Capítulo 25
Melancólico, aún no sabía donde más podría encontrarme, y agobiado, había pasado más de tres días a aquella pequeña tienda de vestidos, pero esta seguía cerrada.
Sin entender el motivo de porque aquella tienda estaba cerrada, suspiró agotado y desanimado volvió a su casa.
<< Estoy desesperado. Solo quiero encontrarte, amor mío. >>
Salí a caminar un rato con mi padre por el parque de aquella ciudad...
Él ya sabía toda mi historia con Joey y le entristecía el ver que lo nuestro no haya sido posible por culpa de mis padres adoptivos. Le afligía el verme tan triste por la ausencia de Joey.
Tomó mi mano.
—Siento mucho en verdad todo lo que les pasó, hija. Es muy injusto.
—... Joey no quiere saber nada de mí y todo por esa cruel mentira... No sabe que aún lo sigo amando y que estoy embarazada — rompí en lágrimas y él me consoló.
—Ya mi niña. Llora, eso debes hacer.
—... ¿Crees que me extrañe o que me siga queriendo? — me sonrió con ternura.
—Si no lo hiciera, sería un demente — le sonreí con nostalgia.
—Papá — él me abrazó.
—Pase lo que pase, yo estaré para ti siempre, hija, para los dos. Criaremos con cariño a esa linda nenita que esperas.
—Solo quiero que nazca sana. Quiero ya tenerla en mis brazos.
—Y la tendrás, hija. Esa bebe será tu máximo orgullo.
—Papito.
Lo abrasé fuerte y luego seguimos paseando por aquel parque.
Sentados, mi padre les tiraba migajas de pan a las palomas, y yo sonriendo, un auto negro se estacionó fuera del parque.
—Padre ¿Quieres una soda?
—Bueno, está ideal para el calor.
—Ok. Iré a traerte una.
Me levanté con dificultad del asiento, debido al peso de mi enorme barriga y caminé, lento, hacia el pequeño kiosco, que quedaba a la vuelta del parque.
Intrigado, aquel detective privado me miró atento, y yo sin jamás darme cuenta, supo que era yo por las descripciones y fotos que Joey le había entregado.
Vio mi estado y sin dejar de observarme, llamó de inmediato a Joey...
— Joey. Iré a su casa en una hora. Le tengo novedades. — el corazón de Joey se aceleró.
—Ok...
Impaciente, solo pensó en mí y más anheló el pronto encontrarme y besarme con todos sus deseos y amor.
El detective lo miró.
—La encontré, Joey. La muchacha está en la ciudad de Vasco. A una hora de aquí — sus ojos brillaron de amor.
—Constanza. La encontró.
—Así es. Cuando me contó que había estado en una tienda de ropa, la que llevaba su nombre y que los vestidos eran similares a los que ella fabricaba, me puse a investigar.
—Entonces ella está ahí en esa ciudad, siempre estuvo allí y esa tienda es suya. Lo sabía.
—No creo que su estancia en esa ciudad sea de mucho, solo un par de meses —Joey no comprendió.
— ¿A qué se refiere?
—La muchacha está embarazada, Joey — sus ojos más brillaron de amor y sonrió con felicidad y anhelos.
—Constanza está embarazada. Va a darme un hijo.
Emocionado y sorprendido a la vez, no dejó de sonreír y deseó con todo fervor ir hasta donde yo estaba para verme, abrazarme fuerte y besarme hasta que sus labios ya no pudieran más.
Agotada por el paseo, quise darme un baño...
Un poco más aliviada por la ducha, me coloqué un vestido, maternal, celeste y fui al jardín de mi padre.
Me encantaba estar en aquel lugar, pues era muy grande y lleno de tranquilidad, en especial por la modesta pileta que había en el centro. Esa pileta me hacía acordar mucho de Joey, porque él también tenía una en su casa. Nostálgica, quería estar allí unos momentos y solo escuchar el crujir de las hojas otoñales y sentir las tiernas pataditas de mí bebe.
Miré los árboles y me acaricié la barriga. Pensé en Joey con amor y tristeza.
—Ya van seis meses de que no sé nada de ti, mi Joey ¿Te habrás olvidado de mí? ¿Aún seguirás creyendo en todas las mentiras que dijeron esas crueles personas? Te extraño tanto...
Mi padre me vio junto a la pileta y se sintió un poco triste. Prefirió no molestarme y se entró a la casa...
