CAPÍTULO 39: TAMPOCO LO TOMES TAN PERSONAL (PARTE 1)

Disfrútenlo muchas gracias!!.

Dentro de un bar en la ciudad de Miami, Preston junto a su socio y amigo Norman y los demás involucrados en el negocio se encontraban celebrando ya que la construcción del centro comercial estaba en marcha, y si todo salía a pedir de boca todos obtendrían grandes ganancias, sus bolsillos estarían repletos de billete, lo que más le encantaba a Preston, ¿Y quién no, verdad?.

—Y después le dije al muchacho, oye idiota, vamos a construir un centro comercial no un prostíbulo —dijo Norman. Todos se echaron a reír ante lo que estaba contando Norman, ya todos estaban pasados un poco de copas, con excepción de Preston, quién a duras penas solo había ingerido algo de alcohol.

—Jajaja pero que idiota, ese chico necesita novia urgentemente —dijo uno de los sujetos que estaban con Prestan y Norman.

—¿Novia?, Lo que necesita es una buena mamada, eso es lo que necesita jaja —dijo otro sujeto, tomándose de lleno un martini clásico.

—Eres un enfermo amigo —dijo Norman.

Entre todos las risas y todo el escándalo que estos borrachos hacían, el celular de Preston comenzó a sonar. Preston se metió la mano al bolsillo y sacó su celular, observó de quién se trataba, y la pequeña y risueña expresión que tenía en su rostro se esfumó por completo, ya que en la pantalla podía ver "Servicio de Mensajería", ¿Y eso que tiene de raro?, Pues con esas palabras bautizó un número que su mayordomo tenía aparte, y que Priscila no tenía ni la más mínima idea. ¿No lo entienden aún?, Cuando Luc lo llamaba desde ese celular, significa que el mayordomo encontró algo respecto al secreto mejor guardado de Preston.

—¿Oye Preston qué sucede?, Parece que viste un fantasma jaja —dijo uno de los que acompañaba a Preston y a Norman.

—¿Preston todo bien? —preguntó Norman.

—S-Sí, todo bien, ¿Me disculpan un momento?, Tengo que atender una llamada.

Preston se alejó del grupo, se apartó lo suficiente para atender esa llamada. Cuando estuvo lo suficientemente lejos, abrió la llamada y con una seriedad increíble le preguntó a su mayordomo.

—¿Qué sucede Luc?, ¿Todo en orden? —preguntó el tan querido y amado Preston Northwest.

—¿Señor Preston?, Tenemos problemas —contestó Luc tambien con una seriedad increíble.

—¿Qué pasó?, ¿Priscila encontró algo?, Te ordené que revises mi oficina exhaustivamente y si encontrabas algo sospechoso lo desaparezcas de inmediato, ¿No me obedeciste?.

—Claro que lo hice señor Preston, revisé toda su oficina y no encontré nada, el problema es que esta mañana mientras la revisaba, olvidé por completo que la correspondencia ya había llegado, y cuando la fuí a revisar...

—¡¿Qué?! ¿Priscila estaba ahí?, ¿O Pacífica? —por unos momentos Preston comenzó a alterarse.

—No, ninguna de ellas, su esposa su hija no se encontraban ahí por fortuna pero —respondió Luc—. Quién estaba ahí era Dipper, y... creo que descubrió algo, señor Preston, lo lamento.

—¡¿Cómo qué Dipper descubrió algo?!, ¿Llegó algo en la correspondencia?.

—No lo sé, él me la dió y yo la revisé, no encontré nada pero Dipper estaba actuando de manera extraña, lo noté nervioso y por más que intenté persuadirlo para que me diga la verdad siempre me decía la misma respuesta, que no encontró nada raro, pero es muy obvio que si lo hizo, lo lamento mucho señor Preston, usted confío en mí y yo le fallé, lo siento enormemente.

Preston se dió un palmada en su propio rostro, empezó a dar insultos y a maldecir en gran medida, palabras tan fuertes que gracias a la música de fondo de aquel bar no se pudieron escuchar tanto.

—¡Maldita sea Luc! ¡Maldita sea!, ¡Te dije que tuvieras muchísimo cuidado con eso mientras yo no estaba!, Te lo ordené, te lo dejé muy en claro, ¿Pero Priscila sabe algo?, ¿Mejor dicho no has visto si Dipper ha estado cerca de ella?, ¿O si Pacífica sabe algo?, ¡Responde!.

—No lo creo señor Preston, si la señora Priscila se hubiera enterado ya lo habría llamado y le hubiera dicho hasta de lo que se va a morir, y con respecto a la señorita Pacífica también lo dudo, en todo caso señor Preston, yo le recomiendo que se regrese lo más pronto posible de allá y hable con Dipper, mejor dicho... que le deje las cosas muy claras.

