FINAL

LA NOCHE MÁS OSCURA DE DIPPER (74)

I

A nuestro amigo Ethan le quedó muy claro dos cosas, una es que no debería tratar mal a las personas ni creerse la gran cosa, y dos, que lo peor que se puede hacer es decir alguna estupidez frente a Pacífica.

Es curioso ¿No?, Ethan decía tonterías acerca de que una mujer no puede defender a un hombre, y al final fué una mujer que terminó por dejarlo en ridículo enfrente de varios de sus conocidos y amigos —aunque eso de amigos es debatible—. Le dió un buen puñetazo que de seguro lo recordará por un largo, largo tiempo, casi que le daña la mandíbula —o como diríamos entre mis compas, casi le vuelan la quijada al fan de Kunno—.

Pacífica se llevó a su novio a las afueras de la mansión Southwest, dirigiéndose a su auto. La jóven rubia estaba enojada, estaba más que fastidiada de la actitud de su "amigo" Ethan, y soportó muchas de sus tonterías, como tratar mal a su novio cuando era su sirviente, o hablar estupideces enfrente de otros, pero esa noche sería la última que escucharía de él.

Sin embargo, sería alcanzada por Elizabeth quién también se retiraba de esa fiesta, fué un desperdicio haber asistido a una fiesta como esa. Logró llamar la atención de Pacífica.

—Elizabeth mira, ¡¿No estoy de humor para atender tus tonterías me escuchaste?! —le preguntó mientras le señalaba con el dedo—. ¡Así que no me digas nada sino quieres que también..!

—Por favor, ¿Crees que perdería mi tiempo en eso?, Ser golpeada por alguien como tú sería el colmo paro los Cavendish, solo venía a decirte que eso fué un poco exagerado —se refería al puñetazo que le dió a Ethan adentro de su mansión—, sin embargo, creo que ese idiota se lo merecía, bien ahí Pacífica.

—¿Y bien? ¿Para qué me detuviste? —preguntó Pacífica.

—Solo quería decirte eso, gracias por defender a las chicas, aunque de forma exagerada pero gracias por hacerlo, y es curioso, le estoy agradeciendo algo a una Northwest, que  extraño.

—Elizabeth creo que ya esto del pasado debería morir aquí y ahora, Pacífica no tiene la culpa que su antepasado haya estafado a los antepasados tuyos, eso fué en otra época, debería acabarse todo esto de una vez, es ridículo el odio que hay entre las dos, ¿Podrían hacer las pases o al menos dejar de tratarse de esa forma?.

—No creo que sea posible hacer las pases, y menos con alguien como ella —comentó Pacífica, molesta, ya cansada y fastidiada de todo lo ocurrido esa noche.

—Coincidimos en algo, Pacífica —dijo Elizabeth, con arrogancia, superioridad, creyendo fervientemente y hasta el último día de su vida, que toda la fortuna que poseían los Northwest antes de perderlo todo, legítimamente le pertenece a su familia, los Cavendish, pero por la estafa de Natalian eso no era posible, y era increíble ver cómo sus antepasados, con el poco dinero que les tocó gracias a esa estafa, lograron emprender un negocio propio, salir adelante haciendo sacrificios que nadie estaría dispuesto a hacer hoy, y con el tiempo, paciencia e ingenio hacer que ese dinero crezca invirtiendo en varios sectores, como el textil por ejemplo, hasta amasar la fortuna que hoy por hoy tenía la familia Cavendish, más dinero que los Northwest.

—¿Entonces?, ¿Hasta nunca? —preguntó Pacífica, deseando ya largarse del lugar.

Elizabeth sonrió sutilmente y comenzó a alejarse de los dos, ignorando claramente lo que el castaño propuso antes. A un par de metros le respondió...

—Espero no volver a verte, adiós —dijo Elizabeth. Mientras caminaba sacó su celular y llamó a su chófer personal, quién pronto estaría ahí para recogerla y decir adiós.

Dipper por su lado suspiró, era absurda la discordia que había entre su novia y la otra chica por algo que ocurrió muchas décadas atrás, prácticamente en otra época, pero no, ningún lado quería mostrar ganas de hacer las pases. En disputas de dinero, todo puede prevalecer.

Dipper y Pacífica continuaron con su camino hacia el auto de los Northwest para poder marcharse, pero el destino —o el guíen, no sé— otra de sus queridísimas amigas la detuvo.

Natty corriendo se acercó a ella, convenientemente con el celular en la mano, si la veía marcharse la llamaría, pero menos mal que la alcanzó. Pacífica respiró profundo, y por todo lo sagrado que existe allá arriba en los cielos intentó no estallar, mantener la calma, porque esa muchacha pelirroja era la causante de todo lo ocurrido.

—Pas, amiga, que bueno que te alcancé, pensé que ibas a irte sin despedirte de mí.

—Natty —ella le sonrió, forzadamente—. ¿Lista para cumplir la parte del trato?.

—Bueno, las cosas no terminaron como nos hubiera gustado jeje —dijo Natty, aunque en realidad ella se refería a que las cosas no terminaron como ella lo deseó, que Dipper se moliera a golpes con Ethan, y que Pacífica se dijera unas cuantas verdades con Elizabeth—. Pero en fin, no siempre sale como uno quiere.

—Vuelvo y repito, ¿Vas a cumplir tu parte del trato?.

—Sí —le respondió. Acto seguido le mostró frente a sus ojos como borraba la foto que le tomó a ella y a su novio esa tarde en aquella cafetería en el centro comercial. Pacífica le ordenó que le dejara ver todo, a ver si en realidad no existía y en efecto, no había ninguna otra foto de los dos. Aunque con lo que se venía solo un par de horas después esa foto no tendría ya importancia.

—Listo amiga, perdón por todo lo ocurrido pero, me obligaste a hacer todo esto, venga sino hacía eso jamás le hubieras dado ese golpe a Ethan, y hablando de eso el pobre quedó tan humillado que de seguro ni se volverá a aparecer por la academia jaja.

—Que bueno, y adiós —dijo Pacífica, dándose la media vuelta con intenciones de irse.

—¿Te vas sin despedirte?, Eso es grosero de tú parte, dejas ver el poco cariño que me tienes, y eso es triste porque yo te quiero muchísimo, era como una hermana para... —dejó de hablar de repente.

Natty fué silenciada por algo que desde hace rato debía pasarle, y que todos estamos de acuerdo con que se lo merece por mentirosa, embustera, manipuladora, odiosa, pésima amiga y persona, etc. Pacífica indignada por las palabras, por las cizañas, por las mentiras que salían de la boca de Natty, rápidamente se dió la media vuelta y le regaló, mejor dicho, le dió una tremenda cachetada en toda la mejilla derecha, con tanta fuerza que la hizo retroceder unos pequeños pasos hacia atrás.

Natty se llevó a su rostro ambas manos, y en efecto la cachetada de Pacífica le lastimó el labio inferior haciéndole sangrar un poco. La pelirroja, con los ojos llorosos observó a Pacífica, la miró con enojo, con malevolencia, con ganas de devolverle esa cachetada pero multiplicada por diez.

Dipper ante el acto de su novia se puso enfrente de ella y le dijo para retirarse, ya fué suficiente por esa noche.

