CAPÍTULO 25: UN TRABAJO PARA PRESTON (PARTE 2)
Disfrútenlo muchas gracias!!.
—¡No por supuesto que no! ¡Lo tomo! Lo tomo, lo tomo —dijo rápidamente el Northwest, antes de que el anciano cambie de opinión y lo termine echando del local.
El anciano sonrió ante la reacción de Preston, un hombre que por su orgullo y arrogancia estuvo a punto de retirarse del lugar, perdiendo de manera estúpida una oportunidad de trabajo, trabajo que necesitaba para comer no solo él, sino también su esposa e hija. El orgullo no es bueno, digan lo que digan.
—Jaja esa es la actitud, muchacho —dijo el señor Julián—, recuerda siempre esto, si tienes una oportunidad enfrente no dudes en tomarla, pueda que ahora no parezca importante, pero lo será en el futuro —volvió a dar otro de sus sabios consejos. Su vejez y años de experiencia le hicieron conocer lo impredecible que puede ser la vida.
—Seguro como usted diga, ¿Y qué se supone que debo hacer? —preguntó Preston—, mejor dicho, ¿Cuáles serán las tareas o las labores que debo realizar en este lugar?.
—Muy bien veamos —se llevó su mano derecha a su mentón—, las labores que harás serán la limpieza de las mesas, la limpieza del piso, sacar la basura los días lunes, miércoles y viernes, mientras que Ray las sacará los martes, jueves y sábados.
—¿Y el domingo? —preguntó Preston.
—No trabajamos los domingos —dijo el señor Julián. Preston solo asintió con su rostro—, tambíen te encargarás de atender a los clientes cuando sea la hora del almuerzo, antes lo hacía el chico anterior a tí, pero lo encontré fumando hierba detrás del restaurante y evidentemente le dí una severa paliza y lo eché a la calle.
—¿Usted golpeó a un muchacho? —preguntó Preston—, ya me agradó este señor —pensó el ex millonario, con una sutil sonrisa.
—Se lo merecía, si sus padres no lo han hecho, ya era hora de que alguien lo corrija —dijo seriamente. Sin embargo, de un momento a otro, el anciano comenzó a toser fuertemente, una tos que parecía iba a lastimar seriamente su garganta, o que en cualquier momento iba a toser sangre.
—¿Se encuentra bien, señor? —preguntó Preston.
—Sí muchacho, no te preocupes, ya llevo con esta tos desde hace meses, pero no nos desviemos de la conversación que es muy importante —dijo el anciano—, atención al cliente y limpieza del local serán básicamente tus labores. La paga, te pagaré diez dólares diarios por tú trabajo.
—¿Solo diez dólares?, ¿Tan poco?, Eso no me alcanza siquiera para desayunar, mucho menos para poder comer una cena más o menos decente —dijo el hombre quién, al escuchar que solo eran diez dólares, inmediatamente pensó que se trataba de una miseria, aunque en realidad para una persona común y corriente, diez dólares son una cantidad si bien no exorbitante, es muy útil.
—Muy bien Preston, si piensas que la paga no es buena, entonces puedes retirarte —dijo el anciano un poco serio y molesto. Hace solo unos segundos le aconsejó que si se le llegase a presentar alguna oportunidad, aunque parezca insignificante la tome, pueda que más adelante sirva, pero no, Preston y su estúpido orgullo lo hacían actuar como un verdadero idiota—, si fuera tú aceptaría esta oportunidad, y en tú caso dar gracias de que alguien se compadeció de tú situación y te extendió la mano, ¿Qué tan orgulloso puedes llegar a ser?.
Preston suspiró, no le quedó de otra que tragarse ese absurdo orgullo.
—De acuerdo, lo acepto, ¿Diez dólares, eh?, Creo que eso es mucho mejor que no tener nada en los bolsillos o en la billetera —comentó el ex millonario—, ¿Y cuando empiezo con el trabajo?.
—Pues desde ahora —respondió el anciano sin vacilar.
—¿Qué?, ¿Tan pronto? —preguntó Preston, un tanto sorprendido.
—Por supuesto, ¿No tienes deseos de trabajar?, Pues vamos muchacho, en estos momentos ya estamos necesitando a alguien, y trabajarás aquí desde ahora.
—B-Bueno, entonces dígame, ¿Por dónde empiezo?, ¿O qué es lo primero que debo hacer? —preguntó Preston.