—¿Acaso tengo otra opción? —preguntó muy furioso el hombre millonario—. Regresaré lo más pronto posible, asegúrate de que nada malo suceda, ¿Te quedó claro? ¿O quieres que lo explique con palitos y bolitas?

—No es necesario, señor —respondió Luc—. Le prometo que no pasará a mayores.

—Eso espero Luc, eso espero —dijo Preston.

Tan pronto terminó la llamada Preston arrojó ese celular contra el suelo haciéndolo pedazos con el impacto, era tanta su furia que la minúscula borrachera que tenía se desapareció por completo, su sangre hervía, me atrevo a decir que era capaz de hasta matar a alguien en ese estado. Por su lado, Luc tambien cerró la llamada y suspiró pesadamente, lejos de que Dipper estaba metido en problemas, Luc tambien lo estaba, solo era cuestión de tiempo para que sus oídos estallen con los gritos de Preston.

—Dipper, en el problema que te has metido.

Por la noche...

La noche llegó y con eso, la hora de la cena. Priscilla y Pacífica habían terminado su cena muy tranquilas, ninguna de las dos tenía idea de lo que se avecinaba más adelante. Algo curioso era que Pacífica estaba sonriendo mucho, una sonrisa que su propia madre no había visto nunca, y vuelvo repito, era su propia madre. Pacífica dió un suspiro, el típico suspiro que todo chica enamorada da cuando recuerda al chico que le gusta, recordó el momento en el que ella y su sirviente se besaron en el balcón, un momento como ningún otro. Una sonrisa aún más grande se pintó en su rostro.

—¿Pacífica puedo saber el por qué de tanta felicidad? —preguntó Priscila, curiosa pero también felíz de que su hija sea felíz, aunque no tenga claro el motivo—. Hacía tiempo que no te veía sonreír de esa manera, ¿Sucedió algo bueno, cariño?.

Pacífica levantó su mirada, y le sonrió a su mamá, claro que algo había ocurrido algo maravilloso, no solo le confesó sus sentimientos a su sirviente, sino que este los correspondió, aceptando su cambio puesto que en un principio ella lo trató mal, pero luego las cosas cambiaron.

—Solo puedo decirte que hoy fué un día estupendo —respondió Pacífica, manteniendo esa sonrisa sincera, y no una tan arrogante como antes.

—¿Por qué?, ¿Te ganaste la lotería? Jaja —dijo Priscila, ni siquiera tengo que explicar el chiste tan obvio de esta mujer millonaria.

Digamos que sí —pensó Pacífica—. Hoy pasó algo muy bueno, solo espero que cuando tú y papá se enteren lo acepten como es debido.

—¿Acaso Ethan te confesó sus sentimientos? —preguntó Priscila. La gran sonrisa de Pacífica casi desapareció, pero no podia permitirse el hecho de amargar su noche—. No mamá, claro que no.

—¿Entonces?, Porque aún no me explico el por qué se fué repentinamente de la casa.

—Ya te lo dije, tuvo... un inconveniente en su casa y por eso tuvo que marcharse —respondió Pacífica. Ella no le confesó a su madre el verdadero motivo del por qué Ethan se fué de la casa, solo le dijo que le surgió un inconveniente y por eso se fué.

—Solo espero que esté bien —dijo Priscila.

A los pocos segundos entró el verdadero motivo de la felicidad de la jóven millonaria, su sirviente. Dipper se acercó a la mesa para retirar los platos que ya habían sido desocupados, puesto que el postre estaba por llegar. Cuando Dipper estuvo a punto de levantar el plato de su ama, Pacífica por unos muy poco momentos le tomó de la mano, una simple acción que hizo sonreír a los dos. Poco después el postre llegó y madre e hija se sirvieron.

Ya más tarde, en la noche, el horario de Dipper había finalizado y ya había terminado todas sus tareas del día. Ahora podemos ver cómo Dipper se estaba dirigiendo a la salida, siendo acompañado de su ama, aunque bueno, creo que sería mejor escribir acompañado de su novia.

—Muchas gracias Dipper, fué un excelente día —dijo ella.

—Igualmente seño... igualmente Pacífica —dijo Dipper seguido de una pequeña risa, puesto que de tanto decirle "señorita Pacífica" le salía cada vez que ella hablaba, que curioso—. Fué un maravilloso día —le sonrió con gentileza.

Pacífica se acercó a su sirviente y le dió un abrazo, con mucho cariño, aunque lo desee, no podía mantenerlo a su lado como le hubiese gustado. Dipper también le dió un abrazo y un tierno beso en la frente, pero digo beso no fué suficiente, por lo que Pacífica lo tomó de las mejillas y le plantó un beso en los labios.

—Que descanses Dipper, buenas noches —dijo ella—. No te olvides de llegar temprano, tal vez te tenga una pequeña sorpresa si te apresuras —dijo, luego de eso le guiñó un ojo.

—¿No me la puedes dar ahora?.

