Capítulo 29
Así pasaron un par de semanas y con Joey no casamos por el civil.
Mi nuevo libro "Mi Joey" fue publicado y recibió muy buenas críticas al igual que el primero anterior. Este nuevo libro era más real, ya que se trataba de todas las vivencias y experiencias que yo había vivido junto a él, hasta mi dulce embarazo donde él logró encontrarme y fuimos felices los tres con nuestra bebe.
Gracias a él, pude tener la tienda que siempre soñé. Ahora era la dueña y trabajaba a gusto confeccionando mis nuevos vestidos. Me sentía libre y plena, sin ataduras, ni presiones. Al fin podía hacer lo que añoraba el de escribir y crear hermosos vestidos de ensueño.
Encerrado en su estudio de grabación, leía con detenimiento y anhelo mi nuevo libro. Cada frase le hacía recordar con cariño aquel momento, que habíamos vivido juntos, y su corazón latía con fervor.
Llegó al capítulo donde fuimos a la feria, bailamos cueca frente a todas esas personas y sonrió con ternura. Luego, continuó más y más adelante y leyó cuando hicimos el amor por primera vez. Sintió que vibró por completo y suspiró derretido.
—Amor mío. Cuanto te amo...
Desperté de mi siesta y advertí de que Joey estaba en su sala de estudio, y con ánimos, fui a regar su jardín...
La tarde se había puesto más fresca, lo que me agradaba y cómoda con mi vestido maternal, abrí la manguera y me puse a regar todas sus flores y plantas.
Escuchó el abrir del agua de la manguera y sonrió con intensidad...
Regaba las plantas, y mientras lo hacía, pensaba en Joey con anhelos.
El regar me relajaba y me encantaba hacerlo. Me gustaba escuchar el escurrir del agua y ese rico olor a la tierra mojada, recién regada.
Miré las plantas regadas y luego el azulado cielo. Esbocé una sonrisa.
Él salió a verme al jardín y yo de espaldas, él sonrió todo sexy. Su cuerpo vibró, el corazón se le aceleró, y yo regando unas delicadas rosas, él me tomó por la espalda; con ternura, me rodeó en sus brazos y acarició mi enorme barriga. Yo me estremecí al sentirlo detrás de mí.
Solté un suspiro y me recargué en su pecho. Joey sonrió.
—Me encanta verte regar mi jardín — le sonreí perdidamente.
—Mi amor — sus ojos me sedujeron con más fervor y yo solo quería que me besará.
Movió con más cariño y deseos sus manos en mi barriga.
—¿Cómo te sientes? ¿Dormiste bien?
—Si. Creo que dormí mucho — me sonrió.
—Eso es bueno, porque así descansan más las dos. Lo necesitaban.
—Tienes razón — me miró intenso.
—Te ves muy bonita regando — le sonreí con pudor.
—¿En serio?
—Mucho. Estás muy hermosa — me derretí por completo y se me cayó la manguera. Joey me sonrió con ternura y yo no me pude resistir más y le acaricié su mejilla. Sus ojos brillaron y me vio todo enamorado.
—Te amo.
—Y yo a ti, mi amor — mi corazón se me aceleró aún más. Cerré los ojos, y Joey intenso, empezó a besarme con todo su amor.
Fascinada por su rico beso, él tomó mi mano y ambos acariciamos a nuestra bebe; metió su lengua en mi boca y los dos seguimos besándonos extasiados.
—Joey... — solo le jadeé y él me sonrió apasionado.
—Quiero verte.
—¿Ahora?
—Si, vamos a la casa — le sonreí otra vez con vergüenza. Yo igual así lo deseaba.
—Bueno... pero no vayamos deprisa, que me siento muy pesada para caminar rápido — sus ojos brillaron.
—Tranquila. Apóyate en mí y caminaremos a tu ritmo — le sonreí enternecida.