Nervioso y con anhelos, tocó el timbre de la casa. Su corazón palpitó de emoción e ilusión.
<< Por fin. Por fin volveré a verte, cariño mío. >>
<< Mi amada y dulce Constanza >>
<< Solo quiero verte y ver a nuestro hijo en tu vientre. >>
Mi padre asombrado de verlo a él, parado tras la puerta, Joey le sonrió con simpatía, puesto que sabía que era mi verdadero padre.
—Hola señor, Hernán — mi padre le sonrió sorprendido y con alegría.
—Hola, Joey. Esto sí que es una gran y grata sorpresa ¿Cómo supiste que vivimos aquí? — los ojos de Joey brillaron al comprobar que yo si vivía ahí con mi padre.
—Es una larga historia. Ahora necesito ver a Constanza, por favor — mi padre volvió a sonreírle.
—Mi hija se pondrá muy feliz de verte. Ha estado muy triste por todo lo que ocurrió entre ustedes.
—Lo sé y no sabe lo arrepentido que estoy. Yo amo a su hija y por eso estoy aquí.
—Joey... mi hija...
—Lo sé, por eso es que más anhelo verla, y estar a su lado, y al lado de mi hijo — mi padre más le sonrió y le abrió la puerta.
—Ok. Ven — Joey vibró de anhelos.
— ¿Dónde está ella?
—En el jardín trasero. Está junto a la pileta — Joey sonrió.
—Muchas gracias.
Con el corazón impaciente fue al jardín trasero.
Perdida en mis pensamientos, sentía las tiernas pataditas de mi bebe y me acaricié la barriga.
Él me miró, vio mi enorme barriga y me contempló perdidamente enamorado y sonrió con destellos.
<< ¡Es ella! >>
<< Mi preciosa y amada Constanza. >>
<< Está preciosa. >>
Triste, miré otra vez el agua de la pileta; metí la mano en ella y una suave y cándida mano tomó la mía y la impresión me abordó. No lo pude creer y Joey me sonrió intenso, locamente enamorado y me tomó de la cintura. Me aferró más a él.
El corazón se desprendió de mí, y sin reaccionar, la felicidad e ilusión volvieron a mí y él me sonrió con ternura.
—Hola, niña mía — no lo podía creer.
—... Eres tú, mi Joey...
Solo pude decirle y me desmayé ante él.
Joey con ternura me sostuvo y cargó con cuidado en sus brazos. Me miró perdidamente enamorado, e intenso, desmayada en sus brazos y me llevó con él.
—Mi Constanza. Al fin estás en mis brazos, amor mío...
Mi padre se alarmó al verme inconsciente en los brazos de Joey.
— ¡¿Qué le pasó, Joey?!
—Se desmayó de la impresión. Necesito recostarla ¿Dónde está su habitación?
—En esa puerta.
—Gracias...
Me acostó con cuidado en la cama, y yo desmayada, Joey me miró y se recostó rápidamente junto a mí y tomó mi mano. Trató de hacerme reaccionar.
—Mi amor, despierta. Despierta por favor, niña mía — me dijo nervioso y besó mi mano.
Acarició mi rostro, y nervioso y preocupado, solo anhelaba que yo abriera los ojos.
Me vio locamente enamorado y soltó un suspiro.
—Constanza, vamos mi vida, solo soy yo. Despierta por favor.
Miró mi enorme barriga y sonrió intenso y con locura. Ya no pudo contenerse más y volvió a suspirar lleno de felicidad.
—Amor mío. Niña mía.
Jadeó y comenzó a besarme con todo su amor.
Reaccioné a su tierno beso y los dos besándonos, dije su nombre con suspiro y abrí los ojos.
—Mi Joey — lo miré con emoción y él me sonrió.
—Sí, amor mío. Aquí estoy y ahora no me separé por nada de ti.
Se me cayeron las lágrimas.
—Mi Joey —lo abrasé fuerte —Eres tú, mi Joey, estás aquí — él me abrazó con toda su ternura y acarició mi cabello.
—Sí, mi hermosa. Por fin pude encontrarte y ahora te tengo en mis brazos — lo miré con mis mejillas empapadas de lágrimas. Pensé en nuestra hija.
—Este bebe es tuyo, Joey —acarició mi mejilla.
