CAPÍTULO 37: FALTÓ TAN POCO

Disfrútenlo muchas gracias!!.

Volvemos a la actualidad, y podemos ver cómo Dipper se encontraba de pie en mitad de la sala principal de la mansión Northwest, sin hacer absolutamente nada. Si mano derecha la tenía apoyando su mentón, pensando que por culpa de su curiosidad se enteró de algo que no debía, la infidelidad de Preston hacia su esposa Priscila.

¿Y ahora qué hago? —pensó Dipper—, sabía que Preston era un mentiroso, un estafador, un embustero y un ladrón, pero jamás imaginé que sería capaz no solo de engañar a su esposa, sino de fingir perfectamente que todo está bien y que ama mucho a su familia. ¡Ja!, Las ratas al final del día siguen siendo eso, una viles ratas.

Mientras continuaba pensando y recordando cada palabra que estaba escrita en esa dichosa carta —que aún conservaba en su bolsillo y no fué capaz de entregársela a Priscila junto al libro que le pidió buscar— en la sala ingresó Pacífica, quien al ver a su sirviente tan distraído y pensativo, decidió jugarle una broma.

Con mucho cuidado caminó sin hacer ruido y colocó detrás de Dipper, levantó sus manos en dirección del cuello del chico y rápidamente le cubrió los ojos y le dijo al oído con una voz siniestra...

—¡Te llegó la hora Dipper Pines! —le dijo en el oído.

—¡Ahh! No, soy muy jóven para morir —dijo Dipper, tan asustado que casi se orina en los pantalones.

Pacífica no hizo más que reírse de la respuesta de su sirviente. Cuando Dipper se quitó las manos de Pacífica que cubría sus ojos, y al escucharla reír, se volteó inmediatamente solo para encontrarse con una linda chica rubia riéndose, y se veía tan adorable.

—¡Jajaja!, Hubieras visto tú cara, fué muy graciosa.

—Señorita Pacífica, casi me da un infarto, por un momento pensé que realmente mi hora había llegado —comentó Dipper, en tanto que se calmaba, con la mano puesta en su pecho sentía claramente como su corazón latía con fuerza.

—Jaja, ¿Qué hacías aquí en medio de la sala?, ¿Y por qué estabas tan pensativo? —preguntó Pacífica, manteniendo esa sonrisa agradable en su rostro.

—Ah, bueno, yo ehmm...

—¿Sucedió algo malo? —preguntó Pacífica.

—No, no ha pasado nada malo es solo que —Dipper llevó su mano a su bolsillo izquierdo, lugar donde guardaba la carta que había encontrado cuando revisó la correspondencia—, eh, yo...

—No me digas que pasó algo malo en tú casa, ¿Acaso Mabel rompió algo y ahora tú tendrás que pagarlo?.

—S-Sí, sí es eso, lo que pasa es que Mabel se puso a jugar con los palos del mini golf y rompió una de las luces traseras del carrito de golf —respondió Dipper.

En ese momento se pudo ver cómo afuera de la cabaña del misterio Mabel dió un fuerte estornudo...

—Alguien está hablando de mí, espero que sea un chico lindo —dijo ella. Rápidamente la escena mostró que Mabel estaba sosteniendo entre sus manos un palo de mini golf y golpeó con fuerza la pelota, misma que rompió una ventana, un jarrón, y en su trayecto terminó por romper una de la luces del carrito de golf—. Wow, lo tomaré como un hoyo en uno.

Volviendo a la mansión Northwest Dipper y Pacífica seguían hablando sobre el tema.

—No me sorprendería que esté cometiendo alguna otra travesura en estos momentos —pensó Dipper.

—Bueno, espero que puedas solucionarlo pronto —dijo ella—. Por cierto Dipper, necesito que me ayudes con algo, vamos.

—Sí —respondió Dipper.

Pacífica llevó a Dipper hasta dónde se encontraba su piano, cruzaron toda la sala hasta llegar a otro lugar de l mansión. Cuando llegaron Dipper observó que su ama se dirigía al piano, lo cual le extrañó un poco al castaño, ya que a Pacífica no le tocaban clases el día de hoy, y ese piano ya lo había limpiado con anterioridad, a menos que Pacífica haya visto alguna "suciedad" y quiere que su sirviente lo limpie de nuevo.

—¿Acaso quiere que limpie de nuevo su piano, señorita Pacífica? —preguntó Dipper.

—No por supuesto que no, el piano se ve impecable y no hay necesidad de volverlo a limpiar. Lo que deseo es que me des tú opinión, recientemente aprendí una nueva melodía y me gustaría sorprender a mi maestro, pero primero necesito que me des tú opinión —dijo Pacífica.

—No conozco mucho sobre melodías o sobre el piano pero, adelante —dijo Dipper, con una sutil sonrisa en su rostro.

—Solo necesito que me digas que tal se escucha, lo errores me encargaré de corregirlos luego —dijo la jóven rubia. Pacífica se sentó en el banco que estaba enfrente de su piano. Una vez sentada y lista, comenzó a tocarlo...

Simplemente espectacular, no cabían dudas, Pacífica tenía un talento nato para tocar el piano, parecía que hacía arte con cada tecla que tocaba. Por su parte, Dipper quedó hipnotizado ante la belleza y lo sublime que se veía su ama tocando dicha melodía, parecía que en realidad estuviera viajando por las nubes. Pacífica terminó y después observó a su sirviente.

