CAPÍTULO 6: EMPIEZA LA SERVIDUMBRE (PARTE 2)

Disfrútenlo muchas gracias!!.

Pacífica Northwest veía malévolamente a un indefenso Dipper Pines, el pobre castaño estaba a su merced, sin poder decir o hacer algo al respecto, y sin ninguna probabilidad que algún milagro lo salve de esa situación.

Se levantó del pequeño asiento en el cuál se había sentado para tomar sus clases de piano. Lentamente se acercó al castaño, con una mirada que indicaba claramente: "voy a divertirme contigo". Nuestro amigo Dipper, incómodo, la veía acercarse, tal cual una indefensa presa vé a su cazador acercarse.

—Vaya vaya vaya, ¿Qué tenemos por aquí?, Dipper Pines, hace tanto que no te veía, ¿Cómo has estado?  —dijo la rubia, su tono burlón molestó un poco al castaño, si iban a empezar así, solo Dios sabía cómo iban a terminar

—Sí, fíjate que no me alegro de verte, Pacífica —respondió el castaño.

—Uy jaja, mal mal, Dipper déjame recordarte que, a partir de este momento, TÚ! estás en mis manos, porque TÚ eres mi sirviente personal, ¿No recuerdas que accediste voluntariamente a servirme todo este verano?.

—¿Voluntariamente?, Creo que yo en lo personal no me atrevería a usar... "voluntariamente", cada vez que tengamos que tocar este tema, Pacífica.

—Señorita Pacífica para tí, Dipper Pines —ordenó la jóven rubia—, espero que no se te olvide llamarme correctamente cada vez que te dirijas a mí, ¿Ok?.

—¡Tsk!, Como digas.

—Hum, creo que alguien tendrá que recibir unas cuantas clases sobre modales y respeto... —se acercó rápidamente a él, colocó su mano encima de su hombro izquierdo y le susurró al oído unas cuantas palabras con un tono siniestro y malévolo—, y créeme Dipper, soy una excelente maestra cuando de modales se trata, ¿Si me entiendes, verdad?.

—.... —tragó saliva—, sí, lo entiendo, señorita... Pacífica.

—Jaja ya vamos progresando Dipper, un par de días que estés aquí y te convertiré en todo un sirviente modelo —sonrió dulcemente, era increíble ver cómo ella podía pasar de hacer una mirada malévola a una mirada y sonrisa tierna—. Bueno, ha llegado el momento de que firmes el contrato y oficialmente, serás mío.

—De acuerdo.

Pacífica fué a buscar el contrato que el castaño debía firmar para pertenecerle oficialmente a Pacífica. Al poco tiempo, la jóven rubia llegó con unas cuantas hojas sujetas con un clip y con un bolígrafo —o pluma, como lo conozcas—. Ese era el contrato que debía firmar.

—Aquí tienes.

—¿Y se supone que debo leer esto para ver si no encuentro nada sospechoso o algo que a la larga termine jodiendome a mí y favoreciendote a tí?.

—En primer lugar, tienes un lenguaje muy vulgar, cuando estés en mi presencia no hablarás de esa forma, es una orden directa, y dos... no, no hay nada sospechoso en ese contrato, si gustas puedes leerlo, pero por cada hora que no cumplas con tú deber, se te será sumada el día que finalice tú contrato, si faltas un día, entonces lo repondrás o con horas extras, o con más días.

—¿Esto es enserio? —preguntó Dipper.

—Muy enserio, depende de tí Dipper, espero que seas muy puntual si no quieres pasar más días conmigo, y tocando ese tema, sé que no puedo mantenerte las 24 horas a mi lado como me gustaría, por lo que debo establecer un horario inteligente y acorde a mis necesidades, por lo que tus horas laborales serán entre las siete de la mañana hasta las nueve de la noche, Dipper.

—¿Espera qué?, ¿A eso le llamas un horario inteligente?, No tendré casi nada de tiempo para ver a mi hermana y a mis tíos, prácticamente seré un esclavo tuyo todo este maldito... —Pacífica lo miró seria, nuevamente había utilizado un lenguaje que no debía usar—, perdón, señorita Pacífica.

—Mira, solo firma el contrato por el bien de tú familia, cuando te des cuenta el verano ya habrá acabado, y no me volverás a ver en un largo, largo tiempo, no es tan malo como piensas.

Dipper rodó los ojos, suspiró pesadamente, tomó el contrato y el bolígrafo que Pacífica trajo consigo y escribió su nombre. Al ver el contrato, Pacífica levantó una ceja debido al nombre de Dipper.