—Lo sé, amor mío y estoy tan feliz de que me vayas a dar ese hijo, nuestro hijo.
—Mi Joey, amor mío — volví a abrazarlo más fuerte y me puse otra vez a llorar y él me contuvo con más anhelos y cariño en sus brazos.
—Si yo lo hubiera sabido, no te hubiera dejado sola en todos estos meses. Fui un imbécil por haber creído en esas cartas.
—Yo nunca las escribí. Todo fue una mentira de mis padres y de Cristian. Ellos las escribieron y te las hicieron llegar bajo mi nombre — volvió a acariciar mi mejilla.
—Lo sé. Hace un tiempo logré descubrir que todo era una sucia mentira y me sentí como un tonto, fue cuando quise buscarte y pedirte perdón.
—Mi Joey.
—Pedirte perdón por haber dudado de ti y de tu amor. Solo quería verte, niña mía.
—Mis padres no querían vernos juntos y ese día, cuando fui al centro para comprar la tela, Cristian me llevó a la fuerza con él. Mis padres y él me encerraron en esa casa y no pude escapar — apretó los puños de ira.
—Me las van a pagar.
—Fue tan horrible. Esos señores me trataron de lo peor — me miró alarmado.
— ¿Te hicieron algo? ¿Te golpearon? — mis ojos volvieron a cristalizarse y los cerré con pesar. Solo moví la cabeza con un sí. Joey se enfureció.
—Infelices. No tienen perdón por todo lo que te hicieron.
—Cuando se enteraron de que estaba embarazada, me llevaron a otro pueblo para que nadie lo supiera. Les avergonzaba que yo estuviera esperando un hijo tuyo — le dije entre sollozos y Joey volvió a abrazarme. Sintió impotencia de no haberme defendido de esos ruines sujetos.
—Mi vida. Niña mía.
—... — Yo solo soñaba y esperaba a que tú fueras por mí, pero no pasó.
—Me siento tan impotente. No hice nada, creía que no me querías y que estabas con otro hombre.
—No. yo siempre te he amado a ti y siempre te amaré, mi Joey.
—Lo sé, amor mío. Perdóname, perdóname por favor.
Me abrazó desolado y yo acaricié su cabello. Besé sus labios con ternura.
—Te perdono. Te adoro — me miró embobado. Amó que yo lo besará.
—Yo también te adoro. Siempre te he amado, mi Constanza — le acaricié su mejilla.
—Mi Joey.
Miró mis ojos con amor y besó mis labios.
Solo quería que me besara y amé sentir sus labios sobre los míos. Me fascinó su apasionado beso.
Al cabo de besarme, los dos nos sonreímos.
— ¿Cómo te sientes? ¿Estás bien?
—Sí, estoy un poco mejor. Solo fue la impresión de verte.
—Solo quería encontrarte, mi Constanza. Anhelaba tanto verte y lo anhelé aún más cuando supe que esperabas ese hijo mío.
—Tú bebe me ha dado la fuerza y valentía para seguir luchando todos estos meses — tomó mi mano.
—Te juro que a esa gente la haré pagar muy caro por todo lo que te hicieron. Lo sé, tu padre es abogado y les puso una demanda, pero yo tengo más influencia y poder. Juntos los haremos encerrar por todo el mal que te hicieron — Volví a abrazarlo fuerte y me puse otra vez a llorar.
—Ay mi Joey... Creí que ya no me querías y que no conocerías a tu hijo — acarició mi cabeza.
—Tranquila, eso no iba a pasar. Nunca dejé de pensar en ti, niña mía.
—Mi Joey.
—Se metieron con la persona equivocada. Me las pagaran.
—Tuve tanto miedo. Cristian me amenazó con que te mataría si yo intentaba buscarte y contártelo todo. Fue por eso que seguí en esa casa — sus ojo ardieron de ira.
— ¡Hijo de puta! ¡No se lo perdonaré! ¡A ninguno se lo perdonaré! Por su culpa te apartaron de mí y has sufrido todo este tiempo — las lágrimas corrieron por mis mejillas.
—Mi Joey —acarició mi mejilla y se sintió otra vez culpable.
—Niña mía — exclamó acabado y me abrazó fuerte.
—Me alegra tanto, tanto de que estés por fin aquí conmigo. Te extrañe mucho.