Atento, me tomó del brazo y me apoyó de él, yo lo miré toda embelesada, y él me vio con dulzura, muy sexy y comenzamos a caminar; yo solté un suspiro y acaricié a nuestra bebe y él me miró.
—¿Estás cómoda así?
—Si — nos sonreímos, y así apoyada en su regazo, Joey me llevó tranquilamente de regreso a la casa. Amé que tuviera ese tierno gesto conmigo.
Entramos a la casa, Joey me tenía apoyada en su hombro y yo cansada, solo quería sentarme.
Él me miró.
—¿Estás bien, cariño?
—Necesito sentarme, por favor.
—Si, claro, vamos al sofá...
Se sentó y me sujetó de la cintura. Yo con mi gran barriga, le sonreí y él todo sexy y apuesto me miró y me sentó con cuidado entre medio de sus piernas. Yo solté un gemido de cansancio y sentí su intensa mirada.
—¿Estás bien? ¿Estás cómoda así?
—Si. Solo quiero que me vuelvas a besar — sonrió apasionado.
—Eso es lo que voy a hacer.
—Mi Joey — le susurré, y él con deseos, comenzó a besarme y yo lo amé con fervor.
Besándonos, yo abrí las piernas y él me sonrió.
—Te quiero mucho.
—Y yo a ti. Me haces tan feliz, mi hermosa. Que hayas vuelto a vivir aquí, a mi lado, es lo más bonito que me ha pasado y esta linda nenita, que me vas a dar es el mejor de todos los regalos — le acaricié su mejilla con emoción.
—Siempre soñé con tener un bebe tuyo.
—Lo sé y amo que así sea. Te amo.
—Y yo a ti, mi vida.
Le dije y los dos nos acercamos otra vez con anhelos y volvimos a besarnos.
Al cabo de besarnos, nos miramos perdidamente enamorados y Joey acarició mi barriga. Yo le sonreí.
—Que grande está esta nenita.
—Mucho. Le encanta sentir las caricias de su papá — me sonrió.
—Entonces será mi consentida.
—Si, ya lo creo... ¡Ay! — se alarmó.
—¿Qué pasa?
—Una patadita. Ya empezó — me miró apasionado y besó mi hombro. Acarició con más deseos mi barriga y yo sonreí.
Joey me observó y yo solté un suspiro, abatida. Me sentía pesada.
—Mi barriga está muy levantada.
—Te ves muy dulce y bonita. Me vuelves loco a cada instante — le sonreí toda embelesada y sin dejar de suspirar, me levanté lentamente el vestido y Joey me miró intenso. Sonreí con vergüenza y él me acarició con más ansias la barriga.
—Se me salió el ombligo para afuera ¿Te gusta? — volvió a besar mi hombro.
—Eres la mujer embarazada más preciosa y tierna de todas. Me fascinas — el corazón se me disparó.
—Y tú me fascinas a mí. Eres mi esposo. Eres mío ¿Comprendes? — me sonrió con ternura y besó mi mano.
—Siempre seré tuyo, solo tuyo.
—Oh, mi amor — de pronto sentí un pequeño dolor e hice una mueca y solté un dulce gemido. Joey volvió a alarmarse.
—¿Qué ocurre, mi amor?
—... Se mueve... Creo que se metió en mi costilla — me vio preocupado.
—¿En una costilla?
—Si... Me duele.
—Calma, hermosa. Intenta respirar hondo, verás que pronto se te pasará el dolor.
—...
Más me recargué en él, y afligida, comencé a respirar hondo y Joey atento en mí, no dejó de acariciar mi barriga. Besó mi cabeza con ternura.
—¡Ay!
—Shhh, tranquila. Lo estás haciendo muy bien, hermosa.
—... Amo que me acaricies. Amo sentir tus suaves manos en mi barriga — me miró con detenimiento y besó mi mejilla.
—Es que eres demasiado linda y tierna. Te amo más cada día que pasa — lo vi perdidamente y él contempló mis ojos.
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