—¿Sabes?, Desde hace tiempo te merecías esa cachetada...

—Ya Pacífica, fué suficiente por esta noche, vámonos.

—Y agradece que no te doy otra en nombre de Melissa, porque ella no sería capaz de dártela.

—Pacífica basta, vámonos dije —dijo Dipper, intentando llevarse a su novia consigo.

—Natty, nunca más vuelvas a dirigirme la palabra, me da asco escucharte decir que eres mi amiga, créeme que tengo ganas de... —se mostró enojada con la pelirroja.

—¡Pacífica dije basta!.

Pacífica observó a su novio, y aunque la rabia la consumía por dentro y deseaba desquitarse con Natty usándola cómo saco de boxeo, era mejor escuchar la voz de la razón, osea a su novio, y retirarse. Volvieron a retomar su rumbo hacia el auto de los Northwest, dejando sola a Natty.

Una vez dentro del auto, el mismo arrancó y se marchó del lugar abandonando la mansión Southwest, diciéndole adiós al pésimo momento que ambos protagonistas pasaron. Dentro del vehículo, Pacífica guardaba silencio, se tomaba su tiempo para calmarse, estaba alterada, aún tenía ese deseo de usar a Natty cómo saco de boxeo.

—Sabía que venir a esta fiesta era una pésima idea —dijo Dipper. Pacífica no dijo nada.

Dipper se dió cuenta que su novia se estaba tocando la mano con la golpeó a Ethan y la misma con la que le dió la cachetada a Natty.

—¿Te duele? —preguntó el castaño.

—Un poco —respondió ella.

Él tomó la mano de su novia y comenzó a darle un suave masaje y caricias. Se notaba que su novia aún estaba algo alterada, y era entendible; no solo tuvo que soportar las tonterías de Ethan y el como trataba mal a su novio, sino también a Elizabeth y su temita del pasado, su superioridad y esa arrogancia que le desagradaba, y también a Natty y las cosas que decía, de que era su amiga y que la quería como una hermana, y ahora tendría que viajar durante cinco horas (cuatro si en las carreteras no había ningúna clase de incidente)

Sin embargo, las cosas no siempre son como uno quiere que sean. El escaso momento de paz fué interrumpido por el celular de Pacífica, quién comenzó a sonar. Cuando Pacífica revisó de quién se trataba, de nuevo su ira regresó. Era Natty.

—¡¿Al parecer no entiendes lo que te dije antes, cierto?!

— Pacífica... —dijo Natty a través de la llamada.

—¡Creo que te dejé en claro que no quiero que me hables!.

—Pacífica...

—Natty enserio créeme que eres la persona más odiosa y terrible que eh conocido en toda mi vida —dijo Natty.

—Pacífica...

—Espero que nunca más nos volvamos a ver, ¡¿Te quedó claro?!, ¿O acaso eres tan tonta que no entiendes mis palabras?!.

—¡Pacífica!...

—¡¿QUÉ?! ¡¿QUÉ MIERDA QUIERES?! —Dijo una grosería que muy pocas veces, salen de su boca.

Natty se tomó unos segundos para responder, pero su respuesta fué clara, contundente, y precisa.

—Tú, tu novio y tú familia, jódanse, estúpidos —acto seguido le colgó la llamada, no podía permitirse el hecho de no decirle eso a su "amiga casi hermana" después de que le diera esa cachetada. Le colgó la llamada abruptamente, no quería escucharla más y como dijo Pacífica, no quería verla más, ya se divirtió lo suficiente con ella.

—¿Natty?, ¡¿Natty?! —Pacífica apretó sus manos casi que rompía la pantalla de su móvil de no ser por su novio que logró quitárselo de las manos. Pacífica se alteró nuevamente, tenía tantas cosas mezcladas, enojo, frustración, rabia, incomodidad, etc, todo eso mezclado en ese mismo momento con tan solo escuchar de nuevo a esa chica pelirroja. Dipper la abrazó para calmarla aunque fué en vano ya que Natty logró sacarla de quicio—, ¡Cómo la odio! ¡La odio, la odio!, Ya déjenme en paz por favor... Ya... Déjenme en paz, por favor.

—Ya, ya cariño ya, jamás volverás a saber nada de ella,  trata de calmarte —la acercó a su pecho, y ahí le dió caricias en sus cabellos rubios sin soltarla. Fué una noche muy estresante para ella, vuelvo y repito soportar a Ethan, soportar a Elizabeth, y por último pero no menos importante soportar a Natty. El celular fué apagado, era lo mejor, si volvía a sonar y en la pantalla se veía el nombre de Natty, o de Ethan, ya sería su colapso total.

Steven2: Dios mío enserio que desesperante es Natty, de los personajes más odiosos que hemos creado.

Pasó cerca de media hora para que ella logre calmarse, que su rabia y sus nervios alterados logren tranquilarse por completo. Pobrecita, aunque aprovechó la situación porque se quedó dormida luego de esa media hora en el pecho de su novio —bueno supongo que hay que aprovechar cualquier bug, ¿No es así?— mientras le acariciaba los cabellos. Su novia pasó por una noche bastante estresante.

No tenía ni idea de que el verdadero infierno iba a comenzar cuando llegue a casa. Eso solo fué un pequeño abrebocas.

II

Pasaron las horas, fué un largo viaje de regreso a casa, extrañamente se sintió más largo que otros viajes a esa ciudad. Cinco horas exactamente son desde el pueblo de Gravity falls hasta la ciudad de Portland.

Cuando llegaron al pueblo, ya eran las 2:00 de la mañana, había un silencio en medio de las calles de Gravity falls, ni una sola alma se veía rondar por ahí, a diferencia de ciertas criaturas del bosque. Cuando el auto llegó al portón, se detuvo y sonó su bocina, pero el portón no se abría, volvió a tocar la bocina y nada, el sujeto encargado de abrir el portón no respondía a las llamadas del vehículo.

Dipper se bajó del vehículo y se acercó hasta el interfono que había un costado del portón, tocó el botón y llamó al sujeto pidiéndole que abra. Pero nada.

Era todo muy raro, no había respuesta, parecía que estuviera vacío el lugar donde en teoría, debería estar el tipo durmiendo, cerca del portón. Pacífica logró despertarse, tuvo un largo descanso bien merecido luego de los hechos ocurridos en la fiesta de Ethan.

Dipper regresó al vehículo y le preguntó al señor Flynn si había otra forma de abrir ese portón, porque el tipo no respondía a los llamados. El viejo chófer les dijo que no, que el tipo tenía el total control del portón.

Al castaño se le ocurrió una idea. Se dirigió hacia un costado de los jardines de la mansión Northwest, por el lado de afuera había un pequeño espacio entre tantos arbustos que permitía el paso a una persona por ahí, saltar la cerca de metal y hormigón, e ingresar a la mansión. Y así fué. Dipper hizo todo eso y con mucho cuidado de mi dañar el traje de gala que cargaba, logró infiltrarse en la mansión, que curioso que saber eso le ayudaría más tarde.

Una vez completada la infiltración, se dirigió hacia donde debería encontrarse el tipo que abría el portón, pero cuando llegó estaba vacío el lugar.

