado en la competencia. —Ray interviene, trata de mediar y Rex fija la mirada en él.

—¿Y cuál es tu excusa para no traerme nada? —replica enseguida el mocoso y sonrío ante el mutismo de Ray—. Quiero ir a pasar fin de año en Doral, la playa, el sol y…

—Rex —lo interrumpo—, ¿se te olvida dónde estamos? Hey, ciudad costera, de hecho aquí mismo en casa tienes tú propia playa privada.

—Cierra la boca, Cullen, no he terminado de hablar. Oigan…

Lo veo liberar aire despacio y no sé si sean ideas mías, pero puedo jurar que parece un pequeño tomate, jamás lo había visto así, ¿qué se trae?

—Sería la oportunidad perfecta para conocer a… —añade en un tono que merma poco a poco y desvía la mirada, pero estoy seguro de haber escuchado JC. No sé de quién diablos habla y por el rostro de Ray, creo que él tampoco tiene idea.

Sin embargo, no nos deja chance a decir nada porque luego de un segundo de silencio recupera su tono amenazante y vuelve a hablarnos:

—No se hagan, me lo deben. La pasaremos genial allá, estoy seguro de eso, ¡los amo, seguiré empacando!

Y así, sin más, corre escaleras arriba; giro la cabeza para ver a Ray y sonrío al encontrarlo boquiabierto.

—Parece que iremos a Miami —susurro, Ray voltea hacia mí sin variar la expresión de su rostro. Eso me hace reír—. ¿Tienes idea de quién es JC? —le pregunto y él niega con la cabeza en silencio.

—Dime que tú no viste el rubor en su rostro —suplica Ray.

—¡Oh!, entonces no fueron ideas mías.

—¿Crees que sea un ch-chico? —Río a carcajadas ante el rostro de espanto de Ray—. M-mocoso n-no te r-rías. —Eso es peor—. Johan, creo que Clari me mata.

—Ni modo, Hércules, lo sabremos en Doral.

 
El hércules de mirada gélida intenta disimular el nerviosismo producto del encuentro próximo con quién quiera que sea JC, lo seguro es que el pequeño gánster no pierde oportunidad para aprovecharse de la situación; cada vez que habla por teléfono con JC y nota la presencia de su padre sonríe, luego cuelga la llamada o cierra la puerta de su recámara para continuar en murmullos, no hay duda que disfruta haciéndose el misterioso. Por su parte, el chico de los ojos esquivos ha decidido pasar el día entero en casa de su madre y apoyarla con los preparativos antes de soltarle la bomba, no sé por qué se demora en hacerlo si ya tomó la decisión de viajar con su nueva familia.

Eres insoportable, de verdad.

Solo hazlo, entre más esperes será peor.

¿Y qué propones? ¡Hey, mamá! Te doy hoy el fuerte abrazo y te veo en enero porque me voy de viaje mañana en la noche.

No sería la primera vez que recibes año nuevo lejos de casa, ¿acaso olvidas París?

Lo sé y esa fue la excepción a la norma, fueron motivos de fuerza mayor.

¿Qué? ¿Ir a buscar a tu novio para reconciliarse, bailando el 4K en el sofá de tu difunto suegro?

¡Dramaturgo, eres horrible!

Soy tu conciencia, ¿qué esperabas?

Mamá luce emocionada mientras prepara las cosas y es que no es para menos, junto a ella están Jennifer y Ricky; hace algunos años que Jen no pasa las fiestas en casa, siempre está cubriendo algún evento. Ricky se ve contento, asumo es genial para él compartir los preparativos en familia, después de todo, ha pasado muchísimo tiempo desde que hizo algo así con tía Romi; ademá, Rui, Kel, Johana y Renzo también vienen en camino. Creo me siento mal por tener que despedirme.

—Cariño, estás muy callado, ¿sucede algo? —me pregunta mamá sacándome de mis divagaciones mentales.

—Lo siento, ma, no pasa nada —contesto bajo e intento una sonrisa mientras pico las verduras.

—¿Seguro? Te noto algo decaído, cariño.

—Quizás cansado, ma, lo siento.