—¿Mason Pines? —ella dibujó una pequeña sonrisa—, ¿Ese es tú verdadero nombre?.

—Sí, Dipper es solo un sobrenombre —respondió el castaño.

—Bueno, personalmente prefiero llamarte Dipper, en fin, a partir de este momento, me perteneces —ella guardó el contrato—. De acuerdo, antes de que comiences con tus labores, debemos hacer algo con esos trapos viejos que cargas.

—¿Trapos viejos?, Esta es mi ropa —dijo un poco molesto.

—Sí, trapos viejos —ella levantó sus manos y dió unos cuantos aplausos. Al poco tiempo, aparecieron unos sujetos cargando cada uno cintas métricas pequeñas, dichas personas eran los sastres personales que la familia Northwest tenía y que podían hacerles sus trajes cuando no estaban de viaje o cuando iban a invitar a personas para alguna fiesta.

Dichos sastres rodearon rápidamente a Dipper y empezaron a tomarle las medidas para hacerle un traje a su medida, que sea elegante y que esté a la altura para servir a Pacífica Northwest. Colocaron dichas cintas en sus brazos, en sus piernas, tomaron medidas en sus pantorrillas, también medidas en la espalda, etc, ese traje debía verse impecable. A los pocos minutos, ya todos los sastres tenían las medidas de Dipper y se fueron rápidamente a prepararse lo para poder ejercer su trabajo como sirviente.

—¿Y se supone que me van a hacer un traje o algo? —preguntó Dipper.

—Sí, así es, creo que para el atardecer te tendrán listo el traje, un sastre común y corriente se tardaría unos días, pero con mi grupo de sastres profesionales no tardarán más de unas horas, para la tarde, tú traje estará listo.

—De acuerdo, entonces, ¿Qué se supone que deba hacer ahora?.

—Sí crees que por no tener un traje listo todavía no vas a hacer tus labores estás equivocado, ya te tengo lista una tarea —dijo Pacífica—, necesito que limpies la piscina, la anoche anterior hubo algo de viento y algunas hojas cayeron encima del agua, necesito que la limpies muy bien, ¿De acuerdo?.

—Sí... señorita Pacífica, ¿Dónde está la piscina? —preguntó el castaño.

—Sígueme, recuerda que debes limpiar la piscina todos los días, aunque no la ocupe, debe estar impecable.

—Como usted... ordene —dijo Dipper. En su mente la estaba insultando y diciéndole tantas cosas, hasta de lo que se iba a morir algún día pensó el castaño—, ¿Por cierto dónde están sus padres?.

—Mis padres salieron a una reunión con algunos socios, y no llegarán tal vez hasta la noche, pero no te preocupes por ellos, tú eres MI sirviente, ¿Entendiste?.

—Sí Paci... señorita Pacífica —dijo él entre dientes.

—Así me gusta, vas mejorando, eso es bueno, vamos sígueme —sin decir más, Pacífica llevó a Dipper hasta dónde se encontraba la piscina de la mansión Northwest.

Los dos salieron de la mansión, Pacífica fué la encargada de llevar a su sirviente Dipper hasta dónde se encontraba la piscina. Cuando llegaron, el castaño se llevó una sorpresa al ver que la piscina que tenían los Northwest era la más elegante que haya visto en su vida.

—Wow —dijo Dipper, sorprendido de lo tenía enfrente.

—¿Increíble, verdad? —preguntó Pacífica—, tomó algo de tiempo la construcción de esta piscina pero el resultado es simplemente maravilloso.

—Sí —Dipper miró bien y se dió cuenta que en realidad no habían caído tantas hojas como él había imaginado—, Paci... digo señorita Pacífica, no está tan sucia como creí, al parecer el día de ayer la limpiaron.

—Tienes razón, pero te ordené que lo hicieras ahora, recoge esas hojas y desaste de ellas, yo regresé en unos minutos para ver cómo vas con tú trabajo —dada su primera orden, Pacífica le entregó un recogedor de hojas al castaño para que limpiara la piscina.

Pacífica terminó por retirarse, dejando solo a Dipper, quién molesto casi tiró ese recogedor de hojas al suelo producto de la rabia que sentía tener que soportar algo como ese, pensó que su verano iba a ser genial, nunca, ni siquiera se imaginó que terminaría haciendo algo como eso. Refunfuñando y en ocasiones maldiciendo, a Dipper no le quedó de otra más que obedecer dicha orden, recogió de nuevo el aparato que la rubia le dió y empezó a hacer su labor.

