Oportunidad

Milo había llegado, estaba irritado, no podía creer que esa mujer había colocado demanda.

—Shaina, maldita, hija de su... —callo de golpe al tener a Camus enfrente con ambos niños.

—Milo —llamo Camus quien lo miraba seriamente.

—No lo dije, no lo dije —se excusó.

—Supongo que sigues molesto, aunque deberías de pensar bien las cosas, esa mujer si quiere llevarse a mi bebé —dijo Camus.

—Papá Milo, no quiero que la señora mala se lleve a mi hermanito —dijo Isaac con tristeza.

Milo estaba preocupado, ambos le pedían lo mismo, Luc simplemente pedía sus brazos, el pequeño se veía normal, pero era porque no entendía del todo. Milo tomó en brazos al pequeño, miró a Isaac y acarició la cabeza del niño.

—No dejaré que se lo lleven —dijo.

Para esa misma noche, la cena había sido tranquila, normal, el pequeño Isaac decía lo que había ocurrido, inclusive el pequeño Luc balbuceaba algunas palabras referente a los juegos que hacían su hermano y él.

—Si que pasaron jugando —dijo Mystoria.

—Si, pero ya es momento que Isaac vaya a un preescolar —dijo Camus.

—¿Preescolar? ¿Qué es eso mami Camus? —pregunto el menor.

—Es una escuela para niños, en donde te enseñan a escribir, bueno, aprendes cosas creativas —dijo Camus.

—Entiendo ¡Quiero ir mami Camus! —dijo.

Aquello alegró a los mayores, puesto le emocionaba la idea de ir a la escuela, en cambio Luc miraba curioso, ¿de que se trataba todo aquello?

Más tarde los niños había quedado dormido, después de un buen baño de agua tibia y una historia que Camus siempre les contaba, eso había sido suficiente. Camus salió y se se dirigía a su habitación, más recordó que su jefe se encontraba tan irritado que a pesar de estar con sus niños seguía sintiendo aquello.

—Señor Milo —dijo de manera formal.

Camus miró a Milo quien veía los papeles no había respondido a su llamado y a decir verdad estaba sumido en la lectura de aquellos documentos.

—Debería ir a dormir ya es algo tarde —dijo, sabiendo que no obtendría respuesta.

—No puedo, esto es un dolor de cabeza, debo de poder solucionarlo, sino se llevaran a mi hijo —dijo el griego.

Camus se aproximó hasta quedar a su lado, tomó los papeles y comenzó a leer un poco, algo le hizo sentir apretado en su pecho, había leído una línea de aquel documento.

—Realmente ¿te pide esto? —pregunto curioso.

—Si la muy estúpida cree que no estoy casado, realmente sigue pensando que me duele su maldita huida —dijo con molestia —Lo peor de todo es de que no debo pagarle a nadie —dijo recargándose en la silla.

—Entonces tendría que buscar a alguien, a menos que tenga un sentimiento "amoroso" aunque sea para que usted pueda tener más seguridad al ganar el juicio en contra de esa mujer —dijo Camus relajado.

—Lo se, tengo en que pensar —silencio y habló — ¿Qué haces aquí? Pensé que ya te habías ido a dormir —dijo mirando curioso al francés.

El francés quedó enfrente del pequeño escritorio en la habitación de Milo, la habitación era amplia a decir verdad. A diferencia en donde se encontraba descanso actualmente, era como una casa, como su departamento.

—Quise saber si seguías igual, los niños comienza a tenerte miedo, Isaac que apenas tuvo la confianza para decir papá la está perdiendo —dijo con calma.

Milo terminó por dar un suspiro, tenía razón, estaba muy estresado y a base de ellos se encerraba o simplemente andaba en algunas veces malhumorado. Los niños se daban cuenta de aquello, haciendo que en algunos casos, Luc llorara ante aquello.

—Perdón, jamás me imaginé que todo esto me causara un estrés masivo —se puso de pie —Simplemente quiero proteger a mi hijo, protegerlos a ambos de cualquier cosa —dijo.

Camus quedó en silencio, miro los ojos del mayor, a menor lo que se encontraba enfrente. Miro con calma, dio una sonrisa y pronto habló.

—Entonces qué harás con referente a la demanda. —dijo.