—Y yo a ti y ahora nadie me va a impedir que esté a tu lado. Solo quiero cuidarte y amarte como te lo mereces. Tú y nuestro bebe son lo que más quiero en esta vida — los ojos de nuevo se me cristalizaron de emoción y lo abrasé fuerte, con todo mi amor — Joey me contuvo una vez más en sus brazos y acarició mi largo cabello. Amó que yo lo abrasará.
Al cabo de abrazarnos, no nos contuvimos más y nos besamos largamente. Él me rodeó en sus brazos y los dos besándonos, me recostó suavemente en la cama.
Joey besándome, yo acaricié su cabello y él con deseos colocó su mano en mi enorme barriga. Amé que lo hiciera y le sonreí derretida y él me miró intenso.
—Estás muy hermosa — lo vi con destellos.
—Estoy así solo por ti.
—Lo que me enorgullece. Me encanta ser parte de tu transformación.
—Mi Joey.
Siguió mirándome con aquella intensidad y acarició mi barriga, lo que me volvió loca.
—Oh...
Le sonreí amándolo con todo mi corazón y Joey besó mi hombro.
—Deseaba hacer esto. Tocarte y ver a mi hijo en tu vientre — le sonreí con ilusión.
—Es una niña, Joey — me sonrió vuelto loco.
— ¡¿Es una niña?!
—Sí.
—Oh, mi amor. Mi Constanza — me dijo más que emocionado y besó con ternura mi frente.
—Será tan preciosa como tú. Te adoro, mi Constanza.
—Y yo a ti.
—Solo quiero volver a besarte.
—Bésame. Bésame, amor mío.
Me miró intenso, y lleno de anhelos, sostuvo mi rostro y volvió a besarme larga y apasionadamente.
Casi sobre mí, me besaba todo apasionado; yo lo abrasé, y al cabo, nos miramos perdidamente enamorados y nos sonreímos.
Sin alejarse de mí, quería sentir mi respiración junto a la suya. Permanecer muy cerca de mí, y los dos mirándonos fijos y con anhelos, Joey miró mi enorme barriga y comenzó a acariciármela.
Yo me estremecí que volviera a hacerme cariño y le sonreí embelesada. Joey me miró todo seductor y de pronto la bebe empezó a patearme; solté un dulce gemido en sus labios y él se preocupó.
— ¿Qué pasa, mi amor? ¿Estás bien?
—La bebe me está pateando — me sonrió ilusionado.
— ¿Qué?
— ¡Ay!
Se reincorporó rápido y se acostó junto a mí con ansias.
— ¿Puedo? — lo vi con mimo.
—Sí. Ella sintió tu mano. Sabe que eres su papá.
—Oh, mi hermosa.
Volvió a tocar mi barriga y me la acarició; me miró, yo le sonreí y solté otro dulce gemido. Me recargué en su hombro y Joey me aferró a él con ternura. Siguió acariciando mi barriga.
—Se mueve mucho.
—Si... — me vio preocupado.
— ¿Estás bien?
—Si... Por favor, no dejes de acariciarme — me sonrió apasionado.
—No lo haré, descuida — le sonreí.
— ¡Ay! Está muy inquieta — sus ojos brillaron y besó mis labios.
—Está feliz porque al fin su mami y papi están juntos.
—Amor mío.
—Te amo.
—Y yo a ti.
Le dije en sus labios y volvimos a besarnos sin parar.
Nos miramos con amor y Joey advirtió que yo estaba un poco agotada.
—Debes descansar. Tú y me bebe lo necesitan — sentí que los ojos me pesaban, pero me rehusé.
—No. no quiero despertar y que tú te hayas ido.
—No me iré. Te lo prometo.
—Mi Joey — le susurré toda derretida y él me miró galante, muy apuesto. Acarició mi mejilla.
—Shuuu. Descansa, amor mío. Ahora iré a conversar con tu padre de que mañana te llevaré conmigo a mi casa — le sonreí con ilusión.
— ¿En serio, mi Joey?
—Sí, hermosa. Volveré en breve con las dos.
—Prométeme que volverás conmigo a la cama. Quiero que esta noche te quedes aquí conmigo — me miró más que intenso.
—Te lo prometo.
Me susurró y me dio un beso en los labios.
Me sonrió y salió a hablar con mi padre. Yo lo vi salir de mi habitación, miré su ancha espalda y me acaricié la barriga con amor.
—Amor mío, mi Joey. Cuanto te amo...
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