CAPÍTULO 7: CENA

Disfrútenlo muchas gracias!!.

Tras haberse probado el traje de sirviente que los sastres profesionales de Pacífica le hicieron, Dipper siguió a su ama Northwest, sin tener idea a dónde se dirigían. Mientras caminaban, Dipper observaba lo lujosa que era la mansión, no tanto como la antigua mansión Northwest, pero si tenía sus lujos, y le parecía sorprendente y hasta imposible ver qué, a pesar de que esa familia quedó mal públicamente, en tres años volvieron a tener esos lujos, era hasta imposible de creer.

—Este... señorita Pacífica, ¿Puedo hacerle una pregunta? —rompió el silencio el castaño.

—Sí, adelante —respondió ella.

—Me dijo que su familia, bueno... mejor dicho sus padres eran unos genios en los negocios, ¿En qué clase de negocios invirtieron o participaron sus padres para volver a tener todos estos lujos en menos de tres años?.

Pacífica suspiró y con cierto tono triste respondió...

—Mi padre invirtió parte del dinero que nos quedaba en un negocio que sus viejos amigos le ofrecieron, después de eso, llegaron ganancias y así, invirtió en más negocios buenos y al final, volvimos a tener la vida que nos merecemos.

—¿Así de fácil? —preguntó Dipper—. ¿Qué clase de retrasado mental haría negocios con alguien tan mentiroso y tan poco hombre como Preston Northwest? —pensó confundido.

En todo caso no hay necesidad de... recordar esos días —dijo Pacífica, con cierto tono triste, no quería recordar los días en dónde fué, por un tiempo, una persona común y corriente como el resto de las personas que vivían en ese pueblo—. Pero eso ya no importa ahora, solo tengo que disfrutar de nuevo de esta vida llena de lujos.

Sí, llena de lujos —pensó Dipper.

Pacífica llevó a su sirviente hasta la biblioteca que la mansión tenía. Cuando entraron, Dipper abrió sus ojos a más no poder cuando vió lo elegante que era; y, sin duda alguna, los Northwest no escatimaban en gastos.

—¿Qué hacemos aquí? ¿Va a leer o algo? —preguntó Dipper, mirando la increíble cantidad de libros que yacían en cada estante de esa librería.

—No, personalmente no me gusta mucho la lectura, estos libros que están aquí, todos estos libros que ves le pertenecen a mi madre, ella es amante de la lectura, yo no —respondió Pacífica, con tono formal.

—¿Entonces que hacemos aquí? —siguió insistiendo.

—Necesito encontrar un documento que me dijeron que busque, mi padre lo guardó en alguna parte dentro de esta biblioteca pero no lo recuerda, así que me ordenó buscarlo antes de que lleguen, y necesito algo de ayuda para encontrarlo rápido —contestó ella.

—Bien... ¿Y qué es ese documento? —volvió a preguntar.

—Es una carta, está en un sobre con el sello de Northwest Family —respondió—. Tú solo ayúdame a buscarla, eso es todo, ese es tú trabajo.

—D-De acuerdo —sin más, Dipper hizo caso a la orden de su ama.

Ambos empezaron a buscar dicho sobre dónde estaba guardada la carta que a Pacífica le ordenaron buscar. La jóven rubia buscaba entre los libros que su madre y muy pocas veces, su padres, leían cuando tenían tiempo libre; y por su lado, Dipper buscaba minuciosamente en el escritorio que estaba dicha biblioteca.

Abrió cajones, pero no encontró ningún sobre o alguna carta que contenga el nombre de Northwest Family. Sucedería que, mientras Dipper abría los dos últimos cajones de ese escritorio, logró percibir, por el rabillo del ojo algo que se movió afuera en el patio, haciendo que los arbustos se movieran y caigan unas hojas pequeñas.

—¿He?, ¿Qué rayos? —Dipper se aproximó a la ventana, la abrió y clavó su mirada en esos arbustos que antes se habían movido, y algo estuvo ahí—, ¿Qué fué eso?.

—¿Sucede algo? —preguntó Pacífica, extrañada de la actitud repentina que tuvo su sirviente.

—Ví que algo se movió entre los arbustos —respondió el castaño.