—Tendré que pedir ayuda, a menos tengo a una candidata que me puede ayudar —dijo.

Aquello había sido un golpe bajo al francés, no entendía porque, pero eso a penas Milo sabía, simplemente se dedicó a escuchar y esperaría los movimientos de su amado jefe.

....

La mañana había llegado, Camus caminaba mientras en ambas manos sostenía las pequeñas manitas del pequeño Luc. El pequeño caminaba, casi corría por alcanzar a su hermanito que se encontraba del otro lado de la sala. Mientras recibía elogios y ánimos para que siguiera el camino.

—Luc no vayas muy rápido —decía Camus quien era guiado por el pequeño.

Cuando el pequeño Luc había llegado se soltó de las manos del mayor y le dio un abrazo a su hermanito, Camus se levantó, llevando sus manos a su espalda, le dolían un poco estar agachado le provocaba cierta tensión de dolor.

—Un poco más y Luc comenzará a caminar solito —dijo Camus con una sonrisa.

—¡Escuchaste eso hermanito! ¡Pronto vas a caminar! —dijo mientras le ponía de pie y alzaba sus brazos al cielo, el pequeño niño lo miraba curioso mientras estaba sentado en el suelo.

Durante el día seguían divirtiéndose, Camus había obtenido algo de tiempo y había llamado a su novio, que por mala suerte el pelirrojo se escuchaba molesto.

—Perdón amor, no he tenido tiempo, no quiero que estés molesto conmigo —fue lo más cariñoso posible. —Entiendo, lo sé, pero sabes que no puedo, ellos son mi vida cariño —hablo.

Aquello había sido suficiente, Camus había quedado en silencio, escuchando atento lo que su novio le decía.

Pronto bajo su vista, bajo el móvil, colgando la llamada.

—Te bastó el regaño ¿cierto? —pregunto.

Camus dio un pequeño salto, girando y encontrándose con Ecarlate, quien se encontraba tranquilo y serio, se acercó hasta quedar enfrente del francés.

—No era para ti, nunca lo fue —solo dijo.

—Él... era mi mundo —dijo con calma.

—Supongo, en su tiempo —hablo calmado.

Ecarlate quedo tranquilo, Camus bajo la vista queriendo ocultar su pequeño dolor.

—No entiendo porque te duele, si tu amas a Milo, ese idiota no sabe lo que hace —dijo Ecarlate quien colocó su mano en el hombro del chico.

—¿A que se refiere? —pregunto.

—Tal parece que no te dijo, pero se comprometió con Shoko para obtener la custodia del pequeño —respondió.

—¡¿Que?! —pregunto.

—Así como lo has escuchado —hablar.

Aquello era cierto, pero él lo había visto, leído y todo, no le quedaba de otra. Se dirigió con los pequeños, aviso a una mucama que preparara todo para salir, a principio la muchacha quedó confusa pero al mirar a Camus andar de arriba abajo, cambiando a los pequeños término por ayudarle.

...

Milo se encontraba realmente estresado, Caín estaba ahí presente había negado rotundamente en que saliera a sus vacaciones hasta nuevo aviso, cosa que casi echa chispas cuando el viejo le había dicho que ya no era necesario, puesto Milo era el rostro de la empresa en los medios de comunicación, el viejo no podía ponerse al frente de una manera tan inesperada y por ese motivo negó toda salida del dueño.

—Genial, ahora tengo que estás más estresado —dijo el griego mientras se irritaba.

—Señor Milo —dijo Shoko.

—¡Shoko! ¡Justo a la persona que quería ver! —dijo con una emoción fingida.

—¿Qué sucede señor Milo? —pregunto curiosa.

La chica terminó por quedar enfrente del escritorio, curiosa por lo que iba a decirle el mencionado griego. Milo por su parte no sabía si aceptaba en hacerlo, puesto no quería que la chica se llevara una mala impresión de él.

—¿En qué puedo ayudarle, señor? —pregunto curiosa.

—Quería decirte lo mucho que te aprecio y necesito tu sabia ayuda, aunque se que esto será mal —dijo con ciertos nervios.

Miro a Shoko quien miraba confuso al griego..

—¿Quieres casarte conmigo? —pregunto.