—¿Cansado de qué? —inquiere Jen— ¡Solo has picado dos zanahorias! A este paso no estará lista la cena.

—No me jodas, Jen.

—Seguro el joto ya perdió la costumbre de cocinar, claro, como ahora vive con Mr. Fisher, todo lo compran hecho —suelta Jaen con ironía al entrar a la cocina.

Todos ríen a carcajadas cuando esta mocosa —bueno, ya no tanto— me quita el cuchillo y procede ella a seguir picando. Eso es impresionante, la velocidad con que lo hace, vaya, parece…

—Se ha interesado en la cocina, ha participado en talleres de chef —me susurra mamá al oído.

Eso mismo, chef. Vaya, me alegra saberlo, está madurando; amo ver esa expresión en su rostro, la pasión con que pica cada cosa… no lo puedo evitar, la abrazo fuerte y beso su cabecita. Jaen siempre ha sido alta para su edad, pero wao, a sus casi diecisiete está por alcanzar mi estatura.

—Ay, ya, joto —se queja y eso me hace reír—. Ray y Rex, ¿cuándo vienen?

—Por la tarde, Ray está terminando una campaña y Rex, probablemente, empacando o hace planes con JC.

¡Pero qué idiota soy!

—¿Empacando? —pregunta mamá, confundida.

—¿Quién es JC? —añade Jaen. Ricky y Jen también ponen la atención en esta conversación de la que quiero huir porque son cuatro pares de ojos fijos en mí y me hacen sentir diminuto.

—Rex recién llegó el veintiséis, ¿por qué estaría empacando luego de dos días? —inquiere mamá y puedo sentir la madre de las tomatadas, demonios, ¿qué puedo hacer?

Te dije que no le dieras largas al asunto.

Lo sé, Dramaturgo. Suspiro resignado.

—Bueno, no sabía cómo decirles esto, así que solo voy a dejarlo salir. —No sé por qué, pero que Jaen apriete el cuchillo de esa manera me pone más nervioso—. En realidad, mañana saldremos de viaje a Miami —hablo acelerado— ¡No me maten! —añado en un grito y me escondo detrás de la isla.

Por un momento el único sonido en la cocina es el proveniente de la estufa, nadie dice una sola palabra y en serio temo la reacción de todos, pero más de mamá. Un rato después escucho algo metálico estrellarse en el fregadero y asumo se trató del cuchillo que Jaen tenía, al verla huir de la cocina. ¡Demonios!

—Johan, a mi estudio ahora—ordena mamá y la veo abandonar el lugar. ¡Maldición!

Sigo inmóvil, Jen y Ricky no me dicen nada, solo vuelven a lo suyo, hablan entre ellos acerca de las preparaciones y suspiro. Ni modo, me levanto y salgo de la cocina a buscar a mi madre.

Empujo con cuidado la puerta del estudio y encuentro a mamá de espaldas, con la vista fija en el ventanal; la luz del medio día se filtra a través del follaje del gran árbol en el patio trasero, creando un raro patrón en el interior. Sé que me escuchó entrar, pero no dice una palabra, soy un idiota, ya arruiné la celebración.

—Lo siento, ma, no quise echar a perder todo. En realidad, Rex nos sorprendió…

—Johan, tienes cumplirás veintidós en julio, vives con tu prometido, no eres un niño —expresa mamá en tono tranquilo, interrumpiéndome; la veo girarse y posar su mirada en mí—. ¿Crees que voy a molestarme porque tú tengas otros planes para año nuevo?

Niego con la cabeza despacio antes de contestar. Sé que quiere sonar despreocupada o que no le afecta, pero cada año cuando Jen faltaba, podía ver el dolor en su mirada y la verdad justo eso quería evitar; demonios, no debí dejarme convencer por Rex.

—Mamá…

—Cariño, ¿tienes idea de cuánto desee verte así, feliz, con metas y planes?