Eso era MUY EXTRAÑO, ya que solo podía abandonar el sitio en momentos específicos del día. Dipper logró dar con el botón que abría el portón y este mismo se abrió de un lado a otro. El auto ingresó y Dipper cerró el portón.

El auto se estacionó enfrente de la puerta principal de la mansión Northwest, bajó Pacífica y a los pocos segundos el castaño llegó con ella. La jóven rubia le preguntó a Dipper que pasó con el tipo del portón, pero su novio le respondió que no había nadie. No obstante, antes de que pueda decir siquiera que lo iba a correr por abandonar su puesto, un sonido se logró escuchar a lo lejos, algo así como un jarrón cayendo al suelo.

Eso llamó la atención de Pacífica y de Dipper, y también era raro que las luces entes encendidas, osea las luces de afuera no habían caído en cuenta ese pequeño detalle. Pronto ingresaron en la mansión, y todas las luces al interior estaba encendido.

Pacífica se dirigió hacia la sala principal para ver de dónde provenía ese ruido; sin embargo, Pacífica encontró ahí en la sala principal, y con aspecto de estar asustada y confundida al mismo tiempo, a Sasha, mirando las escaleras que conducían al piso superior.

—¿Sasha que ocurrió? —preguntó Pacífica.

—Señorita Pacífica, que bueno que llegó —respondió Sasha, en efecto, estaba asustada, ¿pero por qué?—. No sé que haya ocurrido pero es algo grave...

—¿Pero qué pasó? —preguntó Pacífica, casi que a la par de su pregunta el ruido de algún objeto valioso rompiéndose o siendo tirado al suelo. La jóven rubia llevó su mirada hacia las escaleras, ¿Qué estaba ocurriendo?, ¿Por qué esos ruidos? ¿Acaso alguien estaba peleando?.

—La señora Priscila... —tan pronto como mencionó el nombre de su madre, Pacífica no se lo pensó dos veces y corrió hacia las escaleras lo más rápido que pudo, un fuerte palpitar en corazón y una sensación de que algo malo ocurría se apoderó de todo su pecho. Una sensación, un malestar, un sentimiento de preocupación vino acompañado.

Dipper quiso ir detrás de su novia pero primero se detuvo a preguntarle a Sasha lo que pasó, a lo que ella le respondió diciéndole lo siguiente...

—Desde hace un par de horas la señora Priscila no ah hecho más que dar gritos, llorar a mares, romper las cosas del señor Preston, incluso estaba arrojando su ropa desde la parte de arriba y me ordenó a gritos ponerla en bolsas de basura. No sé que tiene, no quiere hablar con nadie.

Oh no, oh no, solo con escuchar esa respuesta el castaño ya supo al instante lo que estaba ocurriendo, por lo que fué detrás de su novia subiendo las escaleras lo más rápido que pudo. Pacífica cuando llegó al piso superior lo primero que vió fué que en los pasillos se encontraban el mayordomo de Preston, el señor Luc, el tipo que supuestamente debería estar cuidando el porton, y el jardinero de la mansión.

El hecho de estar todos reunidos en ese pasillo, a las afueras de los aposentos de Preston y Priscila, más los ruidos que ahora Pacífica sabía eran de su madre, fué la receta perfecta para que la jóven rubia sintiera un miedo tan profundo que subía lentamente por la punta de sus pies.

—¿Qué está pasando?, ¡Y tú deberías estar atendiendo el portón! —levantó la voz la jóven rubia.

El castaño llegó tras de ella, y ahora los gritos eran más entendibles. Todo un drama ocurría en ese piso.

—Lo siento señorita Pacífica, es que la señora Priscila está actuando muy raro, está llorando, está gritando, tirando cosas, y me obligó a que no le abra la puerta a nadie, por eso estoy aquí adentro.

—Pues yo te ordeno que regreses a tu puesto en este instante —le ordenó Pacífica al tipo, a lo que este último asintió con la cabeza y se regresó a su puesto. Sea lo que sea, era mejor estar en su puesto cuidando el porton que estar presenciando cómo actuaba Priscila. Se devolvió a su lugar.

Pacífica pasó de largo, incluso ignoró a los demás y fué directamente a la habitación de su madre. Tanto Dipper cómo Luc cruzaron miradas, muy serias, no faltaba decir algo, ni siquiera preguntar que ocurría, ambos entendían perfectamente lo que estaba pasando ahí adentro de esa habitación.

Cuando Pacífica llegó a la habitación, por alguna extraña razón sus ojos comenzaron a cristalizarse. Ver a su madre, sentada al borde de la cama, sosteniendo su rostro con ambas manos, llorando como si hubiera recibido la peor noticia del mundo —y está cerca de serlo— sin que nadie pueda hacer algo para calmarla, aunque hacer eso es imposible. Su hijo se acercó a ella, por toda la habitación estaba la ropa de Preston tirada e incluso algunas prendas desgarradas por la rabia que sentía, antes de veía como una mujer que nadie podía calmarla, pero ahora, sentada en ese borde de la cama, se veía tan indefensa, tan vulnerable.

—¿Mamá? —preguntó Pacífica, casi que su voz se quiebra, no sabía por qué pero ver todo lo que ocurría, era como por decirlo, el aperitivo de entrada a lo que sería el infierno.

Priscila levantó su rostro, sus ojos rojo, llorosos, cristalinos, su expresión tan decaída y melancólica, incluso parecía que había envejecido un par de años, su cabello alborotado, manchas de lágrimas sus corrían por sus mejillas, un rostro tan triste que con solo verlo daba tristeza.

—¿Qué pasó?, ¿Por qué todo este escándalo? —preguntó su hija.

—Pacífica... —con una voz hecha pedazos logró pronunciar a duras penas el nombre de su querida hija.

—Mamá por favor responde, ¿Qué pasa?.

—Hija, a tu madre le vieron la cara de estúpida —volvió a llorar, parece que las lágrimas no se le terminaban a esta mujer. Su hija la abrazó fuertemente, no sabía que más hacer, estaba desesperada ver así a su madre, en ese estado era tan desesperante que, no había palabra alguna para describir lo que Pacífica sentía.

El castaño llegó a la habitación. Se sentía culpable, no le habían dicho nada y ya se sentía culpable, ver a Priscila y también a Pacífica en esa situación fué... horrible, y como si la vida tuviera razón y le diera una cachetada en su mejilla por no haber confiado en su novia y haberle dicho la verdad. Dipper no sabía que decir, aunque bueno, ¿Qué iba a decir?, Algo así como: oye Priscila, ¿Ya descubriste que Preston te era infiel desde hace tiempo, se revolcaba en la cama con su amante y luego venía y se acostaba contigo?. Claro que no, no era tonto, y por eso guardó silencio, era lo que podía hacer en esas circunstancias.

Pero como su servidor le gusta echarle más leña al fuego, la parte faltante en esta fórmula para el caos fué dando la cara o más bien, apareció en escena. Nuestro amigo Preston llegó a la mansión pocos minutos después que su hija, el taxi lo dejó enfrente del portón, pagó el costo del viaje que no fué nada barato y fué corriendo al interfono para que le abran. Para su buena o su mala suerte —dependiendo del punto de vista que lo mires— el tipo del portón estaba ahí, ya había llegado, y al ver a Preston tan desesperado le abrió rápido la puerta.