Aquello había sido una sorpresa para Shoko, tanto que quedó en silencio, Milo miro aquello, hasta que escucho la voz de Isaac, alzó su vista encontrándose con aquel francés, sus ojos se abrieron de par en par, puesto el francés estaba en silencio, mirando la escena.

—Perdona me debí haber tocado, Isaac ven, papá Milo está ocupado —dijo.

El pequeño obedeció, aunque echó una última mirada a su papá. Milo fue rápidamente a detenerlo, soltando las manos de la chica, Shoko notó aquello, no se negó ante la tremenda escena.

—Camus, espera —pidió.

—Descuide, usted puede terminar lo que está haciendo —dijo quien tomó la mano del pequeño.

—Ustedes dos deberían hablar —hablo Shoko. —Señor Milo debo decirme, el señor Caín no tardará en pedir que me presente —dijo.

Con aquello la muchacha se fue, dejando solos a ambos. Milo pasó su mano por los hombros del francés haciendo que entrara a la oficina, agradece que las cortinas estuvieran cerradas.

Isaac corrió y quitándose la mochila que llevaba sacó sus juguetes, Luc quería bajar, quería jugar con su hermanito, cosa que Camus bajo viendo como el pequeño gateaba hasta su hermano.

—¿Qué haces aquí? Te mencioné que sería peligroso —dijo el mayor.

—Lo tenía que hacer, pero veo que estabas ocupado —dijo el francés.

—Lo de Shoko, no se si ella vaya aceptar —dijo, con duda.

—Yo creo que si, ella se ve que está enamorada de ti —dijo ocultando su dolor.

Milo quedó un poco confuso, ¿realmente era cierto aquello? Aunque miro el rostro del francés, algo no andaba bien, quedó en silencio hasta que se dedicó a hablar.

—Paso algo mas ¿Verdad? —pregunto.

Camus no sabía si mentir o decir, ya que sentía una especie de vergüenza, había sido abandonado por su novio, era confuso, era raro. Pero...

—Pasó algo que jamás pensé que sucedería —dijo el francés.

—¿A qué te refieres? —pregunto curioso.

Camus miró al heleno, terminó por relatar todo lo que había pasado, Milo a principio cambió su semblante, queriendo ir a golpear a aquel hombre, puesto ver a Camus de esa manera le dolía demasiado. Miro como el francés terminó de relatar y tomó asiento se sentía de lo peor.

—No te culpes, el no deseaba tener esa bella sonrisa que tienes, tus ojos, de una joya no merecen ver a ese tipo —dijo.

Camus miró al mayor, un sonrojo se mostró en sus mejillas.

—Milo, se que esto está mal pero... —silencio. —¿Por qué no me pediste que me casara contigo? —pregunto.

Aquello había sido repentino, Milo quedó sorprendido, ante las palabras del niñero.

—Realmente no lo había pensado, simplemente creí que no sería correspondido, asi que descarte cualquier situación, aparte estabas en una relación, he sabido tu alta fidelidad —respondió con calma.

—Sería capaz de todo, con tal de que Luc estuviera conmigo, Luc ya es como mi hijo, lo amo tanto asi como amo a Isaac y si es por él, no me importa si me tengo que casar contigo —hablo.

Milo quedo relajado, esbozo una sonrisa y unió sus labios al de Camus. Camus quedó sorprendido, no se negaba en efecto, sentía aquella sensación que no había sentido con Surt cuando le brindaba aquellos besos.

Sus mejillas ardían, la manera en cómo Milo besaba era diferente, Milo terminó por separarse mirando a los ojos del francés.

—¿Quisiera casarte conmigo? —pregunto.

—Aunque sea una mentira, lo haré —dijo sin quitar la vista del mayor.

Milo sabía a la perfección que debía ser mentira, aunque cuando todo esto terminara sería mucho mejor, eso estaba por estar seguro. Esta vez haría que Shaina sufriera de una manera que jamás se lo imaginaba, porque de él costaba que ese niño jamás seria alejado de su persona.




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Hola. 

He regresado dejando un nuevo capitulo, en donde estoy mejorando algunas cositas, porque lo relei y algunas cosas no concordaban. Pero ahora quedo mejor. 

En fin, no los voy agobiar mucho, simplemente espero y hayan disfrutado de esta maravillosa historia. 

Muchas gracias.

Saben que los quiero demasiado ~<3

Hasta la proxima. 


-AntaresLaks

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