—Ma, lo sé, pero…

Shh, no te niego que me habría gustado estar todos juntos con Ray y mi nieto también… —Ríe bajo y niega con la cabeza antes de seguir, yo también sonrío; creo que debo empezar a acostumbrarme a la idea del hijastro—. De hecho, pensé que Rex había venido para eso…

—Y así es o era, lo juro —le interrumpo acelerado—; pero esta mañana nos sorprendió con los boletos y está muy emocionado por encontrarse con JC en Doral, quien quiera que sea. —Mamá luce confundida por un segundo y luego vuelve a reír—. Ma, Ray está asustado porque sea algún chico que le gusta, ¿no es irónico?

—Algo, pero de ser así, que lo dudo porque ese niño es súper enamoradizo con las chicas; creo que él sabrá apoyarlo y tú también. —Trago grueso y siento una tomatada, parece que debo dejar de burlarme de Ray porque ahora yo también estoy nervioso.

Aunque sé que no está del todo convencida, me alegra que mamá lo haya tomado bien. Nos abrazamos fuerte y siento mis ojos inundarse ante cada palabra y deseo susurrado en mi oído.

Vamos de regreso a la cocina, pero en cuanto tomo el cuchillo pienso en Jaen, así que salgo volando para buscarla en su alcoba. Está de verdad molesta porque acabo de comprobar que incluso pasó el cerrojo; reposo la frente en la madera por un segundo, entonces Jill aparece en el corredor y me observa confundida.

—¿Qué le hiciste ahora? —pregunta bajo.

—Me voy de viaje mañana.

¡Oh, demonios! Ahora Jill me pone mala cara y sus brazos en jarra, parece que no le agrada mucho mi respuesta.

—Lo siento, es plan de Rex.

—Sabes, creo que debes ser más duro con él, solo digo. —Sonrío al escucharla.

—¡Concuerdo contigo, hermanita!—grita Jaen a través de la puerta, eso me hace reír—. ¡Pero este joto se deja manipular por ese mocoso!

—Jaen, ya, abre la puerta.

—¿Para qué? ¿Qué podrías hacer o decir para frenar esto que siento?

—Primero abre la puerta y habla conmigo para saber lo que sientes.

—¡Ah! ¿Quieres saber qué siento? —inquiere una enojada Jaen. Jill enseguida corre y baja las escaleras a toda marcha, dejándome solo en medio de esto.

La puerta se abre y de inmediato Jaen comienza a lanzarme cosas. ¡Mierda!

—¡Jaen, para! —le pido esquivando un libro, luego una sandalia y cualquier cantidad de cosas. Maldición—. Bien, me queda claro que estás enojada. —Esquivo otra cosa y trato de acercarme mientras ella retrocede. «¿Por qué diablos tiene enlatados en su recámara?», me pregunto ante cada nuevo ataque, pero al demonio con eso.

—¡Ya nunca te vemos! —me grita entre lágrimas cuando he conseguido contenerla en un abrazo, así que la aprieto más—. No me mal entiendas —susurra—, es genial que te hayas mudado, así pude quedarme con tu alcoba. —Río bajo—. Pero casi no vienes, creí que por ser una “fecha especial”... —Se suelta para hacer comillas al aire—. Estarías aquí y podría sorprenderte con lo que he aprendido en mis clases de chef, demostrarte que ya no soy la niña inmadura que se creía adulta y solo terminaba en líos.

La veo girarse y subir un brazo a la altura del rostro, supongo intenta quitarse las lágrimas. Siento una sacudida en el pecho.

—Quería que estuvieses orgulloso de mí, igual que yo lo estoy de ti.

—Jaen…

—Cuando te vi competir en Tokyo…

—¿Qué dices? Jaen, a duras penas terminaba las carreras.

—Deja la modestia, siempre estabas en el medallero y aunque no, sería el mismo orgullo porque tú sueño no era ganar, sino estar allí y pese a tantos retrasos y caídas lo conseguiste.

—Jaen... —Demonios, siento mis ojos inundarse.

—Verte allí me hizo pensar que los sueños sí se cumplen, solo es necesario luchar. —Se limpia el rostro una vez más antes de seguir—: Así que me alejé de la gente que no aportaba a mi vida, entré a los talleres de cocina del colegio y me enamoré, entonces seguí aprendiendo y pensé: “él se lució en Japón, yo lo haré en año nuevo”.

