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- Meses Después -

Narra Ranma.

Hace pocos minutos di a luz a mi bebé, admito que fue muy doloroso todo ese proceso, sentía como mi cuerpo se quemaba o como si se me rompiera algún hueso. Pero todo eso valió la pena, ahora tengo a mi bebé en brazos.
Ryoga me ayudó a pesar de haberse desmayado varias veces.

¿Es niño o niña? — me preguntó con algo de ilusión.

Tomé a mi bebé y miré sus partes.

Es una niña, mi hermosa bebé — ella en ningún momento lloró, solamente me miraba con una pequeña sonrisa.

— ¿Me dejas cargarla?

Su tono era serio, le pasé a nuestra hija con cuidado, él la miró com enojo. Esto ya no me gusta.

— Ya... Ya damela — se la exigí preocupada.

Me senté con mucho esfuerzo para tratar de agarrar a mi hija, él sólo la alejó más, comencé a llorar por la impotencia y preocupación que sentía en este momento.

— ¡Dame a mi hija, Ryoga!

— No.. Ella no me sirve, si tan sólo hubiera nacido varón... Que desperdicio.

Sin decir nada más se estaba yendo con mi hija, ella al ver que la alejaban comenzó a llorar al igual que yo.

— ¿¡A dónde te la llevas!? ¡Es mi hija! ¡Damela! —  le rogué sin dejar de llorar, no me podía mover mucho y eso no ayudaba en nada.

— Al basurero.

— ¡NOOO! — di un grito amargo para tratar en vano de levantarme.

Él salió de la habitación cerrando con llave, me la quitó. Me quitó a mi hija. Maldito desgraciado.

- Narra Ryoga -

Puede que sea cruel, pero una niña no me sirve de nada.
Agarré un canasto y coloqué a ella dentro de este. Obviamente tenia una manta que la cubría.
Podía escuchar el llanto desgarrador de Ranma, como me pedía que volviera, que le diera a su hija. Perdoname.
Antes de que me arrepintiera, tomé el canasto y me encamine hasta la casa de los Tendo.
Solo tardé dos horas en llegar, una vez en la puerta; escribí una nota rápida.

Esta niña es hija de Ranma.
No me sirve de nada, si ustedes quieren pueden quedarse la para cuidarla o dejarla en adopción.
Ella será lo único que tengan de Ranma.

Atte: Ryoga.

La coloqué en una parte visible y toqué la puerta para salir corriendo rápidamente.
Me escondí en un lugar seguro para ver que pasaba.
A los pocos segundos salió Genma, el padre de Ranma, éste miró a los lados para luego ver abajo por el llanto de mi hija, se agachó para agarrar la carta y leerla, al terminar arrugó el papel con furia para comenzar a llorar.
Tomó a la bebé para verla, él la arropó en sus brazos para entrar de nuevo.

— Espero que te cuiden bien, mi pequeña Ranma.

Sin más volví a casa donde se seguía escuchando los amargos sollozos de él, abriré la puerta cuando este dormida así le doy comida y algo de tomar. Espero que pueda perdonarme.

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