—Vivimos literalmente rodeados de árboles, de naturaleza, seguramente fué algún animal pequeño, alguna ardilla o algo que se metió en el jardín... —dijo ella—, deja de perder el tiempo y ayúdame a buscar.

—Seguro... —mirando unos pocos segundos más, Dipper cerró la ventana y prosiguió con lo suyo. Detrás de él, aquellos arbustos volvieron a moverse y algo oscuro se movió muy rápido y desapareció de la vista.

Dentro de la biblioteca, ambos continuaron buscando dicho sobre. Pacífica revisó varios libros pero no encontró nada, ningún sobre o alguna pista. Por su lado, Dipper abrió el último cajón y encontró ahí un libro con la portada completamente de color rojo, sin ningún diseño o adorno. Abrió dicho libro, era un libro con manuscritos antiguos, parecían ser poemas largos y otros con simplemente versos cortos. Pasando las páginas, el castaño encontró lo que estaba buscando, era un sobre color beige, y tenía inscrito en letras pequeñas Northwest Family.

—Señorita Pacífica... lo encontré —dijo Dipper, enseñándole a Pacífica el sobre que contenía la dichosa carta en su interior.

—¿Enserio?, Genial ya me estaba cansando de buscar —dijo Pacífica. Ella se acercó al castaño y tomó el sobre, el cual procedió a guardarlo rápidamente sin siquiera abrirlo o por lo menos, ver de qué se trata.

—¿Puedo saber de qué trata ese sobre? —preguntó extrañado Dipper.

—No, esto es algo de mi padre, así que no puedes saberlo, ni siquiera yo debo de leerla y menos tú, solo debes limitarte a obedecer mis órdenes, ¿Entendido?.

—Sí —dijo él.

A la par de que Dipper respondió eso, en la biblioteca dónde se encontraban estos dos jóvenes, ingresó una de las sirvientes que la familia Northwest tenía, una jóven chica, de aproximadamente 16 o 17 años de edad, de largos cabellos castaños y ojos claros.

—Señorita Pacífica... —dijo. Su voz suave, sumisa y educada llamó la atención tanto de su ama, como del castaño, quién al verla, quedó asombrado de lo linda que era ella.

—¿Qué sucede, Sasha? —preguntó Pacífica, mirando a dicha jóven.

—Antes que nada, disculpe qué la interrumpa señorita Pacífica pero, sus padres ya llegaron, y preguntaron por usted  —respondió la jóven sirvienta.

—¿Ya llegaron? —preguntó ella. Miró su reloj y se percató que sus padres llegaron más temprano de lo que esperaba—, no los esperaba a esta hora, pero no importa, gracias por avisarme Sasha... vamos Dipper, creo que a mis padres les gustará verte ser mi sirviente.

Dipper solo frunció el seño cuando Pacífica pronunció esas palabras. Empezaron a salir de la biblioteca, siguiendo a su ama; sin embargo, no pudo evitar detenerse a saludar a esa jóven sirvienta, los modales antes ante todo.

—Hola —saludó él.

—Hola, mucho gusto, no te había visto por aquí antes, ¿Eres nuevo, verdad? —preguntó ella, con un tono tan educado y tan formal que no dejaba de impresionar a Dipper.

—Sí, soy... nuevo aquí —dijo él—, digamos que por cosas del destino me tocó ser el sirviente personal de la señorita Pacífica todo este verano, por lo que seremos compañeros de servidumbre, ¿No? Jaja, me llamo Dipper, mucho gusto en conocerte.

—El gusto es mío, soy Sasha —sonrió ella, esa fué la sonrisa más amable y más linda que haya visto en toda su vida Dipper.

Pacífica apareció de nuevo en escena al ver que su sirviente no la seguía, y al verlo conversar con la sirvienta, se molestó puesto que, el contrato decía que debía permanecer a su lado todo el tiempo que ella lo deseé.

—¿Dipper estás esperando alguna invitación o qué? —preguntó Pacífica molesta.

—Lo siento señorita Pacífica —dijo el castaño. De nuevo miró a Sasha y se disculpó—, perdóname, me gustaría seguir hablando pero no puedo.

—No te preocupes, yo también tengo que ir a recibir a los señores Northwest —dijo Sasha.

—¡Dipper ven aquí ahora y Sasha tú también ve a hacer lo tuyo! —gritó Pacífica. Ante la evidente molestia de su ama, al castaño no le quedó más remedio que seguirla y estar en todo momento, a su lado.