El tipo quiso advertirle a Preston lo que ocurría, pero el hombre millonario fué lo más rápido que pudo hasta la mansión Northwest, ingresó, cruzó toda la sala a una velocidad que el mismo Usain Bolt envidiaría, ignoró a todo mundo, a Sasha, al jardinero, a los cocineros que también escucharon el escándalo, a su mayordomo que pasó a lado suyo, ni siquiera le reclamó el hecho de que no le respondió el celular.

Llegó a la habitación, y su llegada era como aquel caballo en el relato bíblico que solo trae consigo caos, destrucción y... bueno, muerte, porque su relación moría justo aquí y ahora.

—Priscila... —dijo apenas llegó y su mirada como una mira de francotirador se enfocó únicamente en su esposa, ignoró al castaño, e incluso a su propia hija que estaba a lado de Priscila.

Dipper se dió la media vuelta, y como que escuchando tenuemente una vocesita que le decía: ¡Salga de ahí soldado! dió pasos lentos, huyendo en efecto porque lo se venía no sería lindo de ver.

La susodicha Priscila levantó su mirada, y Dios mío que estás allá arriba no me dejas mentir, su mirada fué tan penetrante, tan asesina, tan molesta, ¿Alguna vez alguien les ha hecho algo tan doloroso que rompió su corazón y su alma en mil pedazos, lo metió en una bolsa de basura y lo arrojó a la calle?, Pues tener enfrente a Preston era lo mismo, ¡Pero peor!.

—¿Tienes el descaro de venir aquí? —preguntó Priscila.

—¿Por favor qué está pasando? —preguntó Pacífica, viendo a su madre y a su padre.

—Priscila, mi amor yo...

—¡No me digas mi amor me da asco escuchar eso! —levantó la voz Priscila.

Pacífica estaba confundida, asustada, que alguien por favor le brinde ayuda que la pobrecita la necesitaba, oh es verdad, en el infierno nadie puede ayudar a nadie, y estaba a punto de presenciar cómo lo que perduró durante dieciséis años iba a caer esa noche.

—Priscila, no sé lo que hayas visto o te hayan dicho, pero déjame decirte que todo es mentira.

—¡¿Mentira?!, ¡¿Mentira?!, ¡¿Acaso crees que soy estúpida?!, Tal vez porque creíste eso es que hiciste lo que hiciste... —se fué acercando a su esposo, con un aura de querer golpearlo, de querer echarlo, de que querer no volver a verlo nunca más.

—Priscila, por favor, escúchame.

—¡No yo ya no tengo nada que escuchar! Ya lo sé todo... —dijo aquella mujer con el corazón hecho pedazos—. Preston... ¿Qué rayos significa eso de que soy la que lo lleva al éxtasis?

—¿Éxtasis?, ¿P-Papá de que está hablando mamá?

—Priscila, lo que hayas escuchado, no es cierto, todo es una mentira inventada por alguien que quiere hacernos daño —dijo Preston, tratando de no verse como un cobarde.

—¡Por favor Preston deja de mentir! ¡Sé un hombre por al menos una vez en tú asquerosa vida!, ¡Ya me lo han dicho todo ya lo sé todo!. Preston... —se mostró desesperada, asqueada—, ¿Con cuántas...? ¿Cuántas veces...? ¿Qué hicieron...? ¿Y después venías y me besabas con...? ¡Preston que asco maldita sea que asco!.

Preston no sabía que hacer, ya era inútil seguir con las mentiras, Priscila lo sabía todo y de seguro alguien se lo dijo, y miró al castaño tan furioso que estaba a punto de matarlo.

—¿Se lo dijiste verdad?, ¡Se lo dijiste cuando me prometiste que no lo harías!

—Y-Yo no... —respondió Dipper.

—¿Dipper de qué está hablando mi papá? —preguntó Pacífica viendo a su novio, confundida.

—Ahora resulta que Dipper también lo sabía —mencionó Priscila—. Solo falta que Luc también lo sepa.

Tanto Preston cómo Dipper guardaron silencio.

—¿Luc lo sabe, verdad? —preguntó Priscila—, perfecto, ¡Ahora todo mundo lo sabe y me han estado viendo la cara de estúpida!.

—Mamá por el amor de Dios, dime qué rayos es lo que está pasando... —dijo Pacífica.

—Pacífica por favor, espera afuera de la habitación —dijo Priscila mirando a su hija.

—No mamá, no me iré hasta que... —fué interrumpida abruptamente.

—¡Pacífica dije que esperes afuera, obecede! —levantó la voz Priscila, gritándole a su hija cosa que rara vez hacía, pero esta vez se sintió más doloroso, mucho más doloroso hacerlo y en una situación como esa.

Pacífica hizo caso a la orden de su madre y se retiró de la habitación, quedándose afuera en el pasillo observando todo, aunque en realidad eso de esperar afuera era en vano porque de todos modos podía escucharlo todo. Dipper también esperó afuera de la habitación, y su novia no había caído en cuenta lo que dijo Preston anteriormente.

Priscila se acercó a su esposo, con lágrimas corriendo por sus mejillas, cómo si fueran cascadas, de las cascadas más potentes que puedan existir en este planeta. Su corazón hecho pedazos no podía ser reparado con nada, ni siquiera Preston rogándole que lo perdone lo haría, ya le fué infiel no sola una, sino también varias veces, y en su mente, se imaginaba que fué con varias mujeres así de iguales como Valery, jovencitas y muy hermosas.

—Preston —a duras penas pudo pronunciar su nombre—, solo voy a preguntarte algo. ¿Por qué?.

—Carino, por favor...

—¿Por qué?, ¿Qué hice mal?, ¿Qué hice mal, Preston?, ¿No te demostré el suficiente amor?, ¿No estuve contigo cuando nos pasó lo del pasado?, ¿Entonces por qué me hiciste eso?...

Priscila le preguntó una última cosa, lo que terminó de romper el corazón del hombre millonario, aunque se lo tenía merecido, no debió haber hecho sufrir a su esposa...

—¿Tan poca cosa valgo para tí?.

Eso le provocó unas cuantas lágrimas al hombre millonario.

—Preston, yo estuve contigo desde el principio, incluso cuando perdimos nuestra fortuna, yo fácilmente pude haberme ido con otro tipo porque no puedo vivir con las personas normales de este pueblo, yo pude haber hecho eso pero no, estuve contigo, durante todo ese tiempo, amándote como siempre lo había hecho, ¿Y tú me pagas de esta forma todo lo que hice?, ¿Valgo tan poco para tí?, ¿Me pagas siendome infiel con la primera que ves?.

Palabras duras pero verdaderas, Priscila pude haberse marchado con otro hombre que la haga vivir como una reina, pero no, se mantuvo a lado de su esposo, con mal carácter pero era por la situación que vivían. Lo amaba, y Preston le pagó ese amor con infidelidad, y no valorando lo que ella hizo por él.

Pacífica escuchó lo que su madre dijo, y las lágrimas también se asomaron en sus ojos, mismo que los abrió como un par de platos. Su padre, el honorable —en su mente, claro está— Preston Northwest, ¿Engañando a su esposa?, y no solo a su esposa sino tambíen a ella. Pacífica dejó escapar de su boca un pequeño chillido, y sintió que sus fuerzas la abandonaban poco a poco.

—Oh no, todo se arruinó —comentó el castaño, oh mejor dicho, se le escapó. No se percató que su novia lo había escuchado y recíen tomó en cuenta lo que su padre le recriminó a su novio antes de salir de la habitación.

—¿Dipper qué es lo que sabes? —preguntó Pacífica—. ¿A qué se refería mi papá con eso de "se lo dijiste"?

—Pacífica yo...

—¿Y eso de prometer? —ya comenzaba a alterarse, producto de lo que estaba ocurriendo, y las lágrimas caían como delgadas tiras transparentes—. ¿Dipper qué está pasando?.

Con los esposos, oh mejor dicho con los ex esposos porque seguramente la relación llegó a su fín, Priscila ya hecha mil pedazos le dijo a Preston que se marche, en buen plan, que se aleje de ella que no quería verlo ni en pintura; sin embargo, Preston intentó hacer que se calme, pero solo recibió como respuesta...

—¡LARGATE PRESTON NO QIIERO VERTE! —gritó Priscila. Dicho grito fué escuchado por Pacífica quíen no sabía que hacer al respecto, por un lado tenía su novio que debía darle muchas explicaciones, y por otro lado tenía a su madre que estaba hechando a su padre a la calle, y por otro lado, como todo se estaba desmoronando.

Pacífica volvió con su novio para que le explique la situación y le responda sus dudas, aunque su mayor duda sería resuelta ahora.

—¿Dipper acaso sabías que mí papá engañaba a mí mamá? —preguntó la jóven rubia.

—Pacífica creeme yo no...

—¡¿Lo sabías si o no?! —levantó su voz tan fuerte como sus fuerzas se lo permitieron; aunque esta fué como una suave melodía ante los gritos de su madre que estaba hechando a Preston a la calle.

Dipper entre la espada y la pared, no sabía que responder, oh más bien lo sabía perfectamente pero, ¿Cómo decirlo?. Intentó anesteciar dando una razón de su actuar, de haberse callado y no decir nada; no obstante, eso sería en vano.

—Pacífica yo solo quería cuidarte...

—¿Entonces lo sabías?.

—Cariño yo... —fué interrumpido.

—No me salgas con mentiras Dipper, ¿Lo sabías? —preguntó entre lágrimas.

Sin tener qué más decir, solo tuvo que afrontar la realidad que él mismo intentó ocultárselo de su novia, por lo que cerrando sus ojos con pesar, asintió con la cabeza. Puedo asegurar sin temor a equivocarme que todos hemos escuchado el sonido de un cristal romperse, bien, así fué como sonó el corazón de Pacífica al ver a su novio decir que sí.

—Entonces lo sabías todo, y prometiste no decir nada, ocultaste las sinverguencerías de mi padre.

—Pero Pacífica créeme que yo no quise —fué interrumpido.

—¡¿Y SE PUEDE SABER POR QUÉ MIERDA NO ME DIJISTE NADA?! —agarrando a su novio del traje con la escasa fuerza que las lágrimas le drenaban de su cuerpo, lo hizo retroceder hasta chocar contra la pared.

A Dipper tambíen se le salieron las lágrimas, lo que prometió valió, se fué por el caño, ya no tenía sentido.

—¡NO PUEDO CREER QUE TÚ LO SABÍAS Y NO ME DIJISTE NADA! ¡¿POR QUÉ?!, MIS PADRES ESTÁN PELEANDO Y... MI FAMILIA... SE ESTÁ...

Pacífica alcanzó a escuchar como algo fué arrojado al suelo, era un supuesto regalo que Preston le dió a su esposa por su aniversario, ¿Pero quíen sabe?, tal vez ese regaló lo compró después de acostarse con su amante.

—No, por favor no, todo menos esto... Mis padres no por favor —ver a sus padres pelear de esta manera fué la gota que derramó el vaso. Si de por sí ya venía mal de una fiesta en la que tuvo que soportar muchas mierdas, de tres personas que no le agradaban, en lo más mínimo, ahora llegando a casa se entera que su padre estaba engañando a su madre desde hace cuánto tiempo, viéndole la cara de estúpida porque no hay otra palabra para eso, siendo infiel y burlándose de ella y de su madre; y para hacerlo peor todavía, su novio, la persona en la que confía y ama con todo su corazón y alma, sabía la verdad, pero no le dijo nada, y no entendía el por qué se quedó callado.

Todo eso fué la mezcla perfecta para que ella se derrumbara, lo que no pasó en aquel tiempo cuando perdieron su fortuna y su familia estaba vulnerable, siendo pobres, viene a pasar justo aquí y ahora. Su mayor miedo, se hizo realidad. Si Pacífica hizo algo malo, si trató mal a alguien, si lo ofendió, si lo humilló, si lo trató como basura, ahora el destino se estaba encargando de devolverle lo mismo, el karma actuando por su propia cuenta, pero muchas veces peor.

Cayó de rodillas al suelo, sintiendo como sus fuerzas le estaban abandonando, hecha un mar de lagrímas, detrás suyo su novio quíen para colmo no sabía que hacer, que decir, que murmurar, nada.

Se acercó a su novia e intentó tocar su hombro, pero Pacífica lo observó, y con esa mirada le dijo todo, que no se acerque, que enserio no se acerque y que no le diga nada al menos no por ahora.

Dipper entendió lo que le dijo con esa mirada, y esa expresión, ese semblante triste, desesperante, con las lágrimas cayendo por sus mejillas, ahí de rodillas en el piso alfrente suyo, sintiendose insegura, impotente, y sobre todo, hecha pedazos, esa imágen quedará grabada con fuego en los rincones más profundos de su mente, por siempre y para siempre.

En la madrugada, todo fué un caos en la mansión Northwest. Priscila hechó a Preston a la calle, cosa curiosa porque en teoría la mansión le pertenece a Preston, pero eso ya poco importaba ahora. Pacífica quedó totalmente decepcionada de su novio, que de paso ni siquiera pudo disculparse por no decirle nada, aunque en realidad decirle un "lo siento" no iba a reponer nada.

La familia Northwest, quedó fracturada para siempre. Eso creía.

III

Pasó todo un día. Dipper no tuvo el valor suficiente de ir a la mansión Northwest, sabía que si iba para allá, nada bueno iba a salir, no solo su novia estaba dolida con él por haberle ocultado semejante cosa, como la infidelidad de Preston, sino que no confío en ella y no fué capaz de decirselo.

Tal vez, si se lo hubiera dicho, si hubiera confiado en ella, y si no hubiera tomado una decisión él solo, quizá todo este asunto se hubiera resuelto de otra manera; pero el tiempo no puede retroceder, no importa cuanto suplique uno, el tiempo jamás va a retroceder, al menos, no de forma normal.

El día pasó tan lento, tan lento, que fué un verdadero martirio para Dipper, porque aunque quisiera ir y disculparse, decirle a su novia que lo que hizo no fué con malas intenciones al contrario, la amaba tanto que quería proteger su sonrisa y protegerla a ella a cualquier costo, aún si eso implicaba vivir mintiendo, ocultando eso, y era curioso porque Dipper dijo que odiaba mentir y ocultar cosas, sobre todo a su pareja.

Se arrepintió de lo que hizo, entre lágrimas se arrepintió de lo que hizo; pero ahora ya no importaba eso, la familia de su novia estaba hecha pedazos, fracturada y con una herida tan profunda que ni siquiera el tiempo, como dijo Mabel, podría cicatrizarla.

Dipper estaba en su habitación, mirando el techo, sumergido entre sus pensamientos, se le venía a la mente aquella imágen de su novia arrodilla en el suelo, con el corazón hecho trizas, con una expresión tan triste que no se borraría jamás. Su mayor temor hecho realidad.

Era la media noche, y el castaño aún seguía despierto. No podía descansar, ni dormir, nada. Por más que lo intente esa imágen de su novia estaba en su mente, y no se iba. Por las mejillas del castaño corrían pequeñas y delgadas lagrímas,  mismas que llevaban consigo todo su arrepentimiento.

No obstante, y no tengo palabras para describirlo porque es muy dificil, solo sé que Dipper iba a tomar una última decisión por su propia cuenta. De un momento a otro, la alarma sonó, y la expresión del castaño cambió por completo.

Una expresión sombría era lo más cercano que puedo describir. Apagó la alarma, se levantó de la cama, se colocó los zapatos, agarró una chaqueta para el frió y se dirigió a la puerta.

La voz de su hermana lo detuvo unos instantes...

—Dipper —dijo Mabel.

Dipper se detuvo antes de abrir la puerta. Se volteó sutilmente para observar a su hermana gemela.

—¿Enserio lo harás? —preguntó. Su hermano sin pronunciar palabra alguna, solo asintió con su cabeza. Mabel ya sabía lo que su hermano iba a hacer, era tan obvio que no era necesario explicarlo—. Dipper, no creo que debas hacer eso, lo hecho, hecho está, ya no te concierne entrometerte.

—Pero debo hacerlo.

—No, no debes, basta con lo que pasó, ya no es necesario que intervengas, es mejor dejar las cosas como están —dijo Mabel—. ¿Serías capaz de vivir con eso toda tu vida?.

Dipper no le dijo nada, y no era necesario, su silencio era lo que otorgaba la respuesta. Salió de la habitación, mientras que Mabel suspiró con pesadez, porque sabía que si su hermano hacía lo que tenía en mente, si tomaba ese camino, ya no había vuelta atrás.

Bajó con el ascensor hasta el laboratorio de su tío, y ahí tomó sin permiso aquello por lo que su tío tanto trabajó. Tomó de nuevo el ascensor y se dirigió a la superficie. Un frío intenso recorrió su cuerpo cuando salió de la cabaña.

Se dirigió en medio de la noche, a la mansión. Cuando llegó a la mansión, todo estaba apagado, el tipo del portón de seguro estaba dormido. Se dirigió a un costado de la mansión, trepó por la cerca y se infiltró en la mansión.

Iba a comenzar con su trabajo...

Logró abrir la puerta principal de la mansión e ingresar, algo extraño porque en teoría debería estar cerrada con seguro, pero no lo estaba, quizá el destino estaba ayudando a Dipper a qué cumpla con su objetivo. Todo estaba oscuro, luces apagadas, pero fué capaz de caminar sin chocarse con nada, haber trabajado ahí rindió sus frutos por fin. Lo primero que hizo fué dirigirse a la habitación de los empleados, primero a la de Sasha. Cuando ingresó, observó que Sasha estaba dormida, con una expresión de preocupación y no era para menos, pero lo más extraño era que a lado suyo, había una gran maleta, posiblemente con toda su ropa ahí guardada, y quién sabe, con semejante problema entre los dueños, tendría que abandonar la mansión y buscar otro empleo, cosa difícil, muy difícil, pero no había otra opción...

¿Oh sí?.

Dipper escribió en aquella pantalla de ese arma todo lo relacionado con el problema entre Preston y Priscila, todo sobre la infidelidad del hombre millonario, y todo lo ocurrido aquella noche y madrugada. Apuntó a la cabeza de Sasha, y disparó. El destello del rayo hizo que la habitación se ilumine por unos efímeros milisegundos, como el flash de una cámara que captura un momento inolvidable, solo que en esta ocasión, era un flash para borrar algo imborrable.

Se encargó de desempacar toda su ropa y guardarla, y cuando Sasha se despierte y vea su ropa, tal vez crea que la guardó sin darle mucha importancia. Cuando terminó con ella, salió de la habitación, haciendo el menor ruido posible. La expresión de Sasha cambió, ya no era una de preocupación, ahora era una de... calma, de descanso.

Fué a otra habitación, a la del chófer de la familia, y también hizo lo mismo que con Sasha, le borró la memoria, y para cuando despierte mañana, no iba a recordar lo que pasó. Fué con los cocineros y también les borró la memoria, hizo lo mismo con el jardinero, ese señor le caía muy bien a Dipper, y sería una tontería que tal vez se vaya de la mansión por una estupidez de Preston.

Fué con los sastres, hizo lo mismo, les borró la memoria, y cuando llegó con el mayordomo de Preston, aunque no quisiera hacerlo, no tenía elección. Luc, al igual que Sasha, también tenía una expresión de preocupación, pero cuando Dipper le disparó con el rayo, cambió esa expresión. Les borró la memoria a todos los sirvientes. Habitación por habitación, todas fueron iluminadas por ese destello, y su memoria fué borrada sin que sufran a largo plazo daños en su cerebro, Dipper debía agradecerle eso a su tío, aunque después se lleve un pequeño regaño por haber tomado su invento sin su permiso.

Ahora venía lo interesante. Cuando subió las escaleras, fué directamente a la habitación de Priscila. Estaba cerrada, no podía entrar porque tenía el seguro por dentro. Salió de la mansión y buscó la forma de llegar a la habitación de Priscila desde afuera, usar la escalera del jardinero no sería una opción, porque haría ruido y eso no quería Dipper. Todo lo hacía por su novia, con mucho cuidado, y corriendo el riesgo de caerse y romperse algún hueso, trepó por la pared usando pequeños bordes que sobresalían de la misma, como las decoraciones por ejemplo. Hubo un tramo que no pudo pasar fácilmente, y sino fuera porque logró aferrarse con fuerza, se hubiera caído de cara al suelo y ahí hubiera quedado.

La ventana si estaba abierta, y cuando ingresó cielos santo esa habitación estaba hecha un desastre. Todo dañado, todo hecho pedazos, y en la cama, yacía Priscila.  Dipper sintió muchísima pena por ella, y le pidió disculpas mientras dormía. Apuntó a su cabeza y apretó el gatillo, siendo que su habitación también se iluminó con aquel destello. La expresión de Priscila, aquella expresión de tristeza, de amargura, de resentimiento, pero sobre todo, de dolor, cambió por completo.

Se encargó de borrar cualquier conversación, foto, etc, que pueda comprometer de nuevo a Preston. Lo consiguió gracias al guión dijo gracias a qué planeó todo meticulosamente. Cuando salió de la habitación le quitó el seguro y se marchó.

Ahora venía la parte más complicada de todas. A paso lento, con mucho pesar, soportando las ganas de soltar lágrimas, fué a la habitación de su novia. Cuando llegó, por fortuna o para su desgracia, la puerta no tenía seguro. Giró la perilla e ingresó, todo estaba a oscuras, salvo la luz de la luna llena que iluminaba parte de la cama de su novia. La ventana tenía las cortinas abiertas, y la luz del círculo blanco ingresaba sin problema, como diciéndole: "entra, has tú trabajo y márchate"

Sin hacer ruido se acercó a la cama de Pacífica, y en efecto, ella estaba dormida, profundamente dormida, pero la cosa que más dolía era en los detalles. Se podían apreciar con algo de dificultad, manchas en su almohada, rastros de lágrimas que cayeron por sus mejillas cómo cascadas en su máximo esplendor. Una expresión tan triste que no hicieron más que cristalizar los ojos del castaño.

Verla en ese estado, dolía más que cualquier golpe, incluso dolía más que los golpes que da la vida. Ese fué su castigo por querer hacer las cosas por su cuenta, por no haber confiado en su novia, ahora debía solucionar su error.

Entre lágrimas el castaño se acercó a la cama de Pacífica, se puso de rodillas a un lado de su cama, le acarició la mejilla mientras esta aún seguía dormida. Supuestamente le prometió proteger su sonrisa, y de cuidarla, pero falló rotundamente en hacer eso, y ahora, su novia sufría por eso.

—Perdóname —le susurró, entre lágrimas, continuaba arrepintiendose de lo que hizo—. Creía que hacía lo correcto, pero me equivoqué, no fuí el novio perfecto que tanto anhelabas, yo te fallé Pacífica, y créeme que me arrepiento de lo que hice —se acercó a su rostro y le dió un beso en la frente, con delicadeza, no debía despertarla. Se puso de pie y se alejó unos cuantos pasos—. Espero... que para mañana regrese esa sonrisa que tanto adoro.

Le apuntó a la cabeza, pero antes de presionar el gatillo, escribió algo más en la pantalla, algo que describía el error que cometió el castaño.

—Si hacer esto es un pecado, que me espere el cielo porque al infierno yo voy —se dijo a sí mismo. Respiró profundo y apretó el gatillo. El destello tan rápido como siempre logró dar en la frente de Pacífica, y esta última, lentamente fué cambiando aquella expresión que tanto le dolía a su novio, ahora su semblante era uno tranquilo, sereno, como si de un largo descanso se tratase.

En esa noche Dipper se encargó de borrar todo, absolutamente todo, los videos de las cámaras de seguridad, si se preguntan como alguien puede pasearse por aquella mansión sin que nadie se dé cuenta, Dipper desactivó los sistemas de seguridad, y no es algo conveniente, trabajar ahí desde el comienzo del verano le permitió conocer toda la mansión. En la oficina de Preston buscó y rebuscó cualquier cosa que pueda comprometer al hombre millonario, pero no encontró nada. Revisó las conversaciones que Priscila tenía con Preston, y no encontró nada. Se encargó de dejar todo intacto para mañana, sin que nadie sepa lo que ocurrió en la madrugada.

Una vez habiendo borrado todo, se retiró de la mansión, pero antes de irse, recordó que había alguien más a quien borrarle la memoria, el tipo del portón. Logró dar con él y le borró la memoria.

Fué una noche muy difícil para el castaño, y aunque el esfuerzo físico que hizo no fué uno colosal, mentalmente se sentía fatigado. Pero su trabajo estaba lejos de terminarse aún.

Todavía faltan alguien a quién borrarle la memoria. Ese era Preston. Algo en el corazón de Dipper le dijo en dónde podría estar ese hombre, y se dirigió para allá. Cruzó todo el pueblo y llegó al sitio donde debería encontrarse Preston, el antiguo lugar donde se quedan a vivir antes de volver a hacerse millonarios, en la casa del antiguo jefe de Preston, el viejo señor Julián.

En efecto, ahí se encontraba Preston. Cuando lo corrieron de la mansión no tuvo otro lugar más a dónde ir, sino al lugar donde tal vez aparte de llevarse el peor regaño de su vida, se llevaría el mejor consejo que podría darle.

El anciano escuchó que alguien estaba llamado afuera, y cuando se asomó por la ventana en el piso superior, observó a cierto muchacho de aspecto extraño, que llamaba a Preston. El hombre millonario también se asomó y al ver que era Dipper se llevó la mayor sorpresa de su vida, ¿Cómo rayos logró dar con él?, Y la respuesta fué Pacífica, quién le relató hace tiempo todas las penumbras que habían pasado cuando perdieron su fortuna, y el lugar donde se habrían quedado. Así fué como Dipper dió con Preston.

Al cambiar la escena se podía ver cómo todos estaban reunidos en la sala de aquella casa.

—¿Qué haces aquí, Dipper?

—No creas que vine para ver cómo te encontrabas.

—¿Preston conoces a este muchacho? —preguntó el viejo.

—Lo conozco, es sirviente de mi hija.

—Exacto, solo vine para terminar con un trabajo.

—¿Trabajo?, ¿Qué clase de trabajo? —preguntó—. ¿Pacífica te mandó?.

—Es más de media noche, ¿Realmente crees que Pacífica me enviaría por tí a estas horas?.

—¿Y entonces por qué estás aquí, ¿Y como me encontraste?.

—Digamos que Pacífica me contó todo sobre lo que ustedes pasaron hace tiempo, por eso sé la ubicación de este lugar, aunque a decir verdad es increíble haberte encontrado aquí, por unos momentos creí que te habías ido del pueblo.

—¿Y por qué viniste? —preguntó Preston.

—¿Preston por qué lo hiciste?, ¿Por qué engañaste a tú esposa?.

—Oye muchacho espera, creo que estos temas no deberían ser tú incumbencia, son problemas de los Northwest, y tú solo eres un sirviente —dijo el anciano.

—Oh créame que me incumbe escuchar la verdad.

—Yo no tengo por qué responderte esa pregunta, Dipper.

—Si debes hacerlo, ¿Por qué engañaste a tú mujer?.

—No te incumbe eso —dijo Preston.

Dipper guardó silencio por unos momentos, pero después suspiró con pesadez y volvió a preguntarle a Preston.

—¿Al menos te arrepientes de lo que hiciste?, Preston si tan solo hubieras visto como quedaron tú esposa y tú hija, créeme que sentirías como el corazón se te hace padazos.

—¿Y qué quieres que haga?, ¿Qué retroceda el tiempo?, No se puede retroceder el tiempo.

—¿Pero por qué lo hiciste?

—¡No sé! —levantó la voz—. No sé, por qué lo hice no lo sé, las cosas entre Priscila y yo no andaban bien, ella me amaba sí pero, nuestra relación de enfrió tanto que, ya no sentía esa calidez que sienten las parejas.

—Preston —dijo el señor Julián.

—Por eso tuve esa relación con esa mujer, quería escapar aunque sea unos momentos de la dura realidad, y nunca pensé en las consecuencias que eso me traería.

—Preston, nada justifica que le hayas sido infiel a tú esposa —dijo Dipper.

—Oye muchacho eres muy jovencito para andar dando consejos sobre relaciones.

—Soy jóven, y también ignoro muchas cosas sobre tener una relación es verdad, pero al menos en mi ignorancia sé cómo debería tratar a mi pareja, serle fiel y... —le dolieron decir estas palabras—, confiar, confiar siempre en mí pareja, y nunca tomar una decisión yo solo.