—Jaen, lo siento, no tenía idea. —Me disculpo en bajo y la jalo para abrazarla, ella enseguida cede y se aferra fuerte a mí—. Rex nos sorprendió con los boletos, planes y toda la parafernalia típica de él, además nos dijo que se lo debíamos por no traerle algo de Tokyo. —Jaen ríe con la última parte.

—Entonces, básicamente, te dejas chantajear por un mocoso de once. —Sonrío.

—Casi doce, hermanita y la verdad, lo hace desde que tenía ocho. —Reímos juntos y entrelazo nuestras manos—. Jaen, estoy muy orgulloso de ti; tienes razón, casi no vengo, pero no es sólo aquí, sino a la ciudad; estudio lejos… —Suspiro antes de continuar—: Por suerte, falta poco para acabar la carrera y bueno ya que me quieres sorprender, ¿qué dices si volvemos a la cocina y lo sigues haciendo? ¡Hey!, me dejaste impresionado. —Afirma en silencio con una pequeña sonrisa y vuelvo a abrazarla.

—Está bien, pero igual mataré a tu hijastro cuando venga.


Solucionado el asunto familiar y con el resto de los integrantes ya presentes, la cena transcurre entre bromas, risas y algo de nostalgia; sobre todo por parte del chico de los ojos verdes quien no deja de sentirse culpable por partir. Él siempre, complaciendo a ese niño.

No empieces.

Debes establecer límites, el adulto eres tú, bueno, ustedes, ¿cómo es que Rex siempre los convence de cualquier locura?

Cierra la boca.

Jaen realmente me impresionó, cocina increíble, además tiene la actitud; delega y mandonea a todos, eso fue divertido. Rui y Johana me patearon en cuanto supieron de nuestro viaje, por otro lado, mi hermanita hizo lo mismo con Rex. A pesar de las locuras, me alegra este momento de disparates con la familia y aunque me cueste admitirlo, Dramaturgo creo que tiene razón.

A ver, repítelo.

Cállate.

—Niño, vamos a la cocina por más pan —Ray habla y me saca de mis pensamientos. Lo veo levantarse y acabo siguiéndolo pese a notar que en la mesa aún hay un canasto de pan.

—Ray, ¿qué pasó? Eso fue una terrible excusa —le digo al entrar. Él está recostado a la isla, apoyando las palmas en el mesón, me observa atento y en silencio—. ¿Ray?

—Johan, no es necesario ese viaje. Sé que debí hablar antes con Rex, pero me choqueé con lo del tal JC. —Quiero evitarlo, pero una sonrisa burlona se me escapa—. No te rías, niño, aún no sé qué esperar. —Toma una profunda bocanada de aire y luego lo suelta de golpe antes de continuar—: Podemos posponer ese viaje y continuar la celebración aquí en casa, ¿qué dices? —Me quedo callado.

No sé qué decir. Tampoco es que Rex se va pronto, recién llega; sin embargo, yo sí debo regresar a la universidad y entrenamiento antes, así que no es como que tenga mucho tiempo libre.

Pero pueden viajar en otro momento, durante el spring break o por qué no, en verano.

Dramaturgo, él volverá a París y no creo que pueda venir para esas fechas, además se lo debo.

—Ray, extrañaré los disparates de esta casa, pero se lo debemos a Rex, además recuerda que en enero tengo que volver al campus. —Ray suspira algo cansino, luego se acerca a mí y junta nuestras frentes.

—Ni me recuerdes esa parte, odio cuando te vas.

—Yo también, Hércules, falta poco para acabar. —Subo las manos hasta su cuello y él acaricia mi nariz con la suya, adoro sentir su calor ni hablar de ese cosquilleo ante la proximidad de un beso.

—¡Váyanse a un hotel! —exclama Jaen al entrar, matando todo el cálido momento—. Pensé que fue la peor excusa, pero no creí que era para esto. —Ríe a carcajadas mientras sirve más pan—. A propósito, yo sí vine por esto, ahora los dejo, prosigan. —Me guiña antes de salir y siento una tomatada apoderarse de mi cara. Ray se suelta a reír, yo también, entonces toma mis manos antes de volver a hablar:

—¿Última palabra? —pregunta en bajo. Me encojo de hombros.