—No tontuelo, mañana —dijo Pacífica.

—Ay que mal, tendré que esperar hasta mañana para ver esa sorpresa —dijo Dipper—. Bueno, ahora sí ya me voy... —en forma caballerosa le tomó la mano y le dió un beso en la misma—, que descanse... señorita.

Una pequeña risa se le escapó a la jóven rubia, y un sonrojo también. Ambos se despidieron, Dipper salió completamente de la mansión, y para el castaño, el cielo nocturno brillaba más que nunca, las estrellas, la luna, incluso la bóveda celeste como tal se veía más pulcra, más despejada y hermosa. Bien dicen por ahí que cuando se está enamorado todo al rededor es mejor.
Por su parte, Pacífica ingresó en la mansión, cerró la puerta detrás suyo, observó su mano y sonrió muchísimo, vaya que esta chica en realidad estaba enamorada del castaño.

Subió las escaleras para dirigirse a su habitación. Cuando llegó, cerró la puerta, le puso seguro a la misma, caminó hasta su cama, se acostó en la misma, hundió su rostro en su almohada y...

—¡AAAAAAHHHH NOS BESAMOS! ¡DIPPER Y YO NOS BESAMOS! ¡AAAAAAHHHH! ¡NOS BESAMOS NOS BESAMOS NOS BESAMOS! —Gritó la jóven rubia llena de felicidad, azotó sus piernas contra el colchón en una felicidad tan grande que el universo mismo se quedaría pequeño, y eso que el universo en teoría es infinito.

Se movía en la cama, y no en el sentido en el que están pensando cochinos, sino que no sabía exactamente como manifestar toda esa felicidad. Se asomó por el borde de la cama, y buscó una pequeña cajita que yacía debajo de la misma. En esa cajita tenía algo muy importante para ella, y que ahora, valía muchísimo más. Cuando la abrió, una foto del castaño estaba guardada en el interior, era una foto que le tomó a Dipper cuando no se dió cuenta, usando el primer traje de sirviente que le dió.

—Mí Dipper... mi lindo sirviente —dijo ella, con una clara mirada de amor. Para exagerar las cosas, besó esa foto, si no tenía al verdadero en su presencia, tenía que conformarse con esa foto.

Steven2: Tiene una foto de Dipper la cual mira a solas, la besa, y cómo dijo Jeff hace cositas raras debajo de la sábana, no lo sé compadre, ¿Deberíamos preocuparnos por eso?.

Steven: *Mira lo que más adelante viene* No... yo creo que no... no, no, para nada, no.

Por su lado, Dipper se dirigía a la cabaña del misterio, dando de vez en cuando uno que otro pequeño salto, ya que también estaba bastante feliz por lo que pasó con su ama, y como dije antes, cuando uno está enamorado todo a su alrededor parece estar de puta madre. Cuando llegó a la cabaña, se encontró con una escenario bastante particular, su tío Ford se encontraba afuera, haciendo pruebas. Eso desconcertó un poco al castaño, ya que su tío por lo general hacia sus experimentos en el sótano de la cabaña.

—¿Tío Ford? —preguntó Dipper, acercándose a su tío.

—Hola Dipper, ¿Qué tal?, Buenas noches, hacía tiempo que no te veía muchacho —saludó Ford.

—¿Qué estás haciendo?.

—Intento ayudarte —respondió Ford.

—¿Ayudarme?.

—Así es, te ayudaré con esto —Ford dejó ver en lo que estaba trabajando, la pistola que una vez su amigo, el viejo y loco inventor McGouket creó, la pistola borradores de memorias.

—¿La pistola del viejo McGouket? —preguntó Dipper, un tanto desconcertado y sin comprender muy bien la situación.

—Así es Dipper, ¿Recuerdas que me dijiste que trabajar con esa tal Pacífica era un tormento?, En vista de que no pude crear una máquina que sea capaz de imprimir billetes tal cual como los verdaderos, pensé en otra solución, y se me ocurrió la idea de borrarle la memoria a ella, a sus padres, y a todo el personal que tiene trabajando para esa familia, ¿No te parece una excelente idea?.

—Ah, bueno, tío respecto a eso yo... —un notorio sonrojo apareció en sus mejillas, y su mano la pasó por detrás de su cuello—. No es necesario, ya no es necesario que me ayudes con eso.

—¿Ah?, ¿Y eso por qué? —preguntó Ford.

—Digamos que, ahora me gusta... digo, me agrada trabajar para los Northwest, así que no necesito que me ayudes, tío Ford —dijo Dipper, dando una pequeña sonrisa.

A Ford casi se le cruzan los cables cuando escuchó la respuesta de su sobrino, osea, antes había dicho que trabajar para los Northwest era un claro tormento, era lo peor, y sobre todo por Pacífica, que lo trató muy mal desde un principio... Pero ahora, le agradaba.

Continuará...

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