—Bien, primeramente deberás limpiar todo el lugar, mesas, pisos, no debe verse ninguna mancha ni en las paredes, ni en las mesas, ni en las sillas —respondió el señor Julián, indicándole a Preston que el lugar debe verse impecable, sobre todo a la vista de ciertos clientes que llegan a quejarse o a sentirse incómodos por la más mínima cosita—, sígueme, te indicaré dónde se encuentran los utensilios de limpieza, y aprovecharé para darte un recorrido por el lugar, no es un restaurante muy grande, pero debes saber dónde se guardan las cosas.
Preston comenzó a seguir al anciano, quién empezaba a explicarle dónde se guardaban las cosas y lo que debería hacer en caso se presente algún inconveniente ya sea con los clientes o dentro del lugar.
Fin del flashback...
Seguimos en la habitación de los Northwest, dónde Priscila sigue acostada en su cama hablando con su esposo, Preston, por llamada, puesto que él la estuvo llamando anteriormente y ella no alcanzó a contestarle...
—Casi pierdes ese trabajo —comentó Priscila.
—Sí, por poco y lo pierdo, ¿A veces pienso que hubiera sido de nosotros sino hubiera aceptado ese trabajo?, El señor Julián nos ayudó mucho en esos momentos. Creo que debí... debimos ser una carga para él en los primeros días, ¿Verdad?, Digo, no teníamos nada de nada, ni siquiera un lugar dónde poder dormir, y él se compadeció de nosotros.
—Es una lastima que ya no existan muchas personas como él en este mundo, con una amabilidad tan grande, que siempre buscaba ayudar a los demás sin recibir nada a cambio —comentó la esposa de Preston—. ¿Recuerdas cómo te fué el primer día en ese restaurante?.
—¡Hum!, Cómo olvidarlo, jamás olvidaré a mis dos primeros clientes —dijo Preston por el celular.
Flashback tres años atrás...
Podemos ver ahora como Preston se encontraba alistando el uniforme que el anciano le había dado. Una camiseta polo de color negro, unos pantalones casuales y una simple gorra, nada de finos trajes de mesero con chalecos de seda y corbatines. Esa era el uniforme con el que Preston atendería a las personas que pronto iban a llegar y a almorzar.
Antes de salir a recibirlos el anciano apareció de repente para decirle unas cuantas palabras...
—Bueno Preston, ya todo está listo, Ray y tú atenderán a los clientes, asegúrate siempre de tener una actitud positiva y una sonrisa en el rostro.
—Sonreír, ¿Eh? —Preston dibujó una pequeña sonrisa en su cara. Eso no era suficiente.
—No Preston, sonríe, no hagas una mueca o un intento de sonrisa forzada, más forzada que los relatos eróticos em fanfics de Wattpad —dijo el anciano—, te voy a preguntar algo, ¿A tí te gustaría que al llegar a un restaurante te atienda una persona con una mueca, una sonrisa forzada, o de paso una cara de pocos amigos?.
—Pues no —respondió—, a todos los restaurantes lujosos que eh ido a comer siempre me han atendido con una buena actitud.
—¿Lo ves?, Lo mismo ocurre en esta situación, mi restaurante no es un restaurante lujoso, de tres estrellas, pero al menos tratamos siempre de dar la mejor atención posible. Vamos, sonríe.
Preston suspiró. Gracias a la situación tan difícil que estaba pasando le era muy difícil sonreír, pero no le quedó de otra que intentarlo. Respiró profundo y sonrió un poco mejor que la vez anterior.
—Peor es nada —pensó el anciano—, bien, con los días la sonrisa natural y la buena actitud florecerá por sí sola. Ahora bien, recuerda siempre esto, creo que alguna vez habrás escuchado decir que "el cliente siempre tiene la razón", es muy importante que brindes siempre una buena atención, ¡No!, Vayas a tratar mal a los clientes revoltosos y groseros, eso sería perjudicial para nuestro negocio.
—¿Osea que si alguien viene a insultarme no debo decir nada y solo sonreír? —preguntó Preston con un tono de voz arrogante.
—Exacto, recuerda que para discutir y pelear se necesitan dos idiotas, ¿Eres un idiota?, No, ¿Verdad?, Entonces si algún cliente te insulta o te trata mal, simplemente debes dejar tus impulsos de devolverle los insultos a un lado, y mostrar siempre una actitud agradable.
—Lo intentaré, pero no le prometo nada —dijo Preston.
Oportunamente al restaurante llegaron dos jóvenes de entre dieciocho y diecisiete años. Mientras conversaban temas triviales de la vida se sentaron en una de las mesas que poseía el lugar, leyeron el menú del día y seguramente pensaron que iban a comer.
—Bien que oportunidad, mira Preston, para que veas cómo se debe atender a los clientes, Ray los atenderá, tú solo observa.
—De acuerdo —dijo Preston.