—¿Y qué tal?, ¿Suena bien? —preguntó Pacífica.

—¿Sonar bien?, Señorita Pacífica lo que usted hizo fué una obra de arte, con cada tecla que tocaba pude sentir que viajaba por las nubes —respondió el castaño, con ese tono educado pero al mismo tiempo romántico.

—¡Ay!... no digas eso —intentó ocultar un poco el sonrojo que apareció en sus mejillas. Dipper caminó un poco hasta colocarse a su lado.

— Definitivamente usted tiene un talento maravilloso, no estoy mintiendo cuando digo que usted sería una gran concertista —dijo Dipper, halagando a su ama, algo que a Pacífica le gustaba bastante escuchar.

—Tal vez, ¿Sabes?, Cuando recién comencé con mis clases creí que nunca aprendería a tocar el piano, y después, poco a poco comencé a tocar melodías muy buenas, como por ejemplo esta de aquí...

—Wow... —fué lo único que pudo decir Dipper, la melodía que tocó su ama fué tan linda que, sin darse cuenta, lentamente lo atrajo hasta colocarse prácticamente a su lado, inclinado un poco hacia adelante, alguna fuerza invisible le jaló hasta ponerse muy cerca de su ama.

—¿Hermosa no lo crees? —preguntó Pacífica. No le molestó que su sirviente se haya acercado tanto, de cierta forma, le gustaba eso.

—Sí... —dijo Dipper, mientras le miraba a los ojos, teniendo su rostro un tanto cerca del suyo—, hermosa.

Pacífica se puso tan roja como un tomate, desvío su rostro hacia un lado para que su sirviente no pueda verla, una sonrisa tonta se pintó en su cara; sin embargo, esa sonrisa desaparecería poco a poco cuando volvió a mirar a su sirviente, a los ojos, tan cerca de ella. No sé cómo, no sé cómo explicarlo, pero lo que si puedo decir es que estos dos al tenerse tan cerca, mirándose a los ojos, lentamente comenzaron a acercarse cada vez más, y más, a tal punto que la distancia que los separaban solamente eran centímetros, se habían perdido en la mirada del otro, alguna fuerza invisible los estaba obligando a acercarse de esa manera, poco a poco cerrando sus ojos y abriendo cada uno sus bocas. La mano del castaño se colocó encima de la mano de ella, solamente para después cruzarse los dedos, una calidez y una sensación única...

—Dipper... yo.. —en su susurro Pacífica dijo el nombre de su sirviente, intentando decir algo pero las palabras estaban de sobra. Ya podía sentir la respiración del contrario sobre la punta de su nariz, y sus ojos ya los había cerrado por completo, esperando únicamente a que sus labios sientan esa exquisita calidez, y esa sensación electrizante recorrer toda su espalda.

Sin embargo, cuando sus labios prácticamente se habían rozado el uno con el otro, y faltaba casi nada para que se besen, el destino —o el guión, quién sabe— tuve que interrumpirlos...

—¿Jóven Dipper? —preguntó una voz bastante conocida por ambos. Tanto Dipper como Pacífica abrieron rápidamente sus ojos al escuchar a otro ingresar en la sala—. Jóven Dipper? ¿Señorita Pacífica?, ¿Qué estaban haciendo?

Quién los interrumpió fué el mayordomo y mano derecha de Preston, el señor Luc. Pacífica en un intento por encubrir lo que estaba pasando chocó el rostro del castaño contra las teclas del piano, en una situación que había pasado de ser romántica, a una muy graciosa.

—¡Luc! ¿Qué haces aquí? —preguntó Pacífica, un poco pálida por la impresión del momento.

—¡Auch! ¡Mi cara! —gritó Dipper, con su rostro presionando contra las teclas del piano, mientras unas pequeñas lágrimas se formaban en sus ojos.

—¿Qué estaban haciendo? —preguntó Luc.

—¡Na-Nada!, Solo... ahm, D-Dipper estaba revisando las teclas del piano, sí, solo eso, es que al parecer no funcionaban bien y le pedí que las revise.

—A-Así es, pero no es necesario... qué mantenga mi cara contra las teclas, s-señorita Pacífica... —dijo Dipper, con algo de dificultad, ya que Pacífica mantenía presionada fuertemente su cabeza contra esas teclas.

Steven2: Jajaja somos unos idiotas por escribir estas mamadas ¿A poco les gusta esto de verdad? Jaja dejen su voto gente.

Luc solo levantó una ceja, algo confundido por la actitud que estaban teniendo esos dos. Pacífica soltó a Dipper mientras sonreía nerviosa. Dipper llevó una de sus manos a su rostro adolorido, y con las marcas de las teclas cruzando desde su frente hasta su mentón.

—Como sea... Dipper necesito que me ayudes con algo —dijo Luc, con una voz un tanto seria.

—Seguro, no hay problema —dijo Dipper.

Dipper se inclinó un poco mostrando respeto ante su ama y se alejó de ella, iendo con Luc al otro lado de la mansión. Por su lado, Pacífica quedó sola en la sala, sin nadie a su alrededor, llevó sus dedos a sus labios, mismos labios que habían rozado los labios de su sirviente. Cerró los ojos un momento y susurró...

—Casi nos besamos... Faltó tan poco —miró sus dedos, seguido de eso volvió a cerrar sus ojos y recordó la sonrisa de su sirviente, y no pudo evitar sonreír también—. Dipper, enserio me gustas.

Continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top