Pasado cerca de diez minutos aproximadamente, Dipper estaba terminando de Recoger las hojas que habían caído en la piscina dejándola nuevamente limpia. Una vez que recogió todas las hojas, las juntó para deshacerse de ellas cuando la voz de su ama le llamó la atención.

—¿Ya está lista? —preguntó ella.

—Sí señorita Pacífica, ya limpié la pis... —cuando Dipper se dió la vuelta, casi se le detuvo el corazón al ver lo que tenía enfrente. Pacífica estaba con un traje de baño de dos piezas, lo que le quedaba muy bien.

—¿Qué sucede? —preguntó ella ante el comportamiento de su sirviente.

—¡¿Por qué rayos estás vestida así?! —preguntó el castaño, tan rojo como un tomate y desviando su mirada a cualquier otro lugar que no sea ella.

—Esto es un traje de baño, duh —dijo ella—, siempre acostumbro a entrar en la piscina cuando termino mis clases de piano.

—¿Pero justamente ahora? —preguntó él.

—Sí, por eso te pedí que limpies la piscina, duh —ella rodó los ojos y se acercó a dónde estaba su sirviente. Cuando se colocó enfrente de él, Dipper, incómodo la miró a los ojos, sin embargo, Pacífica se inclinó sutilmente hacia adelante, enseñando su pecho con la única intención de molestar al castaño—. ¿Por qué actúas así?, ¿Nunca antes habías visto a una chica con traje de baño?

—No es eso, es solo que... bueno... yo  —él no sabía que decir, por más que luchaba con todas sus fuerzas de mirar a otra parte, de vez en cuando le echaba una mirada a los atributos que ella tenía.

—Como sea, lo único que te digo es que cualquier cosa traviesa o pervertida que hayas pensado Dipper, de una vez lo digo, nunca pasará.

Steven2: Jeje... eso puede arreglarse.

Eso solo provocó que el sonrojo de él aumento más. Pacífica terminó por entrar en la piscina que previamente el castaño había limpiado para ella.Dipper estuvo a punto de retirarse a cualquier otro lugar cuando fué detenido por su ama, quién le dijo que no podía irse hasta que ella lo ordene. Así es, Dipper tuvo que pasar varios minutos ahí admirando aquella diosa... digo, estando al pendiente de cualquier cosa que su ama necesite.

Las horas transcurrieron, y fué agotador para Dipper porque tuvo que hacer cosas que cualquier otro sirviente podría hacer, pero no, él tenía que verse obligado a hacerlas.

Cómo por ejemplo, limpiar su habitación, limpiar el baño de su habitación, arreglar su cama, etc. Lo único bueno de entre tanta estupidez, fué que cuando llegó la tarde, el traje de Dipper ya estaba listo, y el traje que Dipper Pines usaría de ahora en adelante cada vez que esté a lado de Pacífica Northwest, sería este...

Acompañado de unos pantalones negro, zapatos casuales y un cinturón del mismo color del pantalón.

Cuando se lo probó, Dipper quedó asombrado de lo bien elegante que lucía el traje, muy cómodo, y la calidad de la tela era de primera. Cuando Dipper lo tuvo puesto, Pacífica lo rodeó caminando lentamente, admirando cada parte del cuerpo del castaño, puesto que ese traje, le quedaba de maravilla.

—Jeje, me gusta, enserio me gusta, te ves bien Dipper —ella sin querer le echó una pequeña miradita al trasero de él y sonrió pícaramente—, enserio te vez bien, ¿Y qué tal? ¿Te gusta?, ¿Te sientes cómodo?.

—Sí, este traje se siente muy bien, pero esto es... demasiado elegante para mí, señorita Pacífica.

—No te preocupes por eso, para que lo sepas, un traje como ese costaría mucho dinero, siéntete afortunado de vestir algo tan fino y caro, Dipper —dijo ella—. Así es como te verás a partir de ahora, estás a la altura de un verdadero sirviente de la familia Northwest, pero lo importante, es que te guste a tí y te sientas cómodo.

—¿No se supone que debía gustarle a usted?

—Sí por supuesto, pero también debe gustarte a tí, de nada me sirve tener un sirviente que no se sienta cómodo con su traje porque no me atenderá correctamente.

—Eso definitivamente tiene sentido —comentó el castaño—. ¿Y este traje se queda aquí o qué?.

—Si gustas puedes llevártelo, solo ten muchísimo cuidado de no dañarlo —dijo ella—, pero no te apresures, aún tienes algunas horas más hasta que tú turno finalice, ahora ven... hay algo que quiero que hagas por mí.

—Sí, señorita Pacífica —dijo el castaño.

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