Ray se acercó a estos dos jóvenes, sonriendo y mostrando tener una buena actitud. Ray ya tenía varios meses trabajando en ese lugar, por lo cual ya sabía cómo debía atender a los clientes.
—Bienvenidos jóvenes, ¿Qué desean servirse?.
—Hola ¿Qué tal?, Muy buenas, ¿Podríamos traernos dos carnes guisadas con puré de papas y... y a tú hermana —dijo el sujeto, el mayor, con una sonrisa burlona.
—¿Perdón? —preguntó Ray.
—Y también dos consomé de res, no queremos comer cosas muy pesadas, iremos a pescar más tarde —dijo este jóven.
—Ok, tenemos bebidas gaseosas y jugos naturales, ¿Qué desean?.
—Yo un jugo de manzana, escuché por ahí que utilizan las gaseosas para limpiar los inodoros súper sucios, ¿Es verdad que los restaurantes hacen eso?.
—No jeje, por supuesto que no, no es como que si quisiéramos ahorrar dinero y evitarnos comprar utensilios de limpieza muy costosos para limpiar baños de manera exhaustiva jeje —dijo Ray, desviando su mirada unos momentos, en tanto que una gota de sudor caía por un costado de su rostro.
—A mí sí tráigame una gaseosa, solo se vive una vez —dijo el otro muchacho.
—Perfecto, ¿Les gustaría de entrada unos dedos de queso o unos cuantos Nuggets de pollo?.
—Ahm, Nuggets por favor, y a tú hermana, y Nuggets... que sean Nuggets —dijo este muchacho, luego dió un respiro fuerte haciendo sonar su nariz.
Ray solo dibujó sutilmente una cara de incomodidad, pero de ahí, mantuvo en todo momento una sonrisa y actitud agradable. Sin decir más, anotó todo lo que esos jóvenes le dijeron lo que querían —a excepción eso de la hermana— y se retiró. Regresando con Preston y el señor Julián que habían visto toda la escena, el ex millonario se sentía un tanto fastidiado por como esos dos jóvenes habían tratado a Ray.
—¿Por qué no echa a esos dos malcriados a la calle?.
—¿A qué te refieres? —preguntó el anciano.
—¿Qué acaso no escuchó cómo esos dos chicos molestaban a Ray?.
—Pues sí, sí lo escuché —respondió el anciano.
—¿Y entonces?, Usted permitió que esos dos muchachos trataran mal a Ray, quién solo fué a atenderlos, ¿Sabe lo que yo hubiera hecho?, Los hubiera sacado a patadas de este lugar, me están humillando y se están metiendo con mí familia, yo no hubiera guardado silencio y una absurda sonrisa, no siempre hay que sonreír en todo momento, yo hubiera actuado, los hubiera golpeado y...
—Y para pelear se necesitan dos idiotas, ¿Acaso no entiendes lo que trato de decirte con eso? —preguntó el anciano—. Preston, en este negocio encontrarás personas de todo tipo, personas agradables, carismáticas, amistosas, pero también encontrarás personas reservadas, calladas, groseras, o hasta payasos que solo quieren molestar sin razón aparente a los demás.
—¿Entonces debo guardar silencio cuando me molesten?, Mi padre me ha dicho que siempre debo actuar, nunca debo manchar el orgullo y el prestigio de la familia Northwest.
El anciano solo entrecerró un poco los ojos...
—Preston, lo que trato de decirte es, que a veces en la vida, vale más guardar la compostura que perderla, y más aún en este tipo de negocios. Una persona orgullosa, iracunda, o arrogante jamás logrará nada en trabajos como estos.
—Por favor —pensó Preston, rodando los ojos.
—Pero bueno, esperemos que tus primeros clientes sean personas agradables a las que puedas tratar bien —dijo el anciano.
—Espero que eso pase, tal vez las dos primeras personas que atenderé serán agradables y que no me conozcan en lo más mínimo...
De un momento a otro, la puerta del restaurante se abrió dejando ver quiénes eran los próximos clientes que iban a comer ahí —obvio pues a un restaurante se va a comer, no a dormir— y definitivamente eran personas con una personalidad agradable...
—Muchas gracias por invitarme a almorzar, señor Pines —dijo Soos, muy agradecido con su jefe.
—Sí, sí, lo que tú digas Soos, de todas manera este almuerzo saldrá de tú salario —dijo el anciano, un estafador profesional.
Preston abrió sus ojos como dos platos al ver quiénes habían entrado, su mandíbula casi cae al suelo al ver las personas que serían sus dos primeros clientes...
—¡¿STAN PINES?! ¡¿ATENDERÉ A STAN PINES?!.
Continuará
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