Ambos sirvientes fueron detrás de Pacífica, quién iba a recibir a sus padres. Cuando llegaron a la sala, los padres de Pacífica, Preston y Priscila Northwest, se encontraban en la sala, acompañados de otras dos personas, un socio y su pareja que Preston había invitado a cenar. Pacífica se acercó a sus padres para saludarlos.

—Hola mamá, hola papá —saludó Pacífica, con un tono muy educado.

—Hola querida —saludó Priscila.

—Hola hija, ¿Qué tal tú día? —saludó Preston. El millonario se percató que detrás de su hija estaba Dipper y con una sonrisa arrogante y burlona le dijo—. ¿Dipper Pines?, Jaja el que derramó chocolate encima de la ropa de mi hija, vaya que gran sorpresa, antes ayudaste al pueblo al derrotar a ese monstruo malvado y ahora, eres el sirviente personal de mi hija, ¿Cómo cambian las cosas, no lo crees?.

—Sí Preston, como cambian las cosas, un día puedes salvar al mundo y al otro, ser un estúpido sirviente —dijo Dipper, apretando sus puños, molesto, por la actitud que el millonario tomó para con su persona.

—Señor Northwest para ti, muchacho, que no se te olvide y controla tú lenguaje, eres un patán —dijo Preston. Se volvió para disculparse con sus invitados por la falta de respeto que tuvo Dipper—. Disculpen al muchacho, es nuevo y aún no sabe muy bien estas cosas, y carece de modales como pueden ver.

—¡Tsk!... qué fastidio —susurró Dipper, ninguno de los Northwest escuchó lo que dijo.

—No te preocupes Preston, yo también tuve un sirviente así en mi casa, le costó mucho trabajo acostumbrarse a los modales y era muy mal educado, pero al final lo despedí no por su carencia de modales, sino porque el muy bastardo se acostó con mi hija y con mi ex esposa, le dí una paliza y lo eché a la calle —comentó el invitado de Preston, un hombre alto pero gordo, y casi calvo, pero que su apariencia no los engañe, era alguien muy inteligente y un gran negociador.

—Jaja que historia tan interesante Walter —comentó Preston—. Al menos sé que eso nunca pasará con nosotros. Pero bueno, vengan, son nuestros invitados, siéntanse como en su casa, ¿La cena ya está lista, Sasha?.

—Querido, son las 18:35 —dijo Priscila a su esposo—, es muy temprano para cenar, ¿No lo crees?.

—Priscila no conoces a mi esposo —comentó la mujer de Walter, el socio de Preston, dicha mujer colocó su mano en el estómago de su esposo, recalcando el tamaño del estómago—, él está acostumbrado a comer a cualquier hora jaja

—Exacto, no me molestaría si la cena ya está lista —comentó el gordillo de Walter.

—Muy bien, por favor pasen el comedor está por aquí, la cena no está lista aún pero lo estará pronto —comentó Preston, llevando a sus invitados y a su esposa al comedor.  Pacífica por su lado, miró a Sasha y le ordenó llevar a Dipper a la cocina, que prepare todo lo más rápido posible.

Sasha cumplió la orden de Pacífica y llevó al castaño hasta la cocina de la mansión, un lugar que, al igual que el resto, era muy lujosa, algo que solo los millonarios podrían darse el gusto de tener. Sasha le notificó a los cocineros que los Northwest tenían invitados y que la cena se adelantó, y por lo tanto, debía preparar algo rápido, pero al mismo tiempo, sea delicioso. Otro de los mayordomos que la familia Northwest tenía se encargó de preparar el comedor lo más rápido posible.

Los cocineros se puso en marcha. Por su lado, Sasha le dijo a Dipper que debía servir algo de beber, lo mejor para ocasiones como esa era llevar vino a la mesa. Dipper tomó una de las carísimas botellas de vino que los Northwest tenían, la cual Sasha le dió, y lo colocó en una bandeja, sin embargo, no podía agarrarla bien, temeroso de que dicha botella carísima se caiga, se rompa, y termine haciendo un desastre y seguramente, tendría que quedarse más tiempo como el sirviente de Pacífica.