—Ya me patearon y regañaron, sigamos adelante con el plan de Rex. —Ray asiente con una sonrisa y besa mi frente.

Volvemos a la sala a culminar la cena familiar. Es increíble cómo ha cambiado todo, hace muchos años que no compartíamos un momento de calidad así y es hermoso, me alegra que lo malo haya quedado atrás y hoy por hoy podamos disfrutar de un brillante Arcoíris en el cielo despejado. Jen luce muy enamorada, ¿quién lo diría? Johana y Renzo también, aunque no sé qué tanto secretean esos dos, estoy a punto de lanzarles un pan para que dejen de hacer eso cuando ambos se levantan, Ren eleva una copa y la hace sonar con una cucharilla, así que todos guardamos silencio y fijamos la atención en ellos.

—Familia, queremos proponer un brindis. Primero, agradecer a Dios y la vida por cada experiencia negativa o positiva experimentada este año…

—¡Amén! —exclama Jen y todos reímos. Un segundo después, Ren continúa:

—Brindemos porque el año entrante venga cargado de amistad, amor, fe, sueños y el valor para materializarlos, pero sobre todo: bendiciones.

—¿Ahora haces de pastor buena onda o qué, Ren? —inquiere Jaen y todos volvemos a reír.

—De hecho, el año entrante llegará nuestra bendición, así que salud —expresa nana acelerada, bebe su copa veloz y vuelve a tomar asiento, llevando consigo a Ren quien no deja de reír.

Por un instante todos nos miramos unos a otros sin comprender, entonces los ojos de mamá se inundan y corre hacia ellos para abrazarlos. Creo que yo continúo procesando lo que acaba de pasar porque sigo inmóvil hasta que Ray me jala del brazo y vamos con ellos.

—Nana, ¿tú?... —le digo sorprendido, mi hermana asiente entre lágrimas y nos fundimos en un fuerte abrazo.

Esto sí es una gran noticia, la familia crece; rayos, voy a ser tío, es increíble.

Bueno, aprende a poner límites desde ahora o será otro gánster.

Cállate.


La cena se tornó despedida, pero también celebración. Una enorme y muy unida familia se apersonó en el aeropuerto para darle un hasta luego al par de conejos que parten a Miami por obra y gracia de su cría, el gánster.

Dramaturgo, cállate.

No, tú cierra la boca, en adelante yo me encargo.

El Hércules con ojos de hielo luce más nervioso conforme se acerca el aterrizaje, aunque el chico de mirada huidiza tiene pánico a volar, trató de calmarle como pudo, pero todos sabemos que solo lo conseguiría en la cama o el jacuzzi.

¡¡¡Dramaturgo!!!

No te escucho.

El pequeño gánster, sonrojado, sonríe feliz una vez que el avión toca tierra y vuelve a comunicarse con JC. Ya sabremos al fin de quién se trata porque han acordado verse en el parqueadero, le espera en un deportivo vino tinto y la alegría del niño casi brota por los poros. Sin embargo, no puede decirse lo mismo de su padre, el hombre permanece en silencio mientras camina detrás suyo, aunque todo el nerviosismo muta en irá conforme se acercan al vehículo descrito y consiguen ver a un par de chicos de veintitantos apoyados en el capot: un gordito moreno que puntea un instrumento de cuerda similar al ukulele, el otro es un sexi y alto rubio de ojos azules quién encima sostiene un cartel en el cual se lee T-Rex y este corre al encuentro.

—Ray, no cometas una locura —sentencia el chico de mirada esquiva en cuanto nota la furia en su pareja y ambos apresuran el paso.

—¡Theodore, vuelve acá! —le grita su padre, pero el niño no se inmuta.

—¡Rex, espera! —añade Johan sin efecto.

Pero lo que pasa luego los deja petrificados; ambos chicos saludan de puño a Rex y posteriormente golpean el techo del vehículo, un segundo después la puerta trasera se abre y desciende una niña de largos rizos dorados, lleva un Fedora y abrigo amarillo al más puro estilo de Dick Tracy. En cuanto los niños se ven, gritan y se abrazan con efusividad.

—¡Jenna Casey!

—¡Theodore Rex!