—Dipper, no creo que debas estar en este lugar, lo que pasó con Priscila no creo que tenga arreglo, no importa cuántas veces le suplique que me perdone, jamás lo hará.

—Preston, una infidelidad nunca se perdona, tal vez se olvida, pero nunca se perdona, ¿Pero al menos estás arrepentido de lo que hiciste?.

Preston agachó su rostro mirando el suelo, y las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos...

—Como deseo nunca haber conocido a esa mujer, incluso cuando Priscila me corrió de la casa la llamé para recriminarle lo que hizo. Terminamos discutiendo y la bloqueé, como me arrepiento de haber conocido a esa... tipa. Me equivoqué... me equivoqué en todo.

Dipper también agachó su rostro al igual que Preston, por primera coincidía en algo con el hombre millonario.

—Ambos nos equivocamos Preston, nos equivocamos en todo.

—¿Hum? —murmuró Preston, entre lágrimas.

—Ya puedes volver a casa —eso que dijo Dipper dejó confundidos a los dos hombres.

—¿Qué dijiste, Dipper?.

—Que ya puedes volver a casa, tú esposa y tú hija te estarán esperando con los brazos abiertos, mañana por la mañana.

—¿A qué te refieres? —preguntó Preston.

Dipper se puso se pie frente a los dos hombres, suspiró y sacó el arma que llevaba consigo, misma que logró ocultar con su chaqueta. Apuntó a Preston y tanto él como el anciano se asustaron, creyeron que este chico iba a hacer una locura.

—Espera Dipper, no hagas una locura —dijo Preston, muy asustado.

—Solo quiero que te quede algo bien claro Preston, si por mí fuera te dejaría vivir con la vergüenza de haberle hecho eso a tú esposa, y haber engañado también a tú hija, pero... esto lo hago por Pacífica, porque quiero que ella vea que las cosas entre sus padres están bien. Porque la amo.

—Dipper no, por favor... —casi se caga en sus pantalones cuando Dipper le apuntó a la cabeza.

—Hora de volver a casa, Preston.

Acto seguido el gatillo fué apretado y toda la escena se iluminó en un brillo cegador, seguido de otro muy cercano al primero, también le borró la memoria al anciano.

IV

La escena se iluminó toda, y tardó varios segundos en volver a la realidad. Ahora se podía ver cómo nuestros protagonistas, Dipper y Pacífica, estaban comiendo algo en la cafetería del pueblo. Ella comía unos panqueques, mientras él solo se tomaba una taza con té, y al parecer ambos se la estaban pasando bien, juntos, como lo que eran, novios.

—Cielos, como me gustan estos panqueques —dijo Pacífica, disfrutando cada bocado que le daba a esa comida.

—¿Eso quiere decir que tendré que aprender a preparar panqueques? —preguntó Dipper entre risas.

—No lo sé, eso depende de qué tan contenta me quieras tener —le respondió Pacífica, sonriendo, esa sonrisa que tanto amaba el castaño volvió al final.

—Si por mí fuera, te tendría contenta toda la vida jaja —contestó Dipper tomando su taza con té—. ¿Por cierto cariño cómo están tus padres?.

—Ellos están bien, mamá y papá se llevaban bien incluso me atrevo a decir que están más unidos que nunca, y eso me vuelve muy felíz, no quiero que ellos se separen, ¿Pero por qué la pregunta?.

—Curiosidad, se supone que debo preocuparme por quienes serán mis futuros suegros jaja.

Pacífica se acercó a su novio y le susurró al oído...

—Te amo, tontito —le dió un beso en la mejilla—. Menos mal que se tomaron nuestra relación de la mejor manera posible, por unos momentos creí que mi padre iba a correrte de la casa con una escopeta jeje.

—Si te soy sincero, también tuve miedo, no me quiero ir todavía, pero ahora estoy tranquilo y felíz de que podamos estar juntos al fin.

—Es verdad —dijo Pacífica, soltando una pequeña sonrisa.

Dipper guardó silencio unos momentos, porque aunque por más que lo deseara, de vez en cuando se le venía a la mente la imágen de su novia, en el suelo de rodillas, y eso lo ponía un poco triste. Pacífica observó el cambio de semblante de Dipper y le preguntó...

—¿Sucede algo mi amor?.

—N-No, nada, solo estaba pensando, ¿Qué te parece si vamos al lago unos momentos?, Hay que disfrutar al máximo porque ya solo nos quedan tres días del verano.

—Me parece una gran idea —tomó a su novio de la mano y comenzó a jalarlo—. Vamos, vamos.

—Jeje sí, vamos.

Ambos jóvenes salieron de la cafetería luego de pagar todo lo que consumieron. Mientras paseaban por el lago, y se la pasaban bien, el castaño pensaba en lo que hizo.

Sé que lo hice no es lo correcto, no debí interferir de esta manera entre los padres de mi novia, ¿Pero yo les pregunto qué hubieran hecho ustedes?, Me duele mucho tener que ver a Pacífica y hacer como si nada hubiera pasado, al final el que la está engañando soy yo...

Pacífica tomó una pequeña piedra y retó a su novio a ver quién lanzaba la piedra más lejos. Pacífica la arrojó y vaya que llegó lejos la dichosa piedrita.

Podría borrarme yo también la memoria y olvidarme de esa imágen, pero, no lo haré, que esto me sirva como castigo por lo que hice, llámenme exagerado, tonto, idiota, lo que quieran, pero no me importa, le prometí a mí novia que la cuidaría y la protegería y así lo será, si con eso debo... engañarla, que así sea.

Vamos Dipper, inténtalo —dijo Pacífica.

—Llegará más lejos, ya lo verás —dijo Dipper aceptando el reto de su novia. Se agachó y tomó una piedrita y la arrojó, pero no se vió bien si llegó más lejos que la de Pacífica.

Pacífica se agachó y recogió una piedrita...

Como me gustaría poder borrarle la memoria a esa mujer también, espero que nunca más se vuelva a aparecer en la vida de los Northwest, ruego por eso, aunque bueno, si vuelve a pasar, ya sé lo que debo hacer.

La jóven rubia la arrojó esta vez muy lejos, y sería difícil de que su novio lo supere. Dipper recogió una piedrita también y la arrojó lejos, pero perdió, no llegó tan lejos como la de su kovia. Se la pasaron todo el día divirtiéndose en el pueblo, disfrutando de los pocos días que les quedaba antes de que el castaño regrese a su ciudad de origen, rogando porque nunca más vuelva a ocurrir algo como lo que ocurrió esa noche... en la mansión Northwest.

FIN

Steven2: ¡MUCHAS GRACIAS A TODAS LAS PERSONAS QUE LLEGARON HASTA AQUÍ!, DE VERDAD, ESPERAMOS QUE ESTE FANFIC LES HAYA GUSTADO Y SI ES ASÍ NO OLVIDES DE DEJAR ESA PODEROSA ESTRELLITA.
NO SE OLVIDEN QUE TAMBIÉN HABRÁ UN CAPITULO ALTERNATIVO, NO SE OLVIDEN DE LEERLO. ¡NOS VEMOS, CUÍDENSE MUCHO, Y HASTA LA PRÓXIMA!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top