Sasha al ver que Dipper no podía ni siquiera agarrar correctamente dicha bandeja y mucho menos levantarla para llevarla, le dió una mano, una pequeña ayuda.

—Jaja, no Dipper, así no se hace —comentó Sasha, ella tomó la botella de vino y la dejó a un lado, luego tomó  la bandeja y la volteó, revelando que la bandeja tenía orificios dónde cabían tranquilamente los dedos—. Mira, debajo de estas cosas hay orificios dónde se introducen los dedos para que puedas agarrarla firmemente, si la llevas así como la estabas agarrando, era muy evidente que se te iba a caer.

—Gracias, nunca antes había hecho esto —comentó Dipper. Con la ayuda de la sirvienta, agarró correctamente la bandeja junto con el vino.

—¿Nunca antes lo habías hecho?, ¿Acaso eres nuevo en esto de la servidumbre? —preguntó Sasha.

—Bueno... cómo te mencioné antes, por cosas del destino me tocó ser el sirviente de la señorita Pacífica, y sí, soy nuevo en esto de la servidumbre.

—Ya veo —dijo Sasha.

—¿Y tú? ¿Cuántos años llevas en esto?.

—Hum, una larga historia, tal vez te la cuente luego, por ahora hay que concentrarse en atender a los invitados, te voy a dar unos consejos rápidos. Escúchame bien, por lo general siempre se sirve primero a los invitados, trata de llenar todas las copas que se encuentran en el comedor con la misma cantidad de vino con la que serviste la primera, que por lo general, solo se llena un poco menos de la mitad, no camines ni tan rápido ni tan lento, y siempre guarda silencio en todo momento a menos que alguien te pida tú opinión, ¿Entendiste?.

—Este... yo... —sin poder decir mucho, Dipper fué interrumpido por el mayordomo que había preparado el comedor, y que ya necesitaba servir el vino.

—¿Ya está listo el vino? —preguntó el mayordomo, este sujeto era el mismo mayordomo que atendió a Dipper cuando él llegó a la mansión Northwest en la mañana.

—Sí señor Luc, solo le estaba dando unos cuantos consejos al chico nuevo, no sabe nada de servidumbre jaja.

—El jóven Pines, ¿Verdad?, ya tuve el gusto de conocerlo en la mañana, ¿Así que no sabe nada de servidumbre, he? —preguntó el mayordomo, un hombre de aproximadamente 30 o 35 años de edad.

—No, nunca antes había sido sirviente o mayordomo, ni siquiera sé atender correctamente a un cliente —comentó Dipper, recordando las veces en las que falló atendiendo un cliente en la cabaña del misterio de su tío abuelo Stan.

—Jaja bueno chico no te preocupes, me olvidé de las servilletas por lo que tengo que regresar ahora, yo llevaré el vino y tú puedes ir repartiendo las servilletas, y podrás ver cómo se hace, ¿De acuerdo?.

—Muchas gracias, pensé que iba a estropearlo —sintió un gran alivio cuando escuchó que lo iban a ayudar en  esa situación.

El mayordomo Luc agarró la bandeja con tanta seguridad y con mucha precisión que la botella de vino permaneció inmóvil. Dipper tomó varias servilletas y lo siguió. Cuando llegaron al comedor, los Northwest y sus invitados estaban hablando. Luc repartió el vino con una gran sutileza, y Dipper colocaba las servilletas cerca de los platos de cada uno. Mientras Dipper colocaba y también miraba como se repartía el vino en las copas, accidentalmente colocó la servilleta encima de la mano de Pacífica.

—Ten más cuidado Dipper, casi arruinas mi fina manicure —exigió la rubia, retirando su mano rápidamente.

—Lo siento —se disculpó Dipper.

—La próxima vez presta más atención a lo que haces, o tendré que despedirte —dijo Pacífica.

—¿En realidad lo hará? —preguntó él, pensó que si volvía a cometer un error como ese Pacífica se molestaría y lo dejaría ir, dando por terminado su servidumbre y podría disfrutar de su verano.

—Por supuesto que no, me perteneces todo este verano y no te dejaré ir, ingenuo jajaja —se burló Pacífica, aprovechando que sus padres estaban distraídos conversando con sus invitados.

—¡Qué alguien me dé paciencia porque la voy a estrangular! —pensó Dipper, completamente enojado.

Continuará...

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