Toda la ira acumulada, en segundos se volatiza y una risa nerviosa se transforma en carcajada al comprender. Los enamorados terminan de dar alcance a los jóvenes que acompañan a JC. El rubio sexi parpadea incontables veces, con asombro, mientras estrecha la mano de Ray, para el chico de ojos esquivos empieza a resultar molesto tal acercamiento. Él y sus celos siempre.

—Are you Mr. Fisher? —Pregunta asombrado y el chico de los ojos verdes se relaja al comprender que se trata de un fan, o así parece.

Yes —contesta Ray, sonriente, luego se lleva una mano a la frente y continúa apenado—: Sorry, I must say: I almost killed you. I thought you were a pedophile.

Todos se revientan de la risa ante la confesión de Ray.

Stop, Hercules, I told you. You must calm down.

Y bueno, yo sé que está bonito el aeropuerto, pero ya estoy mamao, ¿vamos pa’ otro lao? —interviene el gordito, levantando la cabeza para encararlos porque todos son mucho más altos que él. El rubio sonríe y pasa un brazo sobre sus hombros mientras que los niños abordan el vehículo.

—I’m Chris, the Cassie’s big brother and he’s my friend Marco. —Todos se estrechan las manos, suben al auto en medio de conversaciones y risas, pero ahora el gordito no quita la vista del chico de mirada huidiza.

—Verga, no sé de dónde, pero la cara tuya se me hace familiar.

—No creo, famoso es él. —Sonríe Johan al contestar y señala a Ray en el asiento del frente.

—No sé, marico, pero yo creo que te he visto.

—¿Marico? —inquiere confundido— ¿Por qué tienes que insultar? —Marcos traga hondo, apenado.

—Ya va, chamo, dejá y te explico. Yo soy de Maracaibo, en Venezuela y allá le decimos marico a todo el mundo, menos al gay por respeto.

Todos se carcajean, incluso Johan, aunque ha intentado disimular al principio, sin éxito alguno.

—Pues, entonces trátame con respeto —le dice con una sonrisa y Marcos traga en seco al comprender las palabras del chico. «La cagué», es el pensamiento veloz del gordito.

—Qué molleja de lengua la mía, boca e sapo es lo que soy.

—Espera, ¿qué? —pregunta un confundido Johan. Chris ríe sobre el volante, Ray junto a él también—. Sabes, tuve que aprender a interpretar a un amigo argentino y ahora me toca con un ¿marabino?, ¿es así?

—Bueno, sí, pero nosotros preferimos maracucho, es que ser maracucho es un sentimiento muy arrecho e indescriptible que se lleva aquí ve… —Marcos hace movimientos circulares sobre su pecho, Johan no deja de reír—. En el corazón, papá.

Y así comienza la improvisada aventura propuesta por el gánster malévolo para fin de año, cuya única intención era encontrarse con la niña de largos rizos y linda sonrisa, en todo el camino hablan sin parar. Marcos continúa fijándose en Johan, atento, hasta que su cerebro parece hacer clic al recordar.

—¡El chamo revelación en Tokyo! —Johan se ruboriza ante el repentino comentario—. Claro, el Phelps habló tuyo. Sí, tenías esa misma cara de “patitas pa’qué te tengo”.

—Marco, you really are too cute. Please don’t change —expresa Chris entre risas a las que luego se suman las del resto.

—Pero ¿qué? ¿Yo qué dije? —pregunta el confundido gordito, provocando que las risas se descontrolen.

¿Qué será lo que les espera en este viaje? Solo el tiempo lo sabrá, pero todo apunta a un año nuevo imposible de olvidar.


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Hola mis dulces corazones multicolor 💛💚💙💜💖 ¡Feliz año nuevo! Quiero expresarles mis mejores deseos en este nuevo año y reiterar el agradecimiento por el apoyo que le han dado a esta emocional historia, los amo🤗💖

Espero este especial haya sido de su agrado y también comentarles que estos chicos que aparecen al final (Marcos, Chris y JC) pertenecen a mi comedia romántica BL 10 pa'las 6, si quieren morir de risa y ternura les recomiendo encarecidamente leer a este par